Puros escarabajos peloteros

Foto: Marco Ugarte / AP. Fuente: RT.com

TIC TAC, TIC TAC. Yo sólo sé que el tiempo pasa y que está cerca de barrerse en home —para usar términos peloteros de moda en el actual régimen— Azucena Olivares con aquella demanda del SUTEyM Naucalpan contra la ex alcaldesa señalada de supuesta malversación de fondos en 2012. Es fecha que está cerca de prescribir el presumible delito y ni el sindicato, ni su líder actual Tomas Palomares, ni el moral David Parra, ni la alcaldesa actual morenista (y, por extensión partidista, pelotera) Patricia Elisa Durán Reveles, ni la Fiscalía General de Justicia del Estado de México han dado luz sobre el asunto: cero noticias, aclaraciones o pronunciamientos. A mí me late que ese Home ya está cantado por el ampáyer desde hace mucho y no han valido de nada los bateadores emergentes.

En la cancha de casa, la corrupción lleva prácticamente todas las entradas ganadas en el tablero. O acaso los trabajadores del ayuntamiento naucalpense se van a conformar con una lanzada de tirabuzón.

Mientras en el ámbito federal el presidente Andrés Manuel López Obrador va ganando carrera tras carrera sin siquiera anotar de hit, por puros pases de bolas, y va dejando la casa llena, en Naucalpan el morenismo se parece más a esa "oposición moralmente derrotada" porque, entre revisión de certificados de funcionarios, renuncias, omisiones, y una seguridad papando moscas, prácticamente está ausente. O sea, ¡que alguien nos gobierne y nos dé rumbo! Pero, ya se sabe, como es arriba, es abajo.

Los jardineros de izquierda, centro y derecha están en babia mascando sus estratagemas, corriendo como diablos rojos mariguanos pa'delante y pa'tras, sin cachar ninguna volada, sin alcanzar ninguna rodada, esperanzados en la posibilidad de un nuevo robo de base mediante el dictado de leyes a modo.



Al cácher se le enredan los dedos y no atina a señalar al pícher la táctica de lanzamiento, sobre todo en lo económico: que si dos bocas, que si un rapidín con Santa Lucía, que si un trenecito de corredores mayas o patatín o patatán.

El pícher, confundido, acaba tirando lo que cree que dejará contento al entrenador que, habiendo votado su confianza en él, mira desde la batería feliz, feliz, feliz, el desarrollo de la contienda en el diamante que tanto exacerba los ánimos de los espectadores fifís y chairos divididos entre chiflar el esperado home run o vituperar al juez de tercera.

La noche del final del año está próxima. La CFE (Comisión Federal de Electricidad, no la Comisión Federal Electoral de 1988) encabezada por Manuel Bartlett tiene problemas para encender las luminarias, si no es acaso con una que otra reparación negociando velas como parches; y las decisiones cruciales capaces de definir el derrotero del país, que, según escribí tiempo atrás, tenían que darse a más tardar en septiembre, no han sucedido y los augurios para México y el Mundo en general no son nada halagüeños para 2021-2024. El juego está estancado aunque el jugador de casa tenga otros datos en la mano y alguna mosca en la oreja.

La apuesta por la energía no renovable hoy más que nunca se apresta como el que será el máximo error del gobierno en turno. Todo lo demás, tratar de hacer out tras out a los zurdos y derechos corruptos, aunque se antoja bueno y necesario, está derivando en una distracción mayor que altera las estadísticas de rendimiento del equipo morenista. Pero, yo estoy seguro que ganará la liga y conseguirá mantenerse un sexenio más, no por sus virtudes, sino por la misma inercia del péndulo que rige a la política nacional y la vida de los escarabajos peloteros.



Bien explicó don Daniel Cosío Villegas —cuyo remedo hoy lo tenemos en Paco Ignacio Taibo II al frente de la misma institución, el Fondo de Cultura Económica— en su libro El sistema político mexicano. Ahí, entre muchas ideas, al analizar y definir al demagogo y la demagogia —que no al populismo— cuestionó (y translitero adaptando sus palabras a la época actual): ¿Han beneficiado al presidente [Echeverría] Andrés Manuel López Obrador sus prédicas? ¿Han levantado su estatura moral, han robustecido su posición política y han provocado la fe y el entusiasmo públicos?  [COSÍO V., Daniel, 1973: 95-105].
A mí me parece indudablemente que sí: todo el mundo se ha percatado de que se trata de un gobernante nuevo, que quiere conducirse de un modo distinto y mejor; que sus intenciones son excelentes y que al servicio de ellas despliega una actividad y un celo verdaderamente ejemplares [...]
El efecto inmediato en el sentir público fue el desconcierto, explicable en el primer momento por la sorpresa que toda mudanza produce; sin embargo, ha persistido hasta el día de hoy por dos motivos principales. El obvio, la abundancia excesiva de sermones y la variedad y heterogeneidad de los temas desarrollados en ellos: lógica, inevitablemente, al público le ha faltado tiempo, no ya para gustarlos, sino para deglutirlos siquiera. El otro motivo, más complicado, es este. En México y España, sin duda, y tal vez en otros pueblos, es tradicional la desconfianza que inspira el hombre que habla o parece hablar demasiado [si lo sabré yo, nota irónica del articulista], como lo prueba el sinnúmero de refranes populares que expresan esa desconfianza, y aun la certidumbre de que nada bueno puede esperarse del parlanchín. Tal vez el mexicano desconfiara también del mudo activo porque querría entender la razón de sus actos [y gestos, añado]; pero es indudable que por norma general retiene su fe hasta no comprobar que la palabra se traduce en hechos. Más afinadamente: la credulidad del mexicano reposa en el equilibrio entre la palabra y la acción, y desde ese punto de vista, ha resultado imposible en el gobierno del presidente [...] alcanzar siquiera de lejos ese equilibrio. Esto, como es natural, lo ha dañado [op.cit., 101-102].
Y lo ha dañado, agrego, a pesar de las diatribas de detractores o de las loas de simpatizantes; a pesar de los señalamientos que lo colocan entre, en una mano, un "genio de la comunicación" que ha "sabido" usar sus "mañaneras" como "estimulantes chaquetas verbales" y medida de control de daños y balance de resultados, o un megalómano oligofrénico esquizoparanoide, ¡un pelígro para México!, punta de lanza del comunismo internacional, en la otra mano.

Así como Echeverría, AMLO tiene a la palabra como el principal instrumento de gobierno. La palabra incrustada en la retórica, pero también como recurso moralista para expresar una postura ética, casi religiosa. No es infrecuente escucharle decir que "ha empeñado la palabra".


El gobierno de AMLO de pronto recuerda los refritos telenoveleros que tanto le han criticado a Televisa (y no nada más). Basta leer a Cosío Villegas cuando describe a Luis Echeverría Álvarez para caer en cuenta de los pormenores que destellan la forma como hoy se ha hecho el remix denominado 4T (Cuarta Transformación) de episodios y versiones anteriores a la vuelta de dos generaciones (antropológicamente hablando, el período promedio de transición generacional se mide en veintenas) y, desde el punto de vista mercadológico (así lo valoran las productoras de telenovelas), el remix se convierte en una novedad para quienes, en la generación en turno, desconocen los antecedentes.
[...] el sermón lo ha beneficiado también. A justo título puede sostener que, con un estilo personal propio, va enderezando a la nación por el buen camino de una vida pública más abierta, más democrática, pues el fin persigue la diaria exposición ante el país del propio Presidente y de sus secretarios de estado [...] En fin, el Presidente ha incitado a grandes sectores sociales, obreros, campesinos, estudiantes, a exponer públicamente sus quejas. Esto, y escucharlas con atención, ha creado la idea de que hay en México una "apertura democrática", cuya existencia se comprueba en parte porque mientras unos la niegan, otros hasta usan de ella.

[...] Por añadidura, esos incesantes monólogos públicos se han enderezado más que a crear, digamos, perspectivas o esperanzas, a denunciar males, problemas, fallas, carencias, obstáculos, calamidades, en suma. Esto ha producido una doble consecuencia moral o psicológica de repercusión política indudable. La primera, que el país sienta que el fardo que hoy lleva a cuestas es mucho más pesado de lo que jamás había imaginado; la segunda, que se agigante el que pesa sobre el gobierno, ya que a la carga de los problemas del día y del futuro inmediato se ha añadido la de los males pasados que él mismo denuncia o que le denuncian los sectores sociales, aun los individuos a quienes el gobierno ha incitado a quejarse públicamente. Esto es así —no ha de olvidarse— porque es viejo el hábito de echar al gobierno en turno la responsabilidad de resolver todos los problemas, sin considerar antes cuándo brotaron o quién los provocó.
No es fácil refrenar el temor de que estas fallas persistan y se agraven viéndolas objetiva y subjetivamente. Nace el temor de lo que se ha visto en los dos años del gobierno de Echeverría [AMLO]: parecen demostrar lo que todo el mundo podía haber previsto por tratarse de algo bien elemental: que hacer cambiar el rumbo de una sociedad es mucho más difícil de lo que el innovador y los innovados imaginan. Después, se ha desatendido la verdad también elemental de que en una sociedad cualquiera no puede producirse un cambio aisladamente, sino que ése acarrea otro y otro más en una cadena que parece no tener término. Asimismo, se tiene la impresión de que se ha creído que un cambio se opera con solo anunciar la buena intención de producirlo, o de que puede arrojarse en una sociedad la idea de un cambio sin preparación alguna, del mismo modo que se espera romper la tranquilidad de un estanque arrojando a él una piedra con la consecuencia anticipada de engendrar una serie de círculos concéntricos muy divertidos. [...] el éxito de un cambio social depende, no de la buena intención de producirlo ni tampoco de la bondad intrínseca, sino de crearle condiciones propicias a su entendimiento, a su aprobación y ejecución [ibid., 102-105].
Luis Echeverría demostró más pronto que tarde no tener el talento para propiciar dichas condiciones y las consecuencias ya las vivimos nuestros abuelos, padres y quienes hoy rondamos la senectud.¿AMLO tendrá el talento?

Referencia:

COSÍO Villegas, Daniel; El sistema político mexicano; Joaquín Mortiz; México, 1973.

Piezas sueltas de un rompecabezas

Patrullas de Naucalpan apostadas en puntos "estratégicos", sin oficio ni beneficio
Foto: Archivo Indicios Metropolitanos.

EN ESTOS DÍAS ocurrió un robo de vehículo en la cercanía de la sede de Indicios Metropolitanos. Este hecho, aunado a otros semejantes que han venido ocurriendo a lo largo de 3 meses, parece ir a contrapelo de, si no es que ridiculiza, la "estrategia" del actual Comandante de la Zona 9 del Gobierno Municipal de Naucalpan de Juárez, Sergio de la Rosa Vigil, a quien casi nadie conoce pero fuera parte del Grupo de Reacción Rápida o Grupo de Operaciones Especiales (G.O.E.) en la administración pasada. Dicha estrategia ha consistido en apostar unidades policiales en puntos concretos del fraccionamiento La Florida, manteniéndolas con el motor encendido, pero desprotegiendo otras áreas. Los rondines prácticamente han pasado a la nada, siendo solo hechos esporádicamente por unidades aisladas o por el propio comandante o sus jefes de turno.

El argumento base de dicha estrategia, explicada a Indicios Metropolitanos por el mismo comandante se basa en la idea de cubrir los puntos clave de acceso al fraccionamiento y como táctica disuasoria del crimen, lo que parece no estar ocurriendo como se esperaría.

Si la estrategia es o no del comandante o del propio Comisario Lázaro Gaytán, el índice delictivo en la Zona 9 evidentemente ha aumentado sobre todo en lo tocante a rob de vehículos y autopartes (aun cuando en el fraccionamiento en cuestión se reporta una disminución). Hechos como estos ponen en evidencia su inoperancia, inefectividad, ineficacia e ineficiencia en la práctica y que el asunto acusado por ciudadanos es más que mera percepción negativa.

La delegada de Participación Ciudadana en dicho fraccionamiento, María del Carmen Garcia Sanchez, cuestionada sobre el tema comentó a Indicios Metropolitanos: "Yo tuve entrevistas con el Comisario desde que era encargado de despacho, sus primeras instrucciones: no se le da vigilancia especial a nadie; pero, se deben prevenir asaltos a determinadas horas y lugares. El Comandante llegó a poner orden y disciplina que a muchos elementos de seguridad y ciudadanos no les ha parecido. Con [Cte.] Mejía, de febrero a marzo tuvimos 14 incidentes delictivos de los que supimos; con el Cte. Sergio de la Rosa, sí hemos tenido incidencias, pero han sido mucho menos. La delincuencia no se va acabar. Hay personas que han tratado de desacreditarlo, pero si tienen pruebas, que las presenten con su denuncia".

Información recabada por Indicios Metropolitanos apunta a la existencia de delicados señalamientos sobre distintos miembros y niveles del actual cuerpo policial en Naucalpan (varios de ellos de larga carrera en administraciones pasadas) que involucran probables casos de extorsión, tráfico de influencias, nepotismo, colusión, venta de protección a comercios, industrias, oficinas o particulares que incluso suponen el cruce de "apoyo logístico" de unidades de zonas distintas. Lo que más llama la atención es que semejantes acusaciones fueron hechas también contra otros comandantes en la administración pasada, como fue el caso del Comandante Luis Mejía, si bien carecieron de sustento aparente.

Por ejemplo, en el citado fraccionamiento, Indicios Metropolitanos ha podido atestiguar la presencia de unidades de policía municipal y de Mando Único del Estado de México correspondientes a las zonas 3, 9, 10, 17, alguna de ellas pretextando alguna liga de alguna clase con "los enlaces". ¿Cuál es la lógica detrás de esto? ¿Cuál es el papel del o los comandantes regionales, alguno de los cuales, el hoy ¿licenciado? Edgar Antonio López Ferto se destacó como comandante de la octava zona y, se dice, bajó muchísimo el índice delictivo porque "descubrió" que el ex comandante Rodrigo Jiménez estaba coludido con los roba carros (delito que ha aumentado en La Florida)? Por el buen desempeño de su trabajo lo nombraron Regional de Zona Residencial, ¡qué cosas! ¿Será que estamos ante uno de esos casos de "Quítate que ahí te voy" donde el más hábil queda como el más apto y adecuado para el mando "no matter what"?

Por cierto, el apellido Ferto lo hallamos tres veces mencionado en distintas dependencias en la nómina del actual gobierno naucalpense, y otras tantas veces ya se leía en la nómina de 2013. ¿Acaso el sindicato no es consciente de esto Tomas Palomares Suteym Seccion Naucalpan o es una pieza más en el complejo rompecabezas?

¿Son insuficientes las unidades cuando cada régimen hace gala de comprar nuevas? Si es escaso el combustible, ¿para qué mantener unidades con motores encendidos apostadas de modo fijo, cuando además se sabe que un vehículo contamina y gasta más combustible en posición estática que en movimiento? ¿Cuál es el papel que juega el GOE cuando, por la misma estrategia, la policía tarda "siglos" en llegar al lugar de los hechos y para nada? Acaso, que alguno de los comandantes haya salido de las filas del GOE no tendría que significar una más puntual garantía de seguridad para la población? ¿Cómo es posible que el Cabildo no tenga acceso a los datos estadísticos sobre el índice delicuencial en el municipio que gobiernan? Ah, sí, es que aun no estaban debidamente certificados algunos funcionarios, como el ex Secretario de Gobierno Manuel de Jesús Espino Barrientos hoy aspirante a súper delegado de AMLO en su natal Durango y cuyo secretario particular murió en circunstancia por demás sospechosa en un supuesto suicidio con trazas de asesinato.

¿Y transparencia? Esta comparte los datos ¿maquillados? y cumple su función, pues la ley misma la libera de tener que "procesar" la información, la que ha de ser transmitida por el sujeto obligado al solicitante tal cual la encuentra. Así, ¿cómo y dónde hallar la verdad? ¿En quién confiar dentro y fuera del gobierno?

Preguntas como esta y más tendría que estar haciéndose la alcaldesa, promotora de la transparencia, Patricia Elisa Duran Reveles si, como Andrés Manuel López Obrador, se reuniera diariamente antes del "mañanero" con su gabinete de seguridad.

En Naucalpan, además, la Guardia Nacional ha sido dedicada a atender situaciones de seguridad en las zonas, barrios, pueblos más desprotegidos anteriormente, la mayoría de ellos en áreas del llamado "cinturón de miseria", sin que aún se tengan claros indicios de mejoramiento.

Cuando Esperanza se hizo sinónimo de Ingenuidad


ERA DE LA OPINIÓN... que el poder de una sonrisa puede mover montañas; que lo mejor siempre es poner buena cara al mal tiempo.

A mediados de los ochentas, cuando estaba tomando el curso de producción y guión de radio en la XEW bajo la tutela de don Raúl del Campo Jr. (que algunos equipararon con Valentín Pimstein en la producción de radionovelas), él nos conminó a sus pupilos a dos cosas: 1) observar las caras largas de los viandantes, de los ciudadanos ya entonces preocupados por la economía y la inseguridad en México. 2) Imaginar contenidos radiofónicos capaces de penetrar en las conciencias y hacer de la vida algo más positivo, capaces de inyectar optimismo en el mexicano. Ardua tarea ayer como hoy. Quizá hoy sea aún más dado el bombardeo de mensajes por todos los costados, entre medios tradicionales y redes sociales; mensajes, en su mayoría, o cargados de ira, encono y desconfianza o francamente naif en su propuesta de entretenimiento basado en fruslerías para las que, si unos tienen loas y aplausos ciegos, otros hacen gestos de fuchi y guácala.

Recientemente el presidente AMLO expresó que los mexicanos estamos felices, felices, felices. Y ni tardos ni perezosos, simpatizantes y detractores se dieron a la tarea de sondear esa supuesta felicidad.
Ahí tenemos las encuestas de Consulta Mitofsk y otras firmas, incluido el Barómetro Global de la Corrupción 2019 que, si bien no mide la felicidad, sus datos van de la mano en el sentido de la percepción feliz de que la corrupción está disminuyendo.

Se colige de esas encuestas y sondeos que el mexicano es feliz en un 80% de los casos. Es posible, somos un pueblo generalmente alegre, fiestero, amable y por muchos decenios despreocupado, valemadrista, a pesar de ser también ninguneado y jodido. 

En esta circunstancia y dadas las promesas del gobierno actual, el optimismo connatural de los mexicanos nos hace imaginar que las cosas están cambiando para bien. Y eso es justo lo que esperamos, lo que pensamos y creemos. Pero, una cosa es "pensar que..." —casi equivalente a "creer que..."— y otra muy distinta los hechos concretos.

Así como el "combate" a la inseguridad (en todas sus maneras, pasando por el crimen organizado hasta las necesidades de salud) es un asunto que en la opinión pública se dirime a partir de la percepción no siempre casada con los hechos reales, asimismo pasa con la corrupción y otros temas que, medidos sobre todo mediante sondeo, se nos presentan como retratos de la dicha  desdicha social.

Si en efecto, como dicen las encuestas, ha disminuído la corrupción, será más por un cambio de conciencia de parte de los ciudadanos que por las medidas políticas, administrativas o punitivas que haya podido implementar el gobierno. Porque ya se sabe que para haber un corrupto debe haber un corruptor, la dicotomía es inherente. Poco vale que se apliquen regulaciones de un lado del binomio si del otro la mentalidad y actitudes del ciudadano no son modificadas en la misma proporción.

Si el presidente Andrés Manuel López Obrador se siente satisfecho con las cifras que pintan de colores y sonrisas la mente feliz, feliz, feliz de los mexicanos, la realidad en cambio, el día a día arroja otros datos distintos de los que el mandatario tiene en la mano. Pero, al mal tiempo, buena cara.



Conforme han ido pasando los meses hemos podido atestiguar, sin dar paso aun a la decepción, que estamos ante más de lo mismo si bien a diferencia de tiempos anteriores hoy parecería estar marcada la dinámica de la transformación por una credulidad a veces de verdad preocupante que está definiendo, por ahora, la esperanza como sinónimo de ingenuidad y la ingenuidad parecería ir también ahora de la mano de la permisividad tanto como antes lo hizo la dejadez o el exceso de confianza.

¿Hacia dónde vamos?