Movilidad y pandemia


RECIENTEMENTE Indicios Metropolitanos pudo atestiguar que la Secretaría de Movilidad del Gobierno del Estado de México ha venido realizando discretamente distintos estudios sobre flujo vehicular, esto sobre todo en avenidas y cruces de importancia como Avenida Gustavo Baz, Mario Colín, etc., por mencionar dos, en municipios del área metropolitana que conforma la Megalópolis.

Dichos estudios no están siendo elaborados, como en otras ocasiones y entidades, utilizando las mangueras neumáticas que permiten un conteo vehicular automático, corroborable con testigos presenciales. Sino ha venido empleando más bien cuadrillas de contadores, hombres y mujeres contratados para el efecto. La empresa a cargo de dicha tarea es la Consultoría Integral en Transportes CITRAN. S.C.

De acuerdo con diferentes fuentes consultadas, el motivo por el cual se realizan estas mediciones por ahora no es claro, aunque podemos trazar algunas suposiciones considerando la utilidad y los antecedentes noticiosos de los años recientes.

Uno de los motivos por los que se realizan estos estudios es para determinar, desde la perspectiva de la ingeniería civil, los datos necesarios para la pavimentación o repavimentación de calles y avenidas, así como los materiales y métodos más adecuados para soportar en el tiempo el desgaste que implica el flujo vehicular repartido entre transportes de bajo, mediano o gran peso.

Otro de los motivos para estos estudios es la evaluación de los flujos mismos, para determinar la apropiada dirección y sentido de los caminos, la necesidad de construir desviaciones, retornos, puentes, conexiones, cruces, cierres de calles, pasos a desnivel subterráneos o elevados y así distribuir la afluencia y por tanto mejorar la movilidad, en función de la búsqueda de la reducción de tiempos de traslado, por ejemplo. Lo que va de la mano de otro motivo que puede ser el de medir los tiempos de pausa, avance y velocidades de flujo, con miras a la adecuada señalización, la instalación de semáforos, cámaras de tránsito, etc.

Por supuesto, estos estudios también pueden tener una finalidad ecológica para la medición estimada (corroborable por otros modos técnico-ambientales) de la huella contaminante de la mano de un pronóstico del censo vehicular particular o de transporte público contrastable con el registro existente tanto por parte de las fábricas y armadoras, concesionarios distribuidores y direcciones de tránsito.

También, entre las razones que sustentan o justifican a estos estudios pueden estar las relacionadas con temas conexos como la seguridad vehicular, entendida por esta aquella que incide en la salud e integridad física o económica de conductores, peatones, locatarios, equipamiento vial. Esto porque el flujo vehicular a veces, en determinadas circunstancias (que son las estudiadas) puede prestarse al aumento de accidentes viales o al aumento de situaciones de robo a vehículos, transeúntes o comercios, al facilitar o dificultar el escape de los malhechores.

Hay muchos motivos más, algunos más finos en el detalle que otros, pero digamos que a efectos de lo que aquí interesa los anteriores son indicios bastantes como para darnos una idea de por donde puede estar pensando a trazar sus siguientes acciones el gobierno encabezado por Alfredo del Mazo Maza, a quienes algunos critican de haber doblado las manos frente al presidente Andrés Manuel López Obrador y yo a veces me pregunto si no le dio el segundo su espaldarazo en parte por ser descendiente directo de Margarita Maza de Juarez, la esposa de Benito Juárez, ídolo del mandatario, además de primo de Enrique Peña Nieto, y primo también de la familia Autrey, uno de cuyos miembros fuera el promotor, años atrás, de la idea del aeropuerto de Texcoco que con Peña Nieto ya presidente empezó a construirse (quitándose las espinas o machetes de Atenco), pero AMLO decidió cancelar a media construcción, lo que nos llevará como nación a un endeudamiento canijo por solo ese tema.

Una revisión somera de las noticias relacionadas que pudiera dar luz sobre las intenciones del gobierno mexiquense nos pone enfrente lo siguiente:

  • La existencia de un Plan Estatal de Desarrollo Urbano ligado al Plan Nacional de Desarrollo Urbano y con la Agenda Hábitat 2030 de la UNESCO que, entre otras cosas, contempla la necesidad de convertir las ciudades y municipios en sitios sostenibles, resilientes, como ya apunté en otros artículos anteriores.
  • Derivado de lo anterior, la existencia de un Plan Regional de Movilidad que, desde el gobierno municipal en Naucalpan (como referencia) de Edgar Olvera Higuera tiene como fin el reordenamiento regional de calles, avenidas, señalamientos y transporte público. Este plan y proyecto no han podido realizarse del todo, aunque se han ido dando avances parciales en algunos puntos de la entidad.
  • El probable proyecto de entubamiento de ríos, contra el proyecto probable de CONAGUA para el rescate y reconversión de los cuerpos de agua y afluentes de la cuenca de Anáhuac y en general del país. Un proyecto de gran envergadura el segundo que muy probablemente políticos más dispuestos a pararse el cuello con obras de relumbrón optarán por aplazar indefinidamente para malestar de los mexicanos y degeneración de nuestros recursos naturales.
  • La pendiente terminación del Viaducto Bicentenario que quedó trunco en algunos de sus aspectos constructivos como es el caso del regreso entre Tepozotlán y la Ciudad de México.
  • El plan para reordenar centros citadinos como San Bartolo, en Naucalpan, o zonas industriales y trazar las conexiones necesarias entre circuitos interiores o exteriores, avenidas eje y cruces para facilitar el transporte de los trabajadores, de la mano de creación de rutas específicas para el transporte público en sus distintas variantes, incluido el nuevo teleférico Mexicable, el tren suburbano, etcétera.
Sin ser los únicos, algunos de esos incisos han generado inquietud, dudas, resquemores, incomodidad y  sospechas entre la población mexiquense dividida entre las soluciones "fáciles" y "cómodas" como el entubamiento de ríos para el desarrollo de nuevas vialidades con los efectos colaterales no siempre positivos que ello conlleva, o las soluciones más complejas pero más saludables. Unas y otras pasan por afectar de un modo u otro lo mismo a residentes que a locatarios, comercio ambulante, generación y control de desperdicios y mucho más.
A lo anterior es necesario sumar las exigencias de los tiempos actuales como la introducción de vehículos híbridos o eléctricos y la necesidad de ubicar centros de carga y suministro. La reconversión y mejor administración de rutas y vehículos de transporte público, tema que siempre choca con los intereses creados entre los funcionarios corruptos otorgadores de permisos de circulación, emplacamiento, etc., y las empresas y sindicatos de transportistas contra los que nadie se ha atrevido a darles el manotazo en la mesa para meterlos en cintura, ordenarlos y responsabilizarlos de los males que causan por sus procedimientos, métodos, y vicios administrativos, políticos, laborales. Y claro, también están las empresas publicitarias de anuncios exteriores que aprovechan los resultados de estos estudios sobre movilidad para garantizar mayores y mejores impactos de los mensajes a sus anunciantes, lo que implica la ubicación y reubicación de paradas de autobuses, sitios de taxis y otras formas de equipamiento para el asunto.
En medio de estos tiempos recesivos y de pandemia considero estos indicios de gran importancia, pues datos como este: que en un cruce vial, durante una hora, circule un promedio de ciento sesenta vehículos, lo que hace que en ocho hora laborales circulen en ese solo punto mil doscientas ochenta unidades, nos pueden dar luz también sobre la manera como el manejo de la pandemia y sus semáforos de actividad han incidido más o menos en la contaminación, en la creación de empleos formales o informales, en el aumento de los contagios y la mortalidad, en la dinámica misma de las ciudades y contrastar incluso las ventajas y desventajas (no solo económicas) de la inmovilidad a que hemos estado sujetos la mayor parte del tiempo frente a la necesidad de una movilidad desordenada.
Mirar a cuadrillas de contadores tomando datos acerca de esto podría considerarse un indicio menor, pero es, como se intelige, solo la punta de un enorme iceberg que, junto con la sequía, la generación de energía y de desperdicios, está a punto de chocar con el estilo de vida de los mexiquenses y más, de los habitantes de la Megalópolis. Del encontronazo puede seguir la mejora continua y arribar a buen puerto o hundirnos como sociedad, como entidad. La mancuerna Sheinbaum-Del Mazo será determinante independientemente de quiénes ganen en las próximas elecciones.

¡Oremus! Por una sólida filosofía de la comunicación

Foto: Vatican News

EN DÍAS RECIENTES, el Papa Francisco expuso en su catequesis la necesidad de no despreciar a la oración vocal; yo interpreto por ejemplo y para ilustrarte, amigo lector, las fórmulas repetitivas del rosario, en la religión cristiana (y sus variantes como la católica o la protestante), o mantras, como se las conoce en las religiones orientales. Todo ello puede tener versiones escritas, gestuales, posturales y tener representaciones iconográficas, pueden ser recitadas o cantadas.

Muy aparte del aspecto de credo y religión, no puedo sino estar de acuerdo con el Papa. Incluso la ciencias, Física, Neurología y Psiquiatría, incluso la Psicología (aun considerada seudociencia) han demostrado el poder de la "magia", el cual descansa justo en los "encantamientos" basados en la palabra, especialmente la hablada. Es el principio básico de la psicología freudiana, la Gestalt, la neurolingüística e incluso de la informática y de la inteligencia artificial. De ahí lo que alguna vez escribí acerca de la similitud de la palabra y la matemática como traducciones del abstruso lenguaje de la naturaleza y que dio pie a un suceso en mi vida tanto vergonzoso como halagador del que, creo, alguna vez hice algún apunte anecdótico en mi blog, alguna red social o quizá solo lo he dejado a nivel de conversación, no recuerdo bien, acerca de cómo un maestro universitario, siendo yo estudiante, me "puso en evidencia" frente a todo un grupo como alguien de quien se hablaría mucho en el futuro, maestro sobre el que luego me enteraría por otro era un espía jesuita enviado por el Vaticano (Papa Juan Pablo II) para seguir los pasos de los Legionarios de Cristo. ¿Será? Me pregunto a qué futuro se refería, si era vidente, tenía información confidencial sobre mí que le permitiera prever o profetizar algo así, y si ese tiempo ya llegó o ni siquiera lo veré durante mi vida. Por lo pronto, yo hago lo propio sin dejarme influir por la vanidad o por el miedo.

Una de las razones por que soy escritor es justo mi creencia y corroboración del poder de la palabra, no nada más la escrita, la empleada para la ficción o la poesía, o para explicar, describir o narrar. La palabra en la oración expresa lo que alma y corazón encierran, y devela la liga de lo humano y lo universal (o, si se prefiere, lo divino). La pronunciación de la palabra proyecta el poder que la imagen mental ya pergeña.

No es gratuito en las sagradas escrituras de cualquier cultura y no es sino evidente y elemental el reconocimiento de que en el principio fue el verbo, es decir el logos. El filósofo Eduardo Nicol bordó un magnífico ensayo alrededor de ello y sin duda es una de mis pasiones intelectuales en mi afán por construir una filosofía de la comunicación que pasa por los clásicos, Wittgenstein, Chomsky y tantos más.

Asentándome en el pensamiento heideggeriano, el verbo es acción, acto. Así, la luz por ejemplo Es y es hecha y siendo en hecho está. Poco importa si es acto humano o divino, es la realización de una ignota, inefable voluntad emanada de la existencia misma y que, como tal, en tanto volición, quiere, desea y crea dentro de los límites del deber, es decir del necesitar.

Pero, el verbo, mucho más allá de la gramática y la lingüística, es solamente una forma de la palabra y por tanto del logos. Rebasando las explicaciones semióticas, es más que signo y referencia, más que símbolo. Es una forma de intuición activa, transitiva o intransitiva que se conjuga de manera infinitiva y determinante, subjuntiva o potencial, o a veces imperativa. En el primer caso requiere de una persona que la lleve a efecto. En el segundo, lo primordial no es la persona ni el efecto, sino la posibilidad implícita de que el efecto cobre carta de suceso. En el tercer caso, solo vale como instrucción frente a la cual acatar o rebelarse a lo ordenado. Pero, la palabra, como la deidad Jano, tiene dos caras y la contraria es la que define los alcances de la primera en la pasión.

Del mismo modo que en Física hablamos de energías potencial y cinética, igualmente en lingüística y en filosofía de la expresión entendemos paradigma y paradoja como formas de la palabra accionada y de la palabra apasionada. El paradigma es logos que conduce a lo dicho y previamente pensado. La paradoja, de manera complementaria, es logos que conduce a lo pensado y susceptible aun de ser dicho. El paradigma apunta a lo que es. La paradoja, a lo que puede ser.

La iglesia y la política hoy se debaten entre ambos extremos, a veces enquistadas en lo conocido, a veces temerosas de abandonar el dogma por explorar derroteros complementarios.

Lo que consideramos en nuestra limitación imaginativa e intelectual como algo que no existe, ejemplo los fantasmas, por el solo hecho de mentarlos o suponerlos ya existen, son, están, así sea como una negación o una sospecha o una falsificación, lo cual Leibniz empleó (lo explico de manera muy burda) como uno de los motivos argumentales en su labor metafísica para comprobar, demostrar, verificar tanto la existencia como la inexistencia de Dios (lo que se conoce como "argumento ontológico); o Nietzsche para, más allá del "psicótico personaje" y siguiendo el pensamiento de Zaratustra (Zoroastro), anunciar el advenimiento del superhombre y la muerte de Dios, no tanto como deceso sino como transición derivada del cristo (ungido) redivivo (lectura que han pasado desapercibida los detractores del filósofo más dados a distorsionar sus propuestas).

El poder de la oración hoy es innegable, aunque haya quienes lo pongan en duda. Sea que se efectúe de manera oral (vocal, como señala el Papa) o meditativa, para que funcione a nivel cerebral, mental, endócrino y por extensión espiritual, ha de tener un fundamento de creencia, de lo contrario no suscita cambios ni transformaciones neuronales, conductuales, actitudinales o hasta valorales, por lo tanto éticas y de moralidad. Es decir, la oración, como método de comunicación intrapersonal que es el nivel más hondo y básico de la comunicación, requiere de una autoestima estructurada y funcional, además orientada a una meta, un propósito superior a la persona orante y oradora, de otro modo la repetición del estribillo solo redunda en la asimilación fanática de lo pretendido, en vez de soportar y reforzar la creencia en lo existente y cualquiera sea su manifestación sensible. Una máxima de la propaganda eclesiástica o no descansa en la frase de Goebels de que una mentira pasa a ser verdad si se la repite muchas veces y ahí tenemos el ejemplo de tantos bulos que circulan en la Internet y los cuales miles de personas creen a pie juntillas; aunque también es cierto que la verdad sale a flote tarde o temprano, si bien a veces necesita de un empujoncito que abra los ojos a los legos.

Por supuesto, la oración no tiene su ámbito solo en lo religioso o lo lingüístico. Cuando hablamos de oración al construir un texto lo que ponemos en tela de juicio es lo enunciado, lo enunciable y en consecuencia lo inteligible. Porque la palabra va en paralelo con el acto originario de nombrar. Aun antes de crear la luz, Dios la nombró. Y aun antes de nombrarla la concibió. De ahí que la luz, aun antes que un haz de electrones sea un concepto, lo que aplica para otros asuntos como la vida misma que, discusiones pragmáticas o normativas aparte, no halla en el cigoto (óvulo fecundado) el concepto de vida sino incluso antes en el mismo óvulo y el espermatozoide, en tanto células generadoras y portadoras del Ser.

Aunque los sacerdotes lo aleguen como tal en la fórmula litúrgica, la palabra nunca es de Dios, ni como pertenencia ni como posesión ni cómo creación ni como impresión editorial. Porque Dios, en tanto nombre, palabra, es inmanente de sí y originaria de sí, está contenida y expresada en sí misma. Es por ello que Dios tiene miles, cientos, millones de nombres, porque cada vocablo, cada enunciación, cada designación está contenida en tanto idea y esencia, si seguimos a Platón, en espera de sustanciarse en un ente concreto, aun cuando la idea misma ya es de por sí una forma de ser del ente y del Ser. Ninguno, nadie puede abrogarse la palabra como propia y por lo tanto tampoco especificar a una manifestación, parusía enunciada, onomástica de la divinidad como único "Dios verdadero" pues al elegir una denominación asimismo se advoca a todas las sinónimas, aun cuando cada cual apunte a una variante sutil. De ahí que el alegato de musulmanes, judíos, cristianos, católicos al señalar su credo como "el verdadero" execrando del resto cometen apostasía por antonomasia, porque su sola petulancia, su arrogancia posesiva hace del nombre, de la palabra fundamento antonímico de lo que son y simultáneamente no son. Si el judío es el pueblo elegido y tiene por Dios al mismo que los musulmanes llaman por otro nombre, la alegada bastardía de uno no niega su hermandad con el otro y más, no cancela su mutuo y compartido origen en la misma palabra.

Los hombres estamos tan mal acostumbrados a mutilar a la palabra... Y en el proceso perdemos de vista que lo mutilado no es la fonética ni el gramema como en cambio lo que de raíz existencial nos significa. En la palabra está nuestra genealogía metafísica.

La palabra, dicho lo anterior, puede ser vista como una caja china o una matryoshka o, más tentador aún, como la caja de Pandora, en cuyo fondo están todas las virtudes y todos los vicios y que, apenas la abrimos estos se expresan, escapando, excepto uno. Si esta metáfora es correcta, entonces lo que resta por salir es lo que justifica a la duda, a la incertidumbre en un sentido cuántico: el ruidoso, poético silencio que otorga, a lo que paradigmáticamente está siendo, su contradictoria, paradójica razón de no ser.

En estos tiempos de pandemia, recesión y zozobra mundiales, oremos ya sea de viva voz o con el pensamiento solo para que lo que es hoy, mañana ya no sea; y para que sea lo que actualmente está no siendo, sin olvidar que lo bueno de ahora, puede ser lo malo por venir y, viceversa, pues no hay mal que por bien no venga.

Libros de texto: entre el afán y la realidad


PRONTO HABRÁ "nuevos" libros de texto gratuito para las escuelas de México, abran o no en medio de la pandemia. Y los autores intelectuales de los mismos esperarán, como siempre, incidir ideológicamente en la idiosincrasia de la infancia mexicana.

Sobre los próximos libros de texto, comparto tres artículos que merece la pena leer y reflexionar, publicados todos por la revista Nexos. Sí sé que para algunos resultarán discutibles, por decir lo menos, sobre todo si se consideran lectores de tendencia "izquierdista":

El último de ellos  me conecta especialmente con un momento de mi biografía, en lo que refiere del periodo cuando el ex presidente Ernesto Zedillo Ponce de León fue Secretario de Educación (1992-1994), pues me consta de forma personal lo que ahí anota la autora, ya que en ese breve tiempo el plan de Zedillo para la educación nacional era muy ambicioso y prometedor, la verdad, y tenía como finalidad la federalización educativa en vez del centralismo.

Mi papel entonces hubiera sido de antología; pero, como bien señala la autora, solo quedó en anécdota, en mi caso: el director de carrera de mi universidad, a la sazón el publicista Fernando Santibáñez, me llamó un día para informarme que había sido elegido de entre un puñado de estudiantes de comunicación egresados de la Universidad Anáhuac y otras instituciones, como recomendado por causa de mis logros académicos y profesionales para sumarme al proyecto de comunicación educativa del gobierno salinista de entonces. Por supuesto tal reconocimiento y llamado me resultaban un inmerecido encomio, a la vez que un sincero motivo de orgullo.

Asistí a la junta con el oficial mayor de la dependencia donde me hicieron una larga entrevista. Me tenían previsto para contribuir en la elaboración y producción de materiales de televisión educativa, dada mi experiencia como académico, como guionista y en la producción de programas infantiles y telenovelas tanto de entretenimiento como de corte educativo tras mi paso por la naciente televisión por cable, Televisa y que mi título profesional es Lic. en Ciencias de la Comunicación Social con Especialidad en Televisión (especialidad que hoy el sistema educativo ya no valora si no presento el "papelito individual" como comento en el blog donde he venido recapturando y actualizando mi tesis de titulación, a pesar de haber cursado mi profesión en cinco años).

Me ofrecieron una beca para estudiar y prepararme en cualquiera de las grandes productoras públicas o privadas del mundo creadoras de contenidos documentales y educativos con las que IMER tenía convenios: NHK de Japón, BBC de Londres, RAI Italiana, RAF francesa o la NBC estadounidense, principalmente. Yo me decanté por la BBC, aunque me hacían ojitos Japón y Francia. Ya me veía abriendo mis alas al vuelo y recorriendo mundo.

El proyecto de televisión abarcaría la telesecundaria y más, muchísimo más, incluyendo lo relativo a las nuevas tecnologías de entonces para la transmisión vía satélite, cable y estaciones repetidoras, con la meta de, al fin, permitir que la señal educativa llegara de veras a los rincones más apartados de nuestro país. 

La gente del gobierno quedó de llamarme en una semana para ultimar detalles y poder programar viajes y etcétera. Transcurrió la semana y...

Se dio la noticia de que Ernesto Zedillo dejaba el puesto para encargarse de la campaña presidencial de Luis Donaldo Colosio. ¡Oh! Sorpresa; y todo quedó en el olvido. Los funcionarios y burócratas del equipo alternante no tenían idea de lo que yo hablaba. Ahí quedó mi prometedor futuro.

Un sexenio después, todo aquello lo implementaría el presidente Vicente Fox Quezada por medio de su secretario de educación, el Químico Reyes Tamez Guerra, casi tal cual aunque con algunas deficiencias (lo que en cierto modo me corroboró lo dicho en corto a mí por un ex profesor que había sido miembro del Estado Mayor Presidencial, acerca de que entre los gobiernos mexicanos no hay nada nuevo bajo el solo e incluso en un cierto lugar del Palacio Nacional hay una carpeta que contiene una bitácora de lo hecho y lo por hacer con miras a un proyecto constante y congruente de nación que data de tiempos de Plutarco Elías Calles, apuntes sobre los que el gobernante en turno solo puede añadir lo correspondiente a su gestión, pues ha de terminar lo ya en curso y tiene carta blanca para sumar sus proyectos particulares a los pendientes; la excepción parecería ser AMLO... tal vez, si hemos de creer que la cancelación del aeropuerto, Dos Bocas, el Tren Maya, el Tren Transístmico y otras obras son, de veras, simples ocurrencias; personalmente, sin que por ello las apoye ciento por ciento, lo dudo).

Perdonen la digresión entre paréntesis. Decía, aquel proyecto tan atractivo, de gran calado en lo educativo y promesa de un salto cualitativo, terminó en lo que tenemos hoy y por culpa de los intereses fácticos políticos de los partidos, sobre todo.

En realidad es poco lo que uno puede añadir en materia de la opinión sobre los libros de texto gratuitos. Pienso que, a pesar de su utilidad didáctica y de su finalidad pedagógica, en ocasiones apegada a lo propagandístico, los libros de texto son lo que menos debería de preocuparnos. Lo que debería preocuparnos es la estructura y calidad docentes, la que pretendió corregir la malhadada y hoy cancelada reforma educativa del gobierno anterior, que confundió la gimnasia con la magnesia vistiendo una reforma laboral en el tema educativo con una reforma propiamente educativa. Sí, era necesario poner remedio y en cintura  a la perversa corrupción docente y eliminar a una parte de los vividores del sistema político nacional. Pero, Emilio Chuayffet erró en el modo. Sí, había que corregir el esperpento de reforma, no borrarlo de un plumazo.

Lo que debería preocuparnos es, también y sobre todo, la conformación de la currícula programática. Es ahí, educacionalmente hablando, donde está el quid del asunto y donde sexenio tras sexenio, sea escuela pública o privada, tropezamos. La cuestión no es si la educación debe ser gratuita solo o si puede permitirse la participación de entidades privadas, haciendo un distingo entre la educación "de los de abajo" frente a la de "los de arriba". Los profesores normalistas no pueden seguir enquistados como AMLO en una visión del mundo que ya fue, no solo superada, sino demostrada su ineficiencia y perversión. Los otros también tienen que dejar de lado su visión utilitarista de la escuela.

Y por su parte, las familias, los padres, deben dejar de lado la equivocada visión del mundo absorbente que mina la educación por dar pie a la cómoda salida falsa de delegarla a tutores, nanas, servidumbre, profesores, escuelas, vecinos... Pero, también, deben dejar de lado la estúpida actitud de considerar a los profesores y las escuelas como lugares y obreros fabricantes de certificados, títulos, oficios y profesiones ajustadas al costo y el mercado, pues hoy a los alumnos ya no se les puede tocar ni con el pétalo de una rosa, y ello no significa que este autor sea partidario del lema "la letra con sangre entra", tampoco.

En conclusión, sexenio tras sexenio nos escandalizan los libros de texto, los criticamos, nos rasgamos las vestiduras porque dicen o no dicen, porque muestran o no muestran, porque incluyen o excluyen temáticas y no reparamos que, nuestros niños, al final, cargando sus cada vez más pesadas mochilas, son como ese mecapalero que, de tanto cargar su ignorancia, acaba con el alma adolorida. Nadie mejor que un niño sabe lo que carga en su costal de esperanzas.