Entre aviones y puentes te veas
NO ES TAN DESCABELLADA la idea del presidente Andrés Manuel López Obrador de reformar los asuetos. Si bien es importante el argumento del turismo que esgrimen los opositores, en realidad tenemos un calendario plagado de fechas (históricas, oficiales y religiosas) que restan los días de productividad.
El problema no estriba en la idea en sí, sino en el planteamiento gazmoño hecho por el presidente.
El problema no estriba en la idea en sí, sino en el planteamiento gazmoño hecho por el presidente.
Los estudios internacionales reflejan que México es uno de los países que trabajan más horas, pero no más días, sin que ello suponga una mejora o aumento de la productividad como tampoco una justificación balanceada del valor adquisitivo de los sueldos y salarios, muy a pesar de los incrementos históricos, extraordinarios recientes.
Es verdad que el cambio hecho durante el sexenio del ex presidente Felipe Calderón para "arrastrar" las fechas de asueto que caían en la mitad de la semana al fin de semana previo o próximo inmediato ha significado un ligero aumento en la derrama de ingresos por conceptos de turismo interno, por otro lado ha implicado la simulación, pues al final de cuentas siguen restándose días hábiles semanales.
Todos los países gozan de fechas de asueto. Es no solo conveniente sino hasta sano en tanto práctica social. Lo que nadie ha planteado nunca ha sido la posible idea de, en vez de acomodar fechas, redefinir las causas, los motivos que justifiquen la vacación, el descanso. Un ejemplo: todos, aun los huérfanos, tenemos madre, sin embargo el Día de la Madre, invención de los comerciantes hace decenios (como otras fechas similares), es común que sea laboral medio día, mientras que no todos somos guadalupanos y aun así el 12 de diciembre se toma como asueto completo en la mayoría de las empresas. Es una muestra de los despropósitos calendáricos que determinan las contradicciones de identidad que nos sustentan a los mexicanos. Eso, sin mencionar las demás fechas "a modo" para la celebración de las más variopintas causas, unas propuestas o impuestas internacionalmente, como el Día del Trabajo, otras resultantes de las victorias revolucionarias o democráticas.
Las discusiones de quienes se van oponiendo hoy a la idea están yéndose por el lado de la ocurrencia tanto más que el mismo presidente, en vez de ahondar en esos "otros datos" que, analizándolos de manera adecuada, sí podrían darnos luz de por dónde es necesario encaminar parte de la transformación económica que el país está necesitando, pues es un tema asociado, se quiera o no los planteamientos acerca de la ley de salarios máximos, aunque no lo parezca, y que he expuesto más de una vez en este blog.
Decía don Federico Reyes Heroles —me gusta citarlo con singular frecuencia— que en política la forma es fondo. Tal parece que las corrientes simpatizante como las antipatizantes de AMLO y el morenismo han perdido la dimensión de las formas y, por lo tanto, de los fondos que subyacen en ellas. Los temas importantes no son los aviones sujetos a rifa o los puentes propuestos para su eliminación. Esas son apenas máscaras de problemas más chonchos que ni el propio gobierno está sabiendo asir y menos resolver y, lo peor, que en su marasmo interno, como ojo de torbellino, está generando vientos de inconformidad, confusión, incertidumbre que nos están arrastrando a todos con sus bandas repletas de escombros y reconcomio.