¡Oremus! Por una sólida filosofía de la comunicación

Foto: Vatican News

EN DÍAS RECIENTES, el Papa Francisco expuso en su catequesis la necesidad de no despreciar a la oración vocal; yo interpreto por ejemplo y para ilustrarte, amigo lector, las fórmulas repetitivas del rosario, en la religión cristiana (y sus variantes como la católica o la protestante), o mantras, como se las conoce en las religiones orientales. Todo ello puede tener versiones escritas, gestuales, posturales y tener representaciones iconográficas, pueden ser recitadas o cantadas.

Muy aparte del aspecto de credo y religión, no puedo sino estar de acuerdo con el Papa. Incluso la ciencias, Física, Neurología y Psiquiatría, incluso la Psicología (aun considerada seudociencia) han demostrado el poder de la "magia", el cual descansa justo en los "encantamientos" basados en la palabra, especialmente la hablada. Es el principio básico de la psicología freudiana, la Gestalt, la neurolingüística e incluso de la informática y de la inteligencia artificial. De ahí lo que alguna vez escribí acerca de la similitud de la palabra y la matemática como traducciones del abstruso lenguaje de la naturaleza y que dio pie a un suceso en mi vida tanto vergonzoso como halagador del que, creo, alguna vez hice algún apunte anecdótico en mi blog, alguna red social o quizá solo lo he dejado a nivel de conversación, no recuerdo bien, acerca de cómo un maestro universitario, siendo yo estudiante, me "puso en evidencia" frente a todo un grupo como alguien de quien se hablaría mucho en el futuro, maestro sobre el que luego me enteraría por otro era un espía jesuita enviado por el Vaticano (Papa Juan Pablo II) para seguir los pasos de los Legionarios de Cristo. ¿Será? Me pregunto a qué futuro se refería, si era vidente, tenía información confidencial sobre mí que le permitiera prever o profetizar algo así, y si ese tiempo ya llegó o ni siquiera lo veré durante mi vida. Por lo pronto, yo hago lo propio sin dejarme influir por la vanidad o por el miedo.

Una de las razones por que soy escritor es justo mi creencia y corroboración del poder de la palabra, no nada más la escrita, la empleada para la ficción o la poesía, o para explicar, describir o narrar. La palabra en la oración expresa lo que alma y corazón encierran, y devela la liga de lo humano y lo universal (o, si se prefiere, lo divino). La pronunciación de la palabra proyecta el poder que la imagen mental ya pergeña.

No es gratuito en las sagradas escrituras de cualquier cultura y no es sino evidente y elemental el reconocimiento de que en el principio fue el verbo, es decir el logos. El filósofo Eduardo Nicol bordó un magnífico ensayo alrededor de ello y sin duda es una de mis pasiones intelectuales en mi afán por construir una filosofía de la comunicación que pasa por los clásicos, Wittgenstein, Chomsky y tantos más.

Asentándome en el pensamiento heideggeriano, el verbo es acción, acto. Así, la luz por ejemplo Es y es hecha y siendo en hecho está. Poco importa si es acto humano o divino, es la realización de una ignota, inefable voluntad emanada de la existencia misma y que, como tal, en tanto volición, quiere, desea y crea dentro de los límites del deber, es decir del necesitar.

Pero, el verbo, mucho más allá de la gramática y la lingüística, es solamente una forma de la palabra y por tanto del logos. Rebasando las explicaciones semióticas, es más que signo y referencia, más que símbolo. Es una forma de intuición activa, transitiva o intransitiva que se conjuga de manera infinitiva y determinante, subjuntiva o potencial, o a veces imperativa. En el primer caso requiere de una persona que la lleve a efecto. En el segundo, lo primordial no es la persona ni el efecto, sino la posibilidad implícita de que el efecto cobre carta de suceso. En el tercer caso, solo vale como instrucción frente a la cual acatar o rebelarse a lo ordenado. Pero, la palabra, como la deidad Jano, tiene dos caras y la contraria es la que define los alcances de la primera en la pasión.

Del mismo modo que en Física hablamos de energías potencial y cinética, igualmente en lingüística y en filosofía de la expresión entendemos paradigma y paradoja como formas de la palabra accionada y de la palabra apasionada. El paradigma es logos que conduce a lo dicho y previamente pensado. La paradoja, de manera complementaria, es logos que conduce a lo pensado y susceptible aun de ser dicho. El paradigma apunta a lo que es. La paradoja, a lo que puede ser.

La iglesia y la política hoy se debaten entre ambos extremos, a veces enquistadas en lo conocido, a veces temerosas de abandonar el dogma por explorar derroteros complementarios.

Lo que consideramos en nuestra limitación imaginativa e intelectual como algo que no existe, ejemplo los fantasmas, por el solo hecho de mentarlos o suponerlos ya existen, son, están, así sea como una negación o una sospecha o una falsificación, lo cual Leibniz empleó (lo explico de manera muy burda) como uno de los motivos argumentales en su labor metafísica para comprobar, demostrar, verificar tanto la existencia como la inexistencia de Dios (lo que se conoce como "argumento ontológico); o Nietzsche para, más allá del "psicótico personaje" y siguiendo el pensamiento de Zaratustra (Zoroastro), anunciar el advenimiento del superhombre y la muerte de Dios, no tanto como deceso sino como transición derivada del cristo (ungido) redivivo (lectura que han pasado desapercibida los detractores del filósofo más dados a distorsionar sus propuestas).

El poder de la oración hoy es innegable, aunque haya quienes lo pongan en duda. Sea que se efectúe de manera oral (vocal, como señala el Papa) o meditativa, para que funcione a nivel cerebral, mental, endócrino y por extensión espiritual, ha de tener un fundamento de creencia, de lo contrario no suscita cambios ni transformaciones neuronales, conductuales, actitudinales o hasta valorales, por lo tanto éticas y de moralidad. Es decir, la oración, como método de comunicación intrapersonal que es el nivel más hondo y básico de la comunicación, requiere de una autoestima estructurada y funcional, además orientada a una meta, un propósito superior a la persona orante y oradora, de otro modo la repetición del estribillo solo redunda en la asimilación fanática de lo pretendido, en vez de soportar y reforzar la creencia en lo existente y cualquiera sea su manifestación sensible. Una máxima de la propaganda eclesiástica o no descansa en la frase de Goebels de que una mentira pasa a ser verdad si se la repite muchas veces y ahí tenemos el ejemplo de tantos bulos que circulan en la Internet y los cuales miles de personas creen a pie juntillas; aunque también es cierto que la verdad sale a flote tarde o temprano, si bien a veces necesita de un empujoncito que abra los ojos a los legos.

Por supuesto, la oración no tiene su ámbito solo en lo religioso o lo lingüístico. Cuando hablamos de oración al construir un texto lo que ponemos en tela de juicio es lo enunciado, lo enunciable y en consecuencia lo inteligible. Porque la palabra va en paralelo con el acto originario de nombrar. Aun antes de crear la luz, Dios la nombró. Y aun antes de nombrarla la concibió. De ahí que la luz, aun antes que un haz de electrones sea un concepto, lo que aplica para otros asuntos como la vida misma que, discusiones pragmáticas o normativas aparte, no halla en el cigoto (óvulo fecundado) el concepto de vida sino incluso antes en el mismo óvulo y el espermatozoide, en tanto células generadoras y portadoras del Ser.

Aunque los sacerdotes lo aleguen como tal en la fórmula litúrgica, la palabra nunca es de Dios, ni como pertenencia ni como posesión ni cómo creación ni como impresión editorial. Porque Dios, en tanto nombre, palabra, es inmanente de sí y originaria de sí, está contenida y expresada en sí misma. Es por ello que Dios tiene miles, cientos, millones de nombres, porque cada vocablo, cada enunciación, cada designación está contenida en tanto idea y esencia, si seguimos a Platón, en espera de sustanciarse en un ente concreto, aun cuando la idea misma ya es de por sí una forma de ser del ente y del Ser. Ninguno, nadie puede abrogarse la palabra como propia y por lo tanto tampoco especificar a una manifestación, parusía enunciada, onomástica de la divinidad como único "Dios verdadero" pues al elegir una denominación asimismo se advoca a todas las sinónimas, aun cuando cada cual apunte a una variante sutil. De ahí que el alegato de musulmanes, judíos, cristianos, católicos al señalar su credo como "el verdadero" execrando del resto cometen apostasía por antonomasia, porque su sola petulancia, su arrogancia posesiva hace del nombre, de la palabra fundamento antonímico de lo que son y simultáneamente no son. Si el judío es el pueblo elegido y tiene por Dios al mismo que los musulmanes llaman por otro nombre, la alegada bastardía de uno no niega su hermandad con el otro y más, no cancela su mutuo y compartido origen en la misma palabra.

Los hombres estamos tan mal acostumbrados a mutilar a la palabra... Y en el proceso perdemos de vista que lo mutilado no es la fonética ni el gramema como en cambio lo que de raíz existencial nos significa. En la palabra está nuestra genealogía metafísica.

La palabra, dicho lo anterior, puede ser vista como una caja china o una matryoshka o, más tentador aún, como la caja de Pandora, en cuyo fondo están todas las virtudes y todos los vicios y que, apenas la abrimos estos se expresan, escapando, excepto uno. Si esta metáfora es correcta, entonces lo que resta por salir es lo que justifica a la duda, a la incertidumbre en un sentido cuántico: el ruidoso, poético silencio que otorga, a lo que paradigmáticamente está siendo, su contradictoria, paradójica razón de no ser.

En estos tiempos de pandemia, recesión y zozobra mundiales, oremos ya sea de viva voz o con el pensamiento solo para que lo que es hoy, mañana ya no sea; y para que sea lo que actualmente está no siendo, sin olvidar que lo bueno de ahora, puede ser lo malo por venir y, viceversa, pues no hay mal que por bien no venga.

Libros de texto: entre el afán y la realidad


PRONTO HABRÁ "nuevos" libros de texto gratuito para las escuelas de México, abran o no en medio de la pandemia. Y los autores intelectuales de los mismos esperarán, como siempre, incidir ideológicamente en la idiosincrasia de la infancia mexicana.

Sobre los próximos libros de texto, comparto tres artículos que merece la pena leer y reflexionar, publicados todos por la revista Nexos. Sí sé que para algunos resultarán discutibles, por decir lo menos, sobre todo si se consideran lectores de tendencia "izquierdista":

El último de ellos  me conecta especialmente con un momento de mi biografía, en lo que refiere del periodo cuando el ex presidente Ernesto Zedillo Ponce de León fue Secretario de Educación (1992-1994), pues me consta de forma personal lo que ahí anota la autora, ya que en ese breve tiempo el plan de Zedillo para la educación nacional era muy ambicioso y prometedor, la verdad, y tenía como finalidad la federalización educativa en vez del centralismo.

Mi papel entonces hubiera sido de antología; pero, como bien señala la autora, solo quedó en anécdota, en mi caso: el director de carrera de mi universidad, a la sazón el publicista Fernando Santibáñez, me llamó un día para informarme que había sido elegido de entre un puñado de estudiantes de comunicación egresados de la Universidad Anáhuac y otras instituciones, como recomendado por causa de mis logros académicos y profesionales para sumarme al proyecto de comunicación educativa del gobierno salinista de entonces. Por supuesto tal reconocimiento y llamado me resultaban un inmerecido encomio, a la vez que un sincero motivo de orgullo.

Asistí a la junta con el oficial mayor de la dependencia donde me hicieron una larga entrevista. Me tenían previsto para contribuir en la elaboración y producción de materiales de televisión educativa, dada mi experiencia como académico, como guionista y en la producción de programas infantiles y telenovelas tanto de entretenimiento como de corte educativo tras mi paso por la naciente televisión por cable, Televisa y que mi título profesional es Lic. en Ciencias de la Comunicación Social con Especialidad en Televisión (especialidad que hoy el sistema educativo ya no valora si no presento el "papelito individual" como comento en el blog donde he venido recapturando y actualizando mi tesis de titulación, a pesar de haber cursado mi profesión en cinco años).

Me ofrecieron una beca para estudiar y prepararme en cualquiera de las grandes productoras públicas o privadas del mundo creadoras de contenidos documentales y educativos con las que IMER tenía convenios: NHK de Japón, BBC de Londres, RAI Italiana, RAF francesa o la NBC estadounidense, principalmente. Yo me decanté por la BBC, aunque me hacían ojitos Japón y Francia. Ya me veía abriendo mis alas al vuelo y recorriendo mundo.

El proyecto de televisión abarcaría la telesecundaria y más, muchísimo más, incluyendo lo relativo a las nuevas tecnologías de entonces para la transmisión vía satélite, cable y estaciones repetidoras, con la meta de, al fin, permitir que la señal educativa llegara de veras a los rincones más apartados de nuestro país. 

La gente del gobierno quedó de llamarme en una semana para ultimar detalles y poder programar viajes y etcétera. Transcurrió la semana y...

Se dio la noticia de que Ernesto Zedillo dejaba el puesto para encargarse de la campaña presidencial de Luis Donaldo Colosio. ¡Oh! Sorpresa; y todo quedó en el olvido. Los funcionarios y burócratas del equipo alternante no tenían idea de lo que yo hablaba. Ahí quedó mi prometedor futuro.

Un sexenio después, todo aquello lo implementaría el presidente Vicente Fox Quezada por medio de su secretario de educación, el Químico Reyes Tamez Guerra, casi tal cual aunque con algunas deficiencias (lo que en cierto modo me corroboró lo dicho en corto a mí por un ex profesor que había sido miembro del Estado Mayor Presidencial, acerca de que entre los gobiernos mexicanos no hay nada nuevo bajo el solo e incluso en un cierto lugar del Palacio Nacional hay una carpeta que contiene una bitácora de lo hecho y lo por hacer con miras a un proyecto constante y congruente de nación que data de tiempos de Plutarco Elías Calles, apuntes sobre los que el gobernante en turno solo puede añadir lo correspondiente a su gestión, pues ha de terminar lo ya en curso y tiene carta blanca para sumar sus proyectos particulares a los pendientes; la excepción parecería ser AMLO... tal vez, si hemos de creer que la cancelación del aeropuerto, Dos Bocas, el Tren Maya, el Tren Transístmico y otras obras son, de veras, simples ocurrencias; personalmente, sin que por ello las apoye ciento por ciento, lo dudo).

Perdonen la digresión entre paréntesis. Decía, aquel proyecto tan atractivo, de gran calado en lo educativo y promesa de un salto cualitativo, terminó en lo que tenemos hoy y por culpa de los intereses fácticos políticos de los partidos, sobre todo.

En realidad es poco lo que uno puede añadir en materia de la opinión sobre los libros de texto gratuitos. Pienso que, a pesar de su utilidad didáctica y de su finalidad pedagógica, en ocasiones apegada a lo propagandístico, los libros de texto son lo que menos debería de preocuparnos. Lo que debería preocuparnos es la estructura y calidad docentes, la que pretendió corregir la malhadada y hoy cancelada reforma educativa del gobierno anterior, que confundió la gimnasia con la magnesia vistiendo una reforma laboral en el tema educativo con una reforma propiamente educativa. Sí, era necesario poner remedio y en cintura  a la perversa corrupción docente y eliminar a una parte de los vividores del sistema político nacional. Pero, Emilio Chuayffet erró en el modo. Sí, había que corregir el esperpento de reforma, no borrarlo de un plumazo.

Lo que debería preocuparnos es, también y sobre todo, la conformación de la currícula programática. Es ahí, educacionalmente hablando, donde está el quid del asunto y donde sexenio tras sexenio, sea escuela pública o privada, tropezamos. La cuestión no es si la educación debe ser gratuita solo o si puede permitirse la participación de entidades privadas, haciendo un distingo entre la educación "de los de abajo" frente a la de "los de arriba". Los profesores normalistas no pueden seguir enquistados como AMLO en una visión del mundo que ya fue, no solo superada, sino demostrada su ineficiencia y perversión. Los otros también tienen que dejar de lado su visión utilitarista de la escuela.

Y por su parte, las familias, los padres, deben dejar de lado la equivocada visión del mundo absorbente que mina la educación por dar pie a la cómoda salida falsa de delegarla a tutores, nanas, servidumbre, profesores, escuelas, vecinos... Pero, también, deben dejar de lado la estúpida actitud de considerar a los profesores y las escuelas como lugares y obreros fabricantes de certificados, títulos, oficios y profesiones ajustadas al costo y el mercado, pues hoy a los alumnos ya no se les puede tocar ni con el pétalo de una rosa, y ello no significa que este autor sea partidario del lema "la letra con sangre entra", tampoco.

En conclusión, sexenio tras sexenio nos escandalizan los libros de texto, los criticamos, nos rasgamos las vestiduras porque dicen o no dicen, porque muestran o no muestran, porque incluyen o excluyen temáticas y no reparamos que, nuestros niños, al final, cargando sus cada vez más pesadas mochilas, son como ese mecapalero que, de tanto cargar su ignorancia, acaba con el alma adolorida. Nadie mejor que un niño sabe lo que carga en su costal de esperanzas.



Un mundo sin héroes o confesiones de un trampero


LA INTERNET ES HOY fuente constante de todo tipo de información entre la que caben lo mismo los bulos que los sesudos estudios académicos. Los medios tradicionales de comunicación, agencias publicitarias y periodísticas han hallado en este canal y medio un recurso fundamental para la difusión de sus contenidos de formas antes solo soñadas, permitiendo no nada más diseminar esos contenidos de manera masiva sino incluso a la par de su personalización. El público participa más activamente que antes en la selección y consumo de ellos, lo que hace de su presencia y valor hoy algo aún más determinante de lo que pudo haberse pretendido con la televisión y la radio, ya no se diga la prensa escrita. De ahí su maravilloso atractivo, y el grado de libertad y dependencia que ha venido generando, asi como en ello descansa parte de las razones que lo han hecho un asunto que llegó para quedarse y hacer, este si, la piedra de toque de la verdadera cuarta transformación de la humanidad, en lo social como en lo cultural, no solo en lo tecnológico o lo económico.

El motivo que me trae ahora a comentar lo anterior es una nota que extraigo de la plataforma de noticias de la tan odiada como socorrida Televisa, empresa televisora ya no tan mexicana desde que Emilio Azcárraga Jean se hiciera a un lado y que, historia aparte, ha sabido sortear los meandros a que esta nueva modernidad ha obligado a los medios tradicionales.

Haciendo notar se hace la nota

En medio del período de campañas políticas con miras a las elecciones más grande por número que se efectuarán en México el próximo 6 de junio, el papel de los medios como soporte de las mismas no deja de ser fundamental de muchas maneras, no nada más como recurso estratégico para la imposición de los mensajes institucionales de partidos y organizaciones afines, sino como la base de urdimbre donde trazar la trama de las probables decisiones electorales que habremos de tomar los votantes en las urnas vistas como el capítulo final de un viaje informativo, emotivo e intelectual.

La nota que aludo refiere el "hecho" de que una niña de doce años, oriunda del ejido Albia, ayudó a que unos ancianos campesinos pobres y con dificultades de traslado pudieran ser vacunados contra el Covid-19, esto en Torreón, Coahuila. Visto en la superficie, el hecho puede ser cierto o falso, ser visto solo como un dato meramente anecdótico o tomarse como un ejemplo de solidaridad.

El ejido Albia, registra Wikipedia en una entrada muy reciente del 19 de octubre de 2019 es:

[...] una localidad del suroeste del estado mexicano de Coahuila de Zaragoza, forma parte del municipio de Torreón

Albia constituye la principal población del extenso pero escasamente poblado sector este del municipio de Torreón, que se encuentra aislado geográficamente de la cabecera municipal, se encuentra seco la mayor parte del tiempo debido al clima y el agua que le llega se utiliza para la irrigación de campos agrícolas, la propia Albia es un ejido que aprovecha esta situación. La principal vía de comunicación de Albia es de la Carretera Torreón-San Pedro.

El indicio relevante aquí no es el contenido de la nota, la nota sola o el medio del cual es extraída. El indicio importante es el trasfondo.

Independientemente del "hecho" o de los motivos que lo ocasionaron, la publicación a todas luces facciosa (pudo haber sido armada por un partido u otro, un medio u otro, una agencia de publicidad u otra o todos juntos en franco contubernio electorero) nos pone cara a cara con un hecho mayor: la demagogia no es solo un asunto de los politicastros, es también competencia de los ciudadanos que, en general, tienen la tendencia a dejarse llevar por los contenidos melodramáticos. Aun más, los mensajes de campaña política rara vez están de veras dirigidos a los electores, en la mayoría de las veces están enfocados a las "fuerzas vivas" que conforman sus simpatizantes, afiliados o los opositores como primera línea de batalla. Son, en ese sentido, mensajes entre pares con la finalidad de cerrar filas en torno al caudillo o candidato en turno, la propuesta ideológica institucional y las promesas que la acompañan, la imagen corporativa, ya para la conservación y ampliación del poder y los privilegios adquiridos previamente o para la consecución del mismo en caso de hallarse en calidad de grupo contrario.

La política pragmática y partidaria (no la esencial, filosóficamente hablando, como componente actitudinal del ser humano) es susceptible de ser tratada como una telenovela y cada campaña, partido, símbolo, bandera, causa, individuo, grupo pueden ser sujetos de la creación de una trama, de un capítulo cuya finalidad es conducir al ciudadano, al elector, hacia una opción de simpatía o antipatía y por tanto de sufragio. Es decir de construir una historia susceptible de ser replicada y que ayuda a aspirantes y suspirantes a encontrarse en un mundo, en una cosmovisión que les resulta común, asequible, compartida, espectacular (etimológicamente significa lo digno de ser visto), sensible y por todo eso y más seductora, persuasiva.

Esta nota nos pone de relieve, a querer o no y de manera muy sutil, elementos de realidad que mueven las fibras sensibles y quizás, pidiendo más, a la reflexión. Hace que nos preguntemos por la ideología que mueve a esta niña, miembro de una comunidad "olvidada de Dios", en un rincón donde los crímenes no se resuelven a cabalidad y los abusos son el pan nuestro de cada día, a ayudar a los ancianos; que nos preguntemos por el compromiso de los voluntarios facilitadores del traslado. Hace que comparemos a los personajes con aquellos tomados de la realidad con nombres y apellidos de fama local o nacional, y cuestionemos sus procederes, sus resultados, sus intenciones, afectos, efectos y defectos, valga la oportuna y necesaria cacofonía. De esa forma nos lleva esta nota a sacar conclusiones tan estrechas o amplias, rectas o torcidas, en todo caso tan pervertidas que no nos damos cuenta, sin una lectura cuidadosa, de la manipulación a que estamos siendo sujetos, ya para adherirnos a una causa o para repeler su contraria.

Lo preferible

La extracción total o casi total del contexto hace aparecer este contenido con un carácter casi mitológico que nos pone frente a un acto heroico contrastante o incluso complementario del mensaje contrario difundido desde casi mediados de la pandemia y circulara como exabrupto de rebeldía sustentada por la angustia.

Efecto marginal de la pandemia han sido las cartas de médicos, enfermeras y otros que a lo largo del mundo circularon en las redes sociales como un ruidoso reclamo frente a las acciones o inacciones y respuestas variopintas de los gobiernos en favor y preocupación por lo experimentado por sus sociedades.

Contenidos semejantes significaron en su momento manifiestos contundentes que movieron a reflexión, provocando muchas preguntas y a redefinir conceptos. Quizás estamos viviendo la era del fin de los héroes, al menos tal como los conceptúan la mitología o el cómic, en tanto término casi exclusivo de la milicia, adoptado como sinónimo cuasi santificador del mártir. O quizás estemos frente a una distinta manera de humanizar a los héroes separados de los libros de texto, más ordinarios, falibles e imperfectos.

En el caso de los médicos vistos al margen de su profesión, de su vocación y como vulgares humanos, mirándolos llorar y sufrir por causa de su mismo oficio, al atender estos reclamos uno duda dónde y cómo queda el juramento de Hipócrates en medio de este humanitarismo torcido y disfrazado de humanismo por el que incluso se vilipendia al periodista que privilegia su vocación de testigo de los hechos y se le exige intervenir en ellos de manera directa y solidaria y, cuando lo hace con ánimo filantrópico, se le acusa de torcer la verdad, de tergiversar y distorsionar hasta la escena de los hechos al negar la razón de su oficio por sensibilidades ajenas al mismo?

En el caso de Camila, esta niña comprometida con su comunidad, sensible a las necesidades de su pueblo más allá del interés familiar de apoyar a sus abuelos y a nadie más, se vuelve una especie de Katana autóctona edulcorada por el melodrama, quizás mejor dentro del concepto de una adaptación mexicanizada de la princesa Mulán.

 

Algo que procuré transmitir a mis estudiantes de comunicación por años y he procurado hacer lo propio con los amigos, los lectores y seguidores de estos indicios, es que lo importante en todo mensaje no es solo lo evidente, lo que salta a la vista en las palabras o imágenes expuestas, sino muchas veces lo relevante es justo lo que no se ve, lo que se deja en las entrelíneas y más allá de lo obvio.

Para el caso que nos ocupa, el contexto va más allá de solo el narrado y descrito en la nota. El mundo ordinario de esa niña y esos ancianos está inscrito en un mundo extraordinario que involucra los intereses políticos y económicos, no nada más de la región o la localidad. Y, por extensión, nos pone cara a cara y de relieve que lo preferible siempre o casi siempre queda disimulado entre lo santo, lo heroico y lo vulgar.

Más allá y más acá de lo notable

No puede ni debe pasarse desapercibida como antecedente una colección de hechos conexos como que dos semanas y meses atrás el presidente Andrés Manuel López Obrador habría hecho una visita oficial a Torreón, en el interés de "limar asperezas" con los coahuilenses de la comarca lagunera y luego del desencuentro entre partidos y ciudadanos a causa de la malhadada reforma a la Ley de Aguas Nacionales en noviembre de 2020, resultado de otro desencuentro relacionado con los adeudos de agua de México a EE.UU. en la frontera; hechos que, de un modo u otro se han enredado con otros temas como el fracking como método de explotación petrolera y que requiere del empleo abusivo de agua para generar frutos, el afán por la construcción de la refinería de Dos Bocas en Tabasco, el huachicoleo, los acuerdos alrededor de los gasoductos, la explotación minera de tierras raras, el narcotráfico de la frontera norte, el tráfico de armas, etcétera.

Así, lo que liga a la vacunación con el agua se sintetiza no nada más en el discurso de un gobernador estatal priyista opositor al gobierno nacional en turno, sino que encuentra su máxima metáfora en la historia narrada en la nota centro de este artículo de análisis y opinión.

Si la nota fue elaborada por los simpatizantes morenistas, puede entenderse el afán por ensalzar la solidaridad humanitaria de los mismos, el pueblo bueno que ayuda al pueblo bueno, que da la mano y así va transformando solidariamente a la nación, liberándola de una imagen otrora corrompida. El mito de una princesa comprometida con su pueblo, más, comprometida con sus ancestros, con sus raíces ancestrales.

Si la nota fue elaborada por los simpatizantes de la oposición, puede entenderse el afán por enfatizar la ausencia de la autoridad gubernamental en la consecución de las metas más básicas para el cuidado de ese pueblo bueno afectado por la aparente ineptitud de funcionarios y gobiernos incapaces de solventar lo más mínimo llevados por el interés de poner de cabeza y patear el pesebre que los hizo posibles. De nuevo, el mito de una princesa comprometida con poner orden y dar certeza en medio del abandono.

Todo contenido informativo, en tanto metáfora —ya lo he dicho antes en este blog y siguiendo a Umberto Eco— tiene varios niveles de interpretación, se entiende por lo tanto de lectura. No abundo en detalles teóricos. A efecto de este ejemplo valga solo señalar lo dicho y alertar a los lectores a ser más críticos.

Corolario

Mi oficio, mi profesión, aunque parezca un anatema vocacional, es manipular. Para eso me he preparado por años y no sé si es algo de lo cual vanagloriarme o avergonzarme. Por lo mismo, mi labor aquí en estos indicios, con ellos y mediante ellos es lo contrario, o sea desvelar a sus ojos lo necesario para que esa manipulación encuentre su contraparte racional y ustedes no caigan tan fácilmente en las trampas que profesionales como yo sabemos preparar para el intelecto y los sentidos en afán de encauzar y encausar sus voliciones.

Un mundo sin héroes es impensable, tanto como pensar que solo el bien debe prevalecer o solo el mal. Los héroes así en la literatura y la mitología, en la leyenda como en el relato épico del día a día son necesarios para ayudarnos a aterrizar lo divino, pero también para elevar lo mundano a cotas celestiales. Cuando un héroe reniega de su vocación, como han hecho los médicos a últimas fechas llevados por la angustia muy humana, no son menos heroicos aun en su afán por no abrazar la santidad del apostolado o ubicarse a sabiendas, a ciencia y paciencia como estampas adheridas al martirologio. El antihéroe entonces, lo elabora la ciencia ficción, implica una bofetada al estatus quo independientemente de cuál sea su destino mortal.

Los héroes, sea que esgriman sus armas para un rey particular o para un poder público, no pueden esperar, no están hechos para esperar, y que un encumbrado Zeus los ningunée en el interés de igualarlos al resto de la humanidad es no solo menospreciar su valía, sino trastocar la esencia institucional que los soporta en el mito que define a la nación. Posponer a veces es sinónimo de rebajar. Eludir la responsabilidad en aras de la cuota electoral no hace al gobernante ni mejor ni peor, sino simplemente el villano antagonista de turno.