Hola, nietos; Aló, sobrinos

marzo 27, 2015 Santoñito Anacoreta 1 Comments

(Texto originalmente escrito y publicado
en lo que era mi blog "VETA Genealógica"
el 20 de noviembre de 2010.
El texto "Apuntes alrededor del Deseo"
forma parte del compendio Elogio de la Lectura contenido

El blog que ahora comienzo originalmente lo publiqué en otro lado hacia el 7 de agosto de 2008, pero tantito por apatía, tantito por indecisión no le dí la atención debida. Ahora, por razones de funcionalidad, pragmatismo y comerciales, he decidido incluirlo como una sección de mi revista Indicios Metropolitanos. Una sección personalísima en la que dedicaré a dejar rastros, indicios de mis orígenes como ser humano.

El corte del blog será fundamentalmente genealógico, pero desde un punto de vista narrativo y donde las anécdotas, recuerdos, fechas y documentos gráficos tengan la capacidad de efectuar un retrato de familia y abonar al entendimiento de la historia mínima de un país como mi México desde la perspectiva de la biografía de personas ni tan comunes ni tan corrientes, a mis ojos, que hicieron de la cotidianidad su campo de batalla y de sus sueños, amores, desamores, el motivo para ser quienes fueron.

Ahora bien, cabe aclarar antes de nada que, por respeto a los miembros actuales de mi familia y por obvias razones de seguridad y respeto a su derecho a la intimidad, ellos quedarán excluidos o disfrazados como personajes de los "cuentos" que aquí iré coleccionando, limitándome a exponer abiertamente, esos sí, a determinados ancestros o relaciones de seres queridos ya muertos. Lo que no obsta para que conste que amo la vida, amo a los vivos, amo a mi gente.

No se crea que estas líneas y entregas serán un largo obituario o una aburrida, puntual y rancia revisión genealógica. Estará muy lejos de eso aunque en el fondo lo implique, pues aplicando un poquito de literatura e inventiva, la finalidad será todo lo contrario: dar vida, mediante la memoria, con todos los aciertos y errores que conlleva, a aquellos que simplemente se nos adelantaron en el viaje a la gloria. Todos ellos se han ido en orden, pero no siempre los recordamos en ese orden. Fueron de un modo, pero no siempre los recordamos de la misma manera.

Así, aquí hallarás, estimado lector, más bien extractos de vida que hoy forman parte del álbum de la muerte y de la Historia. Amores que se resisten a ser olvidados porque, ¡qué caray!, entonces para qué pisaron este mundo si no para dejar indicios de su existencia.

Apuntes alrededor del deseo
Las líneas anotadas enseguida las he extraído de otro espacio para el cual colaboré desde hace un par de años: Cadena de Lectores de Editorial Alfaguara.  Lo copio tal cual lo escribí, añadiendo solamente los vínculos necesarios para que no se pierda su contexto original y agregando los párrafos que permiten actualizar los hechos que enraizan este cuerpo anecdótico.
De antemano, una disculpa a todos los que, amigos o detractores, han seguido estos apuntes alrededor del deseo. Este título no cuenta como parte del conjunto que llevábamos. Sé que tendría que escribir estas líneas en otra parte, pero por arte del destino han quedado indisolublemente asociadas a esta cadena; no por gusto ni por azar, más bien como exabrupto, cual apéndice deseoso.
En días pasados recibí las lecturas correspondientes a las entregas venideras: Presentimientos, novela por Clara Sánchez y cuyo blog recomiendo ampliamente; y Ante los ojos de Desirée, novela corta escrita por Federico Reyes Heroles. La primera, española. El segundo, mexicano. Como es de esperarse, de inmediato les hice sitio a la mesa del banquete mencionado líneas atrás y me dí a la tarea de comenzar su lectura.
Ahora bien, si he comenzado con una disculpa, es porque no tengo los seis sentidos puestos en la encomienda. Y así lo anoté de mi puño y letra en la primera de forros internos de Ante los ojos de Desirée con un texto aplicable a ambas obras:
6 de agosto de 2008. Aun antes de leer este libro adivino en su trama una gran similitud con mis sueños, con mi vida misma. Ya veré cuan cierta es mi sospecha. Por lo pronto lo recibo cargado de tristeza, pesadumbre y angustia, pues en días recientes y hoy se ha confirmado, la noticia acerca del estado de salud de mi madre, de mi gran adoración, me enfrenta con la proximidad de lo inevitable.
Es verdad que aún no hay una sentencia dada, que no hay una fecha definitiva. Nadie muere en la víspera y, mientras hay vida, hay esperanza. La ciencia ha avanzado horrores, pero no hay garantía cuando el diagnóstico señala la inminencia, el peligro constante del rompimiento del aneurisma que aqueja toda la aorta de mi cómplice, amiga, confidente. No me hago a la idea de vivir alejado de ella, sin ella. No es miedo a la soledad, siempre he sido solo, solitario, soltero. Es miedo en todo caso a su ausencia.
Hace dos años perdí a mi compañera, mi perrita Milka. Nunca experimenté una simbiosis semejante con una mascota. No la he llorado. A la semana siguiente murió la hermana de mi madre, muy querida. No la he llorado. Ahora se me quiere arrancar lo que me queda. No puedo, no debo llorar. La fortaleza es necesaria para sobrellevar el trance, para servir de soporte. Perdón. A veces flaqueo.
Ahora, sólo espero poder cumplir su íntimo deseo final: ver a sus nietos, aquellos de los que no sabemos nada desde hace 20 años, antes de partir. Ojalá este mensaje llegue a su corazón.
Y ahora...
Desde aquella publicación hasta hoy ha ido sucediéndose una serie de decesos que no me han dado descanso y no he terminado de dolerme cuando ha venido otro y otro relacionados, no necesariamente con mi familia directa, pero sí con mi familia entendida como conjunto de ligas, de remembranzas, de razones que explican en parte quien soy:

Septiembre de 2008: como si Peter Pan, localicé a los "niños perdidos" y uno de ellos me contactó. Le expuse el deseo de mi madre y el nieto (si en realidad fue suya la voz del otro lado del teléfono) se limitó a decir: "no pidan más de lo que podemos dar". Mi madre y yo, más yo que mi madre, mares de lágrimas: juzgando sin juzgar.
2 de octubre de 2008 falleció un amigo muy querido, uno de mis segundos padres, papá de uno de mis mejores amigos y casi hermanos, don Bartolomé Sauto. Ahora sí, como dicen las víctimas de la masacre de Tlatelolco, "dos de octubre no se olvida".

30 de enero de 2009 falleció, para mi grande, enorme desdicha, mi madre, María Teresa Torres Pallares. Hoy lo puedo escribir con más serenidad, aun cuando todavía no me recupero totalmente de la pérdida mayor, dicho sea sin demérito de ninguna otra, pero sé que vivos y espectros saben que no exagero. Con ella lloré y he llorado todas juntas, mis letras lucen anegadas más que de tinta. Su... muerte... viene a ser la piedra miliar de este que ahora soy, razón de lo que pueda sobrevenirme, justificación de cada uno de mis nuevos actos y decisiones. Desde ella y por ella esta determinación de renovar los votos de este blog ahora ubicado en este espacio. Es ella principio y fin de la historia que ahora, con estos mínimos antecedentes, comienza a desdoblarse para la posteridad.

P.D.: Me veo forzado a actualizar este texto en la fecha que lo republico, luego de numerosas modificaciones de fondo y forma en mi revista Indicios Metropolitanos, y todo porque debo incluir en la lista de pérdidas la más  reciente sucedida con el fallecimiento de mi padre, José Antonio de la Vega Acuña, el 17 de agosto de 2013. Lo que tenga que decir alrededor de él será motivo también de una larga y rica historia.

1 comentario:

  1. Hola Toño, buenas noches me parece muy interesante lo que estás haciendo, en el video en el que saludas a Thalía, le presentas la foto de tere y la Pipi, pero le muestras lad fotos de mis abuelos y estás seguro que los reconocerá.
    Espero ver más fotorafias de la familia, yo te voy a estar muy agradecida.
    Un saludo fuerte.
    Mamili Pallares C

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Gracias por sus comentarios con "L" de Lector.