Libros de texto: entre el afán y la realidad

abril 14, 2021 Santoñito Anacoreta 0 Comments


PRONTO HABRÁ "nuevos" libros de texto gratuito para las escuelas de México, abran o no en medio de la pandemia. Y los autores intelectuales de los mismos esperarán, como siempre, incidir ideológicamente en la idiosincrasia de la infancia mexicana.

Sobre los próximos libros de texto, comparto tres artículos que merece la pena leer y reflexionar, publicados todos por la revista Nexos. Sí sé que para algunos resultarán discutibles, por decir lo menos, sobre todo si se consideran lectores de tendencia "izquierdista":

El último de ellos  me conecta especialmente con un momento de mi biografía, en lo que refiere del periodo cuando el ex presidente Ernesto Zedillo Ponce de León fue Secretario de Educación (1992-1994), pues me consta de forma personal lo que ahí anota la autora, ya que en ese breve tiempo el plan de Zedillo para la educación nacional era muy ambicioso y prometedor, la verdad, y tenía como finalidad la federalización educativa en vez del centralismo.

Mi papel entonces hubiera sido de antología; pero, como bien señala la autora, solo quedó en anécdota, en mi caso: el director de carrera de mi universidad, a la sazón el publicista Fernando Santibáñez, me llamó un día para informarme que había sido elegido de entre un puñado de estudiantes de comunicación egresados de la Universidad Anáhuac y otras instituciones, como recomendado por causa de mis logros académicos y profesionales para sumarme al proyecto de comunicación educativa del gobierno salinista de entonces. Por supuesto tal reconocimiento y llamado me resultaban un inmerecido encomio, a la vez que un sincero motivo de orgullo.

Asistí a la junta con el oficial mayor de la dependencia donde me hicieron una larga entrevista. Me tenían previsto para contribuir en la elaboración y producción de materiales de televisión educativa, dada mi experiencia como académico, como guionista y en la producción de programas infantiles y telenovelas tanto de entretenimiento como de corte educativo tras mi paso por la naciente televisión por cable, Televisa y que mi título profesional es Lic. en Ciencias de la Comunicación Social con Especialidad en Televisión (especialidad que hoy el sistema educativo ya no valora si no presento el "papelito individual" como comento en el blog donde he venido recapturando y actualizando mi tesis de titulación, a pesar de haber cursado mi profesión en cinco años).

Me ofrecieron una beca para estudiar y prepararme en cualquiera de las grandes productoras públicas o privadas del mundo creadoras de contenidos documentales y educativos con las que IMER tenía convenios: NHK de Japón, BBC de Londres, RAI Italiana, RAF francesa o la NBC estadounidense, principalmente. Yo me decanté por la BBC, aunque me hacían ojitos Japón y Francia. Ya me veía abriendo mis alas al vuelo y recorriendo mundo.

El proyecto de televisión abarcaría la telesecundaria y más, muchísimo más, incluyendo lo relativo a las nuevas tecnologías de entonces para la transmisión vía satélite, cable y estaciones repetidoras, con la meta de, al fin, permitir que la señal educativa llegara de veras a los rincones más apartados de nuestro país. 

La gente del gobierno quedó de llamarme en una semana para ultimar detalles y poder programar viajes y etcétera. Transcurrió la semana y...

Se dio la noticia de que Ernesto Zedillo dejaba el puesto para encargarse de la campaña presidencial de Luis Donaldo Colosio. ¡Oh! Sorpresa; y todo quedó en el olvido. Los funcionarios y burócratas del equipo alternante no tenían idea de lo que yo hablaba. Ahí quedó mi prometedor futuro.

Un sexenio después, todo aquello lo implementaría el presidente Vicente Fox Quezada por medio de su secretario de educación, el Químico Reyes Tamez Guerra, casi tal cual aunque con algunas deficiencias (lo que en cierto modo me corroboró lo dicho en corto a mí por un ex profesor que había sido miembro del Estado Mayor Presidencial, acerca de que entre los gobiernos mexicanos no hay nada nuevo bajo el solo e incluso en un cierto lugar del Palacio Nacional hay una carpeta que contiene una bitácora de lo hecho y lo por hacer con miras a un proyecto constante y congruente de nación que data de tiempos de Plutarco Elías Calles, apuntes sobre los que el gobernante en turno solo puede añadir lo correspondiente a su gestión, pues ha de terminar lo ya en curso y tiene carta blanca para sumar sus proyectos particulares a los pendientes; la excepción parecería ser AMLO... tal vez, si hemos de creer que la cancelación del aeropuerto, Dos Bocas, el Tren Maya, el Tren Transístmico y otras obras son, de veras, simples ocurrencias; personalmente, sin que por ello las apoye ciento por ciento, lo dudo).

Perdonen la digresión entre paréntesis. Decía, aquel proyecto tan atractivo, de gran calado en lo educativo y promesa de un salto cualitativo, terminó en lo que tenemos hoy y por culpa de los intereses fácticos políticos de los partidos, sobre todo.

En realidad es poco lo que uno puede añadir en materia de la opinión sobre los libros de texto gratuitos. Pienso que, a pesar de su utilidad didáctica y de su finalidad pedagógica, en ocasiones apegada a lo propagandístico, los libros de texto son lo que menos debería de preocuparnos. Lo que debería preocuparnos es la estructura y calidad docentes, la que pretendió corregir la malhadada y hoy cancelada reforma educativa del gobierno anterior, que confundió la gimnasia con la magnesia vistiendo una reforma laboral en el tema educativo con una reforma propiamente educativa. Sí, era necesario poner remedio y en cintura  a la perversa corrupción docente y eliminar a una parte de los vividores del sistema político nacional. Pero, Emilio Chuayffet erró en el modo. Sí, había que corregir el esperpento de reforma, no borrarlo de un plumazo.

Lo que debería preocuparnos es, también y sobre todo, la conformación de la currícula programática. Es ahí, educacionalmente hablando, donde está el quid del asunto y donde sexenio tras sexenio, sea escuela pública o privada, tropezamos. La cuestión no es si la educación debe ser gratuita solo o si puede permitirse la participación de entidades privadas, haciendo un distingo entre la educación "de los de abajo" frente a la de "los de arriba". Los profesores normalistas no pueden seguir enquistados como AMLO en una visión del mundo que ya fue, no solo superada, sino demostrada su ineficiencia y perversión. Los otros también tienen que dejar de lado su visión utilitarista de la escuela.

Y por su parte, las familias, los padres, deben dejar de lado la equivocada visión del mundo absorbente que mina la educación por dar pie a la cómoda salida falsa de delegarla a tutores, nanas, servidumbre, profesores, escuelas, vecinos... Pero, también, deben dejar de lado la estúpida actitud de considerar a los profesores y las escuelas como lugares y obreros fabricantes de certificados, títulos, oficios y profesiones ajustadas al costo y el mercado, pues hoy a los alumnos ya no se les puede tocar ni con el pétalo de una rosa, y ello no significa que este autor sea partidario del lema "la letra con sangre entra", tampoco.

En conclusión, sexenio tras sexenio nos escandalizan los libros de texto, los criticamos, nos rasgamos las vestiduras porque dicen o no dicen, porque muestran o no muestran, porque incluyen o excluyen temáticas y no reparamos que, nuestros niños, al final, cargando sus cada vez más pesadas mochilas, son como ese mecapalero que, de tanto cargar su ignorancia, acaba con el alma adolorida. Nadie mejor que un niño sabe lo que carga en su costal de esperanzas.



0 comentarios:

Gracias por sus comentarios con "L" de Lector.