Libros de texto: entre el afán y la realidad


PRONTO HABRÁ "nuevos" libros de texto gratuito para las escuelas de México, abran o no en medio de la pandemia. Y los autores intelectuales de los mismos esperarán, como siempre, incidir ideológicamente en la idiosincrasia de la infancia mexicana.

Sobre los próximos libros de texto, comparto tres artículos que merece la pena leer y reflexionar, publicados todos por la revista Nexos. Sí sé que para algunos resultarán discutibles, por decir lo menos, sobre todo si se consideran lectores de tendencia "izquierdista":

El último de ellos  me conecta especialmente con un momento de mi biografía, en lo que refiere del periodo cuando el ex presidente Ernesto Zedillo Ponce de León fue Secretario de Educación (1992-1994), pues me consta de forma personal lo que ahí anota la autora, ya que en ese breve tiempo el plan de Zedillo para la educación nacional era muy ambicioso y prometedor, la verdad, y tenía como finalidad la federalización educativa en vez del centralismo.

Mi papel entonces hubiera sido de antología; pero, como bien señala la autora, solo quedó en anécdota, en mi caso: el director de carrera de mi universidad, a la sazón el publicista Fernando Santibáñez, me llamó un día para informarme que había sido elegido de entre un puñado de estudiantes de comunicación egresados de la Universidad Anáhuac y otras instituciones, como recomendado por causa de mis logros académicos y profesionales para sumarme al proyecto de comunicación educativa del gobierno salinista de entonces. Por supuesto tal reconocimiento y llamado me resultaban un inmerecido encomio, a la vez que un sincero motivo de orgullo.

Asistí a la junta con el oficial mayor de la dependencia donde me hicieron una larga entrevista. Me tenían previsto para contribuir en la elaboración y producción de materiales de televisión educativa, dada mi experiencia como académico, como guionista y en la producción de programas infantiles y telenovelas tanto de entretenimiento como de corte educativo tras mi paso por la naciente televisión por cable, Televisa y que mi título profesional es Lic. en Ciencias de la Comunicación Social con Especialidad en Televisión (especialidad que hoy el sistema educativo ya no valora si no presento el "papelito individual" como comento en el blog donde he venido recapturando y actualizando mi tesis de titulación, a pesar de haber cursado mi profesión en cinco años).

Me ofrecieron una beca para estudiar y prepararme en cualquiera de las grandes productoras públicas o privadas del mundo creadoras de contenidos documentales y educativos con las que IMER tenía convenios: NHK de Japón, BBC de Londres, RAI Italiana, RAF francesa o la NBC estadounidense, principalmente. Yo me decanté por la BBC, aunque me hacían ojitos Japón y Francia. Ya me veía abriendo mis alas al vuelo y recorriendo mundo.

El proyecto de televisión abarcaría la telesecundaria y más, muchísimo más, incluyendo lo relativo a las nuevas tecnologías de entonces para la transmisión vía satélite, cable y estaciones repetidoras, con la meta de, al fin, permitir que la señal educativa llegara de veras a los rincones más apartados de nuestro país. 

La gente del gobierno quedó de llamarme en una semana para ultimar detalles y poder programar viajes y etcétera. Transcurrió la semana y...

Se dio la noticia de que Ernesto Zedillo dejaba el puesto para encargarse de la campaña presidencial de Luis Donaldo Colosio. ¡Oh! Sorpresa; y todo quedó en el olvido. Los funcionarios y burócratas del equipo alternante no tenían idea de lo que yo hablaba. Ahí quedó mi prometedor futuro.

Un sexenio después, todo aquello lo implementaría el presidente Vicente Fox Quezada por medio de su secretario de educación, el Químico Reyes Tamez Guerra, casi tal cual aunque con algunas deficiencias (lo que en cierto modo me corroboró lo dicho en corto a mí por un ex profesor que había sido miembro del Estado Mayor Presidencial, acerca de que entre los gobiernos mexicanos no hay nada nuevo bajo el solo e incluso en un cierto lugar del Palacio Nacional hay una carpeta que contiene una bitácora de lo hecho y lo por hacer con miras a un proyecto constante y congruente de nación que data de tiempos de Plutarco Elías Calles, apuntes sobre los que el gobernante en turno solo puede añadir lo correspondiente a su gestión, pues ha de terminar lo ya en curso y tiene carta blanca para sumar sus proyectos particulares a los pendientes; la excepción parecería ser AMLO... tal vez, si hemos de creer que la cancelación del aeropuerto, Dos Bocas, el Tren Maya, el Tren Transístmico y otras obras son, de veras, simples ocurrencias; personalmente, sin que por ello las apoye ciento por ciento, lo dudo).

Perdonen la digresión entre paréntesis. Decía, aquel proyecto tan atractivo, de gran calado en lo educativo y promesa de un salto cualitativo, terminó en lo que tenemos hoy y por culpa de los intereses fácticos políticos de los partidos, sobre todo.

En realidad es poco lo que uno puede añadir en materia de la opinión sobre los libros de texto gratuitos. Pienso que, a pesar de su utilidad didáctica y de su finalidad pedagógica, en ocasiones apegada a lo propagandístico, los libros de texto son lo que menos debería de preocuparnos. Lo que debería preocuparnos es la estructura y calidad docentes, la que pretendió corregir la malhadada y hoy cancelada reforma educativa del gobierno anterior, que confundió la gimnasia con la magnesia vistiendo una reforma laboral en el tema educativo con una reforma propiamente educativa. Sí, era necesario poner remedio y en cintura  a la perversa corrupción docente y eliminar a una parte de los vividores del sistema político nacional. Pero, Emilio Chuayffet erró en el modo. Sí, había que corregir el esperpento de reforma, no borrarlo de un plumazo.

Lo que debería preocuparnos es, también y sobre todo, la conformación de la currícula programática. Es ahí, educacionalmente hablando, donde está el quid del asunto y donde sexenio tras sexenio, sea escuela pública o privada, tropezamos. La cuestión no es si la educación debe ser gratuita solo o si puede permitirse la participación de entidades privadas, haciendo un distingo entre la educación "de los de abajo" frente a la de "los de arriba". Los profesores normalistas no pueden seguir enquistados como AMLO en una visión del mundo que ya fue, no solo superada, sino demostrada su ineficiencia y perversión. Los otros también tienen que dejar de lado su visión utilitarista de la escuela.

Y por su parte, las familias, los padres, deben dejar de lado la equivocada visión del mundo absorbente que mina la educación por dar pie a la cómoda salida falsa de delegarla a tutores, nanas, servidumbre, profesores, escuelas, vecinos... Pero, también, deben dejar de lado la estúpida actitud de considerar a los profesores y las escuelas como lugares y obreros fabricantes de certificados, títulos, oficios y profesiones ajustadas al costo y el mercado, pues hoy a los alumnos ya no se les puede tocar ni con el pétalo de una rosa, y ello no significa que este autor sea partidario del lema "la letra con sangre entra", tampoco.

En conclusión, sexenio tras sexenio nos escandalizan los libros de texto, los criticamos, nos rasgamos las vestiduras porque dicen o no dicen, porque muestran o no muestran, porque incluyen o excluyen temáticas y no reparamos que, nuestros niños, al final, cargando sus cada vez más pesadas mochilas, son como ese mecapalero que, de tanto cargar su ignorancia, acaba con el alma adolorida. Nadie mejor que un niño sabe lo que carga en su costal de esperanzas.



Un mundo sin héroes o confesiones de un trampero


LA INTERNET ES HOY fuente constante de todo tipo de información entre la que caben lo mismo los bulos que los sesudos estudios académicos. Los medios tradicionales de comunicación, agencias publicitarias y periodísticas han hallado en este canal y medio un recurso fundamental para la difusión de sus contenidos de formas antes solo soñadas, permitiendo no nada más diseminar esos contenidos de manera masiva sino incluso a la par de su personalización. El público participa más activamente que antes en la selección y consumo de ellos, lo que hace de su presencia y valor hoy algo aún más determinante de lo que pudo haberse pretendido con la televisión y la radio, ya no se diga la prensa escrita. De ahí su maravilloso atractivo, y el grado de libertad y dependencia que ha venido generando, asi como en ello descansa parte de las razones que lo han hecho un asunto que llegó para quedarse y hacer, este si, la piedra de toque de la verdadera cuarta transformación de la humanidad, en lo social como en lo cultural, no solo en lo tecnológico o lo económico.

El motivo que me trae ahora a comentar lo anterior es una nota que extraigo de la plataforma de noticias de la tan odiada como socorrida Televisa, empresa televisora ya no tan mexicana desde que Emilio Azcárraga Jean se hiciera a un lado y que, historia aparte, ha sabido sortear los meandros a que esta nueva modernidad ha obligado a los medios tradicionales.

Haciendo notar se hace la nota

En medio del período de campañas políticas con miras a las elecciones más grande por número que se efectuarán en México el próximo 6 de junio, el papel de los medios como soporte de las mismas no deja de ser fundamental de muchas maneras, no nada más como recurso estratégico para la imposición de los mensajes institucionales de partidos y organizaciones afines, sino como la base de urdimbre donde trazar la trama de las probables decisiones electorales que habremos de tomar los votantes en las urnas vistas como el capítulo final de un viaje informativo, emotivo e intelectual.

La nota que aludo refiere el "hecho" de que una niña de doce años, oriunda del ejido Albia, ayudó a que unos ancianos campesinos pobres y con dificultades de traslado pudieran ser vacunados contra el Covid-19, esto en Torreón, Coahuila. Visto en la superficie, el hecho puede ser cierto o falso, ser visto solo como un dato meramente anecdótico o tomarse como un ejemplo de solidaridad.

El ejido Albia, registra Wikipedia en una entrada muy reciente del 19 de octubre de 2019 es:

[...] una localidad del suroeste del estado mexicano de Coahuila de Zaragoza, forma parte del municipio de Torreón

Albia constituye la principal población del extenso pero escasamente poblado sector este del municipio de Torreón, que se encuentra aislado geográficamente de la cabecera municipal, se encuentra seco la mayor parte del tiempo debido al clima y el agua que le llega se utiliza para la irrigación de campos agrícolas, la propia Albia es un ejido que aprovecha esta situación. La principal vía de comunicación de Albia es de la Carretera Torreón-San Pedro.

El indicio relevante aquí no es el contenido de la nota, la nota sola o el medio del cual es extraída. El indicio importante es el trasfondo.

Independientemente del "hecho" o de los motivos que lo ocasionaron, la publicación a todas luces facciosa (pudo haber sido armada por un partido u otro, un medio u otro, una agencia de publicidad u otra o todos juntos en franco contubernio electorero) nos pone cara a cara con un hecho mayor: la demagogia no es solo un asunto de los politicastros, es también competencia de los ciudadanos que, en general, tienen la tendencia a dejarse llevar por los contenidos melodramáticos. Aun más, los mensajes de campaña política rara vez están de veras dirigidos a los electores, en la mayoría de las veces están enfocados a las "fuerzas vivas" que conforman sus simpatizantes, afiliados o los opositores como primera línea de batalla. Son, en ese sentido, mensajes entre pares con la finalidad de cerrar filas en torno al caudillo o candidato en turno, la propuesta ideológica institucional y las promesas que la acompañan, la imagen corporativa, ya para la conservación y ampliación del poder y los privilegios adquiridos previamente o para la consecución del mismo en caso de hallarse en calidad de grupo contrario.

La política pragmática y partidaria (no la esencial, filosóficamente hablando, como componente actitudinal del ser humano) es susceptible de ser tratada como una telenovela y cada campaña, partido, símbolo, bandera, causa, individuo, grupo pueden ser sujetos de la creación de una trama, de un capítulo cuya finalidad es conducir al ciudadano, al elector, hacia una opción de simpatía o antipatía y por tanto de sufragio. Es decir de construir una historia susceptible de ser replicada y que ayuda a aspirantes y suspirantes a encontrarse en un mundo, en una cosmovisión que les resulta común, asequible, compartida, espectacular (etimológicamente significa lo digno de ser visto), sensible y por todo eso y más seductora, persuasiva.

Esta nota nos pone de relieve, a querer o no y de manera muy sutil, elementos de realidad que mueven las fibras sensibles y quizás, pidiendo más, a la reflexión. Hace que nos preguntemos por la ideología que mueve a esta niña, miembro de una comunidad "olvidada de Dios", en un rincón donde los crímenes no se resuelven a cabalidad y los abusos son el pan nuestro de cada día, a ayudar a los ancianos; que nos preguntemos por el compromiso de los voluntarios facilitadores del traslado. Hace que comparemos a los personajes con aquellos tomados de la realidad con nombres y apellidos de fama local o nacional, y cuestionemos sus procederes, sus resultados, sus intenciones, afectos, efectos y defectos, valga la oportuna y necesaria cacofonía. De esa forma nos lleva esta nota a sacar conclusiones tan estrechas o amplias, rectas o torcidas, en todo caso tan pervertidas que no nos damos cuenta, sin una lectura cuidadosa, de la manipulación a que estamos siendo sujetos, ya para adherirnos a una causa o para repeler su contraria.

Lo preferible

La extracción total o casi total del contexto hace aparecer este contenido con un carácter casi mitológico que nos pone frente a un acto heroico contrastante o incluso complementario del mensaje contrario difundido desde casi mediados de la pandemia y circulara como exabrupto de rebeldía sustentada por la angustia.

Efecto marginal de la pandemia han sido las cartas de médicos, enfermeras y otros que a lo largo del mundo circularon en las redes sociales como un ruidoso reclamo frente a las acciones o inacciones y respuestas variopintas de los gobiernos en favor y preocupación por lo experimentado por sus sociedades.

Contenidos semejantes significaron en su momento manifiestos contundentes que movieron a reflexión, provocando muchas preguntas y a redefinir conceptos. Quizás estamos viviendo la era del fin de los héroes, al menos tal como los conceptúan la mitología o el cómic, en tanto término casi exclusivo de la milicia, adoptado como sinónimo cuasi santificador del mártir. O quizás estemos frente a una distinta manera de humanizar a los héroes separados de los libros de texto, más ordinarios, falibles e imperfectos.

En el caso de los médicos vistos al margen de su profesión, de su vocación y como vulgares humanos, mirándolos llorar y sufrir por causa de su mismo oficio, al atender estos reclamos uno duda dónde y cómo queda el juramento de Hipócrates en medio de este humanitarismo torcido y disfrazado de humanismo por el que incluso se vilipendia al periodista que privilegia su vocación de testigo de los hechos y se le exige intervenir en ellos de manera directa y solidaria y, cuando lo hace con ánimo filantrópico, se le acusa de torcer la verdad, de tergiversar y distorsionar hasta la escena de los hechos al negar la razón de su oficio por sensibilidades ajenas al mismo?

En el caso de Camila, esta niña comprometida con su comunidad, sensible a las necesidades de su pueblo más allá del interés familiar de apoyar a sus abuelos y a nadie más, se vuelve una especie de Katana autóctona edulcorada por el melodrama, quizás mejor dentro del concepto de una adaptación mexicanizada de la princesa Mulán.

 

Algo que procuré transmitir a mis estudiantes de comunicación por años y he procurado hacer lo propio con los amigos, los lectores y seguidores de estos indicios, es que lo importante en todo mensaje no es solo lo evidente, lo que salta a la vista en las palabras o imágenes expuestas, sino muchas veces lo relevante es justo lo que no se ve, lo que se deja en las entrelíneas y más allá de lo obvio.

Para el caso que nos ocupa, el contexto va más allá de solo el narrado y descrito en la nota. El mundo ordinario de esa niña y esos ancianos está inscrito en un mundo extraordinario que involucra los intereses políticos y económicos, no nada más de la región o la localidad. Y, por extensión, nos pone cara a cara y de relieve que lo preferible siempre o casi siempre queda disimulado entre lo santo, lo heroico y lo vulgar.

Más allá y más acá de lo notable

No puede ni debe pasarse desapercibida como antecedente una colección de hechos conexos como que dos semanas y meses atrás el presidente Andrés Manuel López Obrador habría hecho una visita oficial a Torreón, en el interés de "limar asperezas" con los coahuilenses de la comarca lagunera y luego del desencuentro entre partidos y ciudadanos a causa de la malhadada reforma a la Ley de Aguas Nacionales en noviembre de 2020, resultado de otro desencuentro relacionado con los adeudos de agua de México a EE.UU. en la frontera; hechos que, de un modo u otro se han enredado con otros temas como el fracking como método de explotación petrolera y que requiere del empleo abusivo de agua para generar frutos, el afán por la construcción de la refinería de Dos Bocas en Tabasco, el huachicoleo, los acuerdos alrededor de los gasoductos, la explotación minera de tierras raras, el narcotráfico de la frontera norte, el tráfico de armas, etcétera.

Así, lo que liga a la vacunación con el agua se sintetiza no nada más en el discurso de un gobernador estatal priyista opositor al gobierno nacional en turno, sino que encuentra su máxima metáfora en la historia narrada en la nota centro de este artículo de análisis y opinión.

Si la nota fue elaborada por los simpatizantes morenistas, puede entenderse el afán por ensalzar la solidaridad humanitaria de los mismos, el pueblo bueno que ayuda al pueblo bueno, que da la mano y así va transformando solidariamente a la nación, liberándola de una imagen otrora corrompida. El mito de una princesa comprometida con su pueblo, más, comprometida con sus ancestros, con sus raíces ancestrales.

Si la nota fue elaborada por los simpatizantes de la oposición, puede entenderse el afán por enfatizar la ausencia de la autoridad gubernamental en la consecución de las metas más básicas para el cuidado de ese pueblo bueno afectado por la aparente ineptitud de funcionarios y gobiernos incapaces de solventar lo más mínimo llevados por el interés de poner de cabeza y patear el pesebre que los hizo posibles. De nuevo, el mito de una princesa comprometida con poner orden y dar certeza en medio del abandono.

Todo contenido informativo, en tanto metáfora —ya lo he dicho antes en este blog y siguiendo a Umberto Eco— tiene varios niveles de interpretación, se entiende por lo tanto de lectura. No abundo en detalles teóricos. A efecto de este ejemplo valga solo señalar lo dicho y alertar a los lectores a ser más críticos.

Corolario

Mi oficio, mi profesión, aunque parezca un anatema vocacional, es manipular. Para eso me he preparado por años y no sé si es algo de lo cual vanagloriarme o avergonzarme. Por lo mismo, mi labor aquí en estos indicios, con ellos y mediante ellos es lo contrario, o sea desvelar a sus ojos lo necesario para que esa manipulación encuentre su contraparte racional y ustedes no caigan tan fácilmente en las trampas que profesionales como yo sabemos preparar para el intelecto y los sentidos en afán de encauzar y encausar sus voliciones.

Un mundo sin héroes es impensable, tanto como pensar que solo el bien debe prevalecer o solo el mal. Los héroes así en la literatura y la mitología, en la leyenda como en el relato épico del día a día son necesarios para ayudarnos a aterrizar lo divino, pero también para elevar lo mundano a cotas celestiales. Cuando un héroe reniega de su vocación, como han hecho los médicos a últimas fechas llevados por la angustia muy humana, no son menos heroicos aun en su afán por no abrazar la santidad del apostolado o ubicarse a sabiendas, a ciencia y paciencia como estampas adheridas al martirologio. El antihéroe entonces, lo elabora la ciencia ficción, implica una bofetada al estatus quo independientemente de cuál sea su destino mortal.

Los héroes, sea que esgriman sus armas para un rey particular o para un poder público, no pueden esperar, no están hechos para esperar, y que un encumbrado Zeus los ningunée en el interés de igualarlos al resto de la humanidad es no solo menospreciar su valía, sino trastocar la esencia institucional que los soporta en el mito que define a la nación. Posponer a veces es sinónimo de rebajar. Eludir la responsabilidad en aras de la cuota electoral no hace al gobernante ni mejor ni peor, sino simplemente el villano antagonista de turno.

Contra el discurso con perspectiva de género



LO QUE DIRÉ, lo sé, no gustará a muchos, especialmente a muchas, y va en el sentido de lo que ya he tratado aquí en artículos previos, abrazando una posición rotundamente contraria al discurso en boga denominado con "perspectiva de género".

Leo en cierto diario una nota roja local entre tantas con la cabeza: "Atacan a balazos a dos mujeres en la colonia Hidalgo, en Naucalpan". La nota, como es costumbre, no entra en demasiados detalles que, es de esperarse, la autoridad competente irá desvelando poco a poco según avance la investigación. Sin embargo, ya y a pesar de la limitada información, en los comentarios debajo de la misma no se han tardado en aparecer los apuntes calificando de cobardes a los criminales, no tanto o solo por el hecho de serlo, sino —se deduce de lo escrito y la autoría— que por haberse cebado sobre dos mujeres. Pero, ¿por qué detenerme a escribir sobre esta nota y no cualquiera otra?

Este tipo de notas, aparte de la estúpida actitud de lo "políticamente incorrecto" a pesar de la incorreción gramatical y lógica típica de los heraldos feministas de hoy y sobre la que no me canso de escribir, son las que me hacen más y más contrario al discurso con perspectiva de género, aun cuando no hace mucho lo veía con simpatía. Esto no significa que pretenda arrinconar a la mujer a un rol circunstancial; de ninguna manera, sus derechos inalienables son indiscutibles tanto como la inequidad en que ha vivido antropológica e históricamente, por lo menos desde épocas posteriores a la Edad Media; y soy de los que piensan que, en términos de igualdad, la deuda hacia ellas es enorme y es necesaria la reivindicación tanto como la conciliación y el mutuo respeto.

La historia —y no es digresión— registra que antes, aun cuando nos quieran dorar la píldora los feministas a ultranza (o los veganos en otros temas), la mujer tenía un papel mucho más protagónico en la estructura social, a pesar de los abusos de que pudiera ser objeto y hay documentaciones, para empezar, de que aun antes de existir el patriarcado, la estructura social se fundaba en el matriarcado y no fue sino en el Holoceno, hace doce mil años atrás que, en la zona de Anatolia, se sucedió la transición hacia una organización patriarcal, tras la confrontación y la conquista de los guerreros cazadores nómadas del norte de los Urales frente a los pueblos recolectores asentados en la región central de lo que hoy es Turquía, donde los roles eran invertidos y las amazonas regían. La recolección dio pie a la agricultura, mientras la cacería lo hizo a la doma y juntos dieron paso a la civilización.

Explicaré mejor mi reacción a esta nota que, junto con muchas más y más abundantes, veo peligrosa en ese sentido de la perspectiva de género.

Enarbolando el banderín de la igualdad de veras

Desde el titular, esa perspectiva está enfatizada con la finalidad de generar en el lector y público una inclinación y tendencia específicas, por supuesto en favor y simpatía (no por fuerza empatía) hacia la mujer. Es una nota a todas luces manipuladora, aun reportando un hecho lamentable, sí, y concreto y ¿muy independientemente? de que haya sido capturada, redactada quizá por una reportera como se intelige de las iniciales asociadas a la redacción. Es un hecho que dos mujeres fueron asesinadas y no es la primera vez ni será la última. Pero, ¿qué es más importante? El acto o la caracterología de las víctimas. He ahí el quid del asunto que me provoca rebelarme.

Si la nota dijera que "dos personas" fueron asesinadas, la neutralidad objetiva sería de corte más humanista y menos humanitario. Y es justo esa confusión —que he acusado no solo en el presidente Andrés Manuel López Obrador sino en muchos sensibleros— lo que ha pasado a partir al estado de derecho, no nada más en México, y a dividirnos como sociedad. Una cosa es el humanismo, otra el humanitarismo. El primero se enraíza en una postura filosófica, el segundo en una actitud psicológica. El primero descansa en la razón, el segundo en la emoción. No están peleados, se complementan; no obstante, es un craso error confundirlos, mezclarlos, invertir sus significados y juzgar desde su distorsión.

A lo largo y ancho del mundo, las indignadas protestas contra la violencia de que son objeto las mujeres no se hacen esperar ya a la más mínima provocación, como hemos atestiguado más de una vez y recientemente incluso en Londres, Inglaterra, donde las mujeres, al igual que en México y otros países, han salido a reclamar airadamente, furibundas, la justicia contra aquellos perpetradores de variedad de abusos y hostigamiento sobre ellas —no siempre por razones sexuales ni a manos de varones—, así se trate de sus parejas, allegados, familiares o de autoridades policiales, gubernamentales, etcétera. A diferencia de ellas o de las protestas con base racial, no hemos visto todavía que los ancianos o niños salgan a hacer protestas similares en favor de sus causas salvo en raras ocasiones, y generalmente han sido acalladas cuando no usadas como objetos accesorios de presión política por parte de actores más colmilludos y aviesos e interesados, en lugar de verdaderamente ser en pro de la defensa de los derechos legítimos de los grupos etiquetados como "vulnerables".

Lo que deberíamos juzgar como sociedad no es si la víctima fue una mujer o varias o jóvenes o infantes o varones o ancianos o negros o miembros de la impronunciable comunidad LGTB... lo que sea que sigue, sino que personas de distintas condiciones han sido privadas de su libertad contra su volición o minada su vida en estilo, calidad o tiempo, que han sido vulneradas en sus derechos elementales. Y esto, por ahora, hasta aquí; pues podríamos incluir en el tema las protestas respecto de los derechos animales o de las plantas. Pero, mientras animales y plantas no sean elevados a la categoría de "ciudadanos del mundo" parte del mismo Estado, conformadores de su población, gobierno y territorio, mientras no veamos a la vaca o al perro o al gato como una clase de personas más acá de meras creaciones de la ficción artística, seguiremos usándolos como imágenes de lo inferior y al primate y al cerdo como metáforas de lo subhumano con cabida solo en la fábula y oportunidad de ejercer su voto solo con su sumisión frente al dominio del amo. Esto es lo único que rescato detrás de la reciente propuesta legislativa mexicana para no emplear a los animales como mascotas publicitarias y de marca.

Esta suerte de rebelión en la granja que vengo planteando apunta a una suerte de defección, por lo que a mí toca, del discurso feminista y, más, del discurso que ha acabado por corromper las ideas de los eternos femenino y masculino, y, por qué no, para que no me digan que no soy incluyente, del eterno andrógino.

¿Sexos aun antes que personas?

¿Es que somos sexos aun antes que personas? Visto desde la perspectiva de género así parece. Y en la visión humanista esta perspectiva nos degrada en nuestra libertad existencial al arrinconarnos como efecto de un mero accidente biológico. Nuestro ser queda limitado en su expresión a la forma evidente sexuada o asexuada, y sus virtudes primigenias quedan supeditadas a su debilidad o fortaleza sea física, psicologica, moral o legal.

Considero pertinente, necesario, señalar que, en un verdadero estado de derecho, estos arquetipos deberían ser revalorados en lo que de esencial tienen y dejar de lado los afeites sustanciales con que la opinioncracia, credos y las legislaciones a modo y gazmoñas los han torcido.

¡Ya nada más de homicidio por comparación con feminicidio o infanticidio o vetericidio —concepto que faltaría introducir en los códigos penales—, por favor y valiendo la cacofonía!

Entiendo el afán clasificatorio, lo comprendo y no lo desdeño desde un punto de vista de la procuración y ejecución de la justicia. Sin embargo, una sola palabra abarca al crimen y todo lo demás no son sino recursos instrumentales legaloides. El homicidio es homicidio, asesinato y punto, sea sobre la persona de una mujer, un varón, o algún grupo de edad o la preferencia sexual, religiosa, política del implicado como víctima del delito.

Valga la ironía: no hablamos del suicidio de una mujer, por ejemplo, como autofeminicidio en el caso de que, por su condición femenina, la víctima de su propia autoestima decida acabar con su vergüenza de ser lo que es.

Al amor también se le mata de mil maneras y para ello todavía no tenemos acuñada una palabra. Aquí propongo una: amoscidio. La pregunta que viene enseguida es qué penas y cómo tendrían que aplicarse a quienes, por desprecio, abandono, u otros motivos nos llevan a la calidad de desamorados y a sentir en el alma los efectos de la muerte o la vejación derivadas del apasionamiento. ¿Qué juez, qué ley puede aplicarse sobre los efectos del corazón? ¿Cómo catalogaríamos los delitos que pudieren relacionarse con el amor propio y el deshonor, más allá de la vulgar deshonra de la vejación a manos de terceros?

Evolución del eterno humano

Ya que tiempo atrás me definí sobre todo como poeta, pienso con Goethe que la mujer simboliza la pura contemplación en contraste con la acción como algo masculino y acompaño la idea nietzcheana de que lo femenino encarna el continuo temporal de la vida y la muerte.

En la revolución tipológica, tal como señalaba Marshal McLuhan, se requiere la transición paulatina desde el arquetipo hasta el ectipo, pasando por el prototipo hacia la fijación del tipo, la repetición pedagógica del clisé y la redundancia de la estereotipia para hacer posible el surgimiento de un nuevo y distinto arquetipo. Esto, hasta donde sabemos, solo ocurre en los campos de la mitología, el arte en general y de forma particular en el cine y el cómic.

El eterno femenino en esto ha llevado la delantera al eterno masculino y eso tenemos que reconocerlo y aplaudirlo. La hembra humanizada se ha asumido y asimilado en toda su complejidad y hoy busca hacer sólido un nuevo arquetipo de lo femenino que resume lo pasivo en la pragmático, lo compasivo en lo proactivo. La mujer de hoy se zafa del estereotipo modoso, amable, cortesano, medieval y trata, sin conseguirlo ciento por ciento, de erigir un nuevo significado a partir de su cuerpo, pero apuntando a su espíritu. El macho, en cambio, a ojos de aquella deshumanizado, se ha sumido en la ataraxia de su panoplia. Comodino con su hombría, el eterno masculino se revela anclado en lo fundamental y primitivo, y se pregunta sobre la necesidad de la transformación en un mundo hecho a su imagen y semejanza, a la vez temeroso de siquiera rozar lo femenino que en él está implícito. El macho calado siempre será una forma de estigma atávico.

Sin embargo, he aquí que la mujer, en la búsqueda y alcance de su igualación con el hombre acaba comportándose, adoptando las formas de lo mismo que execra, así en la forma de proceder que en la de gobernar y, en la tarea de recuperar el matriarcado, acaba conduciéndose cual patriarca. ¿No de eso mismo fue criticada la reina Isabel I de Inglaterra en pleno Renacimiento? En un mundo de hombres, la mujer cree pertinente actuar como tal para hacer valer su feminidad. En un mundo al revés, ¿los hombres harían lo respectivo, actuar como mujeres para validar su hombría?

Mostrando demasiada preocupación por el carácter distintivo, la sociedad, los jueces, los procuradores de justicia y prácticamente todos hemos perdido de vista lo primordial, que son personas y no solo avatares, es decir apariencias eventuales, lo que tendría que estar en el ojo de la justicia. En la nota que dio comienzo a esta meditación antropológica no importa si las víctimas delinquían o cuáles pudieron ser los motivos que condujeron al crimen. Clitemnestra, la reina adúltera asesinada por su hijo Orestes hoy, quizás, hallaría en el discurso de género muchas justificaciones para su biografía como Otelo, en cambio, ha venido a nutrir, para su desgracia, los atavismos desde los que se alimentan igualmente los lamentos de Ariadna frente a los agravios reales o imaginarios de Teseo en medio de un periplo donde el desencuentro es la regla del pretexto, mejor que la consecuencia de la estupidez de ambos.