El lamento de la mandrágora - Lenguaje inclusivo y más
Como todos los 28 de junio desde 1969, este de 2022 también transcurrió con la celebración del Día Internacional del Orgullo LGBT+, y aunque este texto mío vea la luz a tiempo o destiempo quise dar un paso al frente para abordar el tema desde mi particular perspectiva, y esperando aportar argumentos positivos para el entendimiento entre las personas, así, a secas.
Procuraré no caer en los lugares comunes que alegan tirios o troyanos, aunque mi postura podrá ser y seguro lo será catalogada en alguna de las casillas que la Historia ha preparado para la justificación proscripcionista, si cabe el término.
Tampoco me detendré en consideraciones ya muy sobadas acerca de la convivencia entre sexos, o la guerra de los sexos o la discriminación o hasta la segregación y violencia por motivos asociados al sexo, el que ha sido categorizado erróneamente como género para distinguir ya no nada más lo varonil de lo femenil sino toda una gama de matices intermedios que, la verdad, a veces ni quienes los abrazan y ostentan tienen claro como para describir y explicar a carta cabal en cuanto a lo que hace a sus diferencias sutiles con el resto del arcoiris.
Escribo entonces y ahora este ejercicio ensayístico desde mi limitada perspectiva como escritor y comunicólogo, por supuesto sin afán de ofender a nadie.
Materia que se ancla en algo más que palabras
Como el novelista Arturo Pérez-Reverte y muchos más, he abordado este tema de la inclusividad genérica en varias ocasiones, y lo he hecho llamando a cordura y sensatez humanista, no nada más humanitaria, que así es como entiendo el otorgamiento de la dignidad necesaria que reclaman quienes con razón y sin ella han sido víctimas de sus propios gustos, tendencias, inclinaciones, afanes, apariencias, biología, genética, traumas o decisiones, tanto como de la insidiosa inquina de quienes por las mismas razones les han, además de señalado, puesto al margen como si mostrencos dejados para estorboso recordatorio de la mezquindad humana. Y ya se ve que, no obstante y retratados como monstruos y esperpentos, hasta han sido ejemplos de inspiración, así en la literatura como en la sociedad, que connotan la nobleza humana.
En el interés por revertir la vergüenza, legisladores y activistas, unos más sensibleros que otros, tuvieron la ocurrencia años atrás de que el mal radicaba en el lenguaje mismo, y transformar la situación de la comunidad LGTB+ así como de las mujeres sojuzgadas por una sociedad machista requería arrancar de raíz el mal. Pero, no consideraron que el lenguaje es como la mandrágora y que cada jalón que se da de manera forzada en el afán por extraer el tubérculo humanoide ocasiona el alarido doliente y ensordecedor de este que, noble como es en el desarrollo de su tallo y seductora flor, en su lamento transmite en cambio el mensaje de la muerte de lo que somos.
Para dar cuenta, por ejemplo, de la vergonzosa y torpe manera como se usa el mal llamado lenguaje inclusivo al momento de redactar discursos o las leyes en México, como en otras partes del mundo, hay que señalar no nada más los consabidos retorcimientos sintácticos. Estos, de la mano de las jergas leguleyas, se prestan a juegos interpretativos y la apertura de huecos legales por los que los abogados astutos saben colar sus argumentaciones tramposas para complicar la dictaminación de sentencias jurídicas por parte de los jueces, magistrados y ministros, y a pesar de que la Suprema Corte de Justicia ha conminado a los legisladores, jueces y abogados a emplear un lenguaje más llano y acorde a las necesidades de los ciudadanos legos.
Por poner un párrafo como ejemplo aleatorio permítaseme exponer estos fragmentos tomados de forma aleatoria del Código Electoral del Estado de México [cf. (IEEM, 2020): Artículo 18, párr. 3º].
Con un lenguaje estúpidamente redactado bajo la falacia de una aparente inclusividad retórica, el Código Electoral del Estado de México (como otros documentos legislativos surgidos desde hace una década bajo ese imbécil tenor de un supuesto “discurso de género” en las distintas legislaturas locales y la federal en México) dice:
Las y los integrantes de los Ayuntamientos que tengan interés en reelegirse, deberán separarse del cargo, por lo menos, veinticuatro horas antes del inicio de las campañas, conforme al calendario electoral vigente.
Pero, en otra parte se dice, a la letra:
Artículo 102. Los aspirantes no podrán realizar actos anticipados de campaña por ningún medio. La violación a esta disposición se sancionará con la negativa de registro como candidato independiente.
Artículo 103. Queda prohibido a los aspirantes, en todo tiempo, la contratación de propaganda o cualquier otra forma de promoción personal en radio y televisión. La violación a esta norma se sancionará con la negativa de registro como candidato independiente o, en su caso, con la cancelación de dicho registro.
¿Dónde quedó el “lenguaje inclusivo”? ¡Ahí está, en la neutralidad del "masculino neutro"!, sin necesidad de redundar innecesariamente con una reduplicación cansona del género gramatical que, en el primer caso, se habría subsanado con una redacción como esta: "Aquellos integrantes de los ayuntamientos". ¡Ah, no! ¡Que termina en /-ellos! Bueno, ¿qué tal esto?: "Quienes siendo integrantes de los ayuntamientos…". ¿Quiénes son "quienes"? Pues ellos y ellas, los y las integrantes. ¡No, estás mal, Santoñito! El pronombre relativo no consigue lo que pretendemos: ser visibles, igual que cuando en la celebración nos exhibimos ostentando y restregando en las caras de los demás ciudadanos, a favor o en contra de nuesta causa, nuestros tacones y maquillajes, besándonos libre y descaradamente nuestros bigotes, demostrando que, aunque recuerde a la telenovela, el amor no tiene cara de mujer y no todos somos simplemente María o Yara o Gutierritos. Pero, si se anotara "candidatE independiente" tampoco se conseguiría la visibilidad pretendida ni abarcar la diversidad acusada por la comunidad LGBT+ o el grupo de feministas.
El asunto se complicaría, sin duda, si además llegara un badulaque a pretender que también la diversidad étnica fuera incluida de algún modo retorcido en el lenguaje. ¿Cómo tendríamos que referirnos entonces a un homosexual o transexual mazahua?; que debe haberlos aunque en su etnia implique una vergüenza para sus usos y costumbres.
Quiero dejarlo claro, mi postura no es incluyente ni excluyente ni de hipócrita tolerancia; es humanista. Porque creo que el ser humano es un conjunto de categorías, valores y la distinción misma forma parte de ellas. Somos distintos, ni mejores ni peores, y en ello radica nuestra riqueza personal y cultural.
Quizás las mujeres o quienes teniendo rasgos varoniles se identifican y asumen femeninos pudieran sentirse más cómodas si en la conformación de los mensajes se optara por convención erradicar lo masculino para efectos de generalizaciones, y se hablara de "las personas" que eso son tanto los hombres, las mujeres y las quimeras, grifos, y demás símbolos de la variedad maravillosa con que nos sorprenden la naturaleza o la autodefinición y la autoestima. Pero, entonces, ¿no podría ocurrir al revés, que luego de decenios de practicar tal convención amazónica y matriarcal, los varones y quienes se identifican y asumen masculinos no exigirían igualmente su digna inclusión como miembros fundadores del mismo lenguaje que nos determina como sociedad?
El problema estriba, pienso, no en las palabras por sí mismas ni en el uso, abuso o desuso de ellas (ojo al femenino recurrente para designar a los vocabos, ¡vaya contradicción! que nos ha traído a la interdicción (Castro Salas, 2021)). Estriba en que le hemos dado demasiada importancia a los polos de la hombría y la feminidad y, quienes hoy reclaman, jalonean esos polos hacia un área difusa en el centro de la cuerda ocasionando más bien un nudo gordiano irresoluble a no ser con paciencia, sabiduría o con el tajo de la espada. ¿No era Alejandro Magno homosexual?
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Referencias
- IEEM, *. (2020, Noviembre 27). Código Electoral del Estado de México. Ieem. https://www.ieem.org.mx/cefode/descargas/otras_publi/CEEM_2021.pdf
- Castro Salas, E. (2021, September 9). Ella, él y elle: sobre tribunales, pronombres y lenguaje inclusivo – El Juego de la Suprema Corte. Eljuegodelacorte. https://eljuegodelacorte.nexos.com.mx/ella-el-y-elle-sobre-tribunales-pronombres-y-lenguaje-inclusivo/
- Murillo, E., & https://www.facebook.com/lajornadaonline. (2020, November 10). Desestima SCJN proyecto a favor de lenguaje incluyente en las leyes. Retrieved June 28, 2022, from La Jornada website: https://www.jornada.com.mx/ultimas/politica/2020/11/10/desestima-scjn-proyecto-a-favor-de-lenguaje-incluyente-en-las-leyes-5297.html
- René Ramírez Benítez. (2020, January 29). El impacto del lenguaje de las sentencias en los derechos de acceso a la justicia y transparencia judicial. Retrieved June 28, 2022, from Derecho en Acción website: https://derechoenaccion.cide.edu/el-impacto-del-lenguaje-de-las-sentencias-en-los-derechos-de-acceso-a-la-justicia-y-transparencia-judicial/
- Pantin, L. (2021, January 14). Lenguaje claro: la próxima revolución en la justicia. Retrieved June 28, 2022, from México Evalúa website: https://www.mexicoevalua.org/lenguaje-claro-la-proxima-revolucion-en-la-justicia/
- Comunicación editorial, E. (2022, June 24). Las Telenovelas Socializan De Manera Digna Y Respetuosa La Diversidad Sexual. Elinstituto. https://elinstituto.mx/telenovelas-socializan-la-diversidad-sexual/
- El Financiero, *. (2021, July 10). Para la RAE usar la letra ‘e’ en el lenguaje inclusivo está de más – El Financiero. Elfinanciero. https://www.elfinanciero.com.mx/culturas/2021/07/10/para-la-rae-usar-la-letra-e-en-el-lenguaje-inclusivo-esta-de-mas/
- CNCA-Chile, *. (2016, May 18). guia-lenguaje-inclusivo-genero.pdf. Cultura - Gobierno de Chile. https://www.cultura.gob.cl/wp-content/uploads/2017/01/guia-lenguaje-inclusivo-genero.pdf
- López Romo et.al., H. (2022, June 28). Diversidad sexual en las telenovelas - Documentos de Google. Biblioteca Javitanus. https://docs.google.com/document/d/18MImzPyDZJ9tST7MVEjI00njFwUOEMq3Rzfh6QPQHOQ/edit
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