Transformación hacia una intelligentia de cuarta


ERA DE LA OPINIÓN... de que la inteligencia era algo más que una élite de supuestos pensadores.

Hoy, veo la reciente declaración de nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador acerca de que solo diez intelectuales han apoyado a su ¿famosa o infame? Cuarta Transformación. ¡Ay!, ¡De verdad! No sé si reír, llorar, o sentarme como el Pensador de Rodin en actitud intelectual.

El presidente en su acostumbrada, diaria y ya fastidiosa "mañanera" donde supuestamente informa a la ciudadanía sobre el estado que guarda la nación (lo cual es discutible), al quejarse y chillar una vez más al no soportar las críticas de quienes analizamos el desempeño de su actual gobierno, arremetió para no variar en contra de todos los que, a su entender, no lo entienden (¡pobrecito incomprendido!), le tienen tirria y miran con recelo opositor.

Entre esos, periodistas e intelectuales como Roger Bartra, que nos hemos atrevido a señalar desde nuestras particulares y humildes trincheras tanto lo positivo (muy poco por ahora) como lo negativo de su gobierno y su administración; o peor si nos hemos atrevido a afirmar que el peligro de albergar esperanzas radica en la desilusión que sigue cuando las expectativas no son siquiera mínimamente satisfechas, cosa que le está pasando a muchos mexicanos conscientes de la realidad del país y del mundo. Entre esos, decía, extrajo una lista que, desde su punto de vista, han sido los pocos diez "intelectuales" que lo han apoyado: Elena Poniatowska, Lorenzo Meyer, Enrique Galván, Fabrizio Mejía, Pedro Miguel, Damián Alcázar, los hermanos Bichir, Epigmenio Ibarra, los moneros Hernández, Helguera, "El Fisgón", así como los fallecidos Carlos Monsivaís, José María Pérez Gay, Fernando del Paso, Sergio Pitol y Hugo Gutiérrez Vega.

Una revisión detenida de esa lista mueve a risa condescendiente.

A ver, a varios de los mencionados los he conocido personalmente desde mi adolescencia y puedo afirmar que de la lista dada por el presidente solo dos entran ciento por ciento en la categoría de intelectuales. Los demás, y que me perdonen algunos que estimo mucho y con los que he tenido relación personal, solo son profesionales en lo suyo y excelentes, nada más. Eso no quita, por supuesto, que tengan derecho a opinar sobre los asuntos de su incumbencia como mexicanos (salvo Epigmenio Ibarra que es oriundo de Guatemala), pero de ahí a etiquetarlos como "intelectuales"... ¿Quizás estamos también frente a uno más de los embates de AMLO para derruir hasta los cimientos institucionales de lo conocido? Porque la intelligentia mexicana era considerada una "institución", aun cuando a ojos de algunos tan decadente como el sistema y la sociedad que la soporta. ¿Deberemos repensar y redefinir qué es y quienes caben en la categoría de "intelectual" o forman la llamada pedantemente intelligentia?

Si nos vamos a una definición básica de intelectual en el sentido de aquella persona que piensa, bueno, pues todos los ciudadanos del mundo somos intelectuales, efectuamos un ejercicio intelectual al momento de pensar sobre cualquier tema. En este sentido, son muchos más de diez intelectuales los que apoyan la 4T, todos esos más de treinta millones de votantes que favorecieron a MORENA y a AMLO gracias y en virtud a una democracia de la cual el INE ha sido garante por lo que, dispararle al INE es tanto como darse un balazo en la pata. Y ya sabemos que eso se le da con facilidad a AMLO, solo recordemos el triste caso del accidente con el cual cobró la vida de su hermano, allá en su tierra natal Tabasco. Así que, no le presten la pistola, no sea que se le salga el tiro y mate a la nación entera, empezando por la intelectualidad.

Si nos vamos a la definición ilustrada (el concepto nació justo en la época de la Ilustración, al filito del final del Renacimiento, donde pensadores, en su mayoría filósofos y escritores, escasos artistas), entonces nos encontramos con que el intelectual es aquel pensador profesional, al estilo socrático, con interés y capacidad para el análisis y examen críticos de los temas de su especialidad, primero, pero también de aquellos que de forma erudita puede abarcar como ávido lector o creador y que inciden de un modo u otro en la vida, el desarrollo de la sociedad y sus componentes, pero no solo eso sino que además es un proveedor de ideas y argumentos con potencial para el trazo de soluciones de la más diversa índole en la ciencia, la milicia, la academia, las artes, la política, la economía, etcétera.

En este sentido, teniendo como referencia a pensadores como Denis Diderot, René Descartes, Voltaire, Rousseau, entre muchos más, el intelectual es un miembro fundamental de la corte, uno que puede, siguiendo la propuesta de Umberto Eco, o estar integrado o ser apocalíptico en sus apreciaciones y censuras, motivo por el cual algunos pueden rayar en la pedantería y la megalomanía abrogándose como detentadores no solo de la razón sino de la verdad, dando incluso, llegados a un extremo, elementos racionales perniciosos capaces de crear monstruosidades, como aquel tergiversado dicho de "el Estado soy Yo" atribuido a un adolescente Rey "Sol" Luis XIV de Francia, que acabaron diluyéndose en una visión existencialista para explicar al yo y su circunstancia.

Si lo primero, como integrado, sostenido y quizás mantenido por el estatus quo, puede volverse permisivo y en su decir y hacer acaba justificando el estado de las cosas, siendo asimilado por los intereses de sus respectivos mecenas. Si lo segundo, apocalíptico, desarrolla su obra aun a contrapelo del establishment, procurando una regular independencia y atajando los temas desde "fuera de la caja del arenero". Con el tiempo, al primero lo encasillaríamos como el "intelectual orgánico", al segundo como el "intelectual revolucionario" y darían pie esta separación a las ideas de pensadores de izquierda, derecha y centro, como etiquetas maniqueas heredadas de la Primera República francesa. Unos y otros, al final de cuentas tarde o temprano acaban superponiendo o intercambiando sus adjetivos en función del poder en turno de manera que el intelectual revolucionario de hoy acaba como orgánico mañana y viceversa.

Modernamente, en el siglo XX, estos dos últimos conceptos se prestaron para etiquetar a las rémoras del sistema o a las hienas dispuestas a hacer carroña de lo establecido. Entonces surgió una tercera opción, sobre todo a partir de la Primera Guerra Mundial. La de los intelectuales entendidos como agentes independientes y autónomos del cambio, dispuestos a hacer de sus habilidades y talentos el fundamento de su empresa, de aliarse con otros pensadores de distintos campos y a convertirse en "vacas sagradas" cuyos dichos y hechos, sus obras, se convirtieran en referente orientador de la opinión académica o pública, de las políticas gubernamentales, de las tendencias estéticas. Y ahí se generaron y diseminaron nichos de creadores críticos o acríticos, algunos inclinados hacia un pensamiento socialista, otros abrevando del capitalismo, todos hallando en su senda los recursos y técnicas persuasivas para catapultarlos en el ánimo público como celebridades más allá de toda duda razonable.

Así, las genialidades, algunas discutibles, dieron lugar a una fragmentación, ubicando a unos intelectuales en la circunstancia de "potentados del pensamiento" y a otros en la categoría de "escoria antisistema" y no faltan los que son simplemente... gente esnob. De uno y otro lado también se dieron los extremos contraculturales; pero que, al cabo, con el vaivén de las cosas, terminaron igualmente absorbidos por ese mismo sistema en tela de juicio.

La lista del presidente, por sí sola, es injusta para los omitidos que son muchos. De los enlistados y aun con vida, Elena Poniatowska ya mostró en dos ocasiones su inconformidad con la forma de gobernar de AMLO y la 4T. Cabe preguntarnos si la declaración no encierra un reconocimiento estúpido de la negación presidencial a escuchar o si es el indicio de la supina soledad que caracteriza al cargo y que empieza a minar y desgastarlo.

De los enlistados y los omitidos, varios ya se pronunciaron contrarios a los intereses del presidente y su Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), y muchos estuvieron de su lado al comienzo aun habiendo sido favorecidos por los regímenes previos con las becas y financiamientos alegados por AMLO como instrumentos de cooptación del pensar, como si solo el dinero tuviera el poder coactivo para vendar los ojos.

Cuando contrasto lo hecho, logrado, por la intelectualidad en años pasados con lo hecho, logrado por la que hoy se erige como tal, no puedo sino lamentarme por la decadencia que hoy campea. Porque además, hoy el público se siente en condiciones de, por medio de las redes sociales, descalificar a cualquiera que se ostente como intelectual, lo sea o no. Porque, en la era de la opinioncracia, todos aportan ideas, chuecas o derechas, todos piensan, bien o mal, con o sin método y todos execran del otro que ose mostrarse como experto, especialista o fósil erudito. Hoy, el conocimiento da el poder, pero el saber... El saber ya es cosa propia del imperio de #OtrosDatos.

Movilidad y pandemia


RECIENTEMENTE Indicios Metropolitanos pudo atestiguar que la Secretaría de Movilidad del Gobierno del Estado de México ha venido realizando discretamente distintos estudios sobre flujo vehicular, esto sobre todo en avenidas y cruces de importancia como Avenida Gustavo Baz, Mario Colín, etc., por mencionar dos, en municipios del área metropolitana que conforma la Megalópolis.

Dichos estudios no están siendo elaborados, como en otras ocasiones y entidades, utilizando las mangueras neumáticas que permiten un conteo vehicular automático, corroborable con testigos presenciales. Sino ha venido empleando más bien cuadrillas de contadores, hombres y mujeres contratados para el efecto. La empresa a cargo de dicha tarea es la Consultoría Integral en Transportes CITRAN. S.C.

De acuerdo con diferentes fuentes consultadas, el motivo por el cual se realizan estas mediciones por ahora no es claro, aunque podemos trazar algunas suposiciones considerando la utilidad y los antecedentes noticiosos de los años recientes.

Uno de los motivos por los que se realizan estos estudios es para determinar, desde la perspectiva de la ingeniería civil, los datos necesarios para la pavimentación o repavimentación de calles y avenidas, así como los materiales y métodos más adecuados para soportar en el tiempo el desgaste que implica el flujo vehicular repartido entre transportes de bajo, mediano o gran peso.

Otro de los motivos para estos estudios es la evaluación de los flujos mismos, para determinar la apropiada dirección y sentido de los caminos, la necesidad de construir desviaciones, retornos, puentes, conexiones, cruces, cierres de calles, pasos a desnivel subterráneos o elevados y así distribuir la afluencia y por tanto mejorar la movilidad, en función de la búsqueda de la reducción de tiempos de traslado, por ejemplo. Lo que va de la mano de otro motivo que puede ser el de medir los tiempos de pausa, avance y velocidades de flujo, con miras a la adecuada señalización, la instalación de semáforos, cámaras de tránsito, etc.

Por supuesto, estos estudios también pueden tener una finalidad ecológica para la medición estimada (corroborable por otros modos técnico-ambientales) de la huella contaminante de la mano de un pronóstico del censo vehicular particular o de transporte público contrastable con el registro existente tanto por parte de las fábricas y armadoras, concesionarios distribuidores y direcciones de tránsito.

También, entre las razones que sustentan o justifican a estos estudios pueden estar las relacionadas con temas conexos como la seguridad vehicular, entendida por esta aquella que incide en la salud e integridad física o económica de conductores, peatones, locatarios, equipamiento vial. Esto porque el flujo vehicular a veces, en determinadas circunstancias (que son las estudiadas) puede prestarse al aumento de accidentes viales o al aumento de situaciones de robo a vehículos, transeúntes o comercios, al facilitar o dificultar el escape de los malhechores.

Hay muchos motivos más, algunos más finos en el detalle que otros, pero digamos que a efectos de lo que aquí interesa los anteriores son indicios bastantes como para darnos una idea de por donde puede estar pensando a trazar sus siguientes acciones el gobierno encabezado por Alfredo del Mazo Maza, a quienes algunos critican de haber doblado las manos frente al presidente Andrés Manuel López Obrador y yo a veces me pregunto si no le dio el segundo su espaldarazo en parte por ser descendiente directo de Margarita Maza de Juarez, la esposa de Benito Juárez, ídolo del mandatario, además de primo de Enrique Peña Nieto, y primo también de la familia Autrey, uno de cuyos miembros fuera el promotor, años atrás, de la idea del aeropuerto de Texcoco que con Peña Nieto ya presidente empezó a construirse (quitándose las espinas o machetes de Atenco), pero AMLO decidió cancelar a media construcción, lo que nos llevará como nación a un endeudamiento canijo por solo ese tema.

Una revisión somera de las noticias relacionadas que pudiera dar luz sobre las intenciones del gobierno mexiquense nos pone enfrente lo siguiente:

  • La existencia de un Plan Estatal de Desarrollo Urbano ligado al Plan Nacional de Desarrollo Urbano y con la Agenda Hábitat 2030 de la UNESCO que, entre otras cosas, contempla la necesidad de convertir las ciudades y municipios en sitios sostenibles, resilientes, como ya apunté en otros artículos anteriores.
  • Derivado de lo anterior, la existencia de un Plan Regional de Movilidad que, desde el gobierno municipal en Naucalpan (como referencia) de Edgar Olvera Higuera tiene como fin el reordenamiento regional de calles, avenidas, señalamientos y transporte público. Este plan y proyecto no han podido realizarse del todo, aunque se han ido dando avances parciales en algunos puntos de la entidad.
  • El probable proyecto de entubamiento de ríos, contra el proyecto probable de CONAGUA para el rescate y reconversión de los cuerpos de agua y afluentes de la cuenca de Anáhuac y en general del país. Un proyecto de gran envergadura el segundo que muy probablemente políticos más dispuestos a pararse el cuello con obras de relumbrón optarán por aplazar indefinidamente para malestar de los mexicanos y degeneración de nuestros recursos naturales.
  • La pendiente terminación del Viaducto Bicentenario que quedó trunco en algunos de sus aspectos constructivos como es el caso del regreso entre Tepozotlán y la Ciudad de México.
  • El plan para reordenar centros citadinos como San Bartolo, en Naucalpan, o zonas industriales y trazar las conexiones necesarias entre circuitos interiores o exteriores, avenidas eje y cruces para facilitar el transporte de los trabajadores, de la mano de creación de rutas específicas para el transporte público en sus distintas variantes, incluido el nuevo teleférico Mexicable, el tren suburbano, etcétera.
Sin ser los únicos, algunos de esos incisos han generado inquietud, dudas, resquemores, incomodidad y  sospechas entre la población mexiquense dividida entre las soluciones "fáciles" y "cómodas" como el entubamiento de ríos para el desarrollo de nuevas vialidades con los efectos colaterales no siempre positivos que ello conlleva, o las soluciones más complejas pero más saludables. Unas y otras pasan por afectar de un modo u otro lo mismo a residentes que a locatarios, comercio ambulante, generación y control de desperdicios y mucho más.
A lo anterior es necesario sumar las exigencias de los tiempos actuales como la introducción de vehículos híbridos o eléctricos y la necesidad de ubicar centros de carga y suministro. La reconversión y mejor administración de rutas y vehículos de transporte público, tema que siempre choca con los intereses creados entre los funcionarios corruptos otorgadores de permisos de circulación, emplacamiento, etc., y las empresas y sindicatos de transportistas contra los que nadie se ha atrevido a darles el manotazo en la mesa para meterlos en cintura, ordenarlos y responsabilizarlos de los males que causan por sus procedimientos, métodos, y vicios administrativos, políticos, laborales. Y claro, también están las empresas publicitarias de anuncios exteriores que aprovechan los resultados de estos estudios sobre movilidad para garantizar mayores y mejores impactos de los mensajes a sus anunciantes, lo que implica la ubicación y reubicación de paradas de autobuses, sitios de taxis y otras formas de equipamiento para el asunto.
En medio de estos tiempos recesivos y de pandemia considero estos indicios de gran importancia, pues datos como este: que en un cruce vial, durante una hora, circule un promedio de ciento sesenta vehículos, lo que hace que en ocho hora laborales circulen en ese solo punto mil doscientas ochenta unidades, nos pueden dar luz también sobre la manera como el manejo de la pandemia y sus semáforos de actividad han incidido más o menos en la contaminación, en la creación de empleos formales o informales, en el aumento de los contagios y la mortalidad, en la dinámica misma de las ciudades y contrastar incluso las ventajas y desventajas (no solo económicas) de la inmovilidad a que hemos estado sujetos la mayor parte del tiempo frente a la necesidad de una movilidad desordenada.
Mirar a cuadrillas de contadores tomando datos acerca de esto podría considerarse un indicio menor, pero es, como se intelige, solo la punta de un enorme iceberg que, junto con la sequía, la generación de energía y de desperdicios, está a punto de chocar con el estilo de vida de los mexiquenses y más, de los habitantes de la Megalópolis. Del encontronazo puede seguir la mejora continua y arribar a buen puerto o hundirnos como sociedad, como entidad. La mancuerna Sheinbaum-Del Mazo será determinante independientemente de quiénes ganen en las próximas elecciones.

¡Oremus! Por una sólida filosofía de la comunicación

Foto: Vatican News

EN DÍAS RECIENTES, el Papa Francisco expuso en su catequesis la necesidad de no despreciar a la oración vocal; yo interpreto por ejemplo y para ilustrarte, amigo lector, las fórmulas repetitivas del rosario, en la religión cristiana (y sus variantes como la católica o la protestante), o mantras, como se las conoce en las religiones orientales. Todo ello puede tener versiones escritas, gestuales, posturales y tener representaciones iconográficas, pueden ser recitadas o cantadas.

Muy aparte del aspecto de credo y religión, no puedo sino estar de acuerdo con el Papa. Incluso la ciencias, Física, Neurología y Psiquiatría, incluso la Psicología (aun considerada seudociencia) han demostrado el poder de la "magia", el cual descansa justo en los "encantamientos" basados en la palabra, especialmente la hablada. Es el principio básico de la psicología freudiana, la Gestalt, la neurolingüística e incluso de la informática y de la inteligencia artificial. De ahí lo que alguna vez escribí acerca de la similitud de la palabra y la matemática como traducciones del abstruso lenguaje de la naturaleza y que dio pie a un suceso en mi vida tanto vergonzoso como halagador del que, creo, alguna vez hice algún apunte anecdótico en mi blog, alguna red social o quizá solo lo he dejado a nivel de conversación, no recuerdo bien, acerca de cómo un maestro universitario, siendo yo estudiante, me "puso en evidencia" frente a todo un grupo como alguien de quien se hablaría mucho en el futuro, maestro sobre el que luego me enteraría por otro era un espía jesuita enviado por el Vaticano (Papa Juan Pablo II) para seguir los pasos de los Legionarios de Cristo. ¿Será? Me pregunto a qué futuro se refería, si era vidente, tenía información confidencial sobre mí que le permitiera prever o profetizar algo así, y si ese tiempo ya llegó o ni siquiera lo veré durante mi vida. Por lo pronto, yo hago lo propio sin dejarme influir por la vanidad o por el miedo.

Una de las razones por que soy escritor es justo mi creencia y corroboración del poder de la palabra, no nada más la escrita, la empleada para la ficción o la poesía, o para explicar, describir o narrar. La palabra en la oración expresa lo que alma y corazón encierran, y devela la liga de lo humano y lo universal (o, si se prefiere, lo divino). La pronunciación de la palabra proyecta el poder que la imagen mental ya pergeña.

No es gratuito en las sagradas escrituras de cualquier cultura y no es sino evidente y elemental el reconocimiento de que en el principio fue el verbo, es decir el logos. El filósofo Eduardo Nicol bordó un magnífico ensayo alrededor de ello y sin duda es una de mis pasiones intelectuales en mi afán por construir una filosofía de la comunicación que pasa por los clásicos, Wittgenstein, Chomsky y tantos más.

Asentándome en el pensamiento heideggeriano, el verbo es acción, acto. Así, la luz por ejemplo Es y es hecha y siendo en hecho está. Poco importa si es acto humano o divino, es la realización de una ignota, inefable voluntad emanada de la existencia misma y que, como tal, en tanto volición, quiere, desea y crea dentro de los límites del deber, es decir del necesitar.

Pero, el verbo, mucho más allá de la gramática y la lingüística, es solamente una forma de la palabra y por tanto del logos. Rebasando las explicaciones semióticas, es más que signo y referencia, más que símbolo. Es una forma de intuición activa, transitiva o intransitiva que se conjuga de manera infinitiva y determinante, subjuntiva o potencial, o a veces imperativa. En el primer caso requiere de una persona que la lleve a efecto. En el segundo, lo primordial no es la persona ni el efecto, sino la posibilidad implícita de que el efecto cobre carta de suceso. En el tercer caso, solo vale como instrucción frente a la cual acatar o rebelarse a lo ordenado. Pero, la palabra, como la deidad Jano, tiene dos caras y la contraria es la que define los alcances de la primera en la pasión.

Del mismo modo que en Física hablamos de energías potencial y cinética, igualmente en lingüística y en filosofía de la expresión entendemos paradigma y paradoja como formas de la palabra accionada y de la palabra apasionada. El paradigma es logos que conduce a lo dicho y previamente pensado. La paradoja, de manera complementaria, es logos que conduce a lo pensado y susceptible aun de ser dicho. El paradigma apunta a lo que es. La paradoja, a lo que puede ser.

La iglesia y la política hoy se debaten entre ambos extremos, a veces enquistadas en lo conocido, a veces temerosas de abandonar el dogma por explorar derroteros complementarios.

Lo que consideramos en nuestra limitación imaginativa e intelectual como algo que no existe, ejemplo los fantasmas, por el solo hecho de mentarlos o suponerlos ya existen, son, están, así sea como una negación o una sospecha o una falsificación, lo cual Leibniz empleó (lo explico de manera muy burda) como uno de los motivos argumentales en su labor metafísica para comprobar, demostrar, verificar tanto la existencia como la inexistencia de Dios (lo que se conoce como "argumento ontológico); o Nietzsche para, más allá del "psicótico personaje" y siguiendo el pensamiento de Zaratustra (Zoroastro), anunciar el advenimiento del superhombre y la muerte de Dios, no tanto como deceso sino como transición derivada del cristo (ungido) redivivo (lectura que han pasado desapercibida los detractores del filósofo más dados a distorsionar sus propuestas).

El poder de la oración hoy es innegable, aunque haya quienes lo pongan en duda. Sea que se efectúe de manera oral (vocal, como señala el Papa) o meditativa, para que funcione a nivel cerebral, mental, endócrino y por extensión espiritual, ha de tener un fundamento de creencia, de lo contrario no suscita cambios ni transformaciones neuronales, conductuales, actitudinales o hasta valorales, por lo tanto éticas y de moralidad. Es decir, la oración, como método de comunicación intrapersonal que es el nivel más hondo y básico de la comunicación, requiere de una autoestima estructurada y funcional, además orientada a una meta, un propósito superior a la persona orante y oradora, de otro modo la repetición del estribillo solo redunda en la asimilación fanática de lo pretendido, en vez de soportar y reforzar la creencia en lo existente y cualquiera sea su manifestación sensible. Una máxima de la propaganda eclesiástica o no descansa en la frase de Goebels de que una mentira pasa a ser verdad si se la repite muchas veces y ahí tenemos el ejemplo de tantos bulos que circulan en la Internet y los cuales miles de personas creen a pie juntillas; aunque también es cierto que la verdad sale a flote tarde o temprano, si bien a veces necesita de un empujoncito que abra los ojos a los legos.

Por supuesto, la oración no tiene su ámbito solo en lo religioso o lo lingüístico. Cuando hablamos de oración al construir un texto lo que ponemos en tela de juicio es lo enunciado, lo enunciable y en consecuencia lo inteligible. Porque la palabra va en paralelo con el acto originario de nombrar. Aun antes de crear la luz, Dios la nombró. Y aun antes de nombrarla la concibió. De ahí que la luz, aun antes que un haz de electrones sea un concepto, lo que aplica para otros asuntos como la vida misma que, discusiones pragmáticas o normativas aparte, no halla en el cigoto (óvulo fecundado) el concepto de vida sino incluso antes en el mismo óvulo y el espermatozoide, en tanto células generadoras y portadoras del Ser.

Aunque los sacerdotes lo aleguen como tal en la fórmula litúrgica, la palabra nunca es de Dios, ni como pertenencia ni como posesión ni cómo creación ni como impresión editorial. Porque Dios, en tanto nombre, palabra, es inmanente de sí y originaria de sí, está contenida y expresada en sí misma. Es por ello que Dios tiene miles, cientos, millones de nombres, porque cada vocablo, cada enunciación, cada designación está contenida en tanto idea y esencia, si seguimos a Platón, en espera de sustanciarse en un ente concreto, aun cuando la idea misma ya es de por sí una forma de ser del ente y del Ser. Ninguno, nadie puede abrogarse la palabra como propia y por lo tanto tampoco especificar a una manifestación, parusía enunciada, onomástica de la divinidad como único "Dios verdadero" pues al elegir una denominación asimismo se advoca a todas las sinónimas, aun cuando cada cual apunte a una variante sutil. De ahí que el alegato de musulmanes, judíos, cristianos, católicos al señalar su credo como "el verdadero" execrando del resto cometen apostasía por antonomasia, porque su sola petulancia, su arrogancia posesiva hace del nombre, de la palabra fundamento antonímico de lo que son y simultáneamente no son. Si el judío es el pueblo elegido y tiene por Dios al mismo que los musulmanes llaman por otro nombre, la alegada bastardía de uno no niega su hermandad con el otro y más, no cancela su mutuo y compartido origen en la misma palabra.

Los hombres estamos tan mal acostumbrados a mutilar a la palabra... Y en el proceso perdemos de vista que lo mutilado no es la fonética ni el gramema como en cambio lo que de raíz existencial nos significa. En la palabra está nuestra genealogía metafísica.

La palabra, dicho lo anterior, puede ser vista como una caja china o una matryoshka o, más tentador aún, como la caja de Pandora, en cuyo fondo están todas las virtudes y todos los vicios y que, apenas la abrimos estos se expresan, escapando, excepto uno. Si esta metáfora es correcta, entonces lo que resta por salir es lo que justifica a la duda, a la incertidumbre en un sentido cuántico: el ruidoso, poético silencio que otorga, a lo que paradigmáticamente está siendo, su contradictoria, paradójica razón de no ser.

En estos tiempos de pandemia, recesión y zozobra mundiales, oremos ya sea de viva voz o con el pensamiento solo para que lo que es hoy, mañana ya no sea; y para que sea lo que actualmente está no siendo, sin olvidar que lo bueno de ahora, puede ser lo malo por venir y, viceversa, pues no hay mal que por bien no venga.