Violencia contra periodistas

ERA DE LA OPINIÓN... que la violencia contra los periodistas era básicamente de una clase: la que amorata o, peor, la que aniquila. Esta violencia, a la que algunos quisieran sumar la censura y de lo que habla César Octavio Huerta en un artículo dentro del blog "Polemón" recientemente creado por el escritor Jaime Avilés, es, sin duda real, incuestionable en su ominosa existencia, aunque cuestionable en sus causas y efectos.

Pero quisiera yo aquí ahora dejar entrever otra violencia más sutil y que en muchas ocasiones proviene de los mismos colegas periodistas. Se trata de una forma discreta y cotidiana y que se funda en la discriminación entendida como segregación, que pasa por trincheras como aquella donde se alega "si no estás comigo, estás en mi contra", así como también por la mirada de soslayo por no laborar para un medio reconocido o precisamente por eso mismo, por laborar para un medio reconocido.

Habemos aquí y allá muchos comunicadores, comunicólogos, escritores y periodistas, que hacemos periodismo ya informativo, ya opinativo, y que por el solo hecho de ser literalmente independientes, solitarios en los esfuerzos de publicar y expresar somos algo así como los patitos feos, aun cuando logramos tener una cierta influencia al menos en un sector o nicho, si se quiere limitado, de lectores.

La influencia que en la opinión pública hemos tenido los blogueros desde hace un lustro es una ganada a pulso. Algunos surgieron de la nada y otros, provenientes o con experiencia en medios establecidos, encontramos en medios como este una salida a veces cómoda, siempre honrosa para expresar nuestro pensamiento y sentir sobre temas muy diversos, sin ajustarnos a otra línea editorial que no sea la de la propia conciencia y responsabilidad. Por supuesto no todos lo conseguimos de la manera que soñamos, no obstante estamos en la brega diaria contra las letras para hacer llegar a los ojos de quienes nos siguen y con gran responsabilidad no nada más banales ocurrencias (que sucede), sino sobre todo análisis lo más objetivos posibles sobre los dichos y los hechos que determinan el diario acontecer.

Esa violencia a la que me refiero, sutil y discriminante, proviene de aquellos colegas o de las personas —no por fuerza relacionadas con un medio de comunicación en particular— que ven con suspicacia, con o sin razón, a quienes no nos ceñimos a un proceder, protocolo, asociación o institución concretas. No es poco frecuente que cuando uno busca entrevistar a cierta personalidad o pretende conseguir cierta información se azote sobre la mesa la duda: ¿es usted periodista? Y al carecer uno de las "credenciales" acostumbradas provenientes de un medio instituido, de una empresa, vaya, el gafetito o la tarjeta de presentación, o incluso el nombre renombrado por virtud y gracia de la mercadotecnia, termina uno aferrándose a la profesión misma, al oficio y la experiencia para hacer valer lo que se es. Ello orilla a que algunos de pronto nos "colemos" en calidad de polizonte por los rincones para obtener la información que facilite que escribamos nuestros contenidos.

Es la violencia más sonada, los asesinatos, torturas, desapariciones forzadas y secuestros a periodistas cosa preocupantes, sin duda. Son un atentado más que a la libertad de expresión, a la vida misma. ¿Pero qué hay con esa otra violencia callada que procede del ninguneo?

Casos como el traído y llevado de Carmen Aristegui es uno de entre tantos que, como he dicho en otra parte, obliga a que nos pongamos a revisar las formas de relación de los que ejercemos el oficio del periodismo en cualquiera de sus variadas manifestaciones con los medios. Porque está visto que teniendo estos sujeciones y cadenas ancladas en lo intereses creados, las libertades van siendo cada día, incluso por virtud de las nuevas tecnologías, más y más restringidas. Puesto de otro modo, nos entendemos libres, ejercemos nuestra libertad, mas por otro lado vamos apretando las tuercas morales, económicas, políticas, educacionales que pueden poner en tela de juicio y menoscabar el ejercicio mismo de ser libres.

Era de la opinión, pues, de que la libertad no existía sino como un sueño malogrado. ¿Será?

Retomo lo mío de lo mío

Foto: Archivo VETA Creativa
Hace tiempo, cuando comenzaba en esto de ser bloguer, cree entre uno de mis muchos espacios, un diario íntimo. Lo publicaba en la red que Microsoft había creado luego de adquirir Hotmail y MSN Messenger. Luego que dejó de existir esa red, sus contenidos los pasé a otro sitio que dentro de unos días también dejará de existir y los trasladaré aquí. Por lo general publicaba cosas muy personales o temas variados desde un tema muy personal, y por lo tanto el público quedaba restringido a familiares o amigos cercanos.

Este espacio, en cambio, creado por la misma época, hacia 2005, estuvo dedicado por un buen rato a explotar mi vena periodística, y algunos de los textos que aún están en el archivo lo demuestran. Fue desde entonces y hasta hace poco un equivalente a la "primera plana" de lo que di en llamar mi revista Indicios Magazín-e y obedecía al título "En primera...". Hoy, cuando estoy haciendo un arreglo total a closets, cajones y archivo y vida, esa revista con ese nombre ha dado pie a Indicios Metropolitanos y este espacio he decidido darle la vuelta para asentar en él aquella VETA Personal escrita en Wordpress, pero ahora con un carácter mucho más abierto.

No se trata de mostrar mis calzones, sino de dar pie, mediante la selección de los temas, a la nueva distinción, que ya se va haciendo por virtud de las nuevas tecnologías y los nuevos medios, de cuatro conceptos: lo íntimo, lo privado, lo personal, lo público. Ello me obliga a tener cuidado en el establecimiento de los límites y por ello me abstendré de tocar aquellos tópicos o personajes que pudieran lindar con situaciones que pudieran suponer la transgresión de ciertos elementales derechos humanos, y por otra parte me regodearé en las fascinantes aguas de la historia genealógica desde la cual he venido construyendo una historia personal marcada por las huellas familiares que, de un modo u otro, explican quién soy.

Con base en esta idea, lo que comenzaré a publicar aquí no serán propiamente confesiones que pudieran ponerme en vergüenza o que me muestren como un cínico desfachatado, sino textos que apuesten a la espontaneidad de lo confesable y que, por ende, su carga de compromiso para conmigo, primero, y con terceros, enseguida, sea tal que permita la comprensión mutua entre los amables lectores y quien traza estas líneas, como otras plasmadas en el resto de mis blogs, muchos de los cuales ya van quedando subsumidos en este que ahora revisas, amable lector.

Sirva entonces esta entrega a modo de preámbulo para la nueva etapa que se construye ahora mismo. Sirva también este espacio para, en cierto modo, dar unidad a las distintas cosas que he podido decir aquí y allá, desde el fondo de mi corazón. Por ello, no te extrañe, amable lector, que más seguido de lo que pudiera esperarse, entre mis "confesiones" dentro de este "diario íntimo" o "bitácora personal" haga alusiones y ligue con otros textos escritos con anterioridad. La idea es que se me vea con toda mi congruencia y con todas mis contradicciones, en tanto escritor y ser humano.

Sé que no soy monedita de oro para caerle bien a todo mundo, pero tampoco creo ser esquirla de plomo como para intoxicar al punto de la muerte que sigue al desdén.

Hola, nietos; Aló, sobrinos

(Texto originalmente escrito y publicado
en lo que era mi blog "VETA Genealógica"
el 20 de noviembre de 2010.
El texto "Apuntes alrededor del Deseo"
forma parte del compendio Elogio de la Lectura contenido

El blog que ahora comienzo originalmente lo publiqué en otro lado hacia el 7 de agosto de 2008, pero tantito por apatía, tantito por indecisión no le dí la atención debida. Ahora, por razones de funcionalidad, pragmatismo y comerciales, he decidido incluirlo como una sección de mi revista Indicios Metropolitanos. Una sección personalísima en la que dedicaré a dejar rastros, indicios de mis orígenes como ser humano.

El corte del blog será fundamentalmente genealógico, pero desde un punto de vista narrativo y donde las anécdotas, recuerdos, fechas y documentos gráficos tengan la capacidad de efectuar un retrato de familia y abonar al entendimiento de la historia mínima de un país como mi México desde la perspectiva de la biografía de personas ni tan comunes ni tan corrientes, a mis ojos, que hicieron de la cotidianidad su campo de batalla y de sus sueños, amores, desamores, el motivo para ser quienes fueron.

Ahora bien, cabe aclarar antes de nada que, por respeto a los miembros actuales de mi familia y por obvias razones de seguridad y respeto a su derecho a la intimidad, ellos quedarán excluidos o disfrazados como personajes de los "cuentos" que aquí iré coleccionando, limitándome a exponer abiertamente, esos sí, a determinados ancestros o relaciones de seres queridos ya muertos. Lo que no obsta para que conste que amo la vida, amo a los vivos, amo a mi gente.

No se crea que estas líneas y entregas serán un largo obituario o una aburrida, puntual y rancia revisión genealógica. Estará muy lejos de eso aunque en el fondo lo implique, pues aplicando un poquito de literatura e inventiva, la finalidad será todo lo contrario: dar vida, mediante la memoria, con todos los aciertos y errores que conlleva, a aquellos que simplemente se nos adelantaron en el viaje a la gloria. Todos ellos se han ido en orden, pero no siempre los recordamos en ese orden. Fueron de un modo, pero no siempre los recordamos de la misma manera.

Así, aquí hallarás, estimado lector, más bien extractos de vida que hoy forman parte del álbum de la muerte y de la Historia. Amores que se resisten a ser olvidados porque, ¡qué caray!, entonces para qué pisaron este mundo si no para dejar indicios de su existencia.

Apuntes alrededor del deseo
Las líneas anotadas enseguida las he extraído de otro espacio para el cual colaboré desde hace un par de años: Cadena de Lectores de Editorial Alfaguara.  Lo copio tal cual lo escribí, añadiendo solamente los vínculos necesarios para que no se pierda su contexto original y agregando los párrafos que permiten actualizar los hechos que enraizan este cuerpo anecdótico.
De antemano, una disculpa a todos los que, amigos o detractores, han seguido estos apuntes alrededor del deseo. Este título no cuenta como parte del conjunto que llevábamos. Sé que tendría que escribir estas líneas en otra parte, pero por arte del destino han quedado indisolublemente asociadas a esta cadena; no por gusto ni por azar, más bien como exabrupto, cual apéndice deseoso.
En días pasados recibí las lecturas correspondientes a las entregas venideras: Presentimientos, novela por Clara Sánchez y cuyo blog recomiendo ampliamente; y Ante los ojos de Desirée, novela corta escrita por Federico Reyes Heroles. La primera, española. El segundo, mexicano. Como es de esperarse, de inmediato les hice sitio a la mesa del banquete mencionado líneas atrás y me dí a la tarea de comenzar su lectura.
Ahora bien, si he comenzado con una disculpa, es porque no tengo los seis sentidos puestos en la encomienda. Y así lo anoté de mi puño y letra en la primera de forros internos de Ante los ojos de Desirée con un texto aplicable a ambas obras:
6 de agosto de 2008. Aun antes de leer este libro adivino en su trama una gran similitud con mis sueños, con mi vida misma. Ya veré cuan cierta es mi sospecha. Por lo pronto lo recibo cargado de tristeza, pesadumbre y angustia, pues en días recientes y hoy se ha confirmado, la noticia acerca del estado de salud de mi madre, de mi gran adoración, me enfrenta con la proximidad de lo inevitable.
Es verdad que aún no hay una sentencia dada, que no hay una fecha definitiva. Nadie muere en la víspera y, mientras hay vida, hay esperanza. La ciencia ha avanzado horrores, pero no hay garantía cuando el diagnóstico señala la inminencia, el peligro constante del rompimiento del aneurisma que aqueja toda la aorta de mi cómplice, amiga, confidente. No me hago a la idea de vivir alejado de ella, sin ella. No es miedo a la soledad, siempre he sido solo, solitario, soltero. Es miedo en todo caso a su ausencia.
Hace dos años perdí a mi compañera, mi perrita Milka. Nunca experimenté una simbiosis semejante con una mascota. No la he llorado. A la semana siguiente murió la hermana de mi madre, muy querida. No la he llorado. Ahora se me quiere arrancar lo que me queda. No puedo, no debo llorar. La fortaleza es necesaria para sobrellevar el trance, para servir de soporte. Perdón. A veces flaqueo.
Ahora, sólo espero poder cumplir su íntimo deseo final: ver a sus nietos, aquellos de los que no sabemos nada desde hace 20 años, antes de partir. Ojalá este mensaje llegue a su corazón.
Y ahora...
Desde aquella publicación hasta hoy ha ido sucediéndose una serie de decesos que no me han dado descanso y no he terminado de dolerme cuando ha venido otro y otro relacionados, no necesariamente con mi familia directa, pero sí con mi familia entendida como conjunto de ligas, de remembranzas, de razones que explican en parte quien soy:

Septiembre de 2008: como si Peter Pan, localicé a los "niños perdidos" y uno de ellos me contactó. Le expuse el deseo de mi madre y el nieto (si en realidad fue suya la voz del otro lado del teléfono) se limitó a decir: "no pidan más de lo que podemos dar". Mi madre y yo, más yo que mi madre, mares de lágrimas: juzgando sin juzgar.
2 de octubre de 2008 falleció un amigo muy querido, uno de mis segundos padres, papá de uno de mis mejores amigos y casi hermanos, don Bartolomé Sauto. Ahora sí, como dicen las víctimas de la masacre de Tlatelolco, "dos de octubre no se olvida".

30 de enero de 2009 falleció, para mi grande, enorme desdicha, mi madre, María Teresa Torres Pallares. Hoy lo puedo escribir con más serenidad, aun cuando todavía no me recupero totalmente de la pérdida mayor, dicho sea sin demérito de ninguna otra, pero sé que vivos y espectros saben que no exagero. Con ella lloré y he llorado todas juntas, mis letras lucen anegadas más que de tinta. Su... muerte... viene a ser la piedra miliar de este que ahora soy, razón de lo que pueda sobrevenirme, justificación de cada uno de mis nuevos actos y decisiones. Desde ella y por ella esta determinación de renovar los votos de este blog ahora ubicado en este espacio. Es ella principio y fin de la historia que ahora, con estos mínimos antecedentes, comienza a desdoblarse para la posteridad.

P.D.: Me veo forzado a actualizar este texto en la fecha que lo republico, luego de numerosas modificaciones de fondo y forma en mi revista Indicios Metropolitanos, y todo porque debo incluir en la lista de pérdidas la más  reciente sucedida con el fallecimiento de mi padre, José Antonio de la Vega Acuña, el 17 de agosto de 2013. Lo que tenga que decir alrededor de él será motivo también de una larga y rica historia.