¡Pero qué necesidad!

agosto 24, 2016 Santoñito Anacoreta 0 Comments

Foto: Archivo VETA Creativa
SIN DUDA LA CELERIDAD con que en ocasiones pueden trabajar las dependencias de Servicios Públicos y Obras Públicas de Naucalpan, como de otros municipios en el país, puede ser pasmosa. Y así quedó demostrado la noche que transcurrió entre el momento de mi publicación intitulada “¡Para eso me gustaban!” y el día siguiente, cuando los baches reportados en ese texto al fin fueron cubiertos con asfalto luego de días de no ser atendidos (ojalá dure el gusto).

El gobierno de Naucalpan tiene una excusa para su morosidad en la programación de los servicios y las obras públicas: el presupuesto está de “cuenta chiles”, no hay dinero suficiente a consecuencia de las deudas heredadas más las adquiridas en fechas más cercanas.

Aquí, en Indicios Metropolitanos lo dije, no una vez sino varias, que el gobierno de Edgar Olvera tendría, como tiene, poco margen de maniobra; y así ha sido. No obstante, ahí va, caminando, resolviendo problemas —no siempre de la mejor manera—, tratando de satisfacer las necesidades y demandas de su población gobernada.

Tapar el par de baches motivo del reportaje anterior en cosa de una noche habla tanto muy bien como muy mal del gobierno. La conclusión no puede ser solo en el lado positivo. ¡Qué bien! que se eliminó el peligro para conductores de vehículos y transeúntes. ¡Qué mal! que haya sucedido casi de inmediato de un jalón de oreja, de donde quiera que haya provenido.


Por su parte, los ciudadanos, incluso el delegado y los policías, involucrados, tuvieron y tienen su propia y respetable excusa: si el gobierno no actúa, nosotros lo hacemos; sea de manera formal o informal. Lo que cuenta es la intención.

Se cometió sin duda un error: utilizar un vehículo oficial como lo es una patrulla para una función que no es la especificada por ley, para cargar costales con cascajo, en vez de emplear un transporte particular y eximir a los policías de la responsabilidad de incurrir en una falta administrativa. Así, lo que era una noble causa se ensució por una torpeza en el proceder que pudo haber costado incluso la libertad a los policías que, cumpliendo además con el afán tras la política gubernamental de trabar proximidad con la ciudadanía con el fin de mejorar la imagen y la relación, por hacer un bien pasaron por encima de la ley que los obliga y para la que no hay excepciones.

Nadie fue castigado. El “incidente” no pasó de una llamada de atención a los actores. Y eso estuvo bien. Hoy los policías tienen la instrucción de tener cuidado y no prestarse a situaciones anómalas, sin que por ello deje de prestarse auxilio a la ciudadanía en lo necesario en un ánimo constructivo de cooperación, que fue el espíritu que prevaleció en el hecho básico. Las intenciones cuentan, pero no tanto más que las formas.

Policía montada, luminarias, podas en La Florida
Fotos: Archivo VETA Creativa
¡Qué bien! que no trascendió a mayores consecuencias como el arresto de personal valioso. No era —hablando de intenciones— el propósito de este espacio incidir de manera negativa, provocar un mal a quienes, en su noble ingenuidad o desconocimiento o bonhomía actuaron de buena fe. En todo caso, el propósito era —y se consiguió, de la mano de las gestiones respectivas de los personajes pertinentes— llamar la atención sobre el hecho, las necesidades, los dichos.

Las virulentas aunque comprensibles reacciones de propios y extraños a lo escrito en estos Indicios Metropolitanos pusieron en evidencia dos cosas: 1) la contradictoria doble moral —que no ética— de muchos ciudadanos que están dispuestos a perdonar, omitir incluso, la violación de las formas en que queremos que se base un Estado de Derecho con tal de justificar la falta so pretexto del bien común, cuando esos mismos ciudadanos no toleran que, bajo el mismo argumento, otros y el gobierno incluido pretendan aplicar la ley. O sea, ¿queremos un Estado de Derecho a modo, donde las leyes se apliquen a discreción y contentillo de uno o varios? Seguro no faltará el cínico que exclame ¡eso ya sucede! Entonces, ¿cambiamos o no? Ora sí que, lo que no es parejo, es chipotudo.

Aplaudo sin reparo los logros que se han venido evidenciando en mi fraccionamiento La Florida, mi casa, gracias a las gestiones del delegado y COPACI y vecinos comprometidos. Podas, rehabilitación de espacios; reparación, reposición y renovación de luminarias, cámaras de vigilancia y estrategias preventivas del delito entre otros temas van por buen camino y eso nadie puede ni debe escatimarlo. Y lo reitero ahora como lo he señalado en otros artículos anteriores, aun cuando no faltan los que, con una miope o deficiente capacidad de lectura de comprensión han pasado por alto el dato.

"Jueves culturales" de la asociación Colonos de La Florida, aspectos de la restauración
de las instalaciones a cargo del Arq. Cuauhtémoc Rodríguez
presidente de Fomento Cultural Torres de Satélite.
Fotos: VETA Creativa y Colonos de La Florida
En la misma canasta de los logros he metido, aun a pesar de contraposiciones ideológicas e idiosincráticas y de carácter entre vecinos, lo que se ha hecho desde la reactivada asociación Colonos de La Florida presidida por la Dra. María de Lourdes Fromow. Los “Jueves Culturales” han abierto un espacio para la convivencia y la integración que había quedado en el olvido. De la participación en ese programa cultural del Arq. Cuauhtémoc Rodríguez para exponer a la concurrencia la importancia, el valor y el estado actual de Las Torres de Satélite, surgió una forma de colaboración que incidió en que pudieran restaurarse las instalaciones de la asociación que hacían literalmente agua, como también reporté aquí.

También no faltan quienes le restan importancia a esto y es verdad que la impericia de la mesa directiva actual puede y ha podido cometer errores que derivan en irregularidades legales —quiero pensar que sin dolo e impulsadas, como el otro caso, por las buenas intenciones— a la luz de los estatutos, como ocurrió en la más reciente “asamblea informativa” celebrada el 6 de agosto de 2016.

Las reacciones al anterior artículo, como decía, por un momento me hicieron sentir como si fuese aquel gran humanista Elio Antonio de Nebrija quien hubo de vérselas con la Inquisición por sus observaciones sobre la gramática de las traducciones bíblicas y en su Apología escribió:
Si me acomodara a la actitud de mis amigos y empleara mis vigilias en las fábulas y ficciones de los poetas, si me dedicara a escribir historias y, como dice el poeta, todo lo viera de color de rosas, me querrían bien, me alabarían, me darían mil parabienes. Pero como […] investigo en la tierra aquellas cosas cuyo conocimiento persevera en el cielo, me llaman temerario, sacrílego y falsario y no falta nada para que […] me hagan comparecer ante los jueces cargado de cadenas […]. ¿Qué hacer en un país donde se premia a los que corrompen las Sagradas Escrituras y, al contrario, los que corrigen lo defectuoso, restituyen lo falsificado y enmiendan lo falso y erróneo se ven infamados y anatemizados y aun condenados a muerte indigna si defienden su manera de pensar? ¿He de decir a la fuerza que no sé lo que es? ¿Qué esclavitud o qué poder es este tan despótico? [cit. (PÉREZ, 2014); cf. (NEBRIJA, MARTÍN Baños, & MACÍAS Romero, s/d; BONMATÍ Sánchez, 2007)].
Hechos y excusas aparte, es momento de dar vuelta la página y mirar por acciones propositivas mejor que solo reactivas. Acciones que justo permiten, sin desmedro de las disposiciones legales, una colaboración virtuosa entre ciudadanos y gobierno como ya viene sucediendo, por ejemplo, en la Ciudad de México con la invención de una aplicación para dispositivos móviles denominada “Bache” mediante la cual los ciudadanos pueden registrar y reportar los baches existentes y su ubicación para facilitar y hacer más expedito tanto el inventario como la reparación de los mismos.

Si el presupuesto no da para contar con una cuadrilla de inspectores que, como sucede en Estados Unidos y otros países, por las noches recorren las ciudades para revisar e inventariar las necesidades urbanas para actuar como gobierno en consecuencia; si, en cambio, los ciudadanos comienzan a demostrar interés, compromiso, disposición para colaborar en tareas semejantes, ¡pues qué esperan los gobiernos municipales y estatales para elaborar los instrumentos que hagan las veces de bisagra para reforzar sus buenos oficios con las buenas mercedes de la población? ¿Por qué no pensar una ley que canalice y haga responsables a los ciudadanos de un pedazo de vía pública frente a su casa o establecimiento comercial o industrial, para darle mantenimiento de manera coordinada? Algunos vecinos en La Florida ya empiezan a hacer lo propio cortando el pasto de los camellones frente a sus fachadas, por ejemplo, pero siendo tan esporádicos los casos, estos espacios públicos ya parecen cabeza de sardo tusado. ¡Pero, bueno, la intención es lo que cuenta!, dicen.
Pastos de La Florida (ribera y camellones)
Fotos: VETA Creativa

Es el momento. Por ello, no creo que sea un tema tan aparte que días antes de lo narrado, el jueves 18 de agosto, el alcalde mismo, Edgar Olvera, anduviera dándose su vuelta por el fraccionamiento La Florida, entrara en la cafetería Starbucks a eso de las tres de la tarde acompañado de una colaboradora y consumiera una botella de agua y un sándwich. ¿Dato irrelevante? Mi olfato periodístico me dice que no. Lo que me lleva al aspecto contradictorio expuesto al comienzo de este artículo.

Días atrás, servicios públicos dedicó tiempo y esfuerzo para cortar los pastizales en la ribera del río Chico de los Remedios que delimita La Florida y Bosques de Echegaray. Inexplicablemente, los trabajadores dejaron lunares selváticos al mero centro y solo del lado de La Florida, eso sin mencionar que no recogieron "su tiradero", como tampoco han recogido los restos de un árbol roto por el golpe de un microbús en Paseo de la Primavera. Algún vecino calificó el hecho de “misterio para la araña”. Indicios Metropolitanos se dio a la tarea de también investigar este asunto y topó con que el misterio radica quizás en el criterio burocrático.

Algunos vecinos entrevistados achacaron de forma especulativa que la puntada podía deberse a la animadversión que se ha suscitado entre la Dra. Valdés —quien por coincidencia vive justo enfrente de la peculiaridad— y COPACIs y gobierno municipal. ¡Pero qué necesidad, para qué tanto problema! Vaya usted a saber. Lo cierto es que la mañana del 23, trabajadores de Servicios Públicos volvieron para ¿terminar el trabajo?


Referencias

BONMATÍ Sánchez, V. (2007). "La Filología Bíblica del humanista Elio Antonio de Nebrija". Studia Philologica Valentiniana, Vol. 10(Num. 7), 47-63. Recuperado el 23 de agosto de 2016
NEBRIJA, E., MARTÍN Baños, P., & MACÍAS Romero, B. (s/d). Apología. Huelva: Biblioteca Montaniana / Universidad de Huelva.
PÉREZ, J. (2014). Cisneros, el cardenal de España (españoles eminentes). Madrid: Penguin Random House.




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