La brecha está abierta


TODAVÍA NO COMENZABAN los escrutinios en las casillas del Estado de México y ya los partidos de los candidatos punteros, PRI. PAN, MORENA, cantaban su victoria sobre la base de la percepción y los dichos de sus representantes en las mismas.

Hacia las 7 de la noche del domingo 4 de junio de 2017, de pronto parecía que tenía la entidad ya tres gobernadores electos, cosa absurda. Las cifras oficiales del Instituto Electoral del Estado de México (IEEM) comenzaron a verse hacia las 8:30 de la noche, pero, mientras, la confusión ya campeaba entre los mexiquenses.

El afán de notoriedad lo mismo de candidatos que de medios de comunicación en su interés para atraer al público y administrar sus raitings, arrojaba datos que mostraban como virtual triunfador ya a uno o a otro candidato, en especial Alfredo del Mazo y Delfina Gómez.

Conforme fueron avanzando las horas, al filo de la media noche se hizo franco un empate técnico alrededor del 31% favoreciendo a esos candidatos. Unos medios tomaron las cifras oficiales del IEEM como si se tratara de una declaración formal del instituto indicando que el ganador de los comicios era el priyista, cuando en realidad el IEEM no se había pronunciado de ninguna manera. Andrés Manuel López Obrador saltó a la palestra para revirar la información. Mientras, los panistas se tiraron al suelo en medio de la depresión, quizás adelantada, al ver el grosero declive de Josefina Vázquez Mota —yo lo advertí a tiempo en estos Indicios Metropolitanos— que no parecía levantar vuelo (así de azogue puede ser). Y a tal punto era su desazón, que varios declararon, susurrantes, que preferían que ganara Del Mazo a que quedara Delfina como gobernadora.

Pero, en realidad, la historia apenas se iba escribiendo. Hacia la media noche, las cifras hacían ver un franco empate técnico entre Del Mazo y Delfina, empate que no consideraba en el cómputo la declinación de Óscar González, candidato del Partido del Trabajo, en favor de la morenista, pues de ser así, la diferencia habría favorecido a esta y, seguro, modificado la percepción editorial de los colegas periodistas ávidos de procurar la nota sensacionalista.

Una hora después, a la 01:15 hrs. de la mañana del 5 de junio, el PRI parecía repuntar, pero la diferencia seguí siendo mínima, de apenas 0.2602%, solo entre los dos punteros y la promesa del PT se mostraba como la determinante para el triunfo morenista, capaz de elevar su porcentaje a casi el 33%. Dónde quedaba el resto de los votos que hacían falta para unos y otros. El PRD prácticamente no se movía de un honroso 18%, pero el voto nulo… Ese sí iba cumpliendo las proyecciones de estos Indicios Metropolitanos, ubicándose en el 3% y subiendo poco a poco. Esto, ya con el 67% de captura de las actas de escrutinio.

Pasada la medianoche, el PRI aventajaba por muy poco a MORENA en el Estado de México.
Foto: Archivo Indicios Metropolitanos.

Lo que iba quedando claro era el mensaje de los mexiquenses hacia el régimen priyista y los gobiernos panistas: el hartazgo frente a la corrupción, la violencia, la política económica y social, y otros temas, está empujando a una actitud general de la gente más inclinada a la izquierda.

Ello, como he escrito, podría en efecto confirmar la lectura que he hecho y sostengo en estos Indicios Metropolitanos, en el sentido de que las elecciones del 2018 serán para la izquierda. Quede o no Delfina Gómez como gobernadora al final del cómputo de los votos, la brecha ha quedado abierta y la izquierda camina con paso franco hacia la alternancia en la presidencia de la República. Pero, ojo, con izquierda no me refiero a un partido específico o persona en particular. No tengo en la mente a Andrés Manuel López Obrador, por ejemplo, sino a muchos otros aspirantes o potenciales aspirantes cuya ideología, aun militando en los partidos básicos, se inclina hacia la izquierda. Es por eso que no veo oportunidad para una Margarita Zavala o un Moreno Valle. Aunque tenga la estatura —desde mi punto de vista— para ser un estadista, Ricardo Anaya no comulga con el pensamiento de izquierda. Muchos independientes, aun considerándose por elemental definición como una reacción izquierdista no lo son por necesidad.

El camino, como digo, está trazado. Falta ahora ver quién, qué hombre o mujer se lanza a andarlo.


Al filo de la alternancia

Resultados preliminares, elección del Estado de México.
Corte a las 00:15 horas del 5 de mayo
Foto: Archivo Indicios Metropolitanos

AL FINALIZAR EL DOMINGO 4 de junio de 2017, las cifras oficiales del Instituto Electoral del Estado de México, arrojaban datos que mostraban como virtual triunfadora de los comicios para elegir gobernador de la entidad a la candidata de MORENA Delfina Gómez, con una escasa diferencia de poco menos del uno por ciento frente al candidato de la coalición PRI-Verde-NA-PES, Alfredo del Mazo Maza. La candidata del blanquiazul PAN, Josefina Vázquez Mota, al corte de las 12 de la noche con dificultad alcanzaba el 12% de las preferencias, quedando en lo que los especialistas llaman un “empate técnico” al 31%.

Por lo que toca a los otros partidos, el candidato del PRD, Juan Zepeda, consiguió mantener un honroso cuarto lugar, luego de que en elecciones pasadas este partido, entre riñas internas y acuerdos malhadados decayera hasta ser la izquierda moderada y disminuida de hoy.

Habrá que ver si el IEEM suma finalmente los votos del Partido del Trabajo a los de MORENA, luego de que su candidato Óscar González declinara en favor de Delfina. Si así fuera, MORENA, conforme los datos al corte mencionado sumaría un total de 33% de los votos.

Muy lejos quedó la candidata independiente Teresa Castell con poco más del 2%.


Las estimaciones hechas aquí, en Indicios Metropolitanos, momentos antes del cierre de casillas de ubicar como aparente primera fuerza al PAN, seguido de MORENA, parecerían haber sido erradas, pero habrá que ver todavía cómo se mueven las cifras, pues los datos preliminares citados corresponden solo al porcentaje de las actas capturadas, el cual, a la hora mencionada era del 40%., como puede compararse con las imágenes tomadas con una hora de diferencia.

Resultados preliminares de las elecciones en el Estado de México.
Corte a las 23:15 hrs. del 4 de mayo.
Foto: Archivo Indicios Metropolitanos

Reacomodo mexiquense


Estos podrían ser los resultados con base en la proyección del comportamiento durante los comicios en Edomex.
Proyección: Indicios Metropolitanos
MIENTRAS ALGUNAS ENCUESTAS DE SALIDA dan por virtual triunfadora de las elecciones en el Estado de México a la candidata panista Josefina Vázquez Mota con más del 35% de votos del electorado y ubican como segunda fuerza a Delfina Gómez, candidata de MORENA, otras contradicen los datos que van obteniéndose de manera provisional, complicando las proyecciones sobre los resultados de los comicios.

Una visión apresurada y lo más objetiva posible de los datos provistos puede permitirnos ubicar, con un aproximado margen de error más/menos tres por ciento que muy probablemente quien gane la elección en el Estado de México introducirá una nueva variable largamente esperada: la alternancia.
La diferencia entre PAN y MORENA es tan relativamente escasa, pero tan aparentemente notable respecto del PRI, cuyo candidato Alfredo del Mazo ha caído al parecer por debajo del 30% en las preferencias; es tan escasa, que el tema de la alternancia en el poder podría considerarse resuelto.

Falta ver, tras los resultados preliminares y los finales, si el poder lo detentará la izquierda morenista o la derecha panista. Por supuesto, el abstencionismo continuará siendo elevado, entre el 48 y el 52%, y la anulación de alrededor de un 3%. La candidatura independiente prácticamente quedará reducida a un retazo de chucuta.

Desde tiempo atrás he venido augurando que el 2018 llevará a la alternancia en el poder a la izquierda, y lo sigo afirmando tras solo analizar la historia de nuestra democracia.

Para que nuestra democracia pueda llamarse tal debe dar espacio y oportunidad a todas las fuerzas, no nada más para competir por el poder, sino para acceder al mismo y demostrar, desde ese puesto lo que es capaz o incapaz de llevar a efecto.

El laboratorio que ahora es el Estado de México nos coloca en un momento histórico sin precedentes. Quienes han destacado ese dato que ha llevado a las elecciones en esa entidad a ser las más vigiladas, complejas y retadoras, el dato de la falta de alternancia y de la dominación priyista por más de 80 años, parecerían apelar a aquellos argumentos esgrimidos cuando Vicente Foz resultó elegido como presidente de la República, como una forma de reacción más visceral que razonada producto del hartazgo frente a lo que intelectuales y críticos llamaron la “dictablanda” del PRI.

Pero lo que ahora pierden de vista esos mismos que exhortan “a sacar al PRI del Estado de México”, a “no dar un voto más al PRI”, es que las ligas “por lo oscurito” que vinculan a los candidatos con las estructuras básicas del PRI ahí están, ya sea en la forma de viejas militancias que, llevadas por la frustración y el reconcomio, abrazaron otros emblemas y logotipos de una oposición a modo; o ya en la forma de arreglos y acuerdos pensados para establecer las aptitudes de una partidocracia para la cual, el ciudadano no importa más que los intereses creados y con la fuerza para impulsar hacia el poder y sus tentaciones.

Las campañas de estas elecciones, al menos por lo que toca al Estado de México, pasarán a la historia como las más huecas de todas, plagadas como estuvieron de ataques entre candidatos que, en ocasiones, rayaron en pamemas ridículas, insulsas, monótonas, repetitivas, sin propuesta novedosa, sin inventiva.

En realidad, la elección del Estado de México ha resultado complicada no por la competición entre los partidos y sus candidatos y sus fórmulas, chuecas o derechas, sino porque sencillamente no hay uno ni siquiera del cual decir “este es el menos peor”.

Al momento de escribir estas líneas, las casillas habrán cerrado para comenzar el proceso de conteo de votos. Si las proyecciones primeras llevaban razón, podemos mirar a futuro que la izquierda, como sostengo, tendrá asegurada la alternancia en el 2018, aun cuando no gane la gubernatura del Estado de México.

Por otra parte, si hacemos caso a las voces de radio pasillo que en Toluca a veces hablan de más, el enfrentamiento entre el denominado “grupo Ecatepec” del que forma parte el gobernador Eruviel Ávila y el infame “grupo Atlacomulco” del que surgiera el hoy presidente Enrique Peña Nieto, bien podría ser la razón de ese cambio “acordado” en lo oscurito: el PAN arregla la casa, para que no llegue la izquierda en el Estado de México, pero ambos prepararán el terreno para que la alternancia, como ya vislumbraba don Daniel Cosío Villegas con la teoría del péndulo, finalmente se consolide en 2018.


El cordero del sacrificio será entonces Alfredo del Mazo Maza, el candidato priyista Puedo equivocarme… Comienza el escrutinio.

Muerte en la ribera


PROCURO NO ABORDAR nota roja o temas relacionados con ella en estos Indicios Metropolitanos, no por otra razón sino porque es un género muy especializado y cuya información siempre delicada se presta al sensacionalismo.

No obstante, la cercanía de los hechos muchas veces orilla a que uno, en tanto articulista, de pronto se vea forzado a mirar a las causas y efectos de determinada noticia policiaca.

En el Estado de México, en pleno mediodía de los comicios para elegir gobernador, un joven adolescente tomó su decisión de quitarse la vida con un tiro en la frente, en la ribera del Río Chico de Los Remedios, parte de mi casa, del lado del fraccionamiento Echegaray donde, dentro de poco se obrará la continuación del llamado Paseo Jerusalem, inaugurado en su primera fase en marzo de 2017.

Con este se suman dos los casos de suicidio consumado y tres los intentos. De dos de ellos personalmente he sido testigo activo. En uno, la pronta intervención de policía municipal y Protección Civil impidió el ¿desatino? que pretendía cometer una enamorada y despechada mujer que, en el trance, contaba con una fuerza tan descomunal que ni entre cinco podíamos controlarla.

De acuerdo con la información preliminar oficial y algunos testimonios, un joven de 16 años decidió morir a manos propias este domingo 4 de junio de 2017. Entre las hipótesis primeras se ha manejado la probable vinculación del caso con esos otros más, alrededor del mundo, relacionados con el macabro “juego” de “La ballena azul” un juego en línea potencialmente lesivo al que se atribuyen casos de suicidio entre adolescentes, supuestamente a causa de las reglas del juego. Su difusión comenzó a través de Internet desde mayo de 2016 y se originó en la red social rusa Vkontakte.2 El término "ballena azul" se refiere al fenómeno de los varamientos en los cetáceos, que se compara con el suicidio.

El juego fue creado por un ruso llamado Philipp Budeikin, un ex estudiante de psicología que fue expulsado de su universidad. Budeikin afirmó que su propósito era “limpiar” a la sociedad, empujando al suicidio a quienes él consideraba como inútiles.

Pero, más allá del solo hecho en sí importante, el caso cobra relevancia por haber ocurrido durante los comicios del Estado de México, las más observadas de la historia de la entidad y de los últimos años en el país, dado el peso del padrón electoral y la manera como sus resultados incidirán en la modificación del mapa de las fuerzas políticas.

Más que verlo como un asunto aislado, es un tema para mover a la reflexión no tanto de qué estamos haciendo, como sociedad, con nuestra juventud que hoy se siente devaluada al punto de decidir no tener razón para su existencia. No se trata de mantener vigilados, supervisados a los jóvenes, los que invariablemente, generación tras generación encuentran los modos para zafarse del control parental. Se trata de revisar en conciencia lo que cada cual está aportando a los otros no nada más en los principios y valores que sostienen a la sociedad, sino las expectativas que, por distintas vías y maneras, vamos generando en los distintos ámbitos de la vida para la juventud, para la ancianidad, las mujeres, los indígenas, en general los otros.

El voto de este joven, aun considerado fuera de la edad para emitir una decisión, nos alecciona en el sentido contrario. Eligió, y eligió no continuar.