PARA QUIENES se han ido con la finta meritocrática por años (y no precisamente "aspiracionista" en el sentido peyorativo que hoy algunos quieren plantear por error). Esa frase de "lo importante no es ganar sino competir" fue acuñada por el Barón Pierre de Coubertain, creador de los Juegos Olímpicos y no han falltado los sofistas que han tergiversado su valor considerándola tonta y contradictoria, por perder de vista su peso filosófico. Rescato uno de tantos textos que puede uno hallar por ahí:
El famoso barón Pierre de Coubertin, fundador de los juegos olímpicos, dijo una frase sumamente tonta: –Lo importante no es ganar, sino competir. ¿Por qué tonta? Porque empezando es una frase contradictoria per sé. ¿Qué significa competir? La Real Academia de la Lengua Española nos dice lo siguiente: Competir significa “intr. Luchar, rivalizar entre sí varias personas por el logro de algún fin.” Es decir, uno compite para ganar. Entonces, esa frase que dice lo importante no es ganar, sino competir, se contradice por sí misma porque al decir que lo importante es competir, entonces lo importante es ganar. Si lo importante no es ganar, entonces tampoco sería importante competir. Es como si la frase dijera: -La riqueza económica no es importante, sino ganar dinero.
¿Por qué tacho de sofista esta postura? Porque lee con la lógica equivocada el fundamento detrás del principio olímpico clásico más antiguo.
Si nos remitimos a Platón, filósofo que vivió en el tiempo de los primeros juegos olímpicos, o más tarde revisamos la filosofía de Nietzsche o los ensayos de José Ortega y Gasset sobre las primeras olimpiadas modernas, nos damos cuenta de que el utilitarismo ha acabado por imponerse tristemente en general en toda actividad y la deportiva no es la excepción.
[...] hay que aprovechar las ricas reflexiones de Ortega y Gasset sobre el deporte, que tienen un alcance muy relevante para la entera vida humana, a partir de la reivindicación de una noción de cuerpo viviente (Leib) y de una nueva noción de la vida. El deporte forma parte de un horizonte vital no reducido por la estrecha perspectiva utilitaria, sino que anuncia la forma superior de la existencia humana, la apertura a un sentido festival y creativo de la vida. Ésta exige una disciplina, que no se conforma con el mero cumplimiento correcto de unas normas, sino que incita a perfeccionarse indefinidamente. La cualidad de lo deportivo es la vitalidad creativa, una nueva forma de entender la vida. Porque desde esta nueva perspectiva vital, ya no sirve como modelo el homo oeconomicus, sino que el fenómeno vital entendido de modo deportivo es festival, alegre, creativo, agonal y olímpico [por lo tanto divino, añado yo], libérrimamente esforzado, fuente de energía con sentido. La vida es en principio creación, experimento creador, como en la concepción nietzscheana.
Es decir, si bien competir es "luchar, rivalizar entre varios" y en efecto la acción se enfoca a una meta concreta, un fin, este no implica por fuerza la victoria como único objetivo, solo es un dato predicativo en el enunciado. Que ganar conlleva la satisfacción personal o de grupo del reconocimiento y el premio de los laureles y la fama, sin duda; pero, no es la razón de ser en el hecho de competir, sino solo es la consecuencia accidental (filosóficamente hablando), sustancial de la competición tanto como de la competencia, que es necesario decir son conceptos distintos, pues alguien puede no ser competente (capaz) y sin embargo competir, rivalizar con otro (y el mejor ejemplo, también ninguneado al nivel de mera curiosidad caritativa, lo tenemos en las paraolimpiadas). No es en la presea donde radica la construcción del ser humano, sino en la disciplina, en el esfuerzo, en el afán, en el conocimiento, en la práctica, en la honradez competitiva, en la nobleza rival. Es eso lo que nos hace héroes, cercanos a lo divino y por lo tanto admirables y dignos de encomio, reconocimiento y premio.
Tal vez nuestros deportistas que consiguieron una medalla son ahora despreciados por los badulaques por haber obtenido bronce, o los que quedaron en la raya con un cuarto lugar son ninguneados. Pero, ellos, aun con todas las dificultades y limitaciones se midieron contra otros campeones. ¿Qué han hecho esos badulaques sofistas con sus vidas? ¡Que muestren sus galardones si tienen para presumir!
De lengua me como un taco. No faltan los especialistas en deportes y los que no lo son que anotan bien y con crítica justa el tema de los apoyos, o incluso el aspecto psicológico que define al competidor; pero, el error está, por mediocridad revanchista y complejo de inferioridad acendrado, en insistir en desarrollar una "mentalidad ganadora" y de "excelencia", como también el error está en sobrevalorar el carácter "luchón" del mexicano. Ser luchón no implica ser competitivo o acaso competente, como alcanzar la excelencia no hace al triunfador una mejor persona.
El muchacho que tiene que luchar para llevar un mendrugo a su casa y además estudiar rinde poco, compite por sobrevivir aun sin ser asaz competente por desnutrición, por ejemplo, y sin embargo eso no lo hace menos "olímpico" en los términos que he subrayado.
Yo los conmino a reflexionar sobre el trasfondo filosófico de los Juegos Olímpicos, pacifista aun cuando en su origen era practicado por los guerreros destacados de las ciudades griegas y cuyos éxitos no derivaban en la rendición del enemigo, su sometimiento y humillación.
Todos los deportistas que se dieron cita ahora en Tokio 2020 fueron ejemplo, primero que nada, de entereza y cuidado preventivo a pesar del cual, en medio de la pandemia, muchos fueron alcanzados por el mal antes de las justas, durante o lo serán después y tras haberse expuesto tan abiertamente al contagio, mientras nosotros mirábamos con amarga alegría desde nuestro encierro, muchos sin tener oportunidad siquiera de competir en el interés por la sobrevivencia diaria dada la recesión económica, la cuarentena y etcétera.
Esto que digo no significa tampoco y por supuesto un pretexto para justificar el conformismo en cualquiera de sus muy mexicanas formas. Al contrario. Tendría que ayudar a comprender que el deporte como otras actividades del quehacer humano implican ante todo del desarrollo y como conclusión del mismo y siempre inacabada la gloria, sea en la derrota, sea en la victoria, pues para que alquien gane, alguien tiene que quedar detrás y ello, si ocurre con denuedo, no es menos honroso.
Del extracto de la mañanera que incluye el video debajo de estas líneas rescato a mi vez el momento donde arranca el vínculo. Un cuestionamiento interesante, "sensato" en apariencia de parte del colega Luis Guillermo Hernández, pero que implica una tramposa tentación de la izquierda desde siempre. Contrarrestar la desinformación no se consigue con "políticas públicas" tendientes al "control de la información" como censura velada y oportunista o a modo de los intereses de un conjunto de liga de la moral periodística. Aunque se antoja virtuoso crear una "regulación" que meta al gremio periodista en cintura, siempre cabrá la duda de quién sostendría la vara con que sería medido el ejercicio de nuestras libertades de expresión y de publicación e incluso de equivocación. Mírese lo ocurrido en la ex URSS o lo que pasa ahora en China con el exacerbado e incisivo pretendido control de los medios por parte del PCCH.
El ejercicio de la mañanera, lo he dicho, en su espíritu es buena cosa, pero está podrido por causa de los intereses gubernamentales y la distorsión del usufruto que se consigue de la dizque conferencia de prensa convertida en un show distractor más que orientador, determinante de la agenda informativa de forma más escandalosa en contraste con el modo sutil como se hacía antaño y aún mediante el "boletín de prensa".
La nueva sección de "Quién es quien en las mentiras" ya con un mes de antigüedad, aun siendo una buena oportunidad para el análisis equlibrador, en realidad ha resultado un torpe y perverso juego de espejos donde, como en la casa del jabonero, quien no cae, resbala, incluido el propio Presidente, ese "viejo culero de Palacio Nacional" como dijera un tuit apócrifo atribuido presuntamente al magistrado Reyes Rodríguez Mondragón.
La respuesta dada por el Presidente al colega Hernández es sin duda de las mejores que insistentemente da y con la que siempre concordaré y no por remembrar a Sebastián Lerdo de Tejada: "a la prensa se la controla con la prensa". Sino porque detrás de esa frase lapidaria subyace una estrategia asaz inteligente: al fuego se le combate con fuego, aunque también se trata de una estrategia de riesgos contraproducentes si no se toman las precauciones respectivas.
Una válvula de presión para controlar a la válvula misma
Una de las preguntas que personalmente como profesional de la comunicación me hago constantemente aun desde antes de la pandemia es qué tanto es tantito en materia de información y qué hace que el bombardeo informativo pueda ser considerado infodemia, como se ha calificado hoy a la abundancia de informaciones de toda índole, incluso falsas, que se distribuyen a diestra y siniestra por las redes sociales. ¿A quién culpar de dicha infodemia? ¿A los creadores de las noticias falsas, mentirosas y que sí los hay? ¿O al público crédulo, ignorante que en su pereza, abulia o incapacidad e impericia no verifica los datos, no cuestiona lo presentado como evidencia, lo que se reporta como hechos consumados? Los primeros siembran, pero los segundos cosechan y distribuyen, replican, multiplican, distorsionan. ¿Aquí cabe aquello de que tanto peca el que mata a la vaca como quien le agarra la pata? ¿Quién agarra la pata a la información y quién asesta el golpe que descabella a la razón con despropósitos?
Los afanes más denodados por conseguir una prensa más ética se dieron a finales de la década de los ochenta y comienzos de los noventas del siglo pasado, cuando importantes cadenas noticiosas de medios impresos y televisoras se adelantaron a las preocupaciones gubernamentales con el interés de conservar a las audiencias, conscientes de que estas estaban ya evolucionadas y resultaban menos manipulables que en la primera mitad del siglo XX; audiencias que además reclamaban sus derechos específicos los que creían podrían garantizarse mediante la creación del ombudsman de las audiencias (que no todas las empresas mediáticas han implementado e integrado a no ser como un recurso retórico y legaloide). Entonces plantearon códigos de conducta, deontologías que, de la mano del esfuerzo de desarrollo organizacional buscaba consolidar una visión administrativa asentada en una filosofía capaz de presentar a la empresa de medios como una con responsabilidad social en una línea semejante a la expuesta por otras empresas de distintos giros como las automotrices, las farmacéuticas, etc. ¿Maquillaje? Quizás, si seguimos la crítica al respecto elaborada por filósofos como Jean-François Lyotard o Gilles Lipovetsky. Y tal vez el planteamiento de la nueva sección de la mañanera es un reciclaje de lo mismo, pero desde la óptica gubernamental y como una consecuencia extensiva y heredada de las inquietudes surgidas entre los parlamentarios ingleses ante el descontrol por los cáusticos arranques críticos y sasrcásticos de la prensa allá a finales del siglo pasado, o de las consecuencias excesivas de la crítica de medios como la revista francesa Charlie Hebdó derivados en peores excesos terroristas como el atentado a la misma.
Pretender regular a la prensa es casi tanto como pretender regular el pensamiento, algo que también ya antaño algunos propusieron a través de pedagogías perversas como la fascista, la puritana, la jacobina.
Se antoja admirable que entre los mismos periodistas halla quienes se muestren indignados, preocupados por el tema y las prácticas torcidas, pero ni ellos tienen la fórmula para un periodismo ciento por ciento neutral, objetivo, edulcorado. Todo periodismo es comprometido, más o menos, para empezar con el registro de la verdad y ya se se que esta es no nada más parcial sino depende del color y la pureza del cristal con que se mira.
DICE EL REFRÁN que no hay fecha que no se llegue ni plazo que no se cumpla y el tiempo relativo para la emisión de una consulta popular en México, organizada por primera vez de forma institucionalizada, con presupuesto federal y bajo la tutela y logística del Instituto Nacional Electoral (INE) llegó a su fin, sentando así un precedente histórico que habrá de servir como ejemplo y ejercicio extendido de la democracia incipiente de nuestro país. Lejos quedan ya aquellas "consultas patito" elaboradas a mano levantada, como mera ocurrencia del momento, para cuestionar a la gente sobre obras públicas consideradas como "actos de gobierno", como si juegos de lotería o bingo para justificar la necedades de tal o cual actor político.
Por supuesto que en el camino de la puesta en práctica ordenada hemos podido ver más allá de las críticas en oposición o a favor del hecho, la necesidad de afinar el proceso asaz distinto aun cuando con similitudes al que estamos acostumbrados con los comicios federales y las intermedias para elegir diputados, senadores, ayuntamientos, gobernadores o presidente de la República.
Esta consulta, independientemente de la insidiosa pregunta primigenia que inducía a la opinión pública hacia una respuesta concreta acerca de si enjuiciar o no a ex presidentes; independientemente de la modificación retórica efectuada por los ministros de la Suprema Corte de Justicia tras sentenciar que la consulta venía a lugar constitucionalmente, pero con una pregunta más amplia y general que no implicara la presunción de culpabilidad sobre personajes concretos por elemental respeto a los derechos humanos y la presunción de inocencia. Más allá de eso, el ejercicio es una gran lección cívica, política y democrática tanto para los mexicanos como para otras naciones, incluso aquellas donde la práctica de efectuar consultas, referendos, plebiscitos es más o menos frecuente y fructífera. Ahí tenemos el caso más reciente con la consulta en Gran Bretaña sobre el Brexit, para determinar la continuación o no del país dentro de la economía de la Unión Europea. Los resultados también están a la vista.
La lección del desencanto
En primer lugar implica una lección ocasionada por el desencanto y el fastidio.
Para que la consulta tenga valor vinculante la participación ciudadana tendría que ser mayor al 40% con base en los datos de la lista nominal y el padrón electoral que asciende a más de noventa millones de votantes.
Según pudo observar Indicios Metropolitanos, la afluencia de votantes a las casillas instaladas, fue tan pobre a un ritmo de cinco a ocho votantes por hora, en secciones con casillas con lista nominal de alrededor de dos mil votantes por mesa, cuatro mil en total —números redondos para estimar—, que con dificultad podría alcanzarse el diez por ciento de participación a nivel nacional; veinte si bien nos iba. Y las explicaciones habrán de ser muchas y variadas dependiendo del punto de vista que se cuestione.
A diferencia de otros comicios, la cantidad de funcionarios por mesa fue mucho menor y la ausencia de representantes de partido o de observadores electorales, así como de fuerzas de seguridad en los alrededores fue notoria. Metafóricamente las casillas eran un desierto.
Indicios Metropolitanos entrevistó por separado a las mujeres y hombres que participaron como funcionarios de casilla tanto como a ciudadanos alrededor y sus respuestas en síntesis las anoto de forma genérica y conjunta para pintar un panorama:
IM: ¿Cómo fue nombrado usted funcionario de casilla?
FC: No sé. Llegaron a mi casa, me dijeron que había salido sorteado y preguntaron si quería participar. Dije que sí.
IM: ¿Tuvieron problemas o dificultades para la instalación de la casilla?
FC: No. Instalamos en tiempo, abrimos como a las ocho y media de la mañana, la policía se presentó para preguntar por los datos de los presidentes de la casilla e informar que estarían pendientes de la seguridad alrededor.
IM: ¿Las mesas se instalaron con los funcionarios concretos o les faltaron miembros?
FC: En la mía solo faltó el escrutador; teníamos que ser tres. En la de enfrente no llegó más que el escrutador y la señora se prestó para ayudar en las labores.
IM: Por lo tanto, ¿las mesas quedaron con dos funcionarios nada más y uno "tomado de la fila" como dicta la ley?
FC: Sí, así es. Y no creo que haga falta un tercero, porque no hay tanta actividad ni tantos votos que contar. De hecho, gracias por la plática, estábamos bien aburridos.
IM: ¿A qué hora estiman terminar y entregar los paquetes electorales?
FC: Cerraremos a las seis y terminaremos como a las siete de la noche. Como puede usted ver las urnas no tienen muchos votos.
IM: ¿Ha habido algún incidente que reportar aquí o se han enterado por sus coordinadores del INE de casos extraordinarios?
FC: No, realmente no. Al menos nada serio, en alguna casilla algún votante que se puso difícil.
IM: Comparando con otras elecciones donde a los funcionarios se les pagan los viáticos con un emolumento simbólico, ¿les pagaron algo por estar ocupando su tiempo aquí?
FC: Sí, nos dieron trescientos pesos para la comida. Aunque, yo vengo por gusto y convencido de mi obligación ciudadana.
IM: En general, ¿qué reacciones han presentado los votantes que han asistido?
FC: Cordiales. Algunos se quejan más por el hecho de tener que venir de zonas alejadas, porque ahora no se instalaron casillas donde es costumbre; o porque no encontraban la casilla y votaron a regañadientes culpando por la mala organización. Alguno votó muy a disgusto y sin importarle que otros lo vieran, airadamente en la mesa ante nosotros marcó y dijo en voz alta que votaba por la negativa.
IM: ¿Hubo mala organización?
FC: No, realmente no; aunque sí debieron haber más casillas.
IM: En su opinión ciudadana, ¿cómo califica este ejercicio histórico de una consulta popular organizada de esta manera a nivel nacional?
FC/CIUDADANO: Pues, me parece bien. Aunque la pregunta a responder en la boleta es absurda e inútil.
IM: ¿Cuál es la pregunta?
FC/CIUDADANO: Si quieres que se enjuicie a los ex presidentes.
IM: ¿Esa es la pregunta que debe responder el votante?
FC/CIUDADANO: Bueno, sí... no. Así se entiende.
IM: ¿Así se entiende o así la entiende usted a causa de la pregunta original que dio pie a esta en el proceso de organizar la consulta?
FC/CIUDADANO: (Luego de pensar unos segundos.) Inducida. Sí. Esta es muy general, aquella era muy concreta y todo el tiempo se escuchaba y leía en los medios de comunicación que la consulta era para enjuiciar a los ex presidentes. De hecho, aquí en la boleta faltaron las fotos de los ex presidentes, para dejar clara la pregunta.
IM: ¿Debe preguntarse al ciudadano sobre la pertinencia de que se aplique la ley?
FC/CIUDADANO: No.
IM: La pregunta anotada en la boleta, así de general y ambigua como está, en caso de darse tendencia mayoritaria por la respuesta afirmativa y lograrse la mayoría vinculatoria, desde su punto de vista, ¿se prestaría para que también otros actores políticos como el mismo Presidente de la República Andrés Manuel López Obrador fuera juzgado para esclarecer sus decisiones de años pasados?
FC/CIUDADANO: Definitivamente sí.
IM: Si sucediera lo contrario y el voto se inclinara por la negativa, ¿qué cree usted que pasaría?
FC/CIUDADANO: Pues que estaríamos dando paso a que la ley no se aplique para esos actores políticos y seguiríamos estando a expensas de sus decisiones chuecas o derechas. Sería tanto como avalar la impunidad, con o sin fuero. La verdad es que, se responda sí o no, no va a pasar nada al final.
CIUDADANO: No va a pasar nada, todo seguirá igual, esto ha sido una pérdida de tiempo y un gasto inútil. Pero, es un ejercicio importante para que se tomen en cuenta las opiniones del pueblo y la sociedad tome conciencia y tenga claridad de las razones y que nos han traído a la situación actual con estos gobernantes corruptos que hemos tenido, pisoteando nuestros derechos como pueblo. En resumen es un ejercicio positivo, una buena cosa.
IM: ¿Cuál cree que será la tendencia de respuesta, sí o no, o habrá mayor anulación del voto?
FC:/CIUDADANO: Creo que la mayoría marcará que sí, por la inducción previa a que estuvimos sujetos. ¿Mayor anulación? No lo sé. ¿Abstencionismo? ¡Es evidente!
IM: ¿Qué pasaría si la mayoría de los votantes cancelara, anulara su voto? ¿Cómo leer el mensaje?
FC:/CIUDADANO: Pues sería un claro mensaje de que no se está de acuerdo con la pregunta, con el proceso ni con los posibles resultados luego de la consulta. Pero, para anular, ¡mejor ni asistir!
Indicios Metropolitanos preguntó también a unos ciudadanos paseantes, oriundos de Querétaro, los que no tenían siquiera idea de que habría una consulta popular ni que se votaría en esta fecha primero de agosto de 2021; sin embargo, dijeron tener noticias acerca de la pregunta originaria y de que en 2022 se hará el referéndum para la revocación de mandato. Uno de ellos opinó:
De nada sirven estos ejercicios, es tirar el dinero a la basura y esfuerzo innecesario. Somos un pueblo incongruente, ahorita votamos que sí y a la vuelta de la esquina nos comportamos como si hubiéramos votado por el no; o viceversa, según nos convenga. Mejor que andar saliendo a las calles a manifestarnos o a organizar cosas como esta consulta, pongámonos a trabajar, es como sacaremos adelante al país. Con un pueblo ignorante como el nuestro es inútil preguntarle sobre temas que no entiende o no le interesan, porque todos ven para su santo y nada más.
Un funcionario muy aparte expresó:
Este ejercicio ha sido una buena experiencia, positiva. Pero, será mejor si se hace cuando de veras haya algo de interés y relevancia nacional que nos afecte a todos los mexicanos, no preguntas como esta, absurda. Además, tendrá que afinarse el proceso. No sé si, como sucede en otras elecciones, podría ser pertinente que hubiera también representantes de partidos políticos presentes, porque al fin y al cabo los mismos políticos y sus partidos han sido los principales interesados en inducir el voto de esta consulta o hacia el sí o hacia la negación [subrayado mío]. Además hay que cuidar que no se extienda la tentación de andar preguntando al pueblo a cualquier hora y por cualquier cosa.
Los resultados
Tras los comicios, Indicios Metropolitanos dio seguimiento a los resultados, los que se darían a conocer como una mera tendencia hacia las nueve de la noche del mismo día por parte del Consejero Presidente del INE Lorenzo Córdova Vianello.
Foto: Archivo Indicios Metropolitanos
Previo a esos resultados acudió nuevamente a reportear teniendo ocasión de entrevistar además a algún coordinador de secciones del INE quien informó:
Por causa del recorte presupuestal, para conformar estas casillas no hubo insaculación de funcionarios, a diferencia de lo que ocurre con las elecciones normales. Se emplearon en cambio las listas ya formadas de los funcionarios de las pasadas elecciones y a partir de ellas se hizo la convocatoria a los ciudadanos. Los únicos gastos que se dieron para este proceso fueron especialmente para la impresión de las boletas, en general de la papelería y los paquetes que debían incluir las áreas en blanco y la leyenda "consulta popular" entre otros elementos de diseño. Todo el resto del material electoral fue reutilizado de los anteriores comicios. Por esta misma razón presupuestal es que se determinó unificar secciones en las casillas; así, en algunas se dio atención a cuatro secciones y por ello las listas nominales por casilla incluyeron hasta casi dos mil registros máximo por mesa básica y contigua instaladas, cuando lo normal es que no exceda de setecientos cincuenta registros. También por ello no hubo casillas especiales instaladas ni para ciudadanos en tránsito —dijo aludiendo tal vez a la crítica de la primera dama Beatriz Müller ocurrida en el transcurso del día y publicada en redes sociales— como otras veces.
Foto: Archivo Indicios Metropolitanos
IM: Desde su punto de vista, ¿esta ha sido una experiencia positiva o negativa? ¿Un triunfo o un fracaso?
COOR: Según se vea. Es positiva en cuanto a que se está ejerciendo un derecho enfocado a recabar la opinión del ciudadano acerca de la aplicación de acciones específicas sobre un tema concreto. Es positiva porque estuvo bien organizada, conforme a la ley. Es negativa porque la pregunta no era sobre un asunto de trascendencia nacional, aunque la gente no sabe que para aplicarse la ley en el caso específico de los actores políticos hay procedimientos de ley y amparo que impiden o entorpecen que se ejerzan acciones judiciales en su contra, de ahí la importancia de esta consulta, para que en esos casos específicos pueda hacerse vinculatoria sin pretextos de por medio en la aplicación de la ley tal como sucede con otros actores sociales. Es positiva porque, aun cuando el INE no tuvo nada que ver con el proceso previo y la redacción de la pregunta, logísticamente cumplió cabalmente con la función para la que fue creado. Sobre si es un triunfo o un fracaso, también depende del punto de vista, respecto de qué.
IM: Sobre los resultados que ha observado en las casillas a su cargo, ¿estima que estos incidirán en que sea vinculatoria la respuesta de los ciudadanos?
COOR: Definitivamente no, la baja participación es muy notoria. Dudo que siquiera se alcance un diez por ciento nacional de participación ciudadana y eso sería mucho. Solo en esta casilla, por ejemplo, no llegó ni al cinco por ciento. En otra de las casillas a mi cargo solo hubo treinta y seis votos. He sabido por otros coordinadores que en Chiapas hubo más afluencia de votantes. En Satélite, Naucalpan, me tocó estar en el momento que la alcaldesa Patricia Durán Reveles emitió su sufragio.
IM: ¡Interesante! Pero, más lo habría sido saber el sentido de su voto; porque, en tanto actor político, de votar afirmativamente sería tanto como darse un balazo en el pie dadas las decisiones de su gobierno municipal y a partir de mañana, conforme a la pregunta, ya comienza el pasado y podría ser su gestión objeto de escrutinio judicial. De votar por la negativa, sería tanto como rogar al cielo para que no se investigue sobre sus decisiones o las de alcaldes previos como Edgar Olvera, Claudia Oyoque, David Sánchez Guevara, Azucena Olivares, etcétera. ¿Entiendo bien?
COOR: En efecto. Así es.
Algunas conclusiones
Cuestionados todos los entrevistados sobre una visión general del ejercicio democrático histórico de esta consulta popular, las respuestas a la pregunta de a qué atribuirían la bajísima participación ciudadana, a su juicio y en resumen las razones se concentran en varios factores:
Uno es la poca cantidad de casillas, a causa de la fusión de secciones ocasionada por el recorte presupuestal, lo que también implicó la molestia natural de parte de los votantes al no saber la ubicación o no encontrar la casilla correspondiente.
Dos, aunque se dio difusión suficiente conforme a lo presupuestado, la gente o no se enteró o hizo caso omiso a los anuncios todavía saturada en su percepción por los comicios realizados tan solo un mes antes.
Tres, hay un desencanto y molestia sociales en relación al proceso mismo de la consulta. La gente ha calificado abiertamente el ejercicio de costoso, inútil y la pregunta de absurda, intrascendente o complicada, y por lo tanto han visto la consulta popular, por lo menos esta, como un hecho irrelevante para la vida del país, lo que no califican igual para el caso de la próxima y por venir relacionada con la revocación de mandato, agendada para el 22 de marzo de 2022.
En general, la gente ve con buenos ojos que haya consulta popular, referendo y plebiscito, aunque no entienden las diferencias y matices legales y los ven como palabras sinónimas para lo mismo y nada más.
En años anteriores, las dizque consultas populares efectuadas habían sido organizadas por partidos políticos como PRD o MORENA, sin intervención de ninguna autoridad o especialista en asuntos electorales, entre sus simpatizantes, aunque invitando a la comunidad a participar sin generar grandes expectativas y los temas habían sido tan polémicos como la Reforma Energética.
Alguno de los ciudadanos entrevistados por Indicios Metropolitanos también calificó de inútil esa venidera consulta sobre la revocación de mandato porque "a esta altura del sexenio, ¡ya para qué!; mejor que termine AMLO y se aplique su gobierno a sacar adelante al país que está estancado y que se deje de traernos con tantas distracciones".
Preparando el terreno
Es momento de reflexionar sobre el ejercicio, sus implicaciones, las distorsiones de que fue objeto por una insidiosa e insistente inducción del voto en un sentido particular por defensores o por detractores, o incluso por la desinformación o el mal entendimiento de parte de medios de comunicación, opinadores, colegas periodistas, políticos acerca de los alcances que como praxis político-democrática y filosofía política y del derecho encierran figuras como la consulta popular.
Esto es un éxito y quiero felicitar al presidente Andrés Manuel López Obrador, nuestro presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, porque la primera consulta que se plantea y que fue solicitada por él, hoy está avanzando, llegando a su fase conclusiva, de manera exitosa.
Por supuesto esa visión optimista, triunfalista, segunda bofetada con guante blanco se puede entender solo en el marco de las confrontaciones entre la presidencia y el INE. Es irónico que cada vez que AMLO ha atacado al INE descalificando a la institución, el propio desempeño de esta ha contradicho los embates y, al contrario, legitima más y más al gobierno tapándole la boca al corroborarlo como resultante de una democracia que se va consolidando y de la que el INE ha sido bastión, árbitro y piedra fundamental, si bien como toda obra humana no está exento de mejoramiento.
Lo que unos ven como un éxito desde la óptica institucional, otros ya lo ven como un fracaso desde la óptica de la política oportunista que demostró, a pesar de las insidias, ser incapaz de movilizar a la gente para promover un voto a todas luces sesgado. Al final el pueblo no es tonto ni tan manipulable como piensan los demagogos. Ya lo había demostrado en los comicios intermedios de julio y lo confirmó con la consulta, dando al abstencionismo un valor de gran relevancia justo en el sentido que aquí, en estos Indicios Metropolitanos, he apuntado más de una vez al examinar el voto como una forma de expresión. El mensaje es claro, muy claro: si bien hay descontento frente a la política y la forma como la ejercen los políticos profesionales y hay disposición a participar, esta no está sujeta a caprichos ni a temas que en último de los casos son ajustes de cuentas jacobinos. El pueblo no se presta a ser utilizado para objetivos mezquinos. Que es necesario esclarecer y entreascar la verdad de los hechos, sin duda. Empero y sin entrar en sarcasmos, con todas las reservas del caso, como bien dijera el ex presidente Vicente Fox, una participación de poco más del siete por ciento de acuerdo con los resultados preliminares del conteo rápido muestra "cuántos son los pendejos" y la consulta popular nos ha dado "cifras exactas": alrededor de seis millones trescientos mil mexicanos ignorantes, analfabetos funcionales en materias legales y electorales; u honestos e ingenuos crédulos; o francos enceguecidos por el resentimiento ancestral, incluyendo los alebrestados oportunistas.
Por supuesto que cabe la pregunta de si las condiciones hubieran sido distintas también lo hubiera sido la participación ciudadana. Es posible.
Frente a lo que estamos es la preparación del terreno para la organización de la consulta en que se preguntará sobre la revocación del mandato del presidente Andrés Manuel López Obrador. De repetirse las causas y efectos que enmarcaron a este ejercicio de ahora, será de esperarse que la "mayoría" se inclinará por la reafirmación del mandatario en el cargo, máxime si consideramos los índices de popularidad que vamos conociendo mes con mes y la cual se halla alrededor del cincuenta y ocho por ciento de aprobación. Si repite también el grado de participación, la consulta quedará invalidada en la posibilidad de ser vinculante. Por lo tanto, aquellos que apuestan a que el presidente no terminará su sexenio se equivocan.
Por otra parte, quienes temen que esto mismo sirva como justificante para caminar por la peregrina idea de la ampliación del mandato también se equivocan. En el supuesto de que se revocara el mandato, las condiciones jurídicas establecen unos protocolos específicos que nunca se han llevado a efecto en nuestro país, así que nos significaría en una gran incertidumbre. Muy probablemente a ello obedezca el afán por ampliar el periodo del cargo del Ministro Presidente de la Suprema Corte de Justicia Arturo Zaldívar de la Rea, en prevención de lo que pudiere suceder más que otra cosa de entre las planteadas por las teorías conspiratorias. La clave está en si esa consulta será un reflejo de la actual o no y muy probablemente por ahí vaya el plan "B" de los diputados morenistas con la advertencia de que "si no se logra el cuarenta por ciento de participación en la consulta popular del domingo, MORENA promoverá en el Congreso de la Unión la formación de una Comisión de la Verdad para juzgar a los últimos cinco expresidentes". ¡Por ahí hubieran comenzado, digo!, siguiendo los planteamientos de la Consejera Electoral Karla Astrid Humphrey Jordan, entre otros puntos que requerirán revisarse, afinarse, mejorarse.
Comisiones de la verdad han ido y venido y no han pasado de ser un mero show, más que nada porque en términos generales han sido construidas y empleadas con propósitos más demagógicos que reivindicadores, al menos en la experiencia mexicana, comenzando con aquel ridículo intento de desafuero de AMLO hace diez y seis años y que, en una comparación parecería que la consulta vino a ser una suerte de venganza igualmente infructífera.
Haciendo una revisión comparativa entre países, Jefferson Jaramillo-Martín anotaba once años atrás para la experiencia colombiana que en distintos países:
[...] comisiones de Verdad, de Reconciliación o de Esclarecimiento Histórico, [...] operaron con mandatos presidenciales o internacionales de corta duración para investigar los hechos y las causas de la violencia ocurridos durante un período determinado de tiempo. Muchas de ellas contaron con un relativo grado de legitimidad política y social en sus procederes y generaron recomendaciones a los gobiernos de turno para los procesos de reconciliación futuros. En muchos de esos procesos, se lograron avances importantes e innegables en la creación de condiciones posconflicto, aunque también, como lo ha señalado recientemente Rangel, “cuotas muy precarias en cuanto al esclarecimiento de la verdad de los crímenes cometidos por agentes privados o estatales" (JARAMILLO-MARTÍN, 2010:
Como bien cita Alex Borein al rememorar la editorial sobre el informe de la Comisión para esclarecer “Las verdades dolorosas de Sudáfrica” publicado por el New York Times en 1998: "No existe Comisión alguna que pueda trasformar una sociedad tan torcida [...], pero la Comisión de Verdad es el mejor esfuerzo [...]" (BOREIN, 2000:3). Lo que lleva a preguntarnos por qué el presidente Andrés Manuel López Obrador optó por sugerir la realización de una consulta popular acerca del esclarecimiento de los motivos detrás de las decisiones de los ex presidentes en vez de promover como hizo el ex presidente Vicente Fox la creación de una Comisión de la Verdad para esclarecer los hechos de 1968 y el "Alconazo" que derivaron en el enjuiciamiento del ex presidente Luis Echeverría y sentenciarlo a prisión domiciliaria por su responsabilidad en los hechos. La respuesta es compleja en su simplicidad: en algún momento tenía que promoverse llevar a la práctica el ejercicio de esas figuras que tanto tardamos en incluir en la Constitución. Ahora lo conducente, aun más que armar una Comisión de la Verdad, se impone en paralelo la reglamentación afinada de la práctica que este domingo hizo historia. y es que, al margen de las manipulaciones inductivas previas a la consulta, si de lo que se trata es de propiciar entre los mexicanos una reconciliación con su pasado, ha de recordarse que "la reconciliación no es algo que se alcance y que pueda ser colgado en la pared como un cuadro que representa el pasado o incluso el futuro. Es un proceso [...]" (BOREIN, op.cit: 29). Y, como apunta Jaramillo-Martín:
La memoria, la verdad, la justicia y la reparación encierran unas improntas polémicas para una nación y en ese sentido, son generadores y propiciadores de unos usos y abusos. Siempre que se recupera un pasado y se realizan procesos de reconciliación nacional, hay de fondo unas intencionalidades políticas, morales y públicas. Incluso, pueden llegar a englobar una doble faceta. De una parte pueden existir intencionalidades “buenas” y “malas” [...] Adicionalmente, se generan constantes tensiones, disputas y luchas entre diversos
actores, por el sentido mismo de la recuperación y gestión del pasado, así como por los procesos de justicia y verdad con las víctimas y los victimarios. Nos movemos
entonces en un terreno donde no hay neutralidad, ni puede haberla, sino siempre
litigio y disenso político" (JARAMILLO-MARTÍN, op.cit.: 18-19).
Ello deriva, más pronto que tarde en usos y abusos francamente perversos. ¿Reconciliar, perdonar, olvidar? ¿Será que en este período revisionista del capitalismo real estamos ante un nuevo capítulo y versión del "dejar hacer, dejar pasar" aplicado al ejercicio de la política y sus distorsiones?
Referencias
BOREIN, Alex. "Reconciliación ¿A qué Costo? Los Logros de la Comisión de Verdad y Reconciliación", Título original: “What price reconciliation? The achievement of the TRC”. Publicado en A Country Unmasked, Oxford University Press, Oxford (2000), pp. 340-378. Recuperado el 2 de agosto de 2021 desde Microsoft Word - Boraine_Reconciliación.doc (iidh-jurisprudencia.ac.cr).