COMO EN UN BANCO DE CORAL, el ayuntamiento de Naucalpan y su
gobierno entrante se han convertido en un ecosistema en riesgo.
El barco hundido por el capitán Sánchez Guevara, que podría
haberse pensado como solución para sembrar el fundamento sobre el cual la fauna
municipal recompusiera el arrecife, de tan podrido que estaba ha contaminado
con su moho la arena misma de su encallamiento.
Mientras, por una parte, el martes 19 de enero el cabildo de
Naucalpan aprobaba un proyecto para que la Dirección de Tesorería elabore un
plan tendiente a la contratación de un fideicomiso que tenga como finalidad
subvencionar los accidentes de trabajo de los empleados del ayuntamiento, y al
final de la sesión el presidente municipal Edgar Olvera declaró a los medios de
comunicación que el gobierno de Naucalpan “está a favor y siempre apoyará las garantías sociales, los derechos y
prestaciones de los trabajadores sindicalizados”, horas luego un centenar de
trabajadores eventuales “despedidos” de OAPAS Naucalpan se manifestaron en la
plaza del ayuntamiento con bombo y megáfono, reclamando ser reinstalados en sus
puestos de trabajo con consignas registradas por Indicios Metropolitanos (VEGA Torres, 2016) como: “No somos
aviadores, somos trabajadores”; “Olvera, ¡carajo!, devuelve mi trabajo”,
criticando también que la administración entrante gaste el poco recurso
heredado de la anterior en la remodelación de interiores del palacio municipal.
Poco antes del mitin que describiré, me acerqué por quinta
ocasión —en lo que va de medio año— a las oficinas del sindicato, para
entrevistar al secretario general. Esta vez sí coincidí y también la secretaria
me abrió un espacio en la agenda. Hice antesala. Comenzó el escándalo afuera.
Entonces la secretaria me informó que René se reuniría con la estructura del
sindicato y no podría atenderme —si es que de veras había pensado darme
entrada—. Aparecieron algunos colegas periodistas. Uno de ellos externó a otro
que la Dirección de Comunicación Social del ayuntamiento le había reclamado por
determinada publicación contraria al presidente municipal Edgar Olvera y lo
había chantajeado con evaluar si seguían ayudándolo. Muchos minutos después,
René salió de su oficina con paso firme. De inmediato un grupo de
sindicalizados lo rodeo acompañándolo hasta el punto de reunión. Ya ahí, en el
escenario, se plantó entre los oradores, con una discreta distancia de un par
de pasos detrás de ellos.
«Aquí está la gente que sale a romperse la madre todos los
días, barriendo, sacando escombro, limpiando las alcantarillas», afirmó Arturo
Monjaraz, uno de los seis oradores que, siguiendo la más rancia costumbre
extraída de las carpas, “calentaron” el ánimo en el mitin.
Aquí está la gente que lucha todos los días por un
mejor municipio para todos. Aquí está la gente que todos los días se desgasta
desde que raya el sol hasta el anochecer. Aquí está la gente trabajadora. Aquí
no hay ningún aviador como dicen las lenguas de allá arriba, de los que se
encuentran en las posiciones más altas de esta administración.
«Queremos que el presidente Olvera vea —afirmó otro orador—
[…] que él y toda su gente nomás vienen a atropellar y a violentar todos los
derechos de los trabajadores. ¡Y no lo vamos a permitir!».
Olvera había aclarado antes que los empleados sindicalizados
[…] no han sido despedidos, toda vez que quienes
dejaron de laborar en este ayuntamiento son personal de confianza que terminó
su contrato laboral al concluir la administración anterior a la que prestó
servicios.
Remitiendo a lo publicado en la Gaceta de Gobierno reiteró que,
en 2009, el entonces gobernador mexiquense, Enrique Peña Nieto, había
establecido que, para evitar a futuro problemas de laudos con empleados de confianza,
estos contratos debían terminar junto con las administraciones. Aparte argumentó
que, en cuanto llegó su administración, esta detectó percepciones
injustificadas de algunos funcionarios hasta por 50 mil pesos, aun cuando la
pasada administración enfrentaba una crisis financiera.
Es de hacerse notar el contraste entre estas declaraciones y
lo afirmado en dicho mitin por uno de los oradores, miembro de la estructura
sindical, y que antecedió en la palabra a René Palomares:
Todas las administraciones panistas han querido venir
a rompernos la madre, valga la expresión. Al sindicato lo quieren destruir.
Este problema no se relaciona con los eventuales, el problema es con el
sindicato; quieren desestabilizarlo para que ustedes se manifiesten en contra
de la organización.
Alegando que la administración actual ha manipulado la
información para dejar con mala imagen al sindicato frente a los medios de
comunicación, Tomás Palomares Parra aclaró que, contrario a lo expuesto por el
director de OAPAS, no hay 60 trabajadores de apellido Palomares o Parra, sino
solo están, sindicalizados, Erick y él mismo. A ello siguió una fuerte arenga
de la concurrencia: «¡Todos somos uno! ¡Todos somos Parra!», coincidente además
con la que utilizaban los simpatizantes del exlíder del sindicato y excandidato
oponente de Olvera, David Parra Sánchez, a quien una parte de los trabajadores
sindicalizados sigue considerando su “líder moral”.
Un trabajador que dijo llamarse Javier Rojas —según pudo
escucharse por el megáfono— expuso en pleno mitin su testimonio queriendo ejemplificar
con su caso lo que la estructura sindical consideró una trampa administrativa.
Recibí [de parte de la Dirección de OAPAS] una
invitación para que me reincorporara, con menor salario, sin liquidarme y con
una promesa de liberarme el pago que me tenían detenido. Yo, educadamente
agradecí la invitación y la decliné.
A ello siguió el exhorto a los trabajadores “despedidos” a
no firmar nada sin conocimiento del sindicato.
Nosotros [el conjunto de los familiares Parra] siempre
hemos estado del lado del trabajador —afirmó Tomás Palomares Parra—. Nosotros
venimos de donde ustedes están. Nosotros sabemos lo que aprieta el zapato de
cada uno de ustedes cuando no alcanza la quincena […] Por eso felicito a los
compañeros que tienen la conciencia de clase y el valor de decir “no” a las
propuestas que el gobierno está haciendo de manera ilegal. Porque, ahora
resulta, que la justificación que dieron para el despido fue una publicación en
la Gaceta de Gobierno. Sin embargo, ¡están ofreciendo un contrato por tiempo indeterminado!
al que supuestamente los eventuales no tienen derecho.
Y entonces, como se dice coloquialmente, ¡salió el peine!
cuando en medio del discurso se planteó que el gobierno se “sacuda la basura”,
exigiendo abiertamente la cabeza del Director de Gobierno Antonio García
Mendoza, exdiputado local, expulsado del sindicato, abierto opositor de David
Parra y a quien sus excompañeros suteymistas apodan despectivamente “El Roñas”.
En julio de 2014, Antonio García Mendoza junto con otros
firmantes publicó una carta abierta dirigida al Presidente Enrique Peña Nieto y
el Gobernador Eruviel Ávila, entre otros, denunciando:
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[…] acciones de presión, amenazas, represión,
hostigamiento laboral, persecución, agresiones físicas y psicológicas, de que
hemos sido objeto por parte de David Parra Sánchez, diputado local del distrito
XXIX de Naucalpan, del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en el estado
de México, quien se hace llamar “líder moral” del Suteym-Naucalpan y de su
sobrino René Palomares Parra, secretario general de la sección Naucalpan en la
organización sindical mencionada. Esta campaña de ataques y difamaciones en
contra nuestra (trabajadores del ayuntamiento y del Organismo de Agua Potable,
Alcantarillado y Saneamiento de Naucalpan) tiene origen en el hecho de que nos
atrevimos, con todo derecho, a iniciar una lucha para evitar que el diputado
local David Parra Sánchez siga utilizando en beneficio propio, de su familia,
de sus amigos y para proyectos político-electorales, nuestras cuotas
sindicales.
[…] descubrimos que David Parra compró el 25
de marzo de 2004 con recursos de los trabajadores suteymistas de Naucalpan, el
terreno 23 del Fraccionamiento Residencial Campestre denominado “Las Ánimas”,
con una superficie de cinco mil cuatrocientos sesenta y ocho metros cuadrados
por la cantidad de 1,200,000 m.n. (un millón doscientos mil pesos 00/100 m.n.)
pagando parte de esa cantidad con trece cheques por la cantidad de 75,000.00
m.n. (setenta y cinco mil pesos 00/100 m.n.) cada uno (firmados por él y sin
tener cargo alguno en la sección referida) de la cuenta corriente del
SUTEyM-Naucalpan, 4017787862 a cargo del banco HSBC, mismos que presentó ante
el JUEZ SEXTO CIVIL DE PRIMERA INSTANCIA DEL DISTRITO JUDICIAL DE TLALNEPANTLA
CON RESIDENCIA EN NAUCALPAN, ahora JUEZ CUARTO CIVIL DE PRIMERA INSTANCIA DEL
DISTRITO JUDICIAL DE TLALNEPANTLA CON RESIDENCIA EN NAUCALPAN, en el expediente
817/2010, como “prueba” de que había comprado ese terreno que pretendía
escriturar a nombre de su esposa. Desde ese momento, nos convertimos en
enemigos de David Parra Sánchez, su hermana Juana Parra y de su sobrino René
Palomares Parra, quienes desde hace veinticinco años tienen secuestrado y
ejercen un control absoluto y despótico en la sección Naucalpan del Sindicato
Único de Trabajadores del Estado y Municipios (GARCÍA Mendoza, 2014).
No había sido gratuito —lo comenté en
una
entrega previa (VEGA Torres, 2016)—, que uno de los primeros tropiezos al
entrar la administración de Olvera hubiera sido alrededor del tema de la
recolección de basura. Uno delicado por donde se le vea, que afecta en general
al Estado de México, y que ha servido de pretexto para minar la administración de
Olvera desde los “esfuerzos vigilantes” de David Parra y su asociación formada
para servir de piedrita en el zapato del alcalde en funciones; pero también
para afectar a otras administraciones municipales, como Coacalco, por mencionar
una.
Las secciones más “sufridas”, a decir de varios
sindicalizados, han sido precisamente la de servicios públicos (limpia, en
especial) y la de policías, por lo común entrampados entre tres fuerzas. Los
trabajadores de limpia padecen las arbitrariedades de los “señores de la
basura” que controlan “el mercado del reciclaje”, pero también de condiciones
de trabajo insalubres, peligrosas por la desatención tanto de gobiernos como de
líderes sindicales, más interesados unos y otros en utilizar a estos
trabajadores como arietes políticos.
Y qué decir de los policías municipales, entrampados entre
el crimen, organizado o no, la corrupción y, de nuevo, condiciones laborales
indignas que muchas veces atentan contra su integridad física y su vida, eso
sin mencionar el desprestigio y la desconfianza ¿ganada a pulso? de parte de
los ciudadanos.
«Nuestra conciencia no se vende como ha hecho él con otros
partidos políticos y con otras corrientes distintas a la del sindicato», afirmó
Tomás Palomares Parra enfático, aludiendo al Director de Gobierno, Antonio
García Mendoza “El Roñas”.
Queremos decir al presidente [Olvera] que nosotros
estamos en disposición de trabajar de manera constructiva con su administración
[…] Que sensibilice su actuar y que abra los oídos al clamor de los
trabajadores […] Y al director general [de OAPAS …] le decimos que nos da mucha
pena que haya tomado esa actitud en contra del trabajador, porque lo único que
nos deja ver es una situación de revanchismo […] político.
Indicios Metropolitanos —presente en el mitin— charló entre las
oficinas con varios empleados de confianza actuales y, en la plazoleta, con
algunos de los manifestantes para conocer sus impresiones y puntos de vista.
Varios de ellos contradijeron lo aseverado por el alcalde, explicando que
habían sido separados de su cargo en el plazo de la primera quincena de enero;
otros señalaron que la administración entrante llegó con mucha soberbia y
antipatía, prejuiciada respecto de la plantilla existente.
Varios de los trabajadores despedidos mostraron recibos de
pago, alegando no devengar altos sueldos mensuales, sino un promedio de 300
pesos mensuales, además de no ser muchos de ellos trabajadores de
"confianza" sino eventuales.
En el mitin, Tomás Palomares insistió en señalar los gastos
en la remodelación del ayuntamiento como una distracción del erario cuando ese
dinero “se necesita para pagar los sueldos, comprar refacciones” y criticó la
contratación de funcionarios salidos de las filas de delegados y consejos de
participación ciudadana de zonas residenciales, incluso de municipios aledaños,
devengando “sueldos exorbitantes”. Se refirió al “Roñas” en los siguientes
términos:
[…] Esa quimera se apellida García Mendoza y nos está
echando a perder varios temas laborales.
«¡Muera ese perro!», exclamó a voz en cuello un manifestante,
desatando la rechifla discriminadora (ojo CONAPRED).
Gracias a esa persona y a la soberbia del actual
alcalde [no se ha] puesto orden con nuestro Secretario General René Palomares
Parra para sacar adelante los temas de Naucalpan. Que baje Edgar Olvera y
señale uno que gane 60 mil pesos. Que señale uno de esos “60” que, dicen,
llevan los apellidos Palomares y Parra. […] No vamos a permitir que nos
arrebaten el SUTEyM que es nuestro auténtico patrimonio laboral.
«¡Que baje! ¡Que baje Olvera!», repitió alebrestada una y
otra vez la concurrencia enardecida. Siguieron otros oradores arengando,
revolviendo temas capaces de calentar el templete y ocasionar más furor,
descorriendo el telón para presentar al secretario general.
«Hoy la prepotencia sale a relucir antes que el diálogo —expuso
el maestro de ceremonias al cederle la palabra a René Palomares Parra—. Quiero
decirles que el SUTEyM, nuestro secretario general, desde un inicio de esta
administración ha dado muestras de diálogo, de entrega, de trabajo, de
dedicación todos los días para sacar adelante, no a esta administración, sino a
nuestro municipio, a las familias naucalpenses».