El desempleo del título revisitado o Si yo fuera candidato...


LEO UNA REFLEXIÓN publicada por una amistad en el grupo de Indicios Metropolitanos en Facebook acerca de la aparente necesidad de contar en el gobierno con gobernantes y funcionarios académicamente preparados. Esta reflexión, este buen deseo, me lleva a considerar la posibilidad de alzar la mano como candidato independiente ya que no comulgo con los procedimientos más que con las ideologías de los partidos existentes. Es una idea que ha pasado por mi mente en varias ocasiones. Sin embargo, me detiene una máxima que dice: "quien esté libre de ambiciones, grite primero ¡aquí 'toy!". Aunque la ostentación de un título universitario no garantiza que un funcionario público sea competente y honesto, es innegable que la educación, la capacitación y la experiencia influyen en la conformación de la inteligencia y la personalidad.

La inteligencia no se limita a los estudios o a la genética, sino que es una herramienta adaptativa del ser humano frente a su entorno. Todos poseemos inteligencia, y aunque su tipo y calidad pueden variar a lo largo de nuestra vida, la instrucción y la educación juegan un papel importante en su desarrollo. No obstante, la inteligencia no se define solo por los conocimientos académicos, sino también por el sentido común, la sensibilidad y la amplitud de criterio.

En la política mexicana, hemos visto candidatos y funcionarios con títulos universitarios destacados que han defraudado la confianza de la sociedad. La honestidad y la valentía no se adquieren a través de un título, sino que provienen de los valores personales y los buenos propósitos.

Resulta fascinante cómo, en ocasiones, se subestima la importancia de la honestidad y la valentía en la gestión política. Quizás deberíamos dejar de lado los títulos académicos y enfocarnos únicamente en la lealtad ciega, porque, como todos sabemos, la lealtad es el único requisito indispensable para gobernar con éxito. Al menos eso dice el presidente Andrés Manuel López Obrador. ¡Qué maravillosa sería una sociedad dirigida por personas ciegamente leales, sin importar su falta de conocimientos y experiencia!

En la esfera política, a menudo se escucha que la honestidad y la valentía son virtudes fundamentales para quienes ejercen cargos de liderazgo. Sin embargo, resulta irónico que, en ocasiones, estas cualidades parezcan menospreciarse en comparación con otros aspectos. Por ejemplo, Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, ha expresado públicamente que prefiere la lealtad y honestidad de sus subalternos antes que su experiencia y conocimientos. Esta afirmación contradice la idea de que la honestidad y la valentía no se adquieren a través de un título académico, sino a través de la integridad y el coraje personal. Es evidente que existe un despropósito en menospreciar a las clases medias y a aquellos que aspiran a un mejor futuro para sí mismos y sus familias.

Sin embargo, mientras el sistema político mexicano siga centrado en el partidismo y los partidos políticos funcionen como clubes exclusivos, donde los ciudadanos son vistos como meros votantes y no como individuos con derechos y necesidades, difícilmente veremos un cambio real. Es necesario que se promueva una cultura política que valore la participación ciudadana y que los candidatos independientes, incluso los no registrados por el sistema pero sí por el ánimo popular tengan un espacio legítimo para postularse y ser reconocidos por la sociedad.

La transparencia también es fundamental en los candidatos y funcionarios, y es necesario que todos ellos presenten con claridad su declaración patrimonial y de intereses. Pero, ¿qué tanto es tantititito?

Imaginemos un municipio como Naucalpan o incluso todo México gobernado por un robot con inteligencia artificial. Si bien, hablando de inteligencia, puede parecer una solución ideal para evitar la corrupción y el nepotismo, también es importante recordar que la tecnología no reemplaza la necesidad de liderazgo humano, empatía y capacidad de comprender y resolver los problemas de la sociedad.

En conclusión, la psicología y la sociología de los grupos nos enseñan que la aceptación y el respaldo de la comunidad son fundamentales. Ser un buen candidato independiente requiere más que solo tener una personalidad fuerte y un sentido común. Lograr un gobierno honesto, transparente, sano pasa por la necesidad de contar con el apoyo y el reconocimiento de los conciudadanos a los que se pretende representar, es decir no solo ser legalmente constituido sino soportado por una legitimidad más que suficiente. Alzar la mano como candidato puede ser tentador, pero no garantiza que el grupo esté de acuerdo en ser representado por esa persona.

Si yo fuera candidato, mi única promesa de campaña sería que jamás prometeré prometer lo falso, lo imposible, lo popular con tal de detentar el poder.


Un par de cuentos pa'l que trague más pinole

Foto: Sergio Vázquez / La Prensa

ERA DE LA OPINIÓN… de que, como dice el refrán, quien tiene más saliva traga más pinole. Pero parece que el Presidente Andrés Manuel López Obrador, como buen tabasqueño aficionado a esa bebida refrescante y energética que es el pozol, hasta se le atragantan los hielos como las palabras que salen de su boca.

Lo anterior lo acoto luego de que, como parte de los escarceos que ha sostenido el mandatario con la presidenta de la Suprema Corte de Justicia, la ministra Norma Piña, un conjunto de la ciudadanía se volcó con manifestaciones variopintas clamando "La Corte no se Toca" y en redes sociales se ha viralizado el extracto de video de cuando el hoy presidente recibió en la Corte su constancia de legitimidad tras haber obtenido el triunfo en las elecciones de dos mil dieciocho. En esa ocasión y como parte de su discurso, Andrés Manuel López Obrador aseveró palabras más o menos que, en apego al respeto interinstitucional de los poderes de la nación, no sería un entrometido en los asuntos del Poder Judicial, cosa que en la práctica y sobre todo a poco más de un año de estar próximo el final de su mandato, no ha cumplido a cabalidad lanzando contra jueces, magistrados y ministros, como antes contra medios, nosotros los periodistas, abogados, empresarios y etcétera, una andanada inmisericorde de diatribas, máxime cuando las cosas no salen como a él se le antojan, como si los demás fueran los culpables de su estupidez e ineptitud como gobernante.

Algunos tijeretazos al estilo Corte Inglés

La Constitución no es ningún traje a la medida. Constantemente requiere ajustes y de ahí la justificación de las reformas incesantes que parece definir el papel del Poder Legislativo, como si los legisladores, en vez de representar los intereses de las mayorías y de las minorías por igual, fueran una suerte de sastrecillos valientes.

Es una falacia en el discurso y en los hechos esa propuesta retórica de "La Corte no se toca". Pero tampoco nos vayamos con la finta y veamos a los legisladores de tal modo, pues si la moraleja del cuento de los hermanos Grimm inculca que el ingenio puede ser más poderoso que la mayor de las fuerzas, por otro lado también enseña de manera indirecta lo importante que es la autoconfianza, al caso que nos ocupa tanto de la oposición como del pueblo. Ya que de no ser por lo mucho que el propio sastrecillo cree en sí mismo —y aquí me refiero al grupo de sastrecillos que conforman la bancada morenista que se ha mostrado muy envalentonada—, no hubiese sido nunca capaz de realizar las hazañas que logró.

¡Por supuesto que al "gigante" de la Corte debe tocársele! Igual que al gigante autócrata que hoy nos gobierna, triste es decirlo pero es verdad, legítimamente. Un gigante con ínfulas de caudillo mesiánico tentado a revivir las viejas usanzas del presidencialismo imperial —para citar a Enrique Krauze, hoy vapuleado por los esbirros que componen la actual intelectualidad orgánica de turno.

No por defender la institucionalidad de un poder componente de nuestra República hemos de pasar por alto una dolorosa y grave realidad. Me refiero al hecho indubitable y multifactorial de la corrupción en el poder judicial, en todos los niveles, de varias maneras, y que hemos padecido todos los mexicanos en mayor o menor medida. Corrupción dada en la impartición de justicia además coludida por la existente en la procuración de justicia dependiente del ejecutivo, y amparada en la perversa interpretación de las leyes de la mano de la ineptitud o la socarronería de abogados, asimismo de la ignorancia y analfabetismo legal del grueso de la población, por no mencionar la artera voluntariedad del gobernante en turno en cualquier nivel, del municipal al federal. ¿O no ha utilizado el propio AMLO los argumentos judiciales para pararse el cuello cuando las sentencias salen a su favor? Y, cuando fue Jefe de Gobierno en la Ciudad de México, ¿no dio trazas de ser un un atrabiliario capaz de saltarse leyes y sentencias? Ahí están los ejemplos de la construcción de los segundos pisos y más recientemente la arbitraria manera de expropiar las vías de Ferrosur, que podría ser un acto justificado pero en la práctica mostró la calaña de presidente que elegimos, para el que sus dichos lo definen de pies a cabeza cuando ha expresado con exabruptos: "A mí no me vengan con que la ley es la ley", o "Quien no está conmigo está contra el movimiento".

En esta sastrería, para muestra basta un botón

Ministerios públicos, jueces, magistrados y ministros tanto como los legisladores y los funcionarios dependientes del poder ejecutivo hoy deben ceñirse, entre otras, a una ley de salarios máximos que está mal redactada y en el texto falla a su espíritu desde el momento que toma como cota superior el sueldo de una función como la del Presidente del Ejecutivo, cuando en realidad la cota tendría que ser pareja como techo igualando el sueldo de los presidentes de los tres poderes y de ahí, hacia abajo, disminuir proporcionalmente los emolumentos.

Hoy, ese hueco en la ley es uno de los factores interpretativos para que por un lado los consejeros del INE y por otro los ministros devengaran y devenguen más que el Presidente del Ejecutivo. El alegato es atendible, razonable, aunque se preste también a triquiñuelas políticas por parte de los partidos.

Yendo más allá, esa ley de salarios máximos, como propuse hace años, justo cuando estaba por crearse dicha ley, tendría ya que hacerse extensible al resto de los mexicanos para impedir la concentración de la riqueza en unas pocas manos y propiciar una mejor distribución de la riqueza en general, así en el gobierno como en la empresa privada. Ningún empresario, ninguna celebridad del medio del espectáculo o los deportes, por ejemplo, tendría por qué obtener como salario más que las cabezas de los poderes estatales, aquí o en China, aunque la dinámica económico-financiera sea distinta. Eso lo expliqué en un conjunto de textos de mi autoría en mi blog añales atrás: 

Entonces, para terminar. la SCJN está tan sujeta a revisión y reformas constitucionales como cualquiera de los otros poderes e instituciones gubernamentales. Toda ley es perfectible y la división de poderes no significa que no puedan incidir unos sobre otros en una constante labor de equilibrio, por supuesto sin que ello signifique la violación de las atribuciones respectivas. Si a la Corte la imaginamos intocable, es tanto como prohijar los abusos desde las existente lagunas constitucionales.

El verdadero problema no estriba en la crítica dizque injerencista que AMLO ha hecho sobre la Corte u otras instituciones autónomas como el INE o el INAI, sino en el tono y la dudosa intencionalidad de sus querellas y diatribas a las que, como si también hubiera salido de un cuento, personajes como la ministra Norma Piña han salido al paso como Juan Sin Miedo.

Voto Ciego. Un ejercicio interesante.

Fuente: Voto Ciego

RECIENTEMENTE recibí una invitación a participar en un ejercicio interesante creado por la colega periodista Pamela Cerdeira del colectivo periodístico femenino Opinión 51. El ejercicio llamado Voto Ciego tiene como finalidad la promoción del voto informado a partir de las propuestas de campaña de las candidatas al gobierno mexiquense, Alejandra Del Moral (alianza Va por México formada por PRI-PAn-PRD) y DelfIna Gómez Álvarez (Morena-PT-PVEM).

La idea es que se emita la preferencia por las propuestas, sin asociarlas con los candidatos o el partido o alianza y de esa manera, tras el resultado, el votante puede darse cuenta de cuál es su inclinación aparente. Incluso puede verse sorprendido porque aun pensando en una candidata o partido de su elección basada solo en las propuestas podría verse inclinada hacia el contrario.

Más de una vez, en más de una elección, muchos hemos insistido a los votantes en la importancia de no dejarse llevar solo por la apariencia del candidato o la marca partidista que lo soporta, que lo preferible son las ideas, aunque es sabido que ya sobre la marcha solo quedan como promesas huecas. E igualmente hemos insistido que las opciones legales para la emisión del sufragio efectivo no nada más abarcan la posibilidad de inclinarse por un candidato, partido o alianza, sino dejan abiertas las posibilidades (aunque todavía como meros datos estadísticos sin efecto directo sobre la decisión, cosa que falta reglamentar en la ley) de anular el voto, votar en blanco anotando un partido o candidato no registrado en la boleta, e incluso la abstención misma, todas las anteriores formas de expresar la voluntad democrática ciudadana.

El conocimiento previo de las propuestas puede ser un factor determinante al momento de inclinar la balanza electoral, pero no es el único. Este ejercicio o experimento nos permite centrarnos en lo teóricamente importante sacando del panorama otros elementos que pueden abonar a la disonancia cognoscitiva en el elector, es decir generar ruido al momento de optar. Cerrando las opciones a solo las propuestas de los candidatos, este experimento fuerza al elector a estar, como dice la canción infantil, o con melón o con sandía, y no dudar en la posibilidad marginal de "la vieja del otro día" inclinándose por una anulación si no se siente convencido por ninguna propuesta, o simplemente por sacarle la vuelta a la responsabilidad y el riesgo de votar por la propuesta menos viable, o más torpe o absurda.

Como explica Cerdeira en el sitio de Voto Ciego [corrección de estilo mía, para evitar la innecesaria corrección política que deriva en incorrecciones gramaticales]:

[…] en [… dos mil dieciocho] inició Voto Ciego para poder conocer y comparar las propuestas de los [candidatos] a la presidencia.

En aquel entonces[,] la parte tecnológica corrió a cargo de Gerardo Saucedo y dos de sus alumnos. Pocos años después[,] intentamos replicar el ejercicio para elecciones estatales pero encontramos con tristeza que no había muchas propuestas. Este año, y en preparación para la elección [de dos mil veinticuatro,] presentamos Voto Ciego con las candidatas al gobierno del Estado de México. Votar solo por las propuestas nos permite conocer qué ofrecen las candidatas sin los sesgos que generan sus partidos.

Diferenciar […] una propuesta […] de un buen deseo […] es uno de los ejercicios más importantes en la elaboración de este sitio, por ejemplo, si un candidato propone "acabar con la impunidad", pero no dice cómo, es solo un buen deseo.

Nuevo dilema paradigmático: votar o votar

El experimento de voto ciego, también conocido como "evaluación ciega" o "revisión ciega", se utiliza en diversos campos para evitar el sesgo y la influencia de factores irrelevantes en la evaluación de un trabajo o propuesta, tales como la apariencia del candidato o la duda que inciden en la indecisión. El experimento busca forzar al elector a optar de forma cerrada por una y solo una de las opciones básicas presentadas aleatoriamente. Al eliminar los factores distrayentes ayuda a comprender de manera ajustada las tendencias preferenciales. Algunos ejemplos de resultados del experimento de voto ciego en diferentes contextos son estos:

  1. Publicaciones científicas: En un estudio de la Universidad de California en Berkeley, se utilizó el voto ciego para evaluar artículos científicos enviados a una revista académica. Los revisores no conocían la identidad de los autores de los trabajos y evaluaron los artículos solo por su calidad científica. Como resultado, se encontró que los artículos escritos por mujeres y minorías étnicas recibieron calificaciones más altas que cuando los revisores conocían su identidad.
  2. Audiciones de música: En una audición a ciegas realizada por la Orquesta Filarmónica de Berlín en la década de mil novecientos cincuenta, se pidió a los músicos que audicionaran detrás de una cortina para que los jueces no pudieran ver su apariencia física ni su género. Como resultado, se seleccionaron más mujeres músicas y se amplió la diversidad de género en la orquesta (el mismo método es el que hoy es empleado por el reality show "La Voz").
  3. Selección de candidatos políticos: En algunas elecciones, los votantes pueden emitir su voto sin conocer la identidad del candidato. Por ejemplo, en las elecciones de la Junta Escolar de Minneapolis, los votantes reciben una boleta con solo los nombres de los candidatos, sin información adicional como su género o afiliación política.
  4. Selección de jurados: En algunos sistemas judiciales, el voto ciego se utiliza para seleccionar a los miembros del jurado. Los miembros del jurado no conocen la identidad de las partes involucradas en el caso y se les evalúa únicamente por su capacidad para ser imparciales y justos en su decisión.
  5. Evaluación de proyectos de arte: En algunos concursos de arte, se utiliza la revisión ciega para evaluar las propuestas de los artistas. Los jueces no conocen la identidad del artista y evalúan las obras solo por su calidad artística y su ajuste a los criterios del concurso. Como resultado, se ha descubierto que los artistas mujeres y minorías étnicas son seleccionados con mayor frecuencia que cuando los revisores conocen su identidad.

El experimento de voto ciego se ha realizado en diferentes ocasiones y en diferentes contextos. El concepto de voto ciego se refiere a un método en el cual los votantes no conocen la identidad de los candidatos, con el objetivo de minimizar la influencia de factores no relevantes para la elección. En otras palabras, confronta al votante con un dilema cerrado y no abierto, es decir, a votar o votar, en vez de votar o no votar. Por una parte puede pensarse como una forma de manipulación del voto al concentrar la atención del elector en las opciones concretas y coartando su libertad para elegir entre opciones dadas sin alternativas quizá vagas como la posibilidad de anulación del voto por motivos de inconformidad, ignorancia o evasión. Pero también puede ser visto como un método para promover el involucramiento a partir de conocer los fundamentos detrás de las opciones a elegir, o simplemente la simpatía por las opciones mostradas por sí mismas. Por supuesto puede ocurrir que ninguna de las opciones presentadas convenza al votante, pero este, forzado a elegir de entre ellas una, o toma como punto de partida de su decisión el conocimiento previo, el sentido común, la lógica de las premisas propuestas, la forma, las consecuencias deducidas o determinados presupuestos. Y claro, ello no obsta tampoco ni garantiza que al final los resultados pudieren ser satisfactorios para el elector.

Una variante de este experimento se llevó a cabo en dos mil nueve en el Reino Unido, en una competencia de oratoria organizada por la Sociedad de Debates de Oxford. En esa competencia, los jueces evaluaron las presentaciones de los oradores detrás de una cortina, de manera que no pudieran verlos y se enfocaran únicamente en la calidad de los discursos.

Otro ejemplo es el experimento realizado por la organización Democracy Fund Voice en las elecciones primarias de Virginia, Estados Unidos, en dos mil diecisiete. En ese caso, los votantes participantes fueron asignados aleatoriamente a uno de tres grupos: uno que votó normalmente, otro que votó con información adicional sobre los candidatos, y un tercer grupo que votó sin conocer la identidad de los candidatos.

Voto ciego en Estado de México

El ejercicio hecho ahora por Opinión 51 para las elecciones de gobernador del Estado de México de dos mil veintitrés es interesante por varias razones. Si por un lado y personalmente, al hacerlo, me sentí forzado a votar por propuestas bajo un criterio de "la menos mala" y me faltaron las opciones electorales contempladas en la ley del voto nulo y el voto blanco, que a veces se antoja más anular que votar por una propuesta infundada de un candidato u otro, por otro lado me puso delante una metodología que varios han estado tratando de implementar en México, la de la segunda vuelta.

La segunda vuelta sería muy sana en nuestro sistema político, pues mientras en el arranque de las elecciones podría darse la posibilidad de la anulación cerrando el camino a los menos votados, en la segunda vuelta ya todos los electores tendríamos que estar forzados a decidir de manera franca por los punteros y determinar el grado de libertad del voto informado frente al voto solo reaccionario.

A quienes estamos más o menos enterados nos queda relativamente claro que las candidatas mexiquenses Alejandra del Moral y Delfina Gómez en realidad no tienen mucho para donde hacerse. Sus promesas de campaña entonces solo varían en redacción, intención, alcance, proyección y posibilidad de desarrollo. Todas apelan en su forma y en su fondo a algún modo de populismo más o menos evidente, y todas, para no variar, no son soportadas por una explicación acerca de las maneras de conseguir las metas propuestas, las que no por fuerza se han trazado de veras atendiendo a necesidades reales. Entonces, cabe la pregunta, ¿qué es mejor, votar por una plataforma de promesas, propuestas, sugerencias, ideas, aunque luego pudieren ser irrealizables independientemente del candidato; o votar por la persona que promete realizarlas, aunque tenga mucha o poca cola que le pisen?

En mi caso, forzado a pensar en esas únicas candidatas, mi predilección me llevó a responder con una idea en mente: no quiero a Delfina gobernando Edomex, pero Del Moral no acaba de convencerme. Entre dos sopas me incliné por la segunda. Pero, ¡oh, sorpresa!, votando por las propuestas descubrí en los resultados que mi inclinación se hallaba más cargada hacia Morena, aun pensando en la alianza Va por México.

Resultados de los votos emitidos ciegamente por el autor del blog.

Ahora yo los invito a ustedes a hacer el ejercicio y sorprenderse de la tendencia de su voto, del conocimiento que tienen o carecen acerca de las propuestas de aquella candidata o partido por quien sienten simpatía. E invito también, y sobre todo a los candidatos y los partidos que representan, a reflexionar con miras a debates y campañas, pues afinar plataformas, presentar propuestas realistas y alcanzables, evitar promesas vanas permitirá a ellos hacer propaganda más efectiva, eficiente y eficaz, motivando a la acción, sin caer campañas sucias o negras que deberían quedar en un segundo plano, y nos permitiría a los electores juzgar de manera más sensata el proyecto de municipio, estado o país que se nos propone construir y desarrollar en conjunto.

Por supuesto, hacer el ejercicio también podrá ser tomado por muchos como una suerte de entrenamiento torcido para, llegado el momento de los comicios, el criterio del votante se vea formado o deformado, y no precisamente informado. Es decir, por ejemplo, si en el experimento descubro que pensando en B voté por A mayormente, eso puede incidir en que me empape de las propuestas de B o simplemente, sin abundar, refuerce mi actitud hacia mi candidata predilecta y mi repulsión hacia la competidora contraria. Pero también puede suceder que, al hallar y descubrir que mis respuestas me inclinaron hacia la candidata que naturalmente repelo, pueda reconsiderar en función de la aparente sensatez de las mismas y por tanto sentirme inclinado a modificar mi intención de voto.

En fin. en dos mil dieciocho, para la elección presidencial quedó de manifiesto aquello de que, en la tierra de los ciegos, el tuerto es rey. Así llegó Andrés Manuel López Obrador, presidente de todos nosotros los mexicanos, lo hayamos votado o no en conciencia. Pues es la oportunidad de darnos cuenta cuán ciegos podemos estar para las elecciones venideras.

Para practicar el voto ciego has clic AQUÍ.