Pobrecito AMLO, ¡qué lástima me da!

marzo 12, 2023 Santoñito Anacoreta 0 Comments


tiempolec

ERA DE LA OPINIÓN… de que Andrés Manuel López Obrador, nuestro actual Presidente de la República podía a veces, si no muy frecuentemente, ser un insensato. Y uno de sus recientes tuits me lo ha confirmado una vez más.

Los dos López

Para tristeza de muchos de nosotros, mexicanos, ayer por la noche falleció un Primer Actor, Ignacio López Tarso. Este texto está lejos de pretender hacer una nota necrológica. Me contentaré con hacer la conexión entre la versatilidad de un López histrión, siempre encargado de personajes de carácter, y que alguna vez en su vida se apuntó de manera confundida e insensata para seminarista sin tener la vocación sacerdotal, con nuestro mandatario, otro López que, al igual que Pito Pérez, personaje creado por el michoacano José Rubén Romero tiene una vena mística y poética que puede rayar, cuando se lo propone, en el sermón misionero recurrente en su sinsentido.

Pito Pérez viene a cuento por varias razones. La primera porque el finado actor fue el tercero en representar el personaje en el cine (1970), interpretado antes por Manuel Medel (1944, 1948) y Germán Valdez "Tin Tán" (1957). Todos de manera magistral tanto por las actuaciones como por las direcciones y las adaptaciones, cada una de las cuales optó por enfatizar algún aspecto específico de la novela, ya el ánimo cómico del pícaro, ya el cinismo en la denuncia y el tratamiento crítico de la moral y la ética sociales, ya la meditación filosófica acerca de los tópicos y valores universales como la vida y la muerte. En segundo lugar porque el personaje tanto como nuestro presidente, a querer o no, encajan por sus particulares derroteros en lo que se cataloga como el pícaro [DÍAZ, 2014]. En tercer lugar porque ambos López, Tarso y Obrador, para poder hacernos creíbles y entrañables las palabras y preocupaciones anecdóticas de Pito Pérez tuvieron primero que identificarse con el propio personaje, suerte de desheredado para el que el rechazo social transformó su vida en una inutilidad aparente, un vacío que trata de llenar con la sabiduría de la experiencia, aunque esta implique ignorancia y credulidad cretinas.

Representar,  pensar,  imaginar  o  escribir  una  ficción  es  un  simulacro  mental  y  vital  del ser  humano  acerca  de  la  realidad  que  lo  circunda;  es  una forma de  apropiarse  y  de recontextualizar todo aquello que percibe con sus cinco sentidos para proveer de fondo y sustancia a su propia existencia. Es, en una palabra, transformación; mas no por ello, menos  verosímil  o  menos  real.

[…] El  cine,  así  como  los  demás  soportes  ficcionales,  realiza como diría  Umberto  Eco,  un contrato  tácito con  el  espectador  o  lector  para  que  la  ficción pueda darse, a pesar del entorno real de estos actantes externos. Y que Pito Pérez desea contar  la  suya  a  quien  quiera  oírla,  no  importando  transgredir  los  límites  de dos universos: uno real y otro ficticio, pues lo que él ha vivido y sufrido no puede quedar en el  olvido,  así  como  así.  Sino  que  este  Pito  Pérez  desea  que  su  ficción  traspase  su “realidad mexicana rural posrevolucionaria” a cualquier realidad [GARCÍA, 2016].  

El pícaro Pito Pérez necesita embriagarse con aguardiente para evadir la realidad que lo ha amargado con los años. Una realidad que le ha puesto enfrente a los otros, al prójimo, como miembros de una recua de hipócritas. El pícaro Andrés Manuel López Obrador necesita la ebriedad propiciada por el poder para justificar la realidad alternativa que desde joven decidió construirse y desde donde, erigido en héroe mesiánico, pretende combatir a una sociedad que califica de hipócrita por corrupta y conservadora. Pito Pérez fastidia a sus vecinos con sus notas chillantes. López Obrador fastidia a unos gobernados sí, y a otros no, con sus machaconas "Mañaneras" dotadas de un texto teatral, cuya insistente repetición mantenida ya a lo largo de cinco años reclamaría al final del sexenio su placa conmemorativa de las mil quinientas representaciones.

El presidente lamentó la muerte del actor rememorando su participación en el filme de Roberto Gavaldón, pero confundiendo la interpretación de López Tarso con su preferida, la de Tin Tán.

Foto: Tuit de AMLO. Archivo Indicios Metropolitanos.
Fuente: Twitter/lopezobrador_

¿Por qué optó el presidente por "quedarse" con esa frase y qué lectura podemos dar a su elección?

Entre el diablo y el pícaro te veas

El contexto lo es todo al momento de comprender los mensajes. En este caso nos enfrentamos a una lectura que aplica a varios niveles de contextualidad, a saber: el contexto de la novela, el contexto de cada unas de las versiones fílmicas, el contexto de la presidencia de Andrés Manuel López Obrador, y el contexto específico del momento que detona el tuit declaratorio de este como punta del iceberg.

Si vamos bajando desde la punta hasta el fondo, lo primero que debemos hacer notar es el ruido que implica la declaración proviniendo de un presidente que ha acomodado a sus adversarios en el sitio más diabólico a sus ojos, caracterizado por la corrupción y el conservadurismo, los que, según él, su estilo personal de gobierno ha conseguido transformar, no sabemos en qué, pero eso afirma. Desde ese punto de vista, una primera lectura podría llevar a afirmar que el presidente siente lástima de sus opositores quienes no han oído una palabra de compasión o cariño y, en cambio, sólo críticas acérrimas de parte de él mismo y sus simpatizantes, dividiendo, causando encono. Pero esa sería una lectura algo chabacana, quizá digan los seguidores de la llamada 4T.

Una segunda lectura permitiría acomodar las palabras bajo la sombra del combate al narcotráfico, y nos pondría entonces a un presidente conmiserándose del crimen organizado, para el que su política de seguridad basada en "abrazos y no balazos", por contraste de la de sus antecesores (por cierto uno de ellos paisano de Pito Pérez y con el mismo gusto por las bebidas espirituosas), y de la mano de sus instrucciones a la Secretaría de la Defensa y la Guardia Nacional ha llevado a los efectivos militares o militarizados a defender por sobre todo los derechos humanos de los criminales. Al fin, ¿no son ellos también ciudadanos mexicanos con todos sus derechos y prerrogativas en tanto no se confirmen sus culpas ante la sociedad? Pero esta sería una lectura irreverente, o eso podrían pensar los adoradores del culto lopezobradorista. Advierto, lejos estoy de pretender que mis lucubraciones sean sarcásticas.

La lectura que sin embargo puede ayudar a acomodar las otras dos en un ámbito más objetivo es justo la derivada del contexto mismo de la obra. Dónde, cómo y por qué dice Pito Pérez la frase mentada por el presidente. Esto es apenas al final de la primera cuarta parte de la novela y lo que detona la reflexión del pícaro es la pregunta del narrador acerca de cómo le ha ido en el amor. Y la respuesta es un primer asomo del amargo reclamo que habrá de dejar el borrachín en su testamento al final de la historia y que, para no alargar el presente artículo omito la cita que sería muy larga [ROMERO, 1986: 376-377]. Sólo destaco su trasfondo de contradicción cristiana.

Elegir esa frase sin detenerse en el contexto nos revela el resentimiento soterrado en el espíritu no solo de un hombre preciso, sino de todo un movimiento social como lo ha sido el lopezobradorismo visto —sintetizando las descripciones que López Tarso hiciera en algún momento— como guedeja de la izquierda anidada originalmente en el priyismo y en tanto desecho de este. Algo sobre lo que he escrito, y muchos más han dedicado líneas y minutos de video y audio, para refocilarse con esa característica de un hombre íntimamente agobiado por un pasado de recelos y ninguneo, que a punta de paciencia y necedad, pero también gracias a un sistema político democrático como el mexicano y al que ahora trata de desmantelar por no ajustarse a sus expectativas, dejó de ser como tantos mexicanos un Don Nadie, para entallarse la investidura de mandatario que ahora porta, esa sí no invisible como la del rey que desfila desnudo.


Lo que el presidente López Obrador y sus simpatizantes y su administración, vaya, su claque no han considerado es que en el justo comienzo del libro sobre La vida inútil de Pito Pérez, el autor, José Rubén Romero ya asoma una crítica igual de aplicable al actual gobierno como a los anteriores, y la que se resume en una pregunta que el protagonista ha hecho al alcalde: "¿No ha observado usted que la profesión de déspota es más fácil que la de médico o la de abogado?" [ROMERO, op.cit.: 350].

No cabe duda que en cuestión de citas y referencias, así como en la moda, cada cual toma lo que le acomoda.

Referencias

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  • DÍAZ Suárez, Brenda. ( 2014). El pícaro en la novela. La vida inútil de Pito Pérez por José Rubén Romero. Tesis de Licenciatura. Universidad Autónoma del Estado de México. Versión PDF. Revisada el 12 de marzo de 2023 desde http://ri.uaemex.mx/bitstream/handle/20.500.11799/30793/DISCO%20TESIS%20AGOSTO.pdf?sequence=1&isAllowed=y
  • ROMERO, José Rubén (1986). Obras completas. Editorial Porrúa, México.
  • GARCÍA Castañón, Andrea Anahí. (2016). "La ruptura de la cuarta pared en La vida inútil de Pito Pérez (1969) de Gavaldón como posible reafirmación de su carácter de denuncia social". Publicado en El Ojo Que Piensa. Revista de Cine Iberoamericano // E-ISSN: 2007-4999, (13). Recuperado desde http://www.elojoquepiensa.cucsh.udg.mx/index.php/elojoquepiensa/article/view/245.

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