Muerte en la ribera
PROCURO NO ABORDAR
nota roja o temas relacionados con ella en estos Indicios Metropolitanos,
no por otra razón sino porque es un género muy especializado y cuya información
siempre delicada se presta al sensacionalismo.
No obstante, la
cercanía de los hechos muchas veces orilla a que uno, en tanto articulista, de
pronto se vea forzado a mirar a las causas y efectos de determinada noticia
policiaca.
En el Estado de México,
en pleno mediodía de los comicios para elegir gobernador, un joven adolescente
tomó su decisión de quitarse la vida con un tiro en la frente, en la ribera del
Río Chico de Los Remedios, parte de mi casa, del lado del fraccionamiento
Echegaray donde, dentro de poco se obrará la continuación del llamado Paseo
Jerusalem, inaugurado en su primera fase en marzo de 2017.
Con este se suman
dos los casos de suicidio consumado y tres los intentos. De dos de ellos
personalmente he sido testigo activo. En uno, la pronta intervención de policía
municipal y Protección Civil impidió el ¿desatino? que pretendía cometer una enamorada
y despechada mujer que, en el trance, contaba con una fuerza tan descomunal que
ni entre cinco podíamos controlarla.
De acuerdo con la
información preliminar oficial y algunos testimonios, un joven de 16 años
decidió morir a manos propias este domingo 4 de junio de 2017. Entre las hipótesis
primeras se ha manejado la probable vinculación del caso con esos otros más,
alrededor del mundo, relacionados con el macabro “juego” de “La ballena azul” un
juego en línea potencialmente lesivo al que se atribuyen casos de suicidio
entre adolescentes, supuestamente a causa de las reglas del juego. Su difusión
comenzó a través de Internet desde mayo de 2016 y se originó en la red social
rusa Vkontakte.2 El término "ballena azul" se refiere al fenómeno de
los varamientos en los cetáceos, que se compara con el suicidio.
El juego fue creado
por un ruso llamado Philipp Budeikin, un ex estudiante de psicología que
fue expulsado de su universidad. Budeikin afirmó que su propósito era “limpiar”
a la sociedad, empujando al suicidio a quienes él consideraba como inútiles.
Pero, más allá del
solo hecho en sí importante, el caso cobra relevancia por haber ocurrido
durante los comicios del Estado de México, las más observadas de la historia de
la entidad y de los últimos años en el país, dado el peso del padrón electoral
y la manera como sus resultados incidirán en la modificación del mapa de las
fuerzas políticas.
Más que verlo como
un asunto aislado, es un tema para mover a la reflexión no tanto de qué estamos
haciendo, como sociedad, con nuestra juventud que hoy se siente devaluada al
punto de decidir no tener razón para su existencia. No se trata de mantener
vigilados, supervisados a los jóvenes, los que invariablemente, generación tras
generación encuentran los modos para zafarse del control parental. Se trata de
revisar en conciencia lo que cada cual está aportando a los otros no nada más
en los principios y valores que sostienen a la sociedad, sino las expectativas
que, por distintas vías y maneras, vamos generando en los distintos ámbitos de
la vida para la juventud, para la ancianidad, las mujeres, los indígenas, en
general los otros.
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