Pobrecito AMLO, ¡qué lástima me da!


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ERA DE LA OPINIÓN… de que Andrés Manuel López Obrador, nuestro actual Presidente de la República podía a veces, si no muy frecuentemente, ser un insensato. Y uno de sus recientes tuits me lo ha confirmado una vez más.

Los dos López

Para tristeza de muchos de nosotros, mexicanos, ayer por la noche falleció un Primer Actor, Ignacio López Tarso. Este texto está lejos de pretender hacer una nota necrológica. Me contentaré con hacer la conexión entre la versatilidad de un López histrión, siempre encargado de personajes de carácter, y que alguna vez en su vida se apuntó de manera confundida e insensata para seminarista sin tener la vocación sacerdotal, con nuestro mandatario, otro López que, al igual que Pito Pérez, personaje creado por el michoacano José Rubén Romero tiene una vena mística y poética que puede rayar, cuando se lo propone, en el sermón misionero recurrente en su sinsentido.

Pito Pérez viene a cuento por varias razones. La primera porque el finado actor fue el tercero en representar el personaje en el cine (1970), interpretado antes por Manuel Medel (1944, 1948) y Germán Valdez "Tin Tán" (1957). Todos de manera magistral tanto por las actuaciones como por las direcciones y las adaptaciones, cada una de las cuales optó por enfatizar algún aspecto específico de la novela, ya el ánimo cómico del pícaro, ya el cinismo en la denuncia y el tratamiento crítico de la moral y la ética sociales, ya la meditación filosófica acerca de los tópicos y valores universales como la vida y la muerte. En segundo lugar porque el personaje tanto como nuestro presidente, a querer o no, encajan por sus particulares derroteros en lo que se cataloga como el pícaro [DÍAZ, 2014]. En tercer lugar porque ambos López, Tarso y Obrador, para poder hacernos creíbles y entrañables las palabras y preocupaciones anecdóticas de Pito Pérez tuvieron primero que identificarse con el propio personaje, suerte de desheredado para el que el rechazo social transformó su vida en una inutilidad aparente, un vacío que trata de llenar con la sabiduría de la experiencia, aunque esta implique ignorancia y credulidad cretinas.

Representar,  pensar,  imaginar  o  escribir  una  ficción  es  un  simulacro  mental  y  vital  del ser  humano  acerca  de  la  realidad  que  lo  circunda;  es  una forma de  apropiarse  y  de recontextualizar todo aquello que percibe con sus cinco sentidos para proveer de fondo y sustancia a su propia existencia. Es, en una palabra, transformación; mas no por ello, menos  verosímil  o  menos  real.

[…] El  cine,  así  como  los  demás  soportes  ficcionales,  realiza como diría  Umberto  Eco,  un contrato  tácito con  el  espectador  o  lector  para  que  la  ficción pueda darse, a pesar del entorno real de estos actantes externos. Y que Pito Pérez desea contar  la  suya  a  quien  quiera  oírla,  no  importando  transgredir  los  límites  de dos universos: uno real y otro ficticio, pues lo que él ha vivido y sufrido no puede quedar en el  olvido,  así  como  así.  Sino  que  este  Pito  Pérez  desea  que  su  ficción  traspase  su “realidad mexicana rural posrevolucionaria” a cualquier realidad [GARCÍA, 2016].  

El pícaro Pito Pérez necesita embriagarse con aguardiente para evadir la realidad que lo ha amargado con los años. Una realidad que le ha puesto enfrente a los otros, al prójimo, como miembros de una recua de hipócritas. El pícaro Andrés Manuel López Obrador necesita la ebriedad propiciada por el poder para justificar la realidad alternativa que desde joven decidió construirse y desde donde, erigido en héroe mesiánico, pretende combatir a una sociedad que califica de hipócrita por corrupta y conservadora. Pito Pérez fastidia a sus vecinos con sus notas chillantes. López Obrador fastidia a unos gobernados sí, y a otros no, con sus machaconas "Mañaneras" dotadas de un texto teatral, cuya insistente repetición mantenida ya a lo largo de cinco años reclamaría al final del sexenio su placa conmemorativa de las mil quinientas representaciones.

El presidente lamentó la muerte del actor rememorando su participación en el filme de Roberto Gavaldón, pero confundiendo la interpretación de López Tarso con su preferida, la de Tin Tán.

Foto: Tuit de AMLO. Archivo Indicios Metropolitanos.
Fuente: Twitter/lopezobrador_

¿Por qué optó el presidente por "quedarse" con esa frase y qué lectura podemos dar a su elección?

Entre el diablo y el pícaro te veas

El contexto lo es todo al momento de comprender los mensajes. En este caso nos enfrentamos a una lectura que aplica a varios niveles de contextualidad, a saber: el contexto de la novela, el contexto de cada unas de las versiones fílmicas, el contexto de la presidencia de Andrés Manuel López Obrador, y el contexto específico del momento que detona el tuit declaratorio de este como punta del iceberg.

Si vamos bajando desde la punta hasta el fondo, lo primero que debemos hacer notar es el ruido que implica la declaración proviniendo de un presidente que ha acomodado a sus adversarios en el sitio más diabólico a sus ojos, caracterizado por la corrupción y el conservadurismo, los que, según él, su estilo personal de gobierno ha conseguido transformar, no sabemos en qué, pero eso afirma. Desde ese punto de vista, una primera lectura podría llevar a afirmar que el presidente siente lástima de sus opositores quienes no han oído una palabra de compasión o cariño y, en cambio, sólo críticas acérrimas de parte de él mismo y sus simpatizantes, dividiendo, causando encono. Pero esa sería una lectura algo chabacana, quizá digan los seguidores de la llamada 4T.

Una segunda lectura permitiría acomodar las palabras bajo la sombra del combate al narcotráfico, y nos pondría entonces a un presidente conmiserándose del crimen organizado, para el que su política de seguridad basada en "abrazos y no balazos", por contraste de la de sus antecesores (por cierto uno de ellos paisano de Pito Pérez y con el mismo gusto por las bebidas espirituosas), y de la mano de sus instrucciones a la Secretaría de la Defensa y la Guardia Nacional ha llevado a los efectivos militares o militarizados a defender por sobre todo los derechos humanos de los criminales. Al fin, ¿no son ellos también ciudadanos mexicanos con todos sus derechos y prerrogativas en tanto no se confirmen sus culpas ante la sociedad? Pero esta sería una lectura irreverente, o eso podrían pensar los adoradores del culto lopezobradorista. Advierto, lejos estoy de pretender que mis lucubraciones sean sarcásticas.

La lectura que sin embargo puede ayudar a acomodar las otras dos en un ámbito más objetivo es justo la derivada del contexto mismo de la obra. Dónde, cómo y por qué dice Pito Pérez la frase mentada por el presidente. Esto es apenas al final de la primera cuarta parte de la novela y lo que detona la reflexión del pícaro es la pregunta del narrador acerca de cómo le ha ido en el amor. Y la respuesta es un primer asomo del amargo reclamo que habrá de dejar el borrachín en su testamento al final de la historia y que, para no alargar el presente artículo omito la cita que sería muy larga [ROMERO, 1986: 376-377]. Sólo destaco su trasfondo de contradicción cristiana.

Elegir esa frase sin detenerse en el contexto nos revela el resentimiento soterrado en el espíritu no solo de un hombre preciso, sino de todo un movimiento social como lo ha sido el lopezobradorismo visto —sintetizando las descripciones que López Tarso hiciera en algún momento— como guedeja de la izquierda anidada originalmente en el priyismo y en tanto desecho de este. Algo sobre lo que he escrito, y muchos más han dedicado líneas y minutos de video y audio, para refocilarse con esa característica de un hombre íntimamente agobiado por un pasado de recelos y ninguneo, que a punta de paciencia y necedad, pero también gracias a un sistema político democrático como el mexicano y al que ahora trata de desmantelar por no ajustarse a sus expectativas, dejó de ser como tantos mexicanos un Don Nadie, para entallarse la investidura de mandatario que ahora porta, esa sí no invisible como la del rey que desfila desnudo.


Lo que el presidente López Obrador y sus simpatizantes y su administración, vaya, su claque no han considerado es que en el justo comienzo del libro sobre La vida inútil de Pito Pérez, el autor, José Rubén Romero ya asoma una crítica igual de aplicable al actual gobierno como a los anteriores, y la que se resume en una pregunta que el protagonista ha hecho al alcalde: "¿No ha observado usted que la profesión de déspota es más fácil que la de médico o la de abogado?" [ROMERO, op.cit.: 350].

No cabe duda que en cuestión de citas y referencias, así como en la moda, cada cual toma lo que le acomoda.

Referencias

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  • DÍAZ Suárez, Brenda. ( 2014). El pícaro en la novela. La vida inútil de Pito Pérez por José Rubén Romero. Tesis de Licenciatura. Universidad Autónoma del Estado de México. Versión PDF. Revisada el 12 de marzo de 2023 desde http://ri.uaemex.mx/bitstream/handle/20.500.11799/30793/DISCO%20TESIS%20AGOSTO.pdf?sequence=1&isAllowed=y
  • ROMERO, José Rubén (1986). Obras completas. Editorial Porrúa, México.
  • GARCÍA Castañón, Andrea Anahí. (2016). "La ruptura de la cuarta pared en La vida inútil de Pito Pérez (1969) de Gavaldón como posible reafirmación de su carácter de denuncia social". Publicado en El Ojo Que Piensa. Revista de Cine Iberoamericano // E-ISSN: 2007-4999, (13). Recuperado desde http://www.elojoquepiensa.cucsh.udg.mx/index.php/elojoquepiensa/article/view/245.

Te aplacas o te aplacamos AMLO


ERA DE LA OPINIÓN... de que, como reza el refrán, el valiente vive hasta cuando el cobarde quiere, pero al parecer en la política mexicana se ha pretendido aplicarlo viceversa y tergiversándolo, de modo que el cobarde vive mientras el valiente no pueda y en tanto no se anime a poner un alto a las tropelías de los necios, quienes suelen cometerlas por rencor, envidia, ira malsana, autocracia o locura. Es decir, parecería que la valentía cobarde de cerrar pozos petroleros redunda más en beneficios que la valiente cobardía de la prudencia tolerante y sosegada, más dispuesta a soportar con una aparentemente virtuosa abnegación los embates de los abusos del poder 

Digo lo anterior como reacción a la reciente demanda de amparo interpuesta desde septiembre del año pasado por la prestigiada escritora, académica y colega periodista, Denise Dresser, contra el presidente Andrés Manuel López Obrador. Un hecho sin precedentes en la Historia de México. El caso incluso sirvió de pretexto a Santiago Creel, Presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados para, con un discurso contestatario propio de un aspirante a ser candidato por su partido, el PAN, a la Presidencia de la República, emitir advertencias como la deslizada, en días pasados.

Si él no se quiere comportar como Presidente de la República, pues se lo vamos a estar recordando una y otra vez; y cada vez de manera más severa, más directa, más concreta, para que vea que, en esto, no estamos jugando": Santiago Creel

Choque de opiniones

Si en la Ciudad de México chocan los trenes, en la política chocan las palabras.

Harta, como muchos de nosotros, de ser sujeta, ya de manera directa o indirecta, de los denuestos que el primer mandatario de la nación disfruta desperdigar a diestra y siniestra al momento de sus abusivas "Mañaneras", la escritora y —a ojos de algunos— rijosa tuitera, decidió en septiembre del año pasado asesorarse con el Consejo Nacional de Litigio Estratégico para efectuar una acción legal contra Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, por violentar sus derechos humanos y ciudadanos.

En su más reciente colaboración en el diario Reforma, Dresser recuerda que, en una primera sentencia, la Secretaria de Acuerdos de la jueza que recibió su recurso argumentó sobre las evidentes mentiras y difamaciones del presidente sobre la escritora que son: "simples opiniones y un ejemplo de la libertad de expresión". Y agrega Dresser, para no olvidar como ciudadanos que tal aseveración es un desatino: "el Artículo 134 de la Constitución acota las expresiones de servidores públicos a temas que atañen a su trabajo, y no pueden utilizar nombres, imágenes, voces o símbolos". (Aquí peca de ilusa, como si el presidente no pudiera hacer referencias sutiles e indirectas con el mismo efecto nocivo y difamatorio).

Si hemos de ser equitativos, flaco favor pues le hace el poder judicial a la libertad de expresión; y flaco favor hace la Constitución al derecho del ciudadano encumbrado al máximo cargo.

Este diferendo en el litigio da mucho para reflexionar, empezando por el cuestionamiento de si un ciudadano erigido en funcionario público, como lo son los cargos de elección popular (legisladores y gobernantes) y sus respectivas administraciones, ¿por ese solo hecho ven mermados sus derechos como el de expresión, tal como indica el Artículo 134? ¿Qué es más perverso, permitir la entera libertad expresiva, sin acotamientos, tentando al abuso del poder? ¿O regular los límites de los que, detentando el poder por designio popular, han de aguantarse estoicamente las ganas de despotricar como cualquier ciudadano contra lo que no les acomoda o agrada?

El hecho es indicio relevante que ojalá no caiga en el basurero de la Historia y, en cambio, además de sentar precedente permita a los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación hacer, en su condición de poder equitativo al presidencial, la jurisprudencia respectiva para que ningún otro mandatario o funcionario público se vean tentados o se sientan en libertad de ejercer el poder desde el templete de la manera artera, aviesa y desproporcionada con que Andrés López Obrador lo ha venido haciendo desde que comenzó su régimen, no solo distorsionando un mecanismo en principio útil como podrían haber sido las "Mañaneras" en tanto recurso comunicativo y de información, sino transformándose él mismo en un remedo de mal "estandopero" cuyas gracejadas polarizantes son solo festejadas por la claque de simpatizantes, medios oficialistas de turno y demás fauna de impertinentes zopencos. ¿Y qué podemos decir de las artimañas legaloides como las interpuestas en sentido contrario por la la magistrada Yazmín Esquivel Mossa para acallar a los denunciantes del plagio de que se la acusa? ¿No son estos rasgos de otra cara del libertinaje y la anarquía? 

Los caminos torcidos de la opinioncracia

Conste que no digo, desde mi ámbito profesional de la comunicación, que las "Mañaneras" no sean un instrumento del poder con virtudes. La novedad, copiada de los americanos con tintes extraídos del acostumbrado proceder castrista cubano, instaurada por AMLO cuando fue Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, a la sazón Distrito Federal, entonces compitió con la propuesta del propio presidente en turno Ernesto Zedillo quien sólo realizó una conferencia de prensa al estilo gringo o europeo, sin sentirse realmente cómodo. Esa claudicación abrió la puerta para el uso excesivo de las conferencias "Mañaneras" por parte de AMLO ayer y peor hoy, transformando el templete a veces en púlpito, a veces en escenario para sainetes.

Ahora, en el interés por abrirle puertas y ventanas al presidente, los diputados morenistas han querido además aderezar el pastel de la intolerancia colocando la cereza de una reforma a la Ley de Imprenta de mil novecientos diecisiete mas no para actualizarla, sino para enfatizar su sesgo autocrático, censor, conservadurista propio del carrancismo que la promulgó, aunque los legisladores presenten su propuesta como todo lo contrario, una reforma moderna, progresista y populista nacida del bien hacer de las buenas conciencias.

Cierto, la Ley de Imprenta debe de actualizarse como ya se hizo con la Ley de Radio y Televisión promulgada en tiempos de Luis Echeverría Álvarez. Pero dicha actualización debe de hacerse en función y a la luz de las reformas ya efectuadas en la Constitución por las legislaturas pasadas, y no como una ocurrencia del reyezuelo y su corte de lambiscones.

El derecho de réplica debe revisarse a la letra para ajustarlo de la manera adecuada y ser ejercido en tiempo y forma, considerando las complicaciones tecnológicas de ahora; porque hoy quien difama y quien es difamado tienen un terreno disparejo para el entendimiento y la exposición de sus opiniones y argumentos. Mientras el primero emplea diez palabras, el segundo está limitado a expresar su desacuerdo y demandar satisfacción con tres palabras acomodadas en el rincón más olvidado del mismo medio. Mientras uno hace un video corto que difunde de forma viral en TikTok, el otro se descose en un texto escrito e impreso en un blog o un periódico que solo unos pocos leerán con detenimiento. La réplica entonces queda sujeta y dependiente del consumo de contenidos por parte del público y sus usos, costumbres y preferencias mediáticas.

En realidad la réplica, a no ser como aderezo del chisme, no le importa a nadie más que al quejoso denunciante y al actor presunto ofensor.

Si las "Mañaneras" fueran un medio de comunicación de veras y no solo un teatro de mala factura, tendrían que atenerse a las mismas regulaciones, y el presidente como su administración tendrían que someterse, en tanto editores de contenido, a las mismas exigencias que aplican a los que, personas morales o físicas, contrarían su voluntad aun presentando datos duros e incontrovertibles, muchas veces tomados de las mismas fuentes oficiales, lo que resulta contradictorio.

El caso de Denise Dresser, lo sabemos, no es el único ni el primero desde el punto de vista de los abusos del poder durante el gobierno actual. Sin embargo, es el primero en decir de forma definitiva y contundente ¡ya basta! El problema es que al igual que el presidente, la quejosa raya en el choque de opiniones que no llevan a nada, como se lee en su carta abierta donde "explica" sus motivos como en una especie de boxeo de sombra.

Carta Abierta de Denise Dresser. Fuente: Cuenta Twitter de Denise Dresser.

Este gobierno se ha llenado la boca, desde su campaña electoral, con promesas que a la postre y sobre la marcha pocas han sido cumplidas y, tanto o más que en gobiernos previos, se han revelado con toda su dimensión de mentiras y exageraciones demagógicas. Las "Mañaneras" han sido por un lado la expresión de un estilo personal de gobernar, no precisamente el mejor ni el peor; y por otro el espejo donde la mezquindad halla su reflejo.

Al final, y leyendo la explicación añadida por Dresser en una carta abierta, queda claro que todo no es sino un retorcido juego de teléfono descompuesto donde la opinioncracia revela la capacidad de sus vicios y el "pueblo bueno" encuentra más motivos para verse distraído de lo verdaderamente importante para su destino.

Todo cabe en un jarrito sabiéndolo acomodar.

Foto: Instagram / anagabrieloficial

LO OCURRIDO recientemente durante un concierto en Los Ángeles de la cantante mexicana Ana Gabriel es un indicio de las contradicciones sociales por lo menos en México y de los mexicanos como público, dondequiera que nos encontremos.

Es conocido que como pueblo y cultura somos melómanos y exigentes, que no nos llenamos con facilidad, y en general y desde hace mucho los artistas propios y extranjeros saben que el público mexicano pide siempre más y mejores espectáculos. Además no gusta de que se le mezclen de improviso asuntos y temas en apariencia disímbolos y menos que se le regañe y ridiculice sin un consentimiento previo, como ocurre con algunos comediantes.

Cuando la gente va a ver a un cantante cantar, eso espera: música por sobre todo. Puede tolerar puentes discursivos en los que el artista guía la temática para dar una coherencia y congruencia al repertorio a presentar introduciendo una canción nueva, resaltando el significado de tal o cual pasaje, siempre en el afán de hacerse cómplice del público en la obtención de los efectos emocionales e intelectuales esperados o planeados al momento de construir el drama espectacular y su contexto.

Ello, no obstante, no tendría por qué menoscabar el derecho de expresión del artista en torno a otros temas que, como persona y ciudadano, le interesan, preocupan y aquejan. Sin embargo, es cierto que el artista debe mostrarse asaz sensible y sutil a fin de determinar la manera y el momento precisos, adecuados, oportunos y pertinentes cuando puede extraer de su ronco pecho ya no el gorgorito melódico, el chiste improvisado, la provocación insidiosa sino el mensaje motivador o incluso aleccionador.

Hoy, como el día del concierto, se han escandalizado y sentido ofendidos los estúpidos,los cretinos  y obtusos que, con una mediana razón y siendo parte del público presente en el concierto o espectadores en la distancia atenidos a los resúmenes noticiosos, vieron a una Ana Gabriel dispuesta a exponer su postura política en torno al Instituto Nacional Electoral, la democracia y la libertad en México, así como en países a los que, por esa misma postura ideológica ella ha optado por no presentarse: Venezuela, Cuba, Nicaragua cuyos gobiernos dictatoriales han minado la calidad de vida de sus ciudadanos.

La cantante expuso preocupada su parecer sobre el grado de descomposición sociopolítica y la inseguridad que se vive en México. Argumentó que por ese mismo motivo actuaba en EE.UU. porque ahí juntaba muchas nacionalidades sobre las cuales, de manera improvisada y pretenciosa, podría deslizar el mensaje que alertara a su conciencia.

Ana Gabriel no es la primera ni será la última artista en dejarse llevar por la suposición, bastante acertada, de que el escenario es palestra oportuna para ejercer el poder de la influencia y la persuasión sobre las masas hacia tópicos específicos incluida la política. El arte al final de cuentas es un medio de comunicación más, y como tal entre sus funciones y disfunciones también está la de formar opinión. No se trata de una práctica exclusiva de los oradores políticos, nosotros los periodistas de fondo, articulistas o académicos. En Europa y en Estados Unidos es una práctica más o menos frecuente, y ejemplos pueden mencionarse muchos, algunos afortunados en la reacción del respetable, otras veces no, como ha sido este caso.

Hay quienes tachan a los artistas metidos a la política como activistas o de manera franca como candidatos a un puesto de elección popular. Esos críticos badulaques creen que el artista, como el zapatero, ha de dedicarse a su actividad y nada más. Y algunos artistas, asumiendo su papel, están dispuestos a mantenerse al margen por salud mental o de su prestigio. Lo que está bien, siempre y cuando el ejercicio profesional no vaya de la mano de la coerción autoinfligida por miedo a la pérdida de popularidad y otros privilegios que la fama da.

Por supuesto están los que piensan lo contrario y actúan en consecuencia, y no por ser artistas separan su condición como personas y ciudadanos de su actividad profesional, la que ejercen así de manera comprometida no solo con lo que la define sino con la sociedad a la cual se debe.

Mientras en otros países artistas han alcanzado gubernaturas o presidencias, en México ha sido usual que los partidos políticos aprovechen la popularidad de determinadas celebridades provenientes de diversos ámbitos de la cultura, como el deporte, la intelectualidad, el cine o la televisión para "jalar agua para su molino", ganar y asegurar votos que garanticen curules de representación proporcional en el Congreso u ocupar alcaldías. Y tal práctica ha terminado por tergiversar el derecho y los afanes legítimos que las celebridades, en tanto ciudadanos, comparten con el resto de la sociedad para votar y ser votados, independientemente de que sean o no doctos en leyes o política. Ahí tenemos a Jesusa Rodríguez, Carmen Salinas (q.p.d.), Paquita la del Barrio, Sergio Mayer. la hoy fallecida y siempre controversial Irma Serrano, y toda una pléyade entre la que han estado lo mismo lumbreras que cabido socotrocos de pelmazos.

Lo cierto es que, en política, al final todos somos neófitos y no hay una verdad absoluta en eso como en otros asuntos, lo que deja a cualquiera en libertad de expresar su opinión y compartirla con quienes considera necesario hacerlo. Ana Gabriel ahora, como en otro momento Barbra Streisand o Elton John o Alex Lora, Eugenia León han tenido oportunidades para exhibir sus filiaciones y sus fobias políticas e ideológicas tanto como Silvio Rodríguez o tantos más.

Entonces y para terminar, lo que estuvo mal de parte de Ana Gabriel no fueron sus dichos tanto como la sensibilidad para pulsar el tono, el momento y la manera para deslizar su parecer. Lo que estuvo mal fue su reacción de enojo virulento frente al abucheo del público. Pudo haber hecho, en vez de un freno tajante en el concierto, utilizar como pretexto alguna de las canciones, introducir el mensaje y rematarlo con la letra motivadora y sugerente, incluir como parte de su propuesta artística el mensaje propositivo o reaccionario, como se quiera leer, dirigiendo así, canalizando el significado de las palabras hacia el meollo de su preocupación, compartiéndola, propiciando un elemento de mutua identificación entre público y artista sin tergiversar el ánimo subyacente. Entonces y así, su concierto habría tomado una altura distinta y ella habría sido valorada también bajo otro cariz.

Lo que estuvo mal fue brincar como la maestra o la madre exaltada que se llama ofendida exagerando su lectura de la reacción rebelde del crío berrinchudo, y pretender como respuesta la reprensión mediante el chanclazo o el chantaje moral.

Pero también, hay que decirlo, lo que estuvo mal fue la intolerancia explícita del público que, amparado en el anonimato de la masa enajenante, linchó de tal manera irrespetuosa a un individuo, censurando su posibilidad y derecho de expresarse libremente, dejando de tal modo y con tal claridad que la tiranía de la masa puede ser tanto o peor que la de los gobiernos autocráticos.

La disculpa posterior de Ana Gabriel en entrevistas justificando su conducta en hechos personales intrascendentes para el público ha sido en verdad injusta e innecesaria. Sin embargo, queda tanto para la cantante y compositora como para el público que la sigue y admira una lección en la paráfrasis: todo cabe en un concierto sabiéndolo acomodar.


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P.D. Como final, algunos harían bien en tomar seriamente las consideraciones que Lena Horne hiciera en los tiempos del macartismo en EE.UU. y que se sugieren en su canción "Napoleon", aquí interpretada por Barbra Streisand (debajo la letra y su traducción).




Napoleon's a pastry

Bismarck is a herring

Alexander's a crème de cacao mixed with rum

Herbie Hoover is a vacuum


Columbus is a circle and a day off

Pershing is a square, what a pay-off

Julius Caesar is now a salad on a shelf

So, little brother, get wise to yourself


Life's a bowl and it's full of cherry pits

Play it big and it throws you for a loop

That's the way with fate, comes today, we're great

Comes tomorrow, we're tomato soup


Napoleon's a pastry

Get this under your brow

What once useta be a roosta'

Is just a dusta' now


DuBarry is a lipstick

Pompadour's a hairdo

Good Queen Mary just floats along from pier to pier

Venus De Milo is a pink brassiere


Sir Gladstone is a bag, ain't it shocking?

And the mighty Kaiser, just a stocking

The Czar of Russia is now a jar of caviar

Even Cleopatra is a black cigar


Yes, my honey lamb, Swift is just a ham

Lincoln's a tunnel, Coolidge is a dam

Yes, my noble lads, comes today, we're fads

Comes tomorrow, we are subway ads


Homer is just a swat

Get this under your brow

All these bigwig controversials

Are just commercials now


Life's a bowl and it's full of cherries

Better get your jug of wine

And loaf of love

Before that final vow

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(Traducción)

Napoleón es un pastel

Bismarck es un arenque

Alexander's una crema de cacao mezclada con ron

Herbie Hoover es un vacío


Colón es un círculo y un día libre.

Pershing es un cuadrado, qué recompensa

Julio César ahora es una ensalada en un estante

Entonces, hermanito, sé sabio contigo mismo


La vida es un cuenco y está lleno de huesos de cereza.

Juega a lo grande y te lanza por un bucle

Así es el destino, llega hoy, somos geniales

Viene mañana, somos sopa de tomate


Napoleón es un pastel

Pon esto debajo de tu frente

Lo que una vez solía ser un gallo

Es solo un polvo ahora


DuBarry es un lápiz labial

Pompadour es un peinado

Good Queen Mary simplemente flota de muelle en muelle

Venus De Milo es un sujetador rosa


Sir Gladstone es una bolsa, ¿no es impactante?

Y el poderoso Kaiser, solo una media

El Zar de Rusia es ahora un tarro de caviar

Incluso Cleopatra es un cigarro negro


Sí, mi cordero de miel, Swift es solo un jamón

Lincoln es un túnel, Coolidge es una presa

Sí, mis nobles muchachos, llega hoy, estamos de moda.

Viene mañana, somos anuncios de metro


Homer es solo un golpe

Pon esto debajo de tu frente

Todas estas controversias de peces gordos

Son solo comerciales ahora


La vida es un cuenco y está lleno de cerezas.

Mejor consigue tu jarra de vino

y pan de amor

Antes de ese voto final

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Sobre la censura, venga de donde venga, y sus efectos