Era de la opinión... que, conforme a las estadísticas resumidas y comentadas en la primera parte de este artículo que rescata lo que hemos expuesto con anterioridad en otros espacios de nuestra revista Indicios Magazín-e, las tendencias indican una mayor preferencia por el PRI como partido puntero para las elecciones presidenciales del 2012. Las relaciones porcentuales entre los candidatos en cierta medida parecen "replicar" el panorama de la elección de 2006, como observamos tiempo atrás y recientemente "bromeó" el presidente Felipe Calderón, entrevistado por Tom Wainwright de la revista The Economist, al comparar:
"Te voy a hablar cómo veo la campaña: un candidato que parece que es invencible, un partido que ya se asume como el ganador inefable. Un proceso interno en el PAN realmente democrático e incierto en su resultado y, finalmente, el resultado es totalmente diferente a lo que la gente pensaba. Estoy hablando de la campaña de 2006".
Intercambiando los actores, colocado Enrique Peña Nieto con la mayor ventaja y el PAN notablemente detrás, casi en igualdad con el PRD. Algunos analistas consideraron en su momento que los resultados de los comicios en el Estado de México podrían incidir en tales tendencias. Eso aún es discutible. Lo cierto es que, al triunfar el PRI en dicha entidad, el aparato cuenta con un equipo de operadores que ya quisiera la Selección Nacional de Fútbol.
Desde mi punto de vista, aventurando pronósticos, a todas luces el partido y el candidato que gobernará México a partir de 2012 será Enrique Peña Nieto, abanderado del PRI. No obstante, por otros indicios más de carácter político que estadístico insisto en sostener que dicho probable candidato ha sido empleado por el instituto político como punta de lanza y señuelo para distraer las baterías de los contendientes. Si esto es cierto, Enrique Peña Nieto no será el candidato "natural" del PRI, sino escuda a uno más, tal vez de extracción "ciudadana" o con un perfil suficientemente bajo como para elaborar un programa de gobierno y campaña adecuado a los tiempos. Esta hipótesis, que fuimos los primeros en lanzar desde hace varios meses como consta en diversos artículos, descansa en el desempeño y presencia de personalidades como el senador Manlio Fabio Beltrones, entre los más "mencionados" como posibles precandidatos, sin que esto lo refiera necesariamente a él como el caballo negro priyista.
Si bien Peña Nieto aseguraría, conforme a las estadísticas, el triunfo priyista en 2012, la opción de usar un candidato menos posicionado por el PRI equilibraría la contienda tanto como en 2006, dado que los otros partidos y sus aspirantes a candidatos no han podido rebasar el 40% en las preferencias. La competencia sería un ejercicio aún más democrático y parejo que pondría a prueba sin discusión las reformas electorales, la madurez de los electores, la solidez de las instituciones y la legitimidad de todo un proceso. Permitiría, adicionalmente poner en mayor evidencia las virtudes y defectos de nuestro actual sistema y, de ser necesario orillaría a urgir los cambios necesarios para el futuro más próximo, comenzando con la reforma al sistema electoral hoy estancado por la estratégica terquedad de mantener al consejo del IFE peor que cojo.
Por esta misma razón, Andrés Manuel López Obrador, insisto, para mantener su "congruencia" ideológica (que no de proceder) está "obligado" a no apuntarse como aspirante para el 2012, pues pondría en entredicho su aparente y discutible "legitimidad" como "presidente legítimo", en contraposición con Felipe Calderón Hinojosa, presidente legal y legítimo, oficial, de México. Hacerlo enfatizaría su característica tozudez y violentaría sus principios morales apegados a la idea de la "no reelección". Esto último, por supuesto, no descarta que su MORENA (Movimiento para la Regeneración Nacional) pueda participar ya como promotor del voto o como partido, ya sea unificando a la izquierda recalcitrante para que el PRD se ubique como un partido de izquierda más moderada, o continuando en calidad de apéndice de éste. De hecho, así se ha anunciado ya que será.
Como hemos atestiguado en semanas recientes, lo anterior, las piezas del ajedrez se han ido acomodando más o menos en el sentido propuesto. AMLO anunció que su MORENA sí participará en la contienda, pero incapaz de ceder a la tentación se autodestapó como aspirante a la silla presidencial. Lo que me recuerda a Villa y Zapata: ¿qué tiene esa silla que a todos encandila?
De presentarse el panorama expuesto líneas arriba, las tendencias podrían favorecer a aspirantes como Marcelo Ebrard (biográficamente de extracción priyísta, al igual que Andrés Manuel López Obrador), repuntándolo notablemente (cosa que hemos estado viendo con el transcurrir de los días y las semanas); en cuyo caso me atrevo a afirmar que 2012 sería la ocasión para que el PRD llegare a la presidencia, solidificando la transición democrática, siempre y cuando la izquierda en su conjunto se divida en moderada y radical o se unifique, siendo lo primero lo más probable. Dicha división tajante permitiría igualmente a la izquierda radical medir el grado de aceptación que tiene entre la ciudadanía. El discurso de Ebrard va en esa línea integrista de la izquierda cuando invita "vayamos juntos" y compara su proyecto "de gobierno" con el "movimiento de protesta" que subyace en MORENA.
Aun siendo enemigo de las etiquetas manidas, empleándolas aquí he de apuntar que pienso que a México ya no le conviene tener un sistema de partidos grandes y pequeños satélites, es preferible un sistema en el que convivan las ideologías en cinco puntales específicos: PRI (centro), PAN (derecha), PRD (izquierda moderada, socialdemócrata), ¿MORENA? (izquierda radical), y una quinta y última opción donde podría acomodarse la ultra derecha, misma que también tiene derecho a participar activamente como contraste del radicalismo izquierdista. No más.
La reducción de fuerzas políticas, así como la eliminación de los legisladores plurinominales, la concreción de una Reforma General del Estado y no el remedo recientemente aprobado, todo eso y más encaminaría a México a una democracia cercana al modelo parlamentario, más propio y ad hoc, pienso, a nuestra idiosincracia cultural. Claro que esto puede suceder también si y sólo si la clase política modifica sus prácticas "carroñeras" y consiente que se debe a la ciudadanía a la que debe dar las garantías, recursos y medios legales y constitucionales para participar más contundentemente en la política nacional y local, no nada más con paliativos loables como el referéndum, la consulta popular, la instauración de las candidaturas ciudadanas, sino con todo un esquema posibilitador del ejercicio pleno de los derechos políticos más allá de los intereses creados. No me cabe duda que 2012 será un nuevo parteaguas en la historia democrática de México.
Numeritos, numerotes y telones
Enrique Peña Nieto ya terminó su gobierno y entregó la estafeta a su sucesor, Eruviel Ávila, un gobernador electo del Estado de México cuya legitimidad queda en entredicho, si consideramos el alto porcentaje de ausentismo que se registró y que abrió la puerta a que la mayoría de los votos se relacione con el de la disciplinada maquinaria priyísta. No obstante esto y el discutible "cumplimiento" de compromisos "firmados ante notario" por parte de la administración saliente, el triunfo de Peña Nieto sobre sus detractores y competidores políticos es incuestionable, aun cuando no sale libre de raspaduras.
La más reciente encuesta de Gea-ISA coloca al joven mandatario de 47 años de edad con la mayoría de las preferencias entre simpatizantes y afiliados priyístas, poco más de 40%, para ser el virtual candidato por el PRI a la presidencia de la república. Detrás de él, con una diferencia de alrededor de 15% le sigue el senador de larga trayectoria política Manlio Fabio Beltrones.
Por otra parte, entre las filas del PAN las encuestas favorecen notablemente a Josefina Vázquez Mota sobre Santiago Creel; mientras, en la izquierda conformada por los institutos políticos PRD, PT y Convergencia las simpatías apuntan a cerrarse en torno a Marcelo Ebrard Casaubon, jefe de gobierno del Distrito Federal, 19% por arriba de Andrés Manuel López Obrador, quien muy probablemente insista en su tozudo empeño de perseguir la oportunidad de sentarse en la silla presidencial ahora bajo (o sobre) la tutela de PT y Convergencia.
Por supuesto aún falta mucho por escribirse en los siguientes meses camino a las elecciones presidenciales de México, las cifras van cambiando por el dinamismo de la opinión pública, pero dando un seguimiento a los hechos, dichos y continuando las proyecciones publicadas con anterioridad en los espacios de Indicios Magazín-e, me atrevo a hacer otra vez prospectiva, vislumbrando por ahora una doble tríada de candidatos probables. ¿Qué escenarios se ofrecen?
Aquí y en otros espacios he expuesto que si la intención del PRI es ganar a rajatabla y sin duda las elecciones presidenciales de 2012, habrá de competir lanzando como candidato a Enrique Peña Nieto. Pero en este caso, si bien el triunfo estaría asegurado, las elecciones serían terriblemente aburridas por la carente competición. Los ciudadanos muy probablemente no saldrían a votar y por ende el abstencionismo sería de los más altos a pesar de los costos tan altos que tendrán esas elecciones por venir. El "favorito" casi iría solo rumbo a la meta, y llegaría no sin tropezar un poco y cojeando algo a causa de raspaduras y viejas heridas en la ciudadanía, por lo tanto con una legitimidad estadística bastante discutible. En esta tríada los competidores serían: Marcelo Ebrard, Josefina Vázquez Mota y Enrique Peña Nieto.
En este escenario, el voto blanco y el nulo ascenderían, a pesar del abstencionismo, a alrededor del 15%; mientras este último se acercaría al 45% del padrón electoral.
Jugando con las cifras uno puede percatarse fácilmente que, para hacer interesantes las elecciones del 2012, motivar al electorado a depositar su sufragio en las urnas, generar ánimo mediático, será necesario que el PRI opte por colocar como candidato a Manlio Fabio Beltrones. La diferencia estadística que separa a este hoy todavía senador de los presumibles candidatos de PAN y PRD-PT-Convergencia es notablemente menor, casi pareja. Con la experiencia reciente en el Estado de México queda claro que el instituto político tricolor puede y sabe hacer remontar estadísticas adversas con la utilización coordinada y disciplinada de todo el aparato. Así lo demostró con el lanzamiento de Eruviel Ávila. Por otra parte, las propuestas que recientemente se han podido escuchar a Enrique Peña Nieto en mucho parecen "calca" de las expuestas desde tiempo atrás por Manlio Fabio, tanto en el tema de la Reforma Política (recientemente aprobada en comisiones por los diputados y en calidad de pelota de ping pong), como alrededor de la Reforma de Seguridad, entre muchas otras promovidas directa o indirectamente por el senador priyísta. Entonces, en este escenario, la tríada quedaría: Manlio Fabio Beltrones versus Josefina Vázquez Mota versus Marcelo Ebrard. Aunque, en este caso, al PAN quizá le convendría (todo dependiendo de las cifras) catapultar al ya ex secretario de Hacienda y franco aspirante a la candidatura presidencial, Ernesto Cordero.
En este escenario, seguro muchos se preguntarán ¿y Peña Nieto, se conformará? Pienso que sí, porque es disciplinado y con los triunfos en el bolsillo en realidad haría mancuerna con Manlio Fabio. No sería nada descabellado pensar que Peña Nieto entraría como coordinador de la campaña del senador y que incluso esté contemplado para abrazar la Secretaría de Gobernación con miras a competir en el 2018.
En este escenario, cualquiera que gane lo haría por una diferencia que, auguro, no rebasaría el 10% de los votos emitidos, el abstencionismo se reduciría al 30% y la legitimidad por lo tanto, para cualquiera, estaría asegurada. El voto nulo y el voto blanco se reducirían a un 5% contra el cerca de 12% que ha estado reflejándose en las elecciones del 2006.
¿Dónde quedará la bolita?
Por lo que respecta a Andrés Manuel López Obrador... Inteligente ha sido la estrategia del presidente del PRI, Humberto Moreira al lanzar el buscapié distractor en el sentido de señalar al político tabasqueño como "el enemigo a vencer". ¡Qué mejor que distraer a tirios y troyanos con un enfrentamiento de pacotilla entre dos señuelos!: AMLO vs Peña Nieto, y esto tanto para encaminar a Beatriz Paredes rumbo a la candidatura para gobernar el Distrito Federal, como para atraer las baterías de los detractores de tal y cual para afianzar al "tapado", como en los tiempos cuando otra Era de la opinión...