Oración dubitativa

En mi soledad te descubro, pero en tu compañía no te hallo. Ciego ante la enternidad, apenas distingo tu palabra en tus actos y hechos de la naturaleza. Agobiado por las obras de los otros hombres y por las propias, ya no sé hacia dónde me orientan tus designios.
Deambulo por la vida sujeto a un deseo, impulsado por un deber, ejercitando un poder. ¿Tal vez debería liberarme del deseo y sujetarme a la posibilidad? Tal vez. Y, mira, de nuevo la duda. Bendita sea. Maldita sea. Maldita cuando rompe mi entendimiento. Bendita cuando me indica los caminos de la luz.
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