Estética del horror (apuntes alrededor de lo sublime 2).


En fechas recientes una noticia ha escandalizado a muchos, la relativa a la violencia infantil asociada a un juego muy antiguo y tradicional, con consecuencias más desastrosas que las supuestas por el presidente López Obrador y otros sobre los "efectos nocivos" de videojuegos o las producciones audiovisuales de acción violenta. Lo que confirma que el problema no radica en los contenidos, sino en el uso e interpretación que la gente, adultos o infantes sin guía, hacen de ellos, se traten de información verídica, falsa o exageraciones. La noticia me da pie para continuar un texto previo acerca de la estética del horror.

El ahora malhadado juego conocido en algunos países y por algunas generaciones como "avioncito" o "pulpo" o "calamar" o "tejas" ha sufrido una degeneración perversa cuyas causas tendríamos que investigar a fondo y determinar desde cuándo viene ocurriendo. Dudo que los efectos psicosociales de la pandemia sean el único factor explicativo ni creo que los individuos sean tan "débiles mentalmente" como para dejarse influir so pretexto del ocio de manera tan nefanda por un producto cultural como lo es una serie de TV de misterio y horror que se transmite por Netflix con ese título: El Juego del Calamar.

En los tentáculos de la maldad

La serie, como lo indica su síntesis, plantea que "cientos de jugadores cortos de dinero aceptan una extraña invitación a competir en juegos infantiles" tras los que les esperan premios irresistibles, pero "con un riesgo mortal". La serie se instala en la ya muy larga lista de producciones novelísticas, cinematográficas y televisivas que han explorado esta temática, ya sea asociada a juegos clásicos como juegos de factura moderna, incluidos los videojuegos y los juegos en línea. No se diga que es un derrotero al que pertenecen thrillers que abordan tramas de misterio, terror, horror, cine negro, fantasía y ciencia ficción que incluyen alguna forma de diversión transformada en algo siniestro. Se tratan de producciones que abrevan influencia del pulp fiction, el cine gore y variantes de género más extremas. 

Desde una perspectiva semiótica y una visión macluhaniana, el juego, aun cuando hay antecedentes arqueológicos en ruinas romanas y griegas, se cree originado en el Renacimiento y con base en las lecciones de catequesis y moral cristiana agustiniana (en todas las denominaciones católica, ortodoxa y las posteriores del protestantismo) de la Divina Comedia de Dante Alighieri. Es similar en su finalidad pedagógica a juegos de mesa como "Serpientes y Escaleras", la lotería y "El juego de la Oca" —este se asocia con el camino de peregrinación a Santiago de Compostela y las estaciones y pruebas de San Ignacio de Loyola (no se descarta la posible influencia del juego de la pelota china, probablemente introducido por Marco Polo como tantas otras cosas).

Consta de una cruz de uno o dos brazos dibujada en el piso con tiza y dividida en nueve o diez cuadros (hay versiones de doce o trece o incluso con combinaciones de figuras geométricas dispuestas para figurar una columna, un portal, un pulpo o calamar o los rayos emitidos por un sol: triángulo, círculo y ocho rectángulos, por ejemplo), numerados del cero al nueve o del uno al diez. Las variantes figurativas son muchas así como las reglas. Los participantes arrojan una teja, piedra, moneda, guijarro, astilla de palo, bola de papel o libro (el objeto ha de ser relativamente plano, para evitar el rebote) y una vez arrojado, el jugador en turno debe recoger el objeto arrojadizo de su pertenencia andando la cruz a brincos con una pierna, con algunos descansos, siguiendo la secuencia numérica de ida y vuelta, y sin perder el equilibrio, por lo que se lo considera un buen método didáctico para el desarrollo de las habilidades de coordinación psicomotora.. Generalmente se juega con algún tipo de apuesta en dinero o especie y gana quien llega más lejos (el cielo, la gloria) en el lanzamiento y en el recorrido, considerándose "santo y bendito" o acreedor al sambenito, aunque este también tuvo connotaciones peyorativas a causa de los castigos inquisitoriales.


El sambenito era en su origen el saco o talega donde los curas guardaban los óbolos obtenidos de las limosnas de los feligreses penitentes. Derivó en la especie de jubón y gorro frigio estilizado en cono con que luego se vestía a los penitentes contritos expuestos en procesión como ejemplo. Ritual que luego se tomó como parte de las procesiones de Semana Santa donde los lacerantes andan flagelándose de distintas maneras y exhibiendo su devoción penitenciaria para acceder al perdón divino (y social) y por tanto a la gloria y el reconocimiento. 

Es, en cierto modo, una variante de la rayuela como también se lo llama, aunque la rayuela básica solo consiste en "pintar una raya" que significa la norma con la cual se reta a los jugadores a hacer lanzamientos y quien quede más próximo a la raya y sin pasarse o transgredirla gana. A veces la raya se pinta cercana a una pared para permitir el rebote del guijarro como un recurso más o menos tramposo aunque convenido para frenar el trayecto del proyectil. Si se juega con monedas (importando o no la denominación), el ganador se queda con todas las monedas ajenas. Si con "cuentas", con todas ellas a modo de "vales" para intercambio inmediato o posterior, según convengan los participantes.


Hay una variante del juego en que hay tantos jugadores como cuadros en la cruz, los jugadores se numeran y deben, al arrojar su cuenta, atinar al número que les corresponde en la cruz; si el objeto cae en la cruz, pero no en el número respectivo, el procedimiento de recoger es el mismo. Si cae afuera de la cruz (en todas las variantes), el jugador queda eliminado de forma automática.

En suma, es un juego que aporta instrucción en valores, competitividad, capacitación psicomotriz, capacitación en reconocimiento de signos, números y cuentas seriales y de sucesión, y coherencia narrativa basada en objetivos y metas. Es una práctica puericultora, una forma pedagógica y un rito de iniciación.

Entre la ficción y la realidad

La versión que escandaliza hoy, resultante de una propuesta televisiva coreana que se difunde en Netflix estriba en la violencia generada contra los perdedores, los que son, peor que despojados de sus pertenencias, golpeados, vejados hasta morir; y los ganadores tampoco la llevan muy bien que digamos.

Algo similar a lo que ocurre al interior de algunas pandillas juveniles como acto de iniciación. El ejemplo más sonado es el de los Mara Salvatrucha, extendidos entre Nicaragua y Chiapas, aunque ya hay influencias suyas en estados del centro de México; y, dentro EE.UU., en California y algunas ciudades fronterizas. Estos ritos de iniciación violentos no son algo nuevo, sin que decir esto los justifique. Ya desde antiguo y todavía, en algunas culturas se estilaba iniciar a los guerreros en ciernes (púberes y adolescentes) a pasar por determinadas pruebas físicas y psicológicas que implicaban la tolerancia al castigo físico y el dolor ante el sacrificio y el autosacrificio. En cierto modo, es el principio arqueológico de la meritocracia.

Estos ritos de iniciación o paso, como se los conoce en Antropología social, aunque impresionantes, junto con todos los demás juegos son elementos culturales de mucha importancia pedagógica como parte del desarrollo individual y grupal de las sociedades t sus miembros. La modernidad con su carga moral ha incidido en tamizar de distintas maneras, usando la ley o la psicología o la institucionalidad, la brutalidad de algunas de esas prácticas, algunas veces considerando que atentan a los derechos individuales (el caso de las niñas sujetas a ablación en algunas culturas asociadas a extremismos islámicos), aunque por otro lado ha permitido y dado continuidad a otras bajo sensatas justificaciones higiénicas (caso de la circuncisión, por ejemplo).

Esta clase de ritos conllevan múltiples dimensiones interpretativas que pasan por la básica didáctica preparatoria del infante para las exigencias y expectativas de la vida adulta y la sobrevivencia, hasta la promoción vocacional que permite acotar los roles. Se inicia de manera distinta al que va a ascender a chamán que a quien va a ascender a ser madre o guerrero. En el ámbito moderno el paso de la educación secundaria a la profesional no está exenta de estos rituales, entre bromas y protocolos institucionales. Como tampoco lo está el ingreso a una organización donde se obtiene un empleo (lo llamamos capacitación) criminal o legal.


Los ritos de paso implican, por muy escalofriantes que puedan resultar algunos, una pedagogía que asegura al conjunto social que quienes, en su proceso de maduración y adhesión se suman al mismo como entes productivos, confiables han de cumplir a cabalidad con las normas convenidas, de lo contrario serán estigmatizados, discriminados y hasta segregados de la comunidad.

La cultura maltesa de la antigüedad se adelantaba al proceso arrojando al mar a los bebés que presentaban algún defecto congénito si era detectable desde el nacimiento. Ello derivó en la llamada eugenesia. Y no se crea que detrás está un vulgar y siniestro apetito por la perfección, sino más bien uno terrible y necesario para asegurar la adaptación del conjunto por sobre el individuo. Hoy, nos resulta tan valioso el tullido como el entero, ya para bien o mal, aunque al primero lo sigamos viendo con reservas "misericordiosas". El respeto a la vida, entonces, se vuelve un pretexto moralista más que un imperativo ético y establece una estética de doble moral: la estética del horror.

La ficción siniestra, desde siempre y más en la actualidad, ha cumplido en este sentido una función catártica que, teóricamente, contiene los bajos impulsos, el salvajismo inherente al ser humano en tanto bestia y sacia su sed de sangre, de venganza, canaliza la maldad subyacente sin necesidad de llevarla a efecto de manera directa al interior de la comunidad. Por supuesto, la clave está en la palabra "teóricamente". Porque los creadores de tales ficciones o de los rituales de este tipo primero que nada expresan sus emociones y en segundo lugar presentan una plataforma imaginaria en la cual los espectadores pueden proyectar las propias, sean de desaprobación y asco o de excitado solaz y esparcimiento.

La perversión como recuerdo de la finitud

La palabra "perverso" en sí no tiene nada de malo. Etimológicamente solo describe lo que atraviesa la vuelta, lo que va transversal a la curvatura de algo, lo que cruza el giro de algo y las consecuencias de ello. Imaginemos la manzana sobre la cabeza del hijo de Guillermo Tell que es atravesada por una flecha. El hecho de la decisión del flechador de usar a su hijo como base del blanco nos parece "perverso" en tanto torcido, malvado. Pero, esa es una sinécdoque nada más, para extender las consecuencias probables de un acto tan espectacular en lo horroroso como la disposición de Abraham para sacrificar a su hijo Isaac como demostración de su fe en la sublimidad divina, ambos sí perversos en el sentido etimológico como es partir una manzana con una flecha o frenar el giro trágico por instrucción divina. Lo perverso entonces no vale, para nuestra conciencia, como un acto de destreza o de fe, sino como una posibilidad divertida (etimológicamente) de la torpeza, el giro que corta la trama original en el probable desenlace trágico: la flecha atravesando no la manzana sino la cabeza del infante, la mano del padre acuchillando el corazón de su prole y, en ambos ejemplos, la evidencia de su mortalidad y de su fidelidad y confianza. Así, lo perverso se convierte en una metáfora más de tantas del memento mori. Dicho lo anterior, en el parecer de Epicuro, el filósofo griego, o dios no puede evitar la maldad que le es inherente como parte de su dicotomía esencial, por lo que no sería omnipotente; o bien no quiere evitarla, por lo que es perverso en su omisión tangencial.

En las razones por las cuales la serie que da pie a este ensayo conmociona subyace también, y no se puede negar, una intención publicitaria para provocar el consumo de los contenidos y por ende los patrocinios relacionados que la facultan para tener presencia entre nuestras opciones mediáticas. Nada es más atractivo que lo enajenado y lo prohibido, el tabú; y nada vende mejor, por lo que los algoritmos de búsqueda de contenidos como los de YouTube orillan, a querer o no, a que los creadores de contenidos tengan que recurrir a frases, palabras clave, imágenes que liguen sus títulos y producciones con las tendencias más "comerciales" con tal de mantener el rating, conservar su lugar en el ranking de búsqueda y no ser empujados al fondo del historial y por lo tanto al olvido.

Es el caso del video que incluyo enseguida que, aun siendo muy interesante en el análisis médico, no deja de ser una de esas tantas cesiones a lo modal en aras de la popularidad. El canal y sus creadores y administradores no pierden vigencia, pero se ven en riesgo de afectar su credibilidad en tanto profesionales de la medicina y divulgadores.


Por otro lado, dicho video nos presenta una forma distinta de abordar la sublimidad del horror. La medicina en general y la forense en especial, tienen como característica perversa el extrovertir lo que tiene apariencia oscura, horrorosa, penosa como son el dolor, la muerte, la sangre, el cuerpo humano descarnado, los humores fétidos para convertirlos en datos de la sublimidad de la existencia: somos más que meros órganos y fluidos y para entender la vida es necesario comprender la muerte. La pasión científica es una forma más de expresar la estética del horror. Y eso lo supieron retratar creadores como Leonardo DaVinci, Goya, Edgar Alan Poe, Arthur Conan Doyle o más modernamente series como Bones.

Las afirmaciones que rescato de una de tantas referencias que podemos encontrar en la Internet acerca de este tema me parecen particularmente interesantes. Como mencioné líneas arriba los ritos de este tipo, algunos ya aligerados, otros llevados al exceso continúan en la era moderna, si bien hoy la barrera es mucho más difusa y las generaciones jóvenes, por distintos factores permanecen en la casa familiar en edades muy adultas o trabajan por poco dinero, por lo que, aun habiendo pasado el ritual, parecería que lo hubieran ¿fallado? y ello los hace sentirse fuera de lugar y tomar decisiones que a veces derivan en situaciones que se antojan horrendas para su desarrollo individual.

Los derechos y obligaciones que adquirimos en la vida son confusos, y jóvenes que son legalmente maduros imitan rituales de tribus ajenas, tatuándose la piel o mutilándose los cartílagos para introducir piercings. Las drogas también juegan su parte, y uno se siente maduro al tomarlas, como quizá lo hicieran sus antepasados. Los tambores de la música tribal siguen presentes, aunque de forma electrónica. Todas las modas de las tribus urbanas no son novedosas, al contrario: son un retorno a épocas primitivas, aunque la mayor parte de las veces los que las practican no sean conscientes de ello.

Está claro que una sociedad sin ritos de paso necesita otras alternativas para que los jóvenes se conviertan en maduros psicológicamente hablando, porque la madurez sexual llega sola y cada vez antes. Pero si no se puede lograr a través de la independencia económica o familiar, quizá lleguemos a los 30 años y todavía hagamos actividades consideradas infantiles, las que nuestros padres nunca ven con buenos ojos porque ellos las descartaron al pasar por sus ritos. Quizá nunca dejemos de ser niños, quizá nunca seremos únicamente adultos. Y entonces, ¿Qué seremos?

En una época cuando la pandemia por dos años nos ha mantenido encerrados, esa pregunta cobra singular importancia, lo mismo para la juventud como para la vejez. Los ritos de paso han quedado sujetos a la intimidad del hogar donde el círculo social se ve constreñido a la familia inmediata, mientras el resto de la sociedad se halla aislada, distante, dependiente de las tecnologías de comunicación para simular extensivamente el contacto indirecto, cronometrado y sin más consecuencias emocionales, intelectuales que las generadas por la palabra y la imagen. Las series dramáticas, los informativos, los videos educativos, las opiniones grabadas, las gracejadas entretenidas, los memes, están conformando el conjunto informativo y formativo, incluso amorfo y deformante de la sociedad actual, y los ritos de paso no son la excepción, estando, como están, ajustados al imaginario colectivo o, peor, a las propuestas estereotípicas transmitidas por los medios abiertos, cerrados o digitales. Esto confunde en vez de orientar a las nuevas generaciones. O quizás las viejas generaciones somos las que no estamos sabiendo adaptarnos a las exigencias de la circunstancia para hacer las reformas correspondientes.


Se sostiene Bitcoin por arriba de la frontera pronosticada para el cuarto trimestre de 2021


Tal como algunos pronosticamos (me incluyo, sin ser especialista), el Bitcoin alcanzó y rebasó notablemente la frontera de los sesenta mil dólares, una meta que otros consideraban imposible. El año aún no termina y podría continuar su ascenso de manera sorprendente quizás hasta alrededor de los cien mil dólares, aunque algunas previsiones más conservadoras pronostican un crecimiento de ritmo más moderado empero sostenido.

Quizás recordarán los comentarios y publicaciones compartidas especialmente dentro del espacio del grupo público de estos Indicios Metropolitanos en Facebook, quienes estén formando parte del mismo, y aquí acerca del nuevo orden mundial y la portada de la revista The Economist en su número de diciembre de 2020, característica como cada fin de año, por su diseño polémico que sintetiza gráficamente un juego de hipótesis sobre sucesos probables a ocurrir durante el año siguiente. Las interpretaciones de toda índole, entre las sesudas y las conspiranóicas no se hacen esperar.

En esa portada y los comentarios compartidos en Facebook señalé que quienes interpretaban la gráfica de una línea en ascenso como la señal de que habría un mejoramiento de la economía se equivocaban, que más bien apuntaba a indicar el aumento de las deudas, el ascenso de las criptomonedas y el pavimentado del camino hacia la digitalización del dinero, vaya, la colocación de la piedra miliar del dinero y la banca virtuales. Y eso es lo que ha sucedido.

De acuerdo con la síntesis del portal Cryptocompare, en el último mes, el precio se ha movido $ 13.29 k (28.11%) con un volumen total de más de Ƀ 1.02 M / $ 50.02 B. El precio más alto, 62,89 mil dólares, fue el viernes 15 de octubre de 2021 a las 13:00 (hace 2 días). El precio más bajo, $ 39.77 mil, fue el martes 21 de septiembre de 2021 a las 13:00 (hace 26 días).

En el último año, el precio se ha movido $ 49.22 k (434.58%) con un volumen total de más de Ƀ 18.86 M / $ 733.01 B. El precio más alto, 64,86 mil dólares, fue el martes 13 de abril de 2021 a las 19:00 (hace 6 meses). El precio más bajo, $ 11.27 mil, fue el viernes 16 de octubre de 2020 a las 19:00 (hace 1 año).

Es en este mes de octubre cuando la revista The Economist, como otras de su tipo y forma de circulación, comienza a efectuar el esquema de planeación de su número de cierre de año. Igual que pasó con números anteriores, sus pronósticos parece que dieron en el blanco: ganó las elecciones de EE.UU. Joe Biden, lo económico ya lo comentamos y solo habría que agregar que, en efecto, el "reseteo mundial del capitalismo" está a todo lo que da ahogando al mundo en una recesión que, aunada a las consecuencias relacionadas con la pandemia y las decisiones políticas a diestra y siniestra, no auguran una llegara a puerto muy tersa, más si consideramos las crisis derivadas, como la de contenedores para el comercio o los estires y aflojes por dominar la explotación del litio, las energías alternativas, las reservas de carbón y petróleo.

Las tensiones por el control hegemónico entre China y EE.UU. están a la vista, el orden mundial se encamina hacia uno multipolar dominado por China, EE.UU, Rusia y en menor medida por Europa como conjunto donde se disputan el liderazgo Francia y Alemania, por otro lado Reino Unido parece estarse desgajando, y en América Latina la división entre demagogos y demócratas tiene a la región metida en el marasmo de un populismo ramplón donde solo el que tenga más saliva tragará más pinole. La carrera de las vacunas se desenvolvió como se esperaba, como una lucha veladamente encarnizada entre los laboratorios de la mano de los gobiernos.

Los incendios en todo el mundo resultaron preocupantes, tanto por las causas asociadas al cambio climático como por la negligencia humana, asimismo las inundaciones, fenómenos que agravaron la situación económica y sanitaria mundial, dejando al descubierto, junto con el coronavirus, todos los vicios de nuestros sistemas de salud, aquí y allá.

¿Qué vendrá para el 2022? Habrá que esperar la portada de The Economist. Sin embargo, me atrevo a adelantar, por simple observación futurista, que no profética, que la portada podría incluir algún símbolo respecto de los avances tecnológicos en torno a la Inteligencia Artificial, las telecomunicaciones (donde China ya apuesta a la 6G cuando todavía no acaba de darse el salto a la 5G), los metamundos virtuales, los hallazgos de la ciencia, en especial de la astrofísica y quizás las tendencias transhumanistas de las que en 2020 el propio Papa Francisco hizo polémicas aseveraciones con miras al futuro cercano.

No está claro cómo lidiaremos 2022 en lo educativo, dado el rezago de dos años de pandemia y las estimaciones de recuperación económica apuntan a que podría llevarnos hasta cuatro años.

Para México, y tomen nota, supongo que en caso de votar una mayoría de paisanos por la afirmativa de la revocación de mandato, aun no siendo vinculante el porcentaje y una exigua participación ciudadana, AMLO el provocador podría optar por de nuevo saltarse las trancas y, a contrapelo de la ley y la no retroactividad, decir "¡me voy, los mexicanos así lo quieren!", todo para provocar un cisma en el sistema político mexicano y asegurar para la izquierda el 2024. Esa carta divertida y pervertida sería una jugada magistral para ahondar la división entre los mexicanos. ¿Puede ser? ¿Ustedes qué opinan?

¡Ay, hay, literatura mexiquense!

Foto: Diario de Mexico

NO ES FRECUENTE que nos enteremos de presentaciones de libros, talleres literarios, ediciones especiales o promoción literaria en los municipios mexiquenses salvo en ocasiones excepcionales o con impulsos particulares. Porque es endémica la nula promoción de la cultura en éllos (ojo al acento, a ver si alguien se atreve a corregirme) y los presupuestos para su difusión y el apoyo a creadores siempre han sido francamente ridículos.

Creo, eso veremos en una propuesta editorial que se anuncia en la nota que detona este artículo y que, sin afán de demeritar, califico como una especie de patada de ahogado de una literatura que muy pocas veces ha sido reconocida.

La nota arranca describiendo [corrección de estilo mía]:

"Menos bella, más brutal; nueva narrativa mexiquense” describe una ciudad definida por el límite a través de [veinticuatro] voces del conurbado metropolitano. Cada una de ellas expresa su existencia liminal, ofreciendo una peculiar e interesante muestra sobre la nueva narrativa mexiquense. 

“La novedad no está en la edad de los autores, sino en su reciente emergencia en el mundo literario nacional”, apunta su coordinador, el escritor Hugo César Moreno Hernández, autor de [...] de ocho libros de narrativa, el más reciente de ellos: "Pornoteca"(Ediciones Periféricas, 2019).

El Estado de México y Naucalpan —mi terruño por adopción desde los cinco años— ha dado importantes plumas al país, al periodismo, a la literatura, pero pocos han sido debidamente reconocidos, lo que lleva a una lista que a algunos puede antojárseles corta y a otros larga. Y muchas veces en esas listas pues... ni están todos los que somos... La verdad, no sé si sentir vergüenza o regodearme cínicamente en la indiferencia, ese caldo de cultivo en el que muchos de nosotros terminamos sazonando nuestra literatura.

Antes de continuar, ¿quién es Hugo César Moreno Hernández, el coordinador de esta propuesta? Según se asienta en su perfil de LinkedIn es Doctor en Ciencias Sociales y Políticas con experiencia en investigación sobre jóvenes pandilleros. Sus estudios de posgrado los efectuó en la Universidad Iberoamericana, y ha sido Profesor Investigador en el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México. De acuerdo con su ficha académica en la Universidad Salesiana México sus áreas de interés son: la teoría social y política desde las perspectivas de Friedrich Nietzsche, Michel Foucault, Gilles Deleuze, Giorgio Agamben, Roberto Esposito, Zigmunt Bauman, Pierre Bourdieu, Loïc Wacquant, Jacques Rancière; organizaciones sociales informales (ilegales: violencia y criminalización); jóvenes y culturas juveniles (pandillas, grupos culturales, culturas de consumo); jóvenes y sistema educativo; la teoría del capitalismo de consumo; creación literaria y promoción de la cultura, y ha sido candidato al Sistema Nacional de Investigadores (SNI), asimismo profesor adjunto de la Línea Jóvenes y Sociedades Contemporáneas, del Posgrado en Antropología Social en la Escuela Nacional de Antropología e Historia.

En su más reciente artículo académico escrito junto con Maritza Urteaga Castro-Pozo dedicó su atención a tres temas: 1) la discriminación y criminalización de los jóvenes en razón de su apariencia, nivel socioeconómico, sociocutural. 2) El dilema juvenil consecuente del primer punto, el cual los conduce a una victimización que halla formas de expresarse entre la creatividad desesperanzada y la criminalidad desesperada. 3) La violencia estructural envolvente del desarrollo juvenil y asiento de justificaciones de conflicto generacional que deriva en el menosprecio de un sector de la población.

Entre las afirmaciones destacables ahí los autores afirman:

Una sociedad que supone en sus jóvenes futuro y no presente, que proyecta sobre ellos una moratoria social en lo que se refiere a las actividades productivas (la educación antes que el trabajo) y, en consecuencia, les niega espacios de participación donde se aquilaten los saberes construidos en las relaciones horizontales, les impone incapacidad para actuar y convertirse en agentes de cambio. Luego, se establece una desigualdad por razón de la edad y se designa a los jóvenes una posición subalterna, lo que los convierte en sujetos de tutela, sin voz y sin voto [MORENO y URTEAGA, 2020].

Un párrafo interesante que en esencia se antoja contradictorio de las tendencias político electorales que, en cambio, ven de forma utilitaria a la juventud como semillero ideal para germinar promesas vanas de campaña y sumar votos. Pero, también y hay que decirlo por duro que resulte, para conformar la carne de cañón de la delincuencia organizada la que, de igual forma, imbuye a los jóvenes con ideas ancladas en un aspiracionismo torcido, perverso, convirtiéndolos en pasto y víctimas de su ambición. No puede pasarse de lado la realidad ominosa que, en lo laboral y lo existencial, los ha orillado a una actitud indolente bajo el estigma de los "ni-ni" que en parte es reacción y en parte causa de lo mismo que afecta a los jóvenes en tanto grupo social.

Redactor de la revista cultural independiente El Chiquihuite y colaborador de distintos medios culturales impresos, escritor de narrativa y poesía con cinco libros de cuento, tres poemarios, dos novelas autopublicadas mediante Lulu.com, Hugo César Moreno y Urteaga concluyen en su artículo que:

Las juventudes padecen un doble constreñimiento que las vulnera a través de actos de doble vía. Por un lado, son limitadas “por su bien”, para hacerlas vivir, mientras que, por el otro, sus oportunidades para alcanzar una vida digna son limitadas, sus derechos son violentados y sus voces son eliminadas del tablero de las decisiones políticas, en cuanto pertenecen a una clase, raza-etnia, género o cultura juvenil [ibid.].

¿Me están hablando los autores de un México anclado en los años cincuenta o del de ayer mismo?

En tanto escritor y narrador que soy, aun a pesar de lo que comparto y publico en estos Indicios Metropolitanos y mis blogs y vlog que los sustentan, me parece que, como siempre, cada cual narra las cosas según le va en la feria y el color del cristal con que mira, creatividad, habilidades, traumas, experiencias, conocimientos y compromisos aparte.

Sí, no niego que Naucalpan, mi casa, se ha vuelto una ciudad complicada con el paso del tiempo, el crecimiento desmedido y desordenado, y que los jóvenes naucalpenses han experimentado en diversa medida lo anotado por Moreno y Urteaga. Pero, eso ha sido así siempre incluso desde la historia colonial, en México y en muchos lugares, sin que esto suene a burda justificación, y ya lo asentaba la antropóloga Margaret Mead. Por supuesto que al aumentar la población y modificarse la dinámica social e intergeneracional, y gracias a las nuevas tecnologías de comunicación, las cosas, los sucesos se acentúan por verlos más cotidianos y frecuentes en dimensiones distintas que antes.

Sí, no niego que la invasión del narcotráfico se ha cebado sobre nosotros haciendo del municipio un territorio en disputa con todas las consecuencias que acarrea; y que los feminicidios (homicidios perpetrados sobre mujeres bajo la presunción de un motivo de sexo, que no de género, precisemos, como si no ocurriera también del otro lado) son más notorios y lacerantes en la percepción moderna que nos acusa.

Los mexicanos tenemos la tendencia a hacernos la víctima por razones heredadas. Los tlaxcaltecas culpaban a los aztecas de sus desgracias, estos y sus descendientes achacaron a la conquista su descrédito, derrota y difuminación. La izquierda se ha sentido ninguneada por la derecha y hasta el gobierno actual goza con masoquismo irresoluto echando sal cada mañana en las heridas del pueblo bueno para causar el escozor suficiente que mueva a lamento, iracundia y reconcomio.

El etcétera podemos hacerlo tan largo, penoso, oscuro, horrible como queramos. Pero, que me perdonen esos otros narradores noveles o las visiones optimistas, oficiosas de los "cronistas" municipales: ni Naucalpan es el infierno en la Tierra ni sus habitantes blancas palomas. Naucalpan —como todo México— es lo que es por causa nuestra, de quienes lo hemos —cacofonías a lugar— construido, caminado, poblado, industrializado, ensuciado, omitido, corrompido. Lo brutal que átestiguamos como narradores, antes tenemos que aceptarlo y asumirlo en lo que de propio nos autodefine. Eso no significa tampoco que cedamos a visiones adulteradas, edulcorantes o de un optimismo miope sobre lo que nos mueve en el alma ni inclinarnos, por contra, en actitud agraviada, pesimista sobre la tumba de nuestros pecados compartidos.

¿Menos bella! ¡Naucalpan nunca ha sido bella! Que tenga algunos puntos, sitios destacables por su valor histórico, arquitectónico, artístico o natural es otra cosa. ¡Que puede mejorarse, sin duda! En los sesentas y setentas del siglo pasado se trató de hacerla atractiva para los industriales y los inmobiliarios y comerciantes y estos solo continuaron deteriorando lo que de por sí era un atascadero. El centro de Naucalpan siempre ha sido conflictivo, sucio, un desmadre. Alcalde que llega quiere poner orden y acaba poniendo las cuatro casas de cabeza ya sea por falta de recursos, valemadrismo reaccionario de la gente, o por exceso y mala administración de los mismos, por ceder al peculado o hacerse de la vista gorda estirando la mano a los intereses creados.

¡Ah! Que el adjetivo no se refiere al lugar sino a la narrativa, que es menos bella y más brutal. Sí, es muy posible, pero no tanto por el espíritu que pudiera animarla en tanto registro de los hechos, las fantasías, las interpretaciones que de la realidad podemos hacer los que nos lanzamos al ruedo de la literatura, sino también por la impericia que podemos ver cada vez más en muchos de los miembros de las nuevas generaciones de naucalpenses, y lo digo con tristeza y conocimiento de causa por los años dedicados a la academia y no nada más a escribir. Me pregunto cuánto de lo revisado por Moreno y Urteaga, y que seguro motivó al primero a promover en justicia (o como experimento social, editorial y literario reivindicatorio) a los veinticuatro autores referidos en la nota subyacente, cuánto de ello es producto también de una construcción estereotípica distorsionada. No obstante, también existe una estética de lo horrendo y hasta en las "garrapatas" podemos encontrar un dejo de poesía; y eso es lo que vale.

Referencias

MORENO H., Hugo César y URTEAGA Castro Pozo, Maritza. "Jóvenes mexicanos: violencias estructurales y criminalización", publicado en Revista de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes, Colombia, Núm. 73, 1 de julio de 2020. Fecha de consulta: 30 de septiembre de 2021, desde Jóvenes mexicanos: violencias estructurales y criminalización (openedition.org)