Cenizas y Pandemia


ESTA SEMANA, para los creyentes cristianos y sobre todo católicos fue Miércoles de Ceniza.

El miércoles de ceniza es un día santo cristiano de oración y ayuno. Se trata de una celebración litúrgica móvil precedida por el Martes de Carnaval y es el primer día de Cuaresma,​ que son las seis semanas de penitencia antes de Pascua. 

Se celebra cuarenta días antes del domingo de ramos, día tras el que comienza la Semana Santa. Y se acostumbra la unción del símbolo cristiano (pez o cruz) en la frente de los creyentes, como un recordatorio de la marca sobre las puertas de los judíos esclavos en Egipto preparatorio de las plagas que derivaron en su liberación, motivo por el cual se celebra la pascua o pesaj y que en 2021 ocurrirá entre el 27 de marzo y el 4 de abril.

La ceniza, cuya imposición constituye el rito característico de esta celebración litúrgica, se obtiene de la incineración de los ramos bendecidos en el Domingo de Ramos del año litúrgico anterior. Sin embargo, ¿se han preguntado de dónde sale tanta ceniza para ungir a tanto creyente?

Entre la fe y la utilidad

La respuesta de sentido común es que, si es insuficiente el rescoldo de los ramos, se hace más quemando y triturando madera, virutas, papel, tela de ropa vieja, de preferencia hecha con fibras naturales como algodón, lino, seda o lanas.

El comentario que haré podrá parecer insensible, apóstata, por lo menos absurdo a los ojos de algunos. No lo hago con mala intención ni ánimo de ofender; pero, no descarto la posibilidad de que parte de las cenizas también provengan de los hornos crematorios de las funerarias y/o de las quemas e incendios tan comunes a estas alturas de cada año, si bien estas obedecen a otras razones.

Incineración de una víctima de coronavirus
en crematorio de Iztapalapa.
Foto y fuente: Chicago Tribune
¿Por qué digo esto? Porque tiempo atrás supe que las cenizas restantes, en la limpieza de los hornos (por lo menos los de crematorios veterinarios y rastros), eran vendidas, en tratándose de cenizas provenientes de productos orgánicos, para la elaboración de compostas y fertilizantes para la agricultura y la jardinería, e incluso para su procesamiento en la industria química en la elaboración de jabones, cosméticos, pegamentos (y no quiero que esto implique una odiosa remembranza de la industria nazi tras los campos de concentración) o la generación de energía eléctrica. ¿De esto último podría derivarse parte de la "necedad" del actual gobierno mexicano por apostar a la generación eléctrica a partir de la explotación del carbón, en vez de apostar a las energías renovables?

Piénsalo, amigo lector, y puede no resultar descabellada la duda, aunque parezca tétrica y horrorosa: México no es un gran productor de carbón. De hecho, la industria carbonífera mexicana con yacimientos en el norte y el sur lleva varios decenios de capa caída, por no decir que depauperada al punto de que CFE ha tenido que importar carbón, de manera especial, pero no únicamente, de EE.UU. y China, desdeñando la producción nacional como acusó en 2014 la AMDE (Academia Mexicana de Derecho Energético). Al comienzo del actual gobierno, en marzo de 2019, Manuel Bartlett titular de CFE habría afirmado que la empresa no recurriría al carbón para generar electricidad. La pandemia lo llevó a un giro de timón y a contradecirse no solo en los dichos, sino en los hechos y para sorpresa del mundo.

Las decisiones recientes en este tema para dar nuevo impulso a este rubro no nada más van a contrapelo de la tendencia mundial y las recomendaciones de especialistas en cambio climático y energía, sino muy probablemente llevan una segunda intención que es, por una parte, ocultar los tejes y manejes de la industria funeraria y, por otro lado, aprovechar los excedentes (que no han de ser tantos, si nos atenemos a las cifras oficiales de mortalidad; pero, súmense los demás residuos sólidos que generamos diario los seres humanos, y la cosa cambia) para, mezclados, incidir en un "ahorro" presupuestario ad hoc en tiempos de recesión, pandemia y "austeridad republicana". Es decir, si por un lado se apuesta a una industria sucia que incide en el efecto invernadero, por otro se le busca un lado virtuoso al propiciar la generación de energía "limpia" a partir de la incineración de "desechos solidos". Por una parte se promueve la reforestación de maderas preciosas en el sureste, por otro se "rescata" (como hiciera Vicente Fox con los ingenios azucareros) una industria como la carbonífera y, por otro se aprietan las tuercas a la minería extranjera en México, especialmente la canadiense, en un afán retrógrada por recuperar un patrón plata para sostener a un peso cuya dinámica hoy no se basa en ningún metal como antaño sino, y desde el sexenio de Ernesto Zedillo, es volátil en función de los vaivenes del mercado cambiario.

¿Será que el empuje reciente de criptomonedas como el Bitcoin está ejerciendo una presión grande sobre las criptomonedas a las que había apostado AMLO como ya había yo anotado en un artículo previo?



En estos dos primeros meses de 2021 el Bitcoin ha repuntado como nadie imaginaba, partiendo de los ocho mil dólares estadounidenses hasta alcanzar una cotización superior a los cincuenta y dos mil dólares (antes de publicar estas líneas), significando un crecimiento de alrededor del seiscientos cincuenta por ciento. Este dato, en el contexto de la política económica estadounidense no significa para México un buen augurio, pues la liga con esa moneda conlleva el debilitamiento de la nuestra y, según los analistas, no es descartable que entre 2021 y 2022 el nuevo orden mundial lleve a un cambio de moneda patrón al colocarse el yuán chino como la moneda de referencia.


¡Hagan sitio! O cuando nos volvamos carbón

Esto me lleva a un recuerdo anecdótico, escatológico, pero que encierra una cruda verdad. Alguna vez, en la universidad, uno de mis compañeros preguntó a cierto profesor acerca de qué era un determinado personaje sobre el cual teníamos que estudiar. El maestro que era ex militar, ex miembro del Estado Mayor Presidencial y que nos enseñaba entre otras materias Metodología de la Investigación, tosco y seco contestó: «¡Fiambre! ¡Es fiambre!». No entendiendo el compañero la palabra requirió mayor explicación, a lo que el maestro espetó impaciente: «¡Fiambre! ¡Cadáver! ¡Difunto! ¡Despojo! ¡Residuo sólido! ¡Restos mortales!». Y sí, por crudo que suene, eso somos al final de nuestra vida, independientemente de que muramos por causas naturales, pandemias, o acabemos occisos, es decir, muertos por causa violenta, asesinados por cualesquier aviesos motivos del criminal que nos despache. Al final somos fiambre, residuo sólido orgánico que, junto con otros, somos materia convertible en energía y lo que está por discutirse es nuestra huella de carbono y su incidencia en el cambio climático. Si sepultados, nos descomponemos en metano, igual que la basura, y tardamos años, quizás siglos en desintegrarnos, en compostarnos para ser uno con la tierra. Incinerados, en cambio, podemos ser disponibles de manera más pronta, expedita e inmediata para el bien común.

¿Acaso esto recuerda la película y la novela Cuando el destino nos alcance basada en la novela ¡Hagan sitio!, ¡hagan sitio! (1966), de Harry Harrison? En cierto modo, quizás lo que vemos ahora con esas cenizas es una variante del soylent verde. Se trata de "hacer sitio" a los vivos y, ¡qué interesante! ¡Cómo ajusta todo incluso con una Agenda Habitat de la ONU! a la que se ligan planes de desarrollo urbano como el presentado recientemente en Naucalpan y otros municipios del país para el desarrollo de "ciudades resilientes" y que comenté tiempo atrás. Tema este que pasa por otro también tocado aquí en estos Indicios Metropolitanos y al cual tampoco nadie le quiere entrar a cabalidad, si no es para sacar tajada y raja para su molino; es decir, ni pepenadores ni industriales ni gobiernos municipales: la generación de energía a partir de la basura y la mierda que arrojamos a los cuerpos de agua y afluentes. Solo unos pocos municipios lo hacen en México, lo que tiene muy alejada la meta y propósito del mismo gobierno de López Obrador de generar el 35% de la energía a partir de fuentes renovables para 2024.

Sí, es cierto que entre las soluciones que se han buscado para desminuir la huella de carbono mexicano está la prohibición del uso de ciertos plásticos, aunque la pandemia dio al traste con tal iniciativa de ley en aspectos insospechados como el desarrollo de empaques de alimentos o el reciclaje de las bolsas de plástico mediante la reutilización, mientras por otra parte el consumo y desecho de cubrebocas, guantes, micas y otros insumos preventivos contra el Covid-19 se ha convertido en un problema más en ciudades y costas.

Uno de muchos estudios de especialistas, elaborado en 2019 al respecto, señala:

La creciente producción de residuos sólidos urbanos (RSU) está directamente relacionada con el aumento de la población en áreas urbanas y con el desarrollo económico. Actualmente más de la mitad de la población mundial se ubica en áreas urbanas y la tasa de crecimiento de la población en estas zonas se estima en 1,5%. Con la mayor demanda de bienes y servicios de la población, para el año 2025 se estima que la producción global de RSU será de 2.200 millones de toneladas al año. Por tanto, es urgente para los países en vía de desarrollo, que no poseen programas de gestión integral de residuos sólidos que los implementen, considerando los RSU como un recurso y no como un problema. [Diversos autores] plantean varias alternativas de valorización de los residuos, tales como el reciclaje, el compostaje, y la biodigestión. Adicionalmente, los RSU pueden ser aprovechados para generación de energía a través de procesos bioquímicos (digestión aeróbica y anaeróbica) y procesos termoquímicos (incineración, gasificación y pirólisis). Los procesos termoquímicos tienen mayor potencial energético y mayor capacidad de reducción del volumen de RSU. Se estima que, en todo el mundo, aproximadamente 130 millones de toneladas de RSU son procesadas en plantas de Residuo-a-Energía (RAE) cada año, y producen 45 GW-h.

La incineración de RSU es el método más usado entre los procesos termoquímicos, esto se debe a que tiene la capacidad de procesar residuos con composición heterogénea. Sin embargo, este proceso se da a altas temperaturas, lo que favorece la emisión de sustancias con grave impacto en el ambiente y la salud pública [...]
Sí, sé que suena fantasioso, producto de una mente distorsionada o de una ficción de horror. Pero, no ha de serlo tanto en un país donde las verdades oficiales en torno a la osamenta de la Paca y los 48 desaparecidos de Ayotzinapan o los "otros datos" resultaban increíbles, míticos y luego resultaron una espantosa realidad o la más ominosa mentira alrededor de la cual los gobiernos en turno nos han tenido girando y en vilo.

Polvo somos... y hasta polvo de instituciones

Tengo claro que es este un tema que nadie, en realidad, se ha puesto seriamente a investigar por lo sensible y delicado que es, en lo moral y en lo emocional, lo político y lo legal. No obstante, circunstancias como la pandemia orillan a repensar incluso estos tópicos desde una perspectiva seria, humanista tanto como humanitaria, que son dos cosas distintas. La muerte también obliga a transparencia y, como ya he dicho en otra parte, la transparencia es la más sutil de las trampas. Para saber vivir hay que saber morir, dice el libro tibetano de los muertos.

Para ninguno de nosotros es un secreto o una novedad que a lo largo del ya casi año y medio de pandemia por el SARS-2 Covid-19 (dos años, si contamos los meses previos de sufrimiento en China), uno de los problemas más acuciosos que hemos enfrentado en nuestros países es el de la saturación de las funerarias y por tanto de los crematorios, por causa del aumento en la mortandad. Eso sin mencionar el escandaloso y multitudinario sacrificio, en Dinamarca, en dos ocasiones, de visones contagiados de Covid-19 o de pollos contagiados, en Japón y Europa, por una nueva variante de gripe aviar.

En el grupo de estos Indicios Metropolitanos y su página en Facebook tuve cuidado de dar seguimiento a esas terribles noticias que nos describían incluso el "olor a muerte" en algunas delegaciones de la Ciudad de México y las inmediaciones del Estado de México, aroma ocasionado por las incesantes emanaciones del humo surgido de los hornos crematorios de funerarias y panteones saturados donde se incineraban, por norma, los cuerpos de los fallecidos, máxime si el acta de defunción indicaba como causa el Covid-19.

Ya, tiempo atrás, vecinos cercanos a esos panteones, funerarias y crematorios (algunos incluso clandestinos) habían denunciado en diversos estados de la república la "contaminación" generada por los mismos y dichas denuncias se multiplicaron con la pandemia junto con la desesperación de los deudos que, por la saturación debían velar en las condiciones más insalubres a sus fallecidos en sus casas.

Es triste decirlo, pero la pandemia hizo para la industria de la muerte una discutible bonanza que "favoreció" a constructores de ataúdes e incineradores, pero empobreció a sepultureros. Y aun así, tampoco fue beneficiado ese giro de servicios, porque acabaron rebasados como parte del sistema de salud del que forman parte.

Esto viene entonces a escribir un interesante capítulo en la historia de los cementerios y la historia de la muerte misma que, ya, ha implicado para los gobiernos y los ciudadanos y clérigos de todos los credos un abrupto, forzado cambio de mentalidad y formas de administración, tanto como lo hizo en al menos dos etapas del pasado: en la Edad Media, tras la peste negra que llevó a replantear el papel, ubicación y funcionamiento de las catacumbas y criptas, trasladándolas a los campos circundantes de las ciudades, creando los panteones y los cementerios parroquiales, así como en el enterramiento con cal o la incineración forzosa de los cadáveres y la creación de un sinnúmero de métodos más para la prevención de contagios y menoscabo de la higiene.

Otro caso fueron las epidemias de viruela o, más próxima en el tiempo, la pandemia de influenza española a comienzos del siglo veinte, en cuyo último decenio pareció darse una reversión a la tendencia sobre el control de camposantos, fundamentalmente por dos razones: una, los intereses inmobiliarios; dos, los intereses económicos parroquiales que, en el afán por dar un "servicio de calidad al público", optaron por remodelar templos (el caso más cercano a mí es el templo parroquia de Nuestro Señor del Campo Florido, en el fraccionamiento La Florida, en Naucalpan, Estado de México que, muy a pesar de su valor artístico universal, años atrás el párroco de turno decidió (y obtuvo el permiso) para alojar en la torre del campanario nichos para incensarios para allegarse recursos adicionales a los servicios de consagración, donativos y limosnas; y, como ese, hay numerosos ejemplos donde se quiera ver. En resumen, ya no cabíamos los vivos, y empiezan a no caber los muertos. 

En aquella época medieval, las cenizas de los ramos eran mezcladas ya con las cenizas de los cadáveres y en algunos templos eran ungidas con el dedo del sacerdote o pastor, o mediante el uso de sellos tallados con el símbolo al efecto en huesos de esos mismos cadáveres, humanos o animales, o en madera.

También, otro tema poco estudiado, por considerarse de poco interés noticioso, es el relativo a la especulación inmobiliaria asociada a esa "industria de la muerte" que supone no nada más la construcción de cementerios, el aprovechamiento de amplias zonas incluso "protegidas" para parcelarlas en lotes cuya propiedad temporal o a perpetuidad ha significado un negocio redondo paralelo, incluso del que se han visto beneficiadas notarías que, cuando algún lote no es "cuidado", visitado, conservado, por debajo de la mesa han llegado a cambiar los registros de propiedad permitiendo que en una misma tumba o cripta queden enterrados individuos pertenecientes a distintas familias o, incluso, que sean exhumados restos "no reclamados" (a pesar de la perpetuidad). O, se dan los casos en que los enterradores, coludidos con la administración del cementerio y algún notario, consiguen "clientes" y, conocedores de los lotes "abandonados", se dan a la tarea de exhumar sin permisos o con permisos apócrifos los restos originales para arrojarlos a las fosas comunes y/o los crematorios respectivos, dejando el lote dispuesto para su especulación y venta. Y esa escena escabrosa en la película Poltergeist de féretros saliendo de debajo de la tierra en un poblado residencial de moda construido sobre un antiguo cementerio encierra una sutil crítica.

Los medios modernos tomaron como una novedad el hecho de que el Papa Francisco modificara el rito litúrgico para, en vez de ungir la ceniza en la frente, esparcirla sobre la cabeza de los feligreses, y que otros prelados hicieran lo propio en sus respectivos templos. Pero, no hay tal novedad, sino acaso el retorno de una práctica más antigua como bien lo describen los historiadores.

Papa Francisco espolvoreando cenizas sobre cabeza de prelado.
Foto y Fuente: La Vanguardia.com

Citado por Wikipedia, el estudioso Joaquín Bastús y Carrera Vicenz, explica [énfasis mío]:

La ceniza fue entre muchos pueblos una señal de dolor y de arrepentimiento.

El esparcirse ceniza o polvo sobre la cabeza en lugar de los perfumes con que solían ungirse los orientales, el sentarse en el suelo entre ceniza o polvo, eran las señales con que se expresaban las calamidades públicas, el dolor, la penitencia, el luto de donde se derivó, como dice el señor Torres Amat, la frase comer el pan con ceniza, pues es natural que caería esta de la cabeza del que comía.

Los judíos hacían una lejía o agua lustral con las cenizas de una ternera sacrificada el día de la gran expiación, la que servía para purificar a aquellos que habían tocado algún cadáver o asistido a los funerales. Los griegos y romanos, que observaban la costumbre de quemar a los muertos, tenían urnas llamadas cinerarias en las que ponían las cenizas de aquellas personas que les habían sido queridas y cuyos restos deseaban conservar.

En la primitiva Iglesia el obispo ponía un poco de ceniza en la frente del pecador al principio de su penitencia y de aquí viene la práctica, mandada en el Concilio de Benevento celebrado en el año 1091, de ir a recibir la ceniza el primer día de cuaresma. Hay algunas órdenes monásticas, como los trapenses, que ponen a los religiosos en medio de la iglesia sobre una cruz de ceniza poco antes de morir, para recordarles su origen y a lo que van a parar.

No cabe duda que los tiempos de esta pandemia han sido para más de uno de dolor y arrepentimiento, de reflexión sobre los estilos de vida, las expectativas en más de un aspecto. El nuevo orden mundial que nos hemos visto forzados a experimentar ha sustentado tanto a los más diversos temores como a las más variopintas explicaciones oficiales o conspiracionistas. Pero, en el fondo de todo, lo que queda son los recuerdos de los fallecidos, el sufrimiento de los contagiados y familias, muchas de ellas truncadas por el azar, la desidia, la negligencia o la dinámica propia de la vida aunada al proceso del contagio. Lo que queda es una verdad de las pocas absolutas que debemos enfrentar: polvo somos... hasta nuestras instituciones.


El Mayordomo de Palacio

RECIENTEMENTE, el presidente Andrés Manuel López Obrador tomó una decisión que muchos catalogarán de ocurrencia. Pero, antes de hacer una crítica acérrima o negativa o una loa como las que suelen hacer las voces idólatras, detengámonos a ver el trasfondo de la misma en al menos dos de sus vertientes, la utilitaria y la política.

La decisión a la que hago referencia es la relativa a la creación del cargo de Gobernador del Palacio Nacional. En realidad, lo que el presidente está haciendo es recrear, más que crear, un cargo que ya existía de antiguo: el Mayordomo de Palacio. Tema que, en su sola enunciación ya me da pie para un proyecto literario.

El mayordomo es un cargo de servidumbre de mucha más importancia y envergadura de la que la literatura ha rescatado, en especial tras las visiones de la ilustración y el colonialismo, mediante las cuales asociamos a la mayordomía con una actividad dedicada a la atención particular del rey y por extensión de la corte.

Hay varios tipos de mayordomía. Antiguamente se distinguían las siguientes clases de mayordomo:

  • Mayordomo de estado, persona a cuyo cargo estaba en la casa real el cuidado de la servidumbre del estado de los caballeros.
  • Mayordomo de estrado, el que en palacio cuidaba de la mesa del gentil hombre.
  • Mayordomo de fábrica, el que recaudaba el derecho de fábrica.
  • Mayordomo mayor, jefe principal de palacio a cuyo cargo estaba el cuidado y gobierno de la casa del rey.
  • Mayordomo de semana, persona que en la casa real servía la semana que le toca bajo las órdenes del mayordomo mayor supliéndole en su ausencia.
  • Mayordomo de la artillería. En el orden militar, el encargado de los pertrechos y municiones de artillería.

Muchos, y me incluyo, hemos criticado a AMLO durante su gobierno calificándolo irónicamente como el "rey desnudo", en alusión al cuento de Hans Christian Andersen "El traje nuevo del emperador". Esta decisión seguramente enfatizará en sus detractores esta idea. Sin embargo, esta vez, a reserva de analizar más a detalle las causas y efectos de la misma, puede que no sea tan descabellada y quizás hasta sea necesaria.

La mayordomía ha tenido distintas lecturas dependiendo del ámbito cultural e histórico en que se desarrollarel cargo como parte de una estructura social domiciliar y de gobierno.

Las funciones del mayordomo pueden ser tan variadas y amplias o limitadas como las necesidades de organización, estructura y dinámica del castillo, casa, villa o poblado en que desarrolla su actividad.

Mientras en Europa prevalece la idea grecorromana y medieval del mayordomo de castillo o mansión, en México, y en general en América Latina, predominan dos variantes, la del mayordomo rural, herencia de la hacienda y la encomienda coloniales, y la del mayordomo palaciego, más citadino, ambos en la idea del mayordomo jefe y/o del mayordomo de estrado, mientras el rural, además, se asocia a la idea del mayordomo de Estado (sin perder jamás de vista la definición de los componentes del Estado: poblacíon, territorio y gobierno).

Debajo de este máximo cargo administrativo, de servidumbre administrativa, hay toda una estructura organizacional que pasa por puestos también muy socorridos por la literatura y desprestigiados por la misma como son el amo o ama de llaves, también conocidos como mayordomía mayor y en el ámbito militar dieron paso a los grados de comandancia; el caballerango, reducido modernamente al servicio de atención a los semovientes caballares en los ranchos, cuando originalmente se asociaba a la mayordomía de fábrica en equivalencia o teniendo subalternos en el capataz, caporal o cabo; el teniente, asociado con el cargo de mayordomía de semana, al igual que sus subalternos; el sargento, asociado a la mayordomía de artillería, que en lo rural se relacionan a veces con el del aceñero, el molinero, el tendero.

A lo largo de la historia y aunque la idea no guste a los militares, la base estructural y funcional de estos cargos y grados de servidumbre administrativa, bien definida desde la masonería, tanto domililiar como gremial (ejemplo claro es el de la albañilería, de donde surgen los cargos de tutores, maestros, profesores e instructores, entre otros) pasaron como herencia a formar y reorganizar la estructura de la milicia, redefiniendo y especializando las labores en función del cargo y el desempeño dentro del ejército, así, los mayordomos de estado o mayores pasaron a ser los generales y almirantes en sus distintos grados, como brigadier o comodoro (para el caso marino); los mayordomos jefes fueron también conocidos en tanto coroneles, es decir encargados de las "columnas" de soldados de infantería, que a efectos domiciliares se refiere a las columnas de siervos campesinos sembradores, segadores, cosechadores, pastores, etcétera.

En los ámbitos académicos y eclesiástico, los cargos de servidumbre no están alejados de la misma idea, aun cuando obedezcan a nombres y funciones distintas como es el caso del mayordomo parroquial o templario que es el sacristán, o los de diácono (que la traducción inglésa confunde con la de "decano"), presbítero, por mencionar dos casos y sin abundar en detalles.


Así, que el presidente AMLO haya sugerido la creación de un "gobernador" de Palacio Nacional implica o el reconocimiento del desorden burocrático al interior no nada más de un monumento, sino de un edificio de importancia política, social, cultural y que, además tiene función como domicilio del gobernante principal en turno. O puede significar también la reestructuración amañada de la burocracia existente para dar cabida disfrazada, como en la vieja usanza, a personas individualmente designadas por el poderoso para ocupar altos cargos con el beneficio de ser incluidos en el presupuesto, aun a despecho de las contradictorias políticas y reformas legislativas como la efectuada recientemente contra el outsourcing, o las retóricas arengas contra el nepotismo, síntoma de corrupción. ¿Al rato veremos mayordomos en las demás dependencias de gobierno, en los ayuntamientos, como ocurrió en el periodo de David Sánchez Guevara, en Naucalpan, cuando creara el puesto del Director de Buen Gobierno, aun cuando su justificación obedeció a "estándares internacionales"?


Don Benito Juárez no requirió de mayordomo, hasta que ocupó Palacio Nacional —gajes de andar a trompa talega, a salto de mata, gobernando en la diáspora y a bordo de un carruaje—, en contraste con Maximiliano, quien tenía una clarificada estructura de servidumbre en cada uno de los edificios e instituciones del imperio, comenzando por el Castillo de Chapultepec; y los miembros de esa naciente cortesanía mexicana, tan criticada en el siglo XIX por Madame Calderón de la Barca, surgidos de una clase media y burguesa despuntando, estuvieron felices de armar así las bases de la nobleza y la aristocracia "de petatiux".

¿Será que las izquierdas mexicanas están empujando legal, moral y socialmente para crear una nueva forma de aristocracia mexicana? ¡Cuidado! No sea que en algún momento nos pinten al Dr. Hugo López-Gatell como una suerte de moderno Jean-Paul Marat, a Marcelo Ebrard como una calca de François-René de Chateaubriand; espero que no vean a Ricardo Monreal como un moderno Georges-Jacques Danton o a Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano como un remedo de Alexis de Tocqueville sabedor de que —citando a Roger Bartra— "la igualdad puede llevar a las naciones tanto a la libertad como a la servidumbre, a la ilustración como a la barbarie, a la prosperidad como a las miserias". Y espero también que no nombren a algún Calzontzin Inspector como alguacil de la Guardia Nacional.

En algún momento escribí que las pugnas internas de las "izquierdas" mexicanas aglomeradas en y alrededor de, primero el PRD y luego MORENA, me han recordado las purgas dentro del socialismo soviético, y me atreví a hacer un parangón entre Porfirio Muñoz Ledo y Trotsky. Puedo estar equivocado, pero la vocación jacobina de la izquierda hacia el divisionismo es en parte lo que tiene al país en vilo hoy.

Aquí viene a cuenta la pregunta, ¿es necesario un mayordomo en Palacio Nacional? De ser así, ¿para cumplir exactamente qué funciones? Será importante e interesante que, en un ejercicio de plena transparencia, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador y la administración de recursos humanos de Palacio Nacional den a conocer la descripción del nuevo puesto y de la estructura subyacente, para establecer su oportunidad y eficacia como parte de un sistema organizacional avocado al buen desempeño y la gobernanza de lo que cotidianamente mueve y da sentido al edificio y a la institución presidencial y, más, al gobierno entero y a la democracia mexicana.

Dicho entre Paréntesis, ya veo a los que denostan de Olga Sánchez Cordero "Florero de SEGOB" ubicándola como el Ama de Llaves de Andrés Manuel o... ¿Será que, en tiempos electorales, el lopezobradorismo necesita del martillo de un Carlos Martel para frenar el embate de los infieles opositores en medio de un 2021 convertido en su particular batalla de Poitiers?





Los chivos ciclistas de la política mexicana

Patricia Elisa Durán Reveles, alcaldesa morenista (ex panista), y
Presidente Andrés Manuel López Obrador (ex priyista).
Foto: Mario Ruíz / Cuestión de Polémica

YA COMENZADAS las campañas electorales rumbo a los comicios de julio de este año, la mayoría de las encuestadoras han reflejado una fuerte tendencia en todo el país mostrando que MORENA podría de nuevo hacerse con la mayoría en el Congreso, aunque no le iría muy bien en algunas de las alcaldías ganadas en 2018. ¿Podría obtener una mayoría suficiente como para dar continuidad al desastre que ha significado hasta ahora la 4T o, por el contrario, sería el segundo aire para demostrar que su capacidad y curca de aprendizaje para gobernar es más acelerada y tersa de lo que ha podido verse?

Aun cuando al PAN, al acceder al poder máximo de la presidencia, le sucedió algo similar y México dio algunos tropezones pagando la novatada de la transición democrática, también es cierto que no le tocó bailar mal. Si a Ernesto Zedillo le tocó bailar con la fea dejada por Carlos Salinas, a Andrés Manuel López Obrador le tocó bailar con la fea, tarada y tullida de la fiesta, y como el pelotero no lleva buen ritmo, pues el danzón ha resultado un desastre, en medio de una pandemia y una recesión mundial que ni el más optimista puede descartar como elemento determinante de las decisiones afortunadas y desafortunadas de propios y ajenos.

La pelea de los partidos ahora está, y así lo han expresado sus dirigentes, en restarle mayoría en el Congreso al partido en el poder, para conseguir un mayor balance en las decisiones, listas o torpes, de gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador. Sin embargo, los números no parecen apoyar esa idea si bien es pronto para hacer algún pronóstico determinante.

A ti, ¿ya te llamó Paty?

Esta mañana de domingo recibí una llamada en mi domicilio, una de tantas que en tiempos electorales suelen ocurrir por causa de las encuestadoras que, tomando datos de las telefónicas (¡qué bueno que no se venden las bases de datos!), han convertido en costumbre. Fue una llamada breve, grabada, automatizada, pero que implicó una preocupación, eso me quedó claro: tanto el partido MORENA como la alcaldesa naucalpense Patricia Elisa Durán Reveles están preocupados porque no figuran en los resultados hechos públicos desde mediados del año pasado por encuestadoras como TResearch, Mitofksy, Berumen y otros.


En las mediciones de estas empresas estadísticas e incluso en las elaboradas por la Asociación Nacional de Alcaldes (ANAC A.C.) alcaldes como Patricia Elisa Durán Reveles prácticamente aparecen reprobados por la ciudadanía, ocupando los lugares más bajos de la evaluación o apenas a escasos lugares por debajo de la mediana. Aun cuando tienen excusa en la pandemia y la recesión, sus desempeños han sido magros. No han bastado las ganas, el entusiasmo, el carisma, la belleza, la simpatía o los contactos.

Los alcaldes mejor evaluados en abril de 2020.
Fuente: Página Facebook de ANAC A.C.

La esperpéntica y casi desesperada alianza entre PRI-PAN-PRD no ha mostrado cambio alguno en las tendencias y, al contrario, parece reforzarlas salvo en algunos casos excepcionales como es Naucalpan, municipio de mi particular interés en tanto habitante del mismo. Y no se diga respecto del resto del Estado de México. ¿Por qué? Porque todos, ¡todos los partidos! los gobernantes y los opositores se han dedicado a hacer acopio de impresentables como candidatos a los puestos de elección popular.

Digo, no tengo nada personal en contra de Paquita "La del Barrio" o de Lupita Jones, pero ya que la primera, con gran ingenuidad y franco desconocimiento declarara, palabras más o menos "yo no sé que hago aquí, pero las personas que me rodean me van a enseñar" (ya se verá qué le enseñan), nos pone en tenderete y de manera prístina la calidad de candidatos que tendremos que elegir aquí y allá los mexicanos en julio próximo.

Es verdad que todos tenemos el derecho ciudadano a votar y ser votados, y que la participación ciudadana es vital para el desarrollo de una democracia sana, pero... ¿Tendrán mejor criterio los neófitos que los profesionales de la política para guiar nuestro destino como nación? ¿Tendrán mejor sentido común que los ahora detentadores del poder, desde la cúpula hasta el más humilde regidor?

La preocupación de MORENA naucalpense y de la alcaldesa se hizo notar más tras la designación de la ex alcaldesa panista Angélica Moya como candidata a la alcaldía por parte de la coalición PRI-PAN-PRD. Quizás de entre todos los alcaldes recientes, la menos vapuleada por la política, errores y maledicencias ha sido Moya, cuya gestión, si no impoluta, por lo menos fue de las menos discutibles y carente de escándalos ominosos.

Mucha agua ha pasado por debajo del puente y quizás algunas de las ideas que no pudo implementar en su primera gestión pudiera llevarlas a la práctica ahora, de resultar triunfadora y, claro, haciendo las adecuaciones pertinentes actualizando ideas y expectativas. Pero, la cosa no está tan sencilla, pues aunque por un lado los panistas ven en ella un respiro, el apoyo de AMLO para la ex panista Patricia Elisa Durán Reveles, el que su hermano y ex alcalde José Luis Durán se enfile como candidato a diputado local por el Partido Verde Ecologista de México (siempre satélite del PRI y ahora satélite de MORENA) parecería significar un fuerte obstáculo a vencer.

La diferencia estadística entre noviembre y diciembre era de escasos cuatro puntos porcentuales entre MORENA y el PAN, y se ve difícil que las fuerzas vivas priyistas y las disminuidas perredistas puedan aportar una gran diferencia. Incluso, la diferencia frente a la posibilidad de anulación del voto es para enfatizar. En noviembre, el desencanto llevó a los naucalpanses a preferir al PAN por sobre MORENA, pero el porcentaje de indecisos que puede traducirse en anulación o abstencionismo resultaba ya elevado.


La pregunta telefónica cuestionaba a uno sobre el parecer acerca de la gestión de Patricia Durán, limitándose a preguntar si se estaba de acuerdo o no con su gobierno. Es claro que MORENA y Paty quieren tener claro qué les falta o sobra para remontar una diferencia sustancial frente a Angélica Moya, y deja clara también la intención de Paty para reelegirse, digo, haría bien si lo que quiere es sacarse la espinita de gobernar sin gobernar por culpa de un maldito bicho que ha tenido a todos encerrados, pero que también ha servido de pretexto para la imposición de cuestionables políticas a medio tueste y de planes como el de Desarrollo Urbano que tanto ha dado de qué hablar. Deja claro también que el partido duda en la posibilidad de esa reelección, aunque en realidad desde los comicios anteriores no ha tenido de entre sus filas nadie con tamaños para encaminar al puesto.

Paty, quien alguna vez se declaró fan de este plumífero y este espacio (honor inmerecido), ha tenido en contra una pandemia, una recesión mundial, pero también las malas prácticas políticas de quienes se han dicho paladines contra la corrupción cayendo en lo mismo que señalan frente a los que ellos han llamado, en contraposición, paladines de la corrupción.

Cuando pienso en Paty, promotora de la transparencia en el Estado de México, primero me viene a la cabeza la imagen de Morticia Adams, cuando al comienzo de su gobierno compartía poder con Manuel "Homero" Espino, ni más ni menos que el creador de la frase que encasilló a AMLO como "un peligro para México" y hoy se desempeña como delegado para el mismo. Luego, más me ha hecho imaginarla como Penélope Glamour en medio de peligros, enlodada por el resto de los locos villanos de la carrera política, amenazada desde el inicio de su gobierno por el narcotráfico con multitud de mantas presumiblemente firmadas por Ismael "Mayo" Zambada y en medio de intereses familiares y económicos diversos. Y es que hay que ver que esta es una loca carrera hacia el 2024 que pasa por la pista enredosa y enredada de los comicios de julio de este 2021 y por el acomodo de fuerzas de toda índole para reconstituir a la llamada "mafia en el poder" más allá de la etiqueta retórica gustada y gastada por AMLO.


La división de las huestes morenistas y lopezobradoristas no ayuda a tener un panorama que no parezca de caricatura salida de la pluma de algún momenro de la más burda factura, como tampoco ayuda la división interna del PAN que, dispuesta a reconciliarse con Margarita Zavala, opta marginalmente por hacer como que la virgen le habla. Mientras Ricardo Anaya incursiona en las prácticas lopezobradoristas haciendo campaña para la presidencia desde ahora, tres años antes. Si a aquel le sirvió estar chingue que jode por 18 años, ¿por qué a mí no?; ha de pensar.

Hoy, la revista electrónica Polemón publicó un editorial que revisa la calidad de impresentables de los candidatos a diputados y alcaldías y algunos gobiernos estatales que están siendo promovidos por el Partido Acción Nacional. A primera vista el artículo se antoja indiscutible. Sí, mucho de lo expuesto en él encierra verdad; pero, si hemos de ser objetivos y neutrales, ¿no han hecho lo mismo MORENA, PRI y todos los demás, no ahora sino desde la creación del PRD? Entre chapulines y patiños, los calificativos empleados en este artículo aplican y han aplicado siempre, empezando incluso por el propio Andrés Manuel López Obrador hoy encumbrado a la posición más alta como mandatario mexicano.

Ayer discutía con alguien y le decía: Si en las elecciones de 2018, cuando ganó López Obrador no había realmente un solo candidato medianamente presentable a no ser por filiaciones y fobias que encarrilaron ya a Meade, Anaya (chamaqueado) y AMLO, y por lo mismo votar por alguien (individuo) se hizo muy difícil, hoy la cosa está peor, pues no solamente abundan los impresentables en todos los partidos, sino las condiciones mismas internas de los partidos los hacen impresentables como instituciones políticas. Y el afán necio de AMLO por abrir la boca a contrapelo de lo que indica la ley para los tiempos electorales no ayuda sino, al contrario, insufla los ánimos y promueve aún más el divisionismo. Y ya se sabe la máxima: divide y vencerás, ¿quién? AMLO es el vencedor al más rancio estilo del PRI anterior a 1994, no su partido ni los candidatos. A él le acomoda gobernar un país donde nadie se pone de acuerdo, porque así él puede dictar lo que es propio y adecuado a la imagen mental que se ha hecho del país, sin oposición, con objetivos extraídos de algún raro manual escrito en calidad de diario íntimo y que, por inconfesable, ni siquiera comparte con los más allegados de su gabinete mientras, divertido, observa en la distancia los jalones de unos y otros, lo mismo los conspiracionistas, los amlovers, los "haters" y demás runfla de troles.

A nadie, a ninguno, candidatos o partidos, les interesa verdaderamente resolver los temas que nos apremian hoy de la salud y la economía. Todos y sin excepción están motivados como nunca antes a arrebatarse el poder de entre las manos o conservarlo para hacer más de lo mismo, bajo distintas banderas y siglas, mientras al resto nos lleva Pifas al rancho del presidente. Y así, todos y cada uno en cualquiera de los puestos que ocupan hoy o pretenden ocupar, desde la presidencia de la nación hasta una regiduría, andan como el chivo ciclista: tratando de hacer equilibrio, pero estrellándose, a querer o no, contra el gendarme de la realidad y atropellándonos a todos a su paso.


Pronostiqué más de una vez que el 2018 lo ganaría la izquierda mexicana y muy probablemente MORENA y AMLO. Así fue, sin que ello signifique que tenga voz de profeta. En 2018 yo anulé mi voto y para la presidencia voté en blanco, anotando mi nombre completo, José Antonio de la Vega Torres, como candidato no registrado a la presidencia de la República. Los mismos lopezobradoristas que estaban en la casilla, en calidad de funcionarios escrutadores se burlaron abiertamente del hecho, exhibiendo mi voto expresado a ciencia, paciencia y a mucha honra.

Mi voto está decidido

Para este 2021 no pretendo influir de ninguna manera, solo expreso abiertamente mi sentir y pensar y anuncio desde ahora que este año anularé enteramente mi voto, sin que ello signifique abstenerme de hacerlo.

Reitero lo que he dicho en artículos muy anteriores: el voto es, más que un "deber" ciudadano, un derecho humano y más, una forma de expresión. Más allá de la moralidad, el verdadero humanismo electoral pasa por la definición de dicho acto realizado en forma de sufragio.

Me replicaba esta persona que entonces, si anularé y he anulado mis votos, entonces no me interesa México, ni la gente que ha sido afectada por las decisiones de gobierno y que me importa un bledo quién termine gobernando; y respondí que, al contrario, me interesan y mucho más de lo que puede suponerse. Anular el voto o votar en blanco, ya lo he dicho, no significan, ninguna de las dos formas, claudicar; no significan ceder; no significan eludir; pero, significan una abstención activa, con peso y valor específicos, a diferencia de la abstención pasiva por ausencia, aun cuando sus razones de ocurrencia puedan ser similares y hasta más radicales, en la segunda, como para llevar a la inmovilidad. Su valor no es menor que el del voto marcado y, si es menos "efectivo", es porque la ley y los hombres que la escriben y los jueces que la hacen valer, no le han dado su lugar en una sólida filosofía política.

Francisco I. Madero luchó por un sufragio efectivo y la no reelección de Porfirio Díaz, no por tratarse de un hombre en el poder, sino porque representaba la misma confrontación artificial entre liberales y conservadores encarnada por el mismo Benito Juárez y tantos más en el siglo XIX.

La Revolución nos hizo creer que ese ideal se había concretado a pesar del conflicto entre facciones, y el sistema creado desde Plutarco Elías Calles nos dio una maquillada certeza de que la paz iba de la mano de una supuesta libertad sufragista que "impedía" la reelección, cuando en realidad promovía una distinta manera de reelegir no a los hombres sino la fórmula gobernante y en contubernio con la oposición, dispuesta a mamar del presupuesto en el papel de patiño.

De haber en México un verdadero sufragio "efectivo", si la reelección disfrazada que hemos atestiguado por decenios (primero con el PRI, luego pasando al PAN, luego con MORENA) no ocurriría constantemente haciéndonos creer que nuestro sistema es una democracia en pleno desarrollo.

Si a mí se me presentan dos candidatos A y B y ninguno me resulta una opción viable, nada me obliga a entregar mi voto a la "menos pior" de las opciones. Eso ya lo probamos cuando votamos por el PAN para la presidencia y "sacamos" al PRI del gobierno. Y el PAN gobernó con un congreso medianamente balanceado, por las dudas de que la regara el nuevo presidente. Y lo mantuvimos dos sexenios, dando el beneficio de la duda. Y entonces, la inseguridad nos volvió a meter el miedo y las opciones nos pusieron al menos malo, supuestamente, Enrique Peña Nieto, y volvió el PRI, en ese movimiento pendular observado por don Daniel Cosío Villegas sobre el sistema político mexicano. Y al cabo del sexenio nos pareció habernos equivocado, y nuestras decisiones sufragistas dieron oportunidad a la izquierda, en un nuevo movimiento pendular, permitiendo la llegada, ahora sí de veras y no en medio de un melodrama chabacano a Andrés Manuel López Obrador. Y estoy seguro que tendremos igualmente un segundo sexenio morenista en 2024, quizás teniendo por cabeza a Marcelo Ebrard o Ricardo Monreal o Claudia Sheinbaum o Perico de los Palotes, con el mismo historial de haber pasado por las filas de este y el otro partidos en su búsqueda acomodaticia. Y estoy seguro que en este 2021 el congreso se equilibrará de nuevo en julio, pero que eso no significará necesariamente un pisotón al acelerador del progreso mexicano.

Nuestra democracia ha demostrado que no puede darse "sin adjetivos", a despecho de Enrique Krauze.

De verdad, ¿más vale malo por conocido...?

Miro los candidatos y miro los partidos y, aunque se coaliguen y alíen —lo que, insisto, es una contradicción de orden ideológico entre partidos—, veo que de todos no se hace uno. Sencillamente no hay a quién irle. Así es muy fácil pasar del grupo de los indecisos al de los que ya tenemos definido el voto desde ahora. Quien tenga su filiación clara, ya sabe para donde jalar. En mi caso, sin duda, la anulación y para alcalde, mi nombre de nuevo en blanco (que no es anulación), como candidato no registrado (¡porque no pienso registrarme ni como independiente, con las trabas existentes ni ganas da; quien quita es clicle y pega, entre broma y en serio!).

En mi caso, repito, la anulación como una reacción virulenta. Para la que sigo esperando la vacuna.

La anulación con la finalidad de que los legisladores acaben por darle significado más que solo estadístico al dato e incluirlo a cabalidad en la ley y el reglamento como una expresión legítima y contable de inconformidad, y para que así sea leída por candidatos y partidos y el sistema entero.

La anulación como un dato capaz de revertir el proceso y generar el cisma necesario para, de veras, transformar las conciencias de los políticos y los ciudadanos.

La anulación como una ruidosa, en lo que de callado tiene, protesta contra el estatus quo.

La anulación como rebelión franca, honesta, determinada.

La anulación como el primer paso revolucionario y pacífico, muestra de desobediencia civil frente a una caterva de imbéciles que no han sabido hacer más que hundirnos, ya con sus buenos e hipócritas propósitos o con sus groseras y aviesas pretensiones y su codicia desmedida.

La verdadera transformación, cuarta, quinta o sexta, pasa por nuestro afán razonado como ciudadanos. Tú, vota por quien, persona física, te parezca la opción adecuada, idónea, pero ya no por el "menos malo" o de lo perdido lo que haya.

Tú, vota por la organización política que llene tus expectativas, no por la que te colme de promesas vanas, recurrentes y calca de tiempos pasados, la misma sopa de siempre.

Vota por lo que sabes, no por lo que crees, supones, imaginas o te cuentan. No te conformes con informarte y participar haciendo boruca, fórmate, lee, aprende, empápate de lo que es la democracia, creada de origen no para dar voz a la mayoría, sino para dar voz, entre la mayoría, a las minorías. La democracia no es, aunque así te la hayan querido vender, el gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo, y esto por una razón sencilla: el día que la gente del pueblo acceda al poder, ¡Dios nos agarre confesados, en especial a los políticos profesionales! quienes son los actuales y verdaderos detentadores del poder. Para votar y así emitir tu juicio electoral básate en los hechos y no en los dichos, que por sus obras y palabras huecas ya los hemos conocido a los viejos como a los nuevos.