Una revocación con miras al 2024
NO IBA a compartir ni comentar el más reciente video de Gilberto Lozano donde despotrica como el cascarrabias que es contra Claudio X. González, pero luego de leer la nota publicada en Polemón, queda claro que ya entre tirios y troyanos nomás no se hace uno, a cual más tontos unos y los otros. Al final, todos, los de FRENAAA, morenistas, lopezobradoristas, estos de aquende y esos de allende, adeptos y opositores de aquel o de este, no son sino frenéticos vociferantes, francos troles comepiedras que solo abonan a la división y que no entienden o no quieren entender el trasfondo de muchas cosas.
La revocación de mandato no es una figura constitucional y democrática mala, solo está torcida por la circunstancia y la pésima legislación que la rodea. No es vinculante, no es retroactiva y se presta a tejes y manejes políticos.
La revocación de mandato no es una consulta popular, es una instrucción directa de la ciudadanía, por lo tanto no está sujeta a los vaivenes de la opinión aunque lo parezca por su carácter de plebiscito, no es referéndum. Las minucias y sutilezas semánticas aquí son importantes y tendrían que dejarse aún más claras mediante una adecuada reforma constitucional, porque cada figura se resuelve de manera independiente. Presentar la revocación de mandato de otro modo no solo es un yerro sino un desatino, por no decir una estupidez supina.
Escenarios hipotéticos
Pero, bueno, por ahora es lo que tenemos y solo podemos especular.
Si vota una mayoría por arriba del 40% de participación del padrón electoral, la revocación será vinculante, si no, solo una anécdota para las efemérides de nuestra historia democrática.
Si es solicitada por la ciudadanía, es vinculante. Pero, la solicita ¡el propio mandatario! Andrés Manuel López Obrador lo que la vuelve inoperante por ilegal tal como está planteada ahora. Otro gallo o ganso nos cantaría si, ateniéndonos a la definición de plebiscito del DRAE fuera una "consulta que los poderes públicos someten al voto popular directo para que apruebe o rechace una determinada propuesta sobre una cuestión política o legal". Sólo así se justificaría el hecho de que AMLO, en tanto poder público, solicitara dicha "consulta". En los hechos, la letra está confusa y no se diga el pueblo. ¡Y los legisladores en Babia! cuando tendrían que hacer ipso facto y fast track una reforma legal que permitiera ajustar la letra a los hechos según lo esperado.
¡Vende caro tu amor...!
Si, en el supuesto de que fuera solicitada por la ciudadanía, votare una mayoría por revocar el mandato, quedaría solo como dato estadístico, porque al no ser retroactiva nada obliga al mandatario actual a entregar el cargo pues por ley está obligado a terminar su sexenio en el 2024. Pero, si el mandatario, AMLO, en un "gesto" democrático decide renunciar "oyendo la voz del pueblo" emitida en un "plebiscito", lo haría por razones ilegales, a contrapelo de la constitución y de los motivos considerados por esta para justificar tal renuncia. Por lo tanto, esa decisión llevaría a una ingobernabilidad y a una crisis institucional. De todos modos Juanito te llamas.
En tal caso, el Congreso tendría que nombrar al presidente sustituto el cual puede ser señalado de entre los funcionarios del gabinete o de entre los legisladores o el presidente de la Suprema Corte (¿se entiende por qué el empecinamiento de alargar el período del Ministro Lelo de la Rea?). Al no haber mayoría absoluta, serían de esperarse los gritos y sombrerazos y quizás sea una de las cartas de la baraja con que pretende "enamorar" AMLO al PRI como "extorsión" relacionada al voto mayoritario sobre la reforma energética: "Yo renuncio", afirmaría el preciso y quedaría un priyista como sustituto y abriendo cauce para que en 2024 puediere acomodarse de nuevo la izquierda (como he augurado que será, por simple dinámica pendular de nuestro sistema político). Así, como se vio venir desde las elecciones del seis de julio pasado, el PRI puede ser el verdadero "ganón" ¿Cosa de "herencia maldita" en la línea de lo que expuse en un artículo anterior? Y, como anoté en un artículo previo sobre la consulta popular (como quieren hacer que se mire la revocación de mandato):
[...] la consulta popular es un recurso de participación ciudadana necesario, noble y legal que necesita ponerse en práctica para volverse vinculante. Lo mismo sucederá próximamente con el plebiscito (que no consulta) a votarse el 21 de marzo de 2022 en relación a otro tema fundamental como lo es la revocación de mandato. Por ahora, lo de menos es la pregunta o la respuesta, lo que vale es el ejercicio y no las engañifas y ruidosos llamados a la confusión. La gente tiene ganas, afán de tomar parte activa en las decisiones del estado y no nada más sufrir vigilante las consecuencias de las decisiones peregrinas de sus gobiernos.
Sí, engañifas como la propuesta de la ex Secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero que ha planteado que, de manera implícita (por verse la revocación como consulta dado su carácter plebiscitario) la figura implica, por lógica obvia, la "ratificación de mandato" en caso de votación mayoritaria por la negativa.
¡Es que no tendría que haber votación, tal como está planteada hoy la figura! ¡Es que tendría que darse en forma de concurso de voluntades mayoritarias, estilo... Plan de Ayutla, por decir, que al presentarse ante las instancias legales de impartición de justicia (en este caso el Tribunal Electoral de la Suprema Corte y/o el Tribunal de lo Contencioso Administrativo) giraría la instrucción respectiva (siempre y cuando la demanda cumpliera con los requisitos de ley) al ejecutivo para dar por terminada su gestión en tiempo y forma como establecería la ley reglamentaria, ley que por ahora es inexistente. ¡Ahí está el hueco! O hacemos la figura enteramente plebiscitaria y reglamentada o la definimos como un recurso judicial de instrucción que ligue los ámbitos electoral y administrativo. ¡Otro hueco! Decía yo en el mismo artículo que refiero:
[...] si hacemos eco a las voces críticas, es cierto que la aplicación de la ley y la consecución de un estado de derecho no se pueden cuestionar o someter a consulta. Se aplica, se ejerce, se procura y se justifica sola en lo que de convención social conlleva, ni más ni menos. No puede ni debe ser de otra manera. Eso de un lado; de otro, si hacemos eco a los vociferantes crédulos, apostar por un significado torcido como suposición incrustada entre líneas dentro de la pregunta modificada, entonces poco importa que se responda estar de acuerdo o no, porque la sola vinculación servirá como justificante o para que sigamos como el tío Lolo, haciéndonos tontos solos, o como pretexto para la comisión de arbitrariedades y venganzas y linchamientos con carta de derecho disfrazados de justicia. Sería tanto como aquellos jacobinos juicios de la Revolución francesa que dieron comienzo a la Era del Terror, todo con tal de aplacar la ira y el rencor de los allá y entonces "sin calzones", acá y ahora "calzonudos". ¡Ahí está el verdadero riesgo!, repito, no de la consulta en sí misma, sino de la distorsión y el manejo que de ella hagan los oportunistas y peor los empoderados.
Veamos lo sucedido con la pasada y ridícula "consulta popular" para determinar (en el entender del populacho) si se juzgaba o no a los ex presidentes. Una consulta que resultó como se avizoraba: una nulidad. Había yo anotado en ese mismo artículo:
Lo conveniente y adecuado es conseguir una participación de más del 40% para el efecto vinculatorio. Sin importar el sentido del voto. Si la respuesta popular se decanta por el SÍ, hasta AMLO y su caterva de floreros de gabinete saldrán raspados y podrán ser juzgados por sus decisiones "pasadas" a partir del día anterior a la consulta misma que para entonces ya sería el arranque del pasado mencionado en el cuestionamiento, aún a pesar del fuero constitucional, es decir que a AMLO le saldría el chirrión por el palito. En cambio, si el respetable se inclina por el NO, confirmará que la aplicación de la ley no se somete a consulta, que su aplicación ha de ser como es de oficio y aquellos delitos presumibles tendrán que ser perseguidos conforme a derecho, en tiempo y forma, con denuncia previa de por medio, guste o no al político de turno o al pueblo de Fuenteovejuna, pues la ley es la ley. Simple y llanamente.
El porcentaje no se logró ni en la tercera parte. Y entre los votos dados se notó la "consigna partidista" inclinando la balanza por un "Sí" irrisorio de tan reducido cual tímido murmullo. Por lo tanto el abstencionismo consiguió lo que tanto he propugnado en mis textos: ser una forma de expresión válida electoralmente, tanto como el mismo sufragio depositado en la urna y contado. Pero, como no está reglamentado de tal manera, de nuevo queda como un dato estadístico sobre la participación ciudadana sin más. Luego y por si fuera poco, la grosera intervención del narcotráfico alterando el orden en algunas de las casillas fue determinante también, como mensaje, de lo que los mexicanos podemos esperar para los siguientes tres años. Nadie será juzgado por sus decisiones de gobierno, ni los ex presidentes ni el actual, a menos que se sigan los cursos estrictamente legales para el efecto en el supuesto de vinculárseles con alguna franca comisión de delito. ¡Lástima Margarito!
¿Entonces qué viene? Parafraseando el dicho popular y poniéndolo en una metáfora culinaria: más PAN MORENO con PRIYISMO con una pizca de sol untado, como guarnición una salsa Verde y botanas variadas.