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Haciendo del cáncer mamario una enfermedad del pasado


  • Renombrados artistas gráficos participan en la exposición denominada Tikkun Olam (“Sanar al mundo”), presentando obras elaboradas para beneficio de la fundación FUCAM contra el cáncer de mama.
  • El fotógrafo Ramón Gellida, en colaboración con ToriTori, Bestia Energy Drink, Clip Taller, Porche y  L.A.Cetto presenta una colección de textos poéticos de Mardonio Carballo ilustrados con fotografías intervenidas por reconocidos pintores, con la finalidad de promover la prevención del cáncer de mama.
  • Suzie Del Vecchio y Roger Shah contribuyen activamente en la prevención del cáncer de mama generando conciencia social mediante su música.

El arte tiene el poder de Tikkun Olam, es decir de “sanar al mundo”. Y ello queda demostrado en exposiciones como la que, con ese nombre y concepto, se ha realizado el 26 de mayo en las instalaciones del restaurante ToriTori ubicado en Polanco a beneficio de la prevención y el tratamiento del cáncer de mama.

En nosotros está sanar al mundo
Cuenta una leyenda que, en el origen de Todo, la divinidad hizo espacio para la creación. Contuvo su luz en unos vasos especiales, pero algunos de ellos se rompieron haciéndose añicos y dispersándose en el Universo. Si bien la mayor parte de la luz volvió a su fuente divina, algo de luz se apegó a los fragmentos rotos como lo hace el reflejo de las cosas a los espejos. Estos fragmentos constituyen el mal y son la base para el mundo material, y sus chispas atrapadas de luz les dan un gran poder.

El primer hombre de la creación tuvo la intención de restaurar las chispas divinas a través de ejercicios místicos, pero su pecado interfirió impidiendo que lo consiguiera. Como resultado, el bien y el mal se mantuvieron mezclados en el mundo creado y las almas humanas anteriormente contenidas dentro del primer hombre también se convirtieron en prisioneras dentro de los fragmentos del vanidoso egoísmo.

La “reparación” que se necesita, por lo tanto, es doble: por un lado, el encuentro de la luz y por otro, la sanación de las almas, que puede ser alcanzado por los seres humanos a través de la contemplación de la luz.

Así, Tikkun Olam refiere al afán por reparar o, mejor aún, sanar, con responsabilidad el mundo que conocemos.

Arte para la prevención
El cáncer de mama es un grave problema de salud pública en México que afecta lo mismo a hombres que a mujeres. Si bien estas forman el principal objetivo de las políticas de gobierno y las iniciativas civiles dedicadas a la labor de prevenir la enfermedad, esta sigue siendo una seria amenaza que trastoca el bienestar de los individuos y de las familias, de ahí la importancia de Tikkun Olam (“Sanar al Mundo”).

De acuerdo con los diversos estudios realizados, el problema se ha incrementado de forma preocupante, en parte porque todavía hay poca conciencia e información en la gente acerca de la relevancia de prevenir el mal mediante chequeos médicos frecuentes como parte de los hábitos que pueden hacer del estilo de vida actual, especialmente de las mujeres, uno más sano.

FUCAM (Fundación Cáncer de Mama) surgió en el año 2000 con la finalidad de, en tanto asociación civil, fomentar, especialmente en los grupos socioeconómicos más desprotegidos y marginados en México, la educación para que pueda ser detectado oportunamente el cáncer de mama, así como procurar el diagnóstico, el tratamiento especializado, seguimiento e investigación de la enfermedad. Realiza su labor a través de tres líneas de acción: la educación, la prevención y la detección oportuna del cáncer de mama. Su misión es una sola: hacer del cáncer mamario una enfermedad del pasado.
Siendo la primera institución sin fines de lucro en México y América Latina con diversos servicios, equipo y personal de alta especialidad para la detección y tratamiento de padecimientos malignos de la mama, FUCAM destaca por ser la asociación que implantó el primer programa de detección oportuna del cáncer de mama en México. Actualmente realiza en promedio 100 consultas y 70 mastografías diarias, así como 75 ultrasonidos mamarios y 40 cirugías a la semana. El objetivo, mediante proyectos de exposición artística como Tikkun Olam (“Sanar al mundo”) es provocar la conciencia bastante que permita que estos promedios puedan elevarse notablemente en beneficio de la población afectada.

En los años recientes, el cáncer de mama se ha convertido en un referente fundamental en el arte. El arte ha sido una herramienta fundamental en la difusión de esfuerzos como los que lleva a efecto FUCAM. Más allá de los logros estéticos, al tratar el tema doloroso del cáncer de mama, los artistas entienden que una de las funciones sociales de su trabajo es informar. Ello destaca la utilidad del arte en la tarea didáctica de acercar a la población de forma poética, estética y constructiva a un tema que demanda acción frente a las normas e impedimentos sociales que agravan el problema.

Artistas y sanadores de mundos
El arte, empleado como medio de comunicación y por su siempre desafiante forma expresiva, tiene de suya gran posibilidad para penetrar en la conciencia social y servir como agente de cambio mediante el cuestionamiento de la moral predominante. Por lo anterior, un grupo de 12 artistas plásticos, escritores y actores encabezados por el fotógrafo Ramón Gellida, se dieron a la tarea de ilustrar diversos aspectos relacionados con el tema, esto mediante la intervención pictórica de fotografías que muestran que el cuerpo humano siempre es hermoso sin que la pena, el dolor, la salud o la enfermedad sean determinantes de su belleza, la que a fin de cuentas está en el ojo de quien la lee.

Entre los artistas participantes podemos enlistar a: Sergio Albiac, René Almanza, Mardonio Carballo, Alexis Mata “Ciler”, Héctor Falcón, Jesús Urbieta Palizada “Chu Huiini”, Gabriel Macotela, Rodolfo Fuentes “Don Rodo Marinero”, Guillermo Roel, Edgar Flores “Saner”, Alberto Seveso, Leonardo Tezcucano.

Es necesario mencionar la participación especial de Suzie del Vecchio y Roger Shah quienes cedieron los derechos de su famoso tema musical “If You Were Here” que sirve de fondo emotivo para el video de la exposición.



Suzie del Vecchio es una cantante y compositora mexicana que saltó a la fama poco antes de la Copa Mundial de Fútbol efectuada en México en 2006 como una destacada intérprete de la música electrónica. Ha trabajado al lado de reconocidos DJs y productores. Fue descubierta por el legendario productor Paul Oakenfold con quien realizó su primer tema “Mesmerized”. En 2013 comenzó a colaborar con Roger Shah en varios proyectos y conciertos. La reputación de Roger Shah se extiende a 20 años de experiencia y más de 500 actuaciones para algunas de las más importantes firmas productoras como Sony, EMI, Universal y Warner, entre otras. Como productor ha trabajado con artistas de la talla de Tiësto, Armin Van Buuren, Paul Oakenfold, Sarah MacLachlan y una pléyade de estrellas. Su sencillo “White Sand” es considerado uno de los más importantes clásicos de música electrónica de la reciente década. Junto con Suzie del Vecchio interpreta el tema “If You Were Here” que engalana este esfuerzo de Tikkun Olam por sanar al mundo.

Los empeños del señor (2a. parte)

LA IGLESIA CATÓLICA PROMOVIÓ, por mucho tiempo, las artes. Lo sigue haciendo, pero no como en la antigüedad y menos desde que esa labor fue “absorbida” por los estados.

Resulta inconcebible para algunos que, en los tiempos actuales, sacerdotes o párrocos o instancias clericales como la Arquidiócesis de Tlalnepantla pasen por alto valores culturales al momento de hacer remodelaciones, restauraciones o conservación de templos, atrios o fachadas de los mismos y, ya entrados en edificaciones de apéndices lo hagan al “ahí se va”, rompiendo la armonía estética de interiores y exteriores, sin la más mínima noción del valor urbano, arquitectónico, estético, iconográfico y cultural de los detalles que los hacen ser lo que son en el ánimo de la colectividad.
Por supuesto que resulta injusto achacar solo a los prelados tales atrocidades. También los civiles han cometido torpezas cuando de hacer mejoras en, alrededor o dentro de una obra de valor cultural y artístico se trata.

Foto: Juan María Ojeda, EFE
En ocasiones un trabajo de remozamiento puede tardar años y por lo tanto resultar tan costoso que, a juicio de los que toman las decisiones y no habiendo presupuesto que aguante, optan por la vía más rápida, fácil, práctica y “barata” que es acudir a un contratista, un maestro albañil prestigiado, o a un arquitecto o ingeniero “construye mogotes”. Eso, en el mejor de los casos, porque también sucede que hay personas, incluso artistas (no quiero calificarlos de menores) que, entre el afán de ahorrar centavos o no tener con qué y el interés de hacer las cosas con las propias manos, con toda buena intención, acaban regando el tepache “pior”. Ahí está el sonado caso hace unos años  de Teresa García, la buena anciana que pretendió restaurar el fresco del Ecce Homo obra de su abuelo Elías García Martínez, en uno de los muros de la iglesia del Santuario de Misericordia de la localidad zaragozana de Borja, España, pasando más bien a fastidiar el fresco.

Inmuebles emblemáticos
La hoy Parroquia de Nuestro Señor del Campo Florido es conocida por mucho más que solo los vecinos del fraccionamiento La Florida, en el municipio de Naucalpan de Juárez, donde se encuentra. De hecho es notable la gran cantidad de sacramentos y liturgias impartidos a pobladores de otras comunidades, tanto del Distrito Federal como del Estado de México en 40 años de existir el templo construido en 1966.

Para algunas personas, la también conocida por ignorancia iconográfica como “Iglesia del Servilletero” y cuyos sacerdotes, sobre todo en la época de los setentas, no escapaban a los motes de los muchachos inquietos (quién puede no recordar al “padre Batman” que recorría la colonia montado en su bicicleta y su capa ondeando al aire, entre otros personajes); el “servilletero”, decía, junto con
Las Torres de Satélite, de los renombrados maestros Mathías Göeritz (escultor), Jesús Reyes Ferreira (pintor) y Luis Barragán (arquitecto) ha sido un relevante referente cultural del Estado de México.

La obra del templo se atribuye al ingenio del arquitecto español radicado en México por aquellos años, Félix Candela Outeriño. De él nos cuenta la restauradora de arte y vecina del lugar, Norma García:
Ésta es obra del afamado arquitecto Félix Candela, español nacionalizado mexicano, laureado y reconocido internacionalmente por sus aportes a la arquitectura, por la creación de estructuras en las que empleó el paraboloide hiperbólico, elemento característico de sus obras. 
Puede decirse que Candela prácticamente se hizo arquitecto en nuestro país alrededor de los años 40. Obtuvo el grado de Doctor honoris causa por tres universidades extranjeras: la de Santa María de Venezuela, Nuevo Mundo de Albuquerque y la Politécnica de Madrid, obteniendo innumerables premios y condecoraciones: Medalla de Oro de la Arquitectura por el Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España, Premio Antonio Camuñas de Arquitectura, Premio Augusto Perret de la Unión Internacional de Arquitectos, y la Medalla de Oro de la Institución de Ingenieros Estructurales.
Desde marzo de 2015, en el terreno de la glorieta donde se ubica el templo —edificado en dos etapas: primero el cuerpo terminado en 1966 y pocos años después la torre del campanario—, se empezó a construir un apéndice que contiene baños públicos y para los empleados de la parroquia. La obra quedó casi totalmente concluida días antes de publicarse este reportaje dentro de mi blog-revista electrónica Indicios Metropolitanos dado que el hecho estaba generando polémica, pues mientras unos veían y ven con buenos ojos la obra y su finalidad, otros se mostraron francamente ofendidos y lastimados, como en otro tiempo sucediera con otra obra de Candela en Cuernavaca, Morelos: el Casino de la Selva, como expuse en una entrega previa.

En palabras de Norma García:

México ha sufrido pérdidas irreparables de inmuebles que pudieran ser consideradas patrimonio de la humanidad, pero que debido a la falta de visión y compromiso con las comunidades en las que se encuentran dichos inmuebles, estos se han demolido o modificado sin tomar en cuenta el valor histórico y estético de los mismos.
El caso de la Parroquia del Señor del Campo Florido no es una excepción. El Art. 33 de la Ley Federal de Monumentos y Zonas Arqueológicas Artísticas e Históricas apunta que “se consideran como monumentos artísticos aquellos bienes muebles o inmuebles de valor estético relevante, según su representatividad, inserción en determinada corriente estilística, grado de innovación, materiales y técnicas utilizados y otras análogas” y tal es el caso de esta obra de Félix Candela.
En su opinión, si bien es cierto que la parroquia carece de declaratoria oficial para denominarla patrimonio de la Nación, los vecinos, autoridades gubernamentales y eclesiásticas deberían promoverla como tal con la intención de proteger el inmueble de futuras modificaciones, pues aparte de estos baños de ahora ya había sufrido unas al interior.

Hugo López, arquitecto, también vecino de la zona y miembro de la comisión técnica de Defiende a la Florida que ha dado seguimiento a la construcción del Viaducto Bicentenario por la empresa OHL desde 2010, opinó acerca de las modificaciones que ya ha sufrido el templo bajo la administración del actual párroco:
La obra de Candela había trascendido muy dignamente al tiempo, por el magnífico diseño de su autor, pero ¡el piso de porcelanato y aplanar con yeso o pasta la huella de la cimbra! —que es la jerga formal característica de la época y de la obra de Candela— es una bofetada al buen gusto, a la conciencia colectiva y al concepto mismo de conservación.
Norma García acotó que vale la pena destacar que las leyes de protección de monumentos no solamente protegen a los inmuebles en sí mismos, sino el entorno en el que se encuentran inmersos; en este caso resulta de especial relevancia dado que el templo se encuentra ubicado en una glorieta que forma el remate visual de las calles que conducen a él y hace parte también del diseño urbano del fraccionamiento. Por tal razón, la parroquia en sí incluye el terreno en su totalidad por ser parte integral del mismo a modo de atrio. Desde este punto de vista, el tema fundamental en esta controversia no versa sobre la pertinencia de unos baños, sino de la afectación a una obra emblemática por medio de una estructura que rompe totalmente con la armonía y estética del conjunto.

Más allá de las formas
A decir de la restauradora, quizás dos de las preocupaciones más grandes de los vecinos se centra en la seguridad y el uso que se les pueda dar a los baños. Daniela Palafox, vecina e historiadora del arte considera que:

Los vecinos de cierta manera tienen razón, la obra fue construida con base en un entorno urbano y estético que en su momento fue válido, por la época. Ahora, la obra en sí se ha ido adaptando y amoldando a los parámetros estéticos y urbanos de nuestros días, de cierta manera ha sido modificado su entorno como por ejemplo los jardines que la rodean, pero eso no quita que la obra siga siendo buena. 
Desde mi punto de vista, creo que no es correcto hacer unos baños públicos al lado de una iglesia; en segundo lugar, es un fraccionamiento; en tercer lugar, ¿por qué hacer eso y para qué? ¿Acaso hay mucha necesidad de tener baños públicos? ¿Sabes el riesgo que eso implica, en todos los sentidos? Es una zona residencial y tenerlos es incitar a otro tipo de cosas, en este caso, sociales y culturales. Y, para rematar, en cuanto a la obra arquitectónica, se demerita estéticamente una edificación. Quienes hicieron esto tendrían que haberse metido a entender, analizar y estudiar la función del edifico, en todos los sentidos.
El párroco, entrevistado por el diario El Universal el 23 de marzo, comentó que la obra “tiene el propósito de proporcionarles servicios sanitarios a los feligreses; y la comunidad es más importante que la arquitectura”. Esta declaración calentó más los ánimos de los opositores.
Loable objetivo —opinó un vecino—, si es que el uso de estos no está sujeto a un cobro, que de ser así más bien se trataría de obtener beneficios económicos y no en apoyo y beneficio de la feligresía.
Dado que la inseguridad en el fraccionamiento La Florida no ha escapado a los aires de los tiempos que vivimos, algunos vecinos se preguntan además quién estará encargado de la seguridad en los mencionados baños y temen la aparición de oportunistas y vendedores ambulantes, además de fauna nociva y el deterioro de la salubridad del espacio.

Las opiniones siguen divididas incluso entre los fieles asiduos a la parroquia. Guadalupe Rojas Icaza, abogada y pintora vecina del fraccionamiento, considera que la idea de los baños públicos es útil y pertinente, que favorece sobre todo a las personas ancianas que viven en la zona y no nada más, pero está de acuerdo en que debió haberse tenido cuidado con la estética del lugar y el apego al diseño arquitectónico.

En el mismo tenor, aun sin ser vecino de La Florida, conocedor de muchos aspectos urbanos, culturales y arquitectónicos del Estado de México y el municipio de Naucalpan de Juárez, el ingeniero Carlos González Escamilla opinó:
Estoy totalmente de acuerdo con el establecimiento de baños al lado de una parroquia donde asisten sobre todo personas mayores y que por consiguiente requieren con frecuencia los servicios. Creo que sí pudieron diseñar algo más discreto que se pudiese mimetizar con los árboles, pero en todo caso los quejosos debieron haber propuesto algo más simulado.
Otra vecina, al ver terminados los baños se limitó a decir: “¡Quedaron bonitos, no?”.

Las reacciones anteriores no podrían comprenderse sin el parecer de los principales actores en el hecho: el párroco y la Arquidiócesis de Tlalnepantla de la que depende.

La voz de la iglesia
Al parecer la obra obedeció a la solicitud de la feligresía y ser una necesidad que se evidenció tras el hecho de la ubicación temporal ahí de la Caravana de Prevención y Promoción de la Salud organizada por dos años consecutivos por el gobierno del Estado de México.

El párroco Francisco Maldonado, teniendo como testigos a dos damas miembros del Consejo Parroquial, así como el sacerdote Mauro Daniel García vocero de la Arquidiócesis de Tlalnepantla, entrevistados respectivamente el 16 y el 20 de abril por Indicios Metropolitanos, adujeron como las principales razones para la construcción de los baños los siguientes tres motivos,  en este orden: 1) Necesidad pastoral. La parroquia, que contaba con un par de baños en sus oficinas construidas bajo el templo ya había sufrido inundaciones por causa del desnivel. Las lluvias anegaban la región norte del jardín atrio en la glorieta desbordándose. Para eso se construyó un retén que resolvió en parte el problema pero descubrió que, al estar la cisterna en un nivel toda vía más bajo que las oficinas, por causa de la presión de entrada del agua potable, a pesar de los flotadores y las válvulas, el agua rebozaba inundando desde el interior. Aparte se solicitó al municipio sin la intermediación de Participación Ciudadana el desazolve de las cañerías y coladeras alrededor del templo en enero de este año. Inhabilitados esos baños sólo quedaba uno al interior de la torre del campanario, diminuto y por lo tanto insuficiente para las necesidades tanto de los trabajadores de la parroquia como, sobre todo, la feligresía cuya comunidad en los años recientes se caracteriza por un número mayor de personas ancianas. 2) Lo anterior referido a la feligresía derivó en que esta solicitara los servicios públicos; y 3) la encomienda expresa y específica del arzobispo al párroco anterior P. Juan Manuel Villa Ceballos hace un año para atender todas las necesidades a que hubiera lugar de parte de la feligresía.

En vista de estos tres motivos, el actual párroco, P. Francisco Maldonado notificó públicamente hará un año atrás el proyecto a la feligresía y consultó con el Consejo Parroquial conformado por vecinos del fraccionamiento La Florida, el que dio su visto bueno y junto con el sacerdote puso manos a la obra, recaudando los fondos necesarios mediante promociones como la venta de donas y la celebración de un par de kermeses, una en septiembre de 2014 y otra en el mes de marzo de 2015 en las canchas del fraccionamiento.
Lo importante es que no se tocó a la parroquia. La gente que no va a la iglesia es la que tal vez más se siente afectada por la obra. 
Reconozco un diseño y un valor arquitectónicos. No los niego. El objetivo no fue ni destruir ni quitar valor arquitectónico al templo. Mi intención fue conservar el inmueble. El proyecto se efectuó con iniciativas personales, con la asesoría y supervisión de un arquitecto que no es vecino del fraccionamiento. Y se obtuvo el permiso correspondiente del gobierno por intermediación de las autoridades auxiliares de Participación Ciudadana.
Al cuestionar a los sacerdotes acerca de por qué el arquitecto, en su calidad de artista no contempló el diseño del conjunto y respetar el concepto del creador Félix Candela, tocando, sí, el templo en el elemento del atrio y la torre al adosar un cuerpo cúbico en vez de cilíndrico, la Arquidiócesis por voz del P. Mauro Daniel García reconoció desconocer el dato, enfatizando que “en todo caso se hizo lo más práctico o ¿lo que se quiere es que se hagan los baños redondos?”; mientras, el párroco se responsabilizó de haber sido él quien tomó la decisión de hacer los baños con el diseño con el cual se realizaron, es decir: un cubo rectangular adosado a una torre cilíndrica por ser lo más práctico y para atender lo necesario en la medida de las posibilidades.

Iconografía para la comunicación de La Palabra
La arquitectura —dice Leland M. Roth en su libro Entender la arquitectura — es el arte inevitable.
Despiertos o dormidos, durante las 24 horas del día estamos en edificios, en torno a edificios, en los espacios definidos por ellos o en paisajes o ambientes creados por la mano del hombre. De quererlo así, nos resultaría fácil evitar deliberadamente la visión de pinturas, esculturas, dibujos o cualquier otro producto de las artes visuales, pero la arquitectura nos afecta constantemente, configura nuestra conducta y condiciona nuestro estado de ánimo psicológico […] La arquitectura, más que limitarse a ser un mero cobijo o paraguas protector, es también la crónica física de las actividades y aspiraciones humanas. Es nuestro patrimonio cultural.
Para los teóricos, como León Battista Alberti, el círculo y la planta central creados por el arquitecto renacentista Filippo Brunelleschi eran símbolos religiosos de la perfección divina con un alto poder evocador. La cúpula, erigida sobre el centro pasó, así, a ser la manifestación externa más característica de esos proyectos de planta central, como el de la parroquia que nos ocupa. Es decir, arquitectónicamente hablando, la iglesia es un ejercicio racional de extrapolación de partes a partir de un imaginario cubo central ampliado mediante bóvedas de cañón y semicírculos —en este caso ondas paraboloides— en todas las direcciones. Cada elemento del exterior es un anuncio de lo que se va a encontrar en el interior. No hay sorpresas intelectuales ni estéticas, sino más bien una perfecta adecuación a una armonía proporcional en cada una de sus partes, que para la parroquia de La Florida se traduce en la dinámica misma de la naturaleza como creación divina.

Pier Luigi Nervi escribió en su ensayo “Sobre el proceso de proyección” incluido en el libro La Estructura en el Arte y la Ciencia compilado por Gyorgi Kepes:
Si la independencia de espíritu es una buena premisa para la búsqueda de las adecuadas soluciones funcionales y constructivas, en lo que atañe al aspecto estético, se convierte en una condición absolutamente indispensable.
El carácter de una construcción no depende del perfil de las molduras, de las dimensiones de las ventanas o de cualquier particularidad decorativa, sino de las relaciones fundamentales de volúmenes y formas, de las características de la estructura sustentante, en una palabra, de los elementos que se relacionan, no con el acabado, sino con el esqueleto y el organismo estructural del edificio.
Creer que se puede modernizar [aun con el propósito de una presumible conservación] un edificio que fue concebido con un espíritu ajeno a las ideas y sentimientos nuevos, constituye el mismo estéril y lamentable error en que se incurre al querer rejuvenecer un rostro con base en maquillaje.
El párroco Maldonado tiene por su parte una versión distinta de las cosas. A su juicio, al igual que el de Jesús, no es más importante el templo que la gente.
Pongámoslo así, suponiendo que yo fuera gerente de un establecimiento, necesito y estoy en la obligación de ofrecer todos aquellos servicios que atienden al hombre, al ser humano, no importa cómo; es decir no solo en lo espiritual sino también en lo corporal. De ningún modo la intención fue ofender o lastimar a la comunidad, sino servirle en lo necesario.
La parroquia de Nuestro Señor del Campo Florido sita ni más ni menos que —nótese lo significativo— en el medio del Paseo del Verano, haciendo confluencia con Paseo del Otoño y la calle Azucenas del fraccionamiento La Florida, tanto en su concepto arquitectónico como por su misma denominación, es simbólica y originalmente dedicada a San José —el nombre significa “el que florece”—, aunque esto parece ignorarlo la misma Arquidiócesis. Esto se lee en la iconografía de la arquitectura misma desde que por su concepto incluye, además de la cúpula —que invariablemente remite a la gloria y la divina providencia—, una sola torre de campanario al costado derecho (visto el templo de frente; si fuera al izquierdo sería señal de estar dedicada a la Virgen María; si tuviera dos torres, significaría la devoción a la Sagrada Familia; cuando no hay torres, se considera tal templo dedicado a algún santo posterior específico como San Ignacio o San Francisco, por ejemplo).

Los baños públicos recientemente construidos contrastan con el conjunto desde su concepto como producto cultural aún más que por razones estéticas. Porque, más allá de que en los acabados exteriores de las paredes de los baños se simularon ladrillos con ranuras en el aplanado y se pintaron con colores igualados a los de la torre; que en el costado sur y la entrada, al este, debajo de las escaleras de la torre, se adornó con lajas y una fuente de cantera negra, material fuera de lo considerado en el diseño original. Además de eso y de la forma rectangular, tienen un techo plano, mientras que la torre está rematada con una techumbre con forma de onda, basada —como la del templo— en la geometría de la parábola hiperbólica y por lo mismo en la de la naturaleza, lo que permite que ambos elementos del templo vistos desde las alturas semeje la corola de una flor de 16 pétalos concrescentes, mientras desde el piso ofrece la vista de un templo de planta circular o cáliz coronado, construido sobre un desplante libre de columnas,  esquinas y contrafuertes, simbolizando así la liberación del espacio y el tiempo por virtud divina además de fundirse con el entorno natural.

Este dato de un techo plano ha llevado a vecinos a sospechar que los baños sean el primer paso y el pretexto para más adelante levantar un edificio mayor adosado a la torre del campanario, donde puedan albergarse más nichos funerarios de los que ya, desde hace aproximadamente un lustro, hay en la torre adaptada en su interior para el efecto.

Esta sospecha la aclaró el párroco a Indicios Metropolitanos —aunque sin entrar en detalles—, explicando que existen razones legales de corte federal que impiden que se construyan más nichos en todo el país.

Por lo que respecta a los acabados, llama la atención que el remate de la fuente nueva, desde el que se alimenta, presenta la figura de un León, lo que iconográficamente asociaría al templo y particularmente a los baños y la torre a la cual se adosa con el apóstol San Marcos cuyo evangelio destaca, en primer lugar, la paradoja de Jesús incomprendido y rechazado por los hombres, pero enviado y triunfando por Dios—como si las reacciones vecinales respecto de los baños reflejaran el dato irónico de unos “sanitarios incomprendidos”—. Lo que menos le preocupa es la enseñanza del Maestro y refiere pocas de sus palabras. Su tema esencial es la manifestación del Mesías crucificado. Por una parte muestra en Jesús al Hijo de Dios y reconocido como tal por el padre, los demonios y hasta los hombres, pero por otra parte subraya enérgicamente su fracaso aparente ante los hombres entre los que genera escándalo, hostilidad, incomprensión. Mensaje iconográfico interesante, ¿casual?, detrás de la decisión del párroco, si consideramos que en una primera oportunidad —y como consta al autor de este texto— se pensó en colocar como remate un ángel, es decir, el símbolo correspondiente a San Mateo, más enfocado en mostrar el cumplimento por parte de Jesús de las Escrituras, de la ley y las profecías.

Nervi apunta en el citado ensayo:
El proyectista […] debe tener un completo conocimiento de todas las condiciones que limitan cada problema de construcción y un pleno dominio de los métodos técnicos de la edificación y de la distribución planimétrica adecuada de los espacios y de su interdependencia funcional. 
Un completo dominio técnico es necesario y fundamental como punto de partida para todas las soluciones arquitectónicas que deben trascender las usuales trivialidades constructivas.
Siguiendo esta idea, en palabras de Norma García:
Resulta indefendible que el diseño de los baños se remita a una estructura ramplona y ordinaria de planta rectangular, adosada a una torre de planta circular. ¿Quién pudo haber pasado por alto que la obra de Candela, nuestra parroquia, carece de aristas? Salta a la vista, y no se requiere tener ningún posgrado para comprender que la obra de los baños debía integrarse de forma armónica a la parroquia.
Haciendo eco a las voces que incluso demandan la demolición de dichos sanitarios, a juicio del también arquitecto, vecino y miembro de la comisión técnica Defiende a La Florida, Adrián Trujillo:
La obra arquitectónica es muy importante, se pensó con un jardín rodeando una obra muy bella, esto se llama entorno, contexto. Cualquier cosa que no esté dentro de este entorno lo rompe y denigra. Considero que siempre habrá una manera de respetar las obras de arte y no hacer porquerías. Candela fue el primer arquitecto en México en usar cascarones de concreto —que así se conoce a las formas como las del techo de la parroquia—. ¡Por favor, habiendo tantos arquitectos en la zona que con gusto haríamos un proyecto sin costo y hacen eso! ¡Que Dios los perdone!
A semejantes opiniones tanto el párroco como la Arquidiócesis respondieron:
El proyecto se hizo público un año atrás y no hubo un solo arquitecto o ingeniero perteneciente a la feligresía que se acercara así a la administración o al Consejo parroquiales para ofrecer sus servicios de ninguna manera, ya para la proyección de los planos o la supervisión de la obra desde su diseño. No hubo uno solo.
Y a la pregunta de si párroco, Consejo Parroquial y Arquidiócesis estarían dispuestos a que se revisara y remodelara la obra ya hecha para adecuarla al conjunto, respondieron que por ellos no habría inconveniente, que están abiertos al diálogo siempre y cuando el o los quejosos interesados también aporten los medios para el efecto y sometan el proyecto a revisión. “Quien no ayude que no estorbe” afirmó la Arquidiócesis y agregó que no se descarta nunca la intervención del Instituto Nacional de Antropología e Historia y/o del Instituto Nacional de Bellas Artes en circunstancias de restauración, conservación, remodelación y mantenimiento de los inmuebles eclesiásticos, sobre todo de los edificios modernos no incluidos en los catálogos de estos institutos.


Párroco y Arquidiócesis cerraron sus declaraciones invitando a la comunidad a involucrarse un poco más en los aspectos espirituales y formar iglesia, no nada más contemplar desde el exterior los inmuebles sin participar más activamente como congregación, esto en consonancia con la misión diocesana que se verificará el 17 de mayo con la finalidad de hacer visitaciones a las casas de los vecinos y acercar al hombre a Dios.
Esperamos que los misioneros sean recibidos con amabilidad y aún más con un espíritu humano por parte de los miembros de la comunidad. Sobre todo considerando que, como dice el Señor, ninguno somos dueños de las iglesias ni de lo que hay al interior de los templos, sino simplemente somos administradores y servidores de la comunidad.


Apuntes alrededor de Cantinflas


 “La primera obligación de un ser humano es ser feliz; 
y la segunda, hacer felices a los demás”
Mario Moreno Cantinflas

1. Un hombre que dio todo[1]

POCOS DEBEN SER LOS MEXICANOS que no guardan alguna liga especial con Mario Arturo Moreno Reyes Cantinflas, ya sea a través de sus películas o de encuentros fugaces y azarosos.

Recuerdo haberlo visto en persona y por única vez hacia 1976, afuera del Hospital capitalino conocido como MOCEL, parado él con aire circunspecto, vestido elegantemente con una camisa de cuello de tortuga y saco, su mirada oculta tras unas gafas de armadura gruesa y cristal verdoso y oscuro, acompañado de su único hijo, Mario Moreno Ivanova, mientras esperaba que el encargado del estacionamiento le entregara su automóvil. Yo tendría unos trece años, pero su imagen quedó impresa en mi mente, y tan pronto como lo vi, se fue. De inmediato mi madre me contó una anécdota que reflejaba la sensibilidad altruista de Mario Moreno.

Una conducta elocuente

Corría el año 1943. Mi madre y mi abuela, que a la sazón vivían con cierta penuria acudieron al despacho del actor y empresario: una habitación amplia localizada en un piso del edificio que hacía esquina entre la calle Balderas y Avenida Juárez, en el centro de la Ciudad de México, enfrente del Hotel Regis desaparecido tras el terremoto de 1985.

Una vez ahí, tímidamente apoltronadas ambas mujeres en sendos sillones frente a un enorme escritorio, mi madre, una púber de 11 años, expuso la necesidad de mi abuela de obtener un trabajo como costurera de teatro; ya había hecho la petición vía el correo y la respuesta había sido esa cita. Mario Moreno Reyes, serio, luego de escuchar atentamente, se puso de pie y extrajo del bolsillo de su pantalón un billete de cincuenta pesos y se lo entregó a mi madre argumentando que por el momento solo así podía ayudarlas. Eso fue todo. Con ese dinero mi abuela compró tela para elaborar delantales que más tarde vendió a las meseras de los cafés de chinos en el centro de la ciudad.

Mario Moreno se reveló en aquella ocasión tal como era: un hombre de expresión tranquila, modesto, al que la fama y el dinero no lograron cambiarlo; un ser humano preocupado por el bienestar de aquellos que le recordaban su origen humilde.

No obstante haber sido una figura pública, su vida privada así como sus obras filantrópicas trascendieron menos de lo que podría suponerse; sin embargo, hay informes que indican que llegó a destinar más de la mitad de su fortuna a causas humanitarias. Se sabe, por ejemplo, que la Casa del Papelero —agrupación que reúne a vendedores de periódicos y revistas— tiene una espléndida hemeroteca donada por Cantinflas; que, luego de establecer junto con Jorge Negrete y Gabriel Figueroa las bases del STPC (Sindicato de Trabajadores y Productores Cinematográficos) como asociación independiente del Sindicato de los Trabajadores de la Industria Cinematográfica (STIC), contribuyó a la realización de la Casa del Actor (casa hogar para actores retirados) dependiente de la ANDA (Asociación Nacional de Actores), siendo él el secretario general de dicha agrupación.

Según contaban personajes como el que fuera su pareja en los escenarios, Manuel Medel, el fotógrafo Armando Herrera, el productor Carlos Ávila (integrante del grupo musical Los Baby’s) y otros, Cantinflas ganaba mucho dinero que cobraba en moneda fraccionaria para repartirlo a manos llenas; y lo mejor es que sabía administrarlo para poder darse el gusto de ver feliz a la gente que solicitaba su ayuda.

Claro que al principio no faltó el tipo abusado que le vio la cara, esquilmándolo y ello pronto obligó a Mario Moreno a medirse en su filantropía no danto tan seguido moneda contante y sonante, y a encauzar su altruismo a la construcción de hospitales (como el Centro de Neurología de Guadalajara); al establecimiento de becas y escuelas (en lo que fuera el Rancho La Purísima fundó un colegio para los hijos de los labriegos, que primero albergó a sesenta infantes y hacia 1993 daba cabida a más de seiscientos); a donar las ganancias producto de sus presentaciones personales a beneficio de obras no de caridad sino de solidaridad (patrocinó un programa de vivienda para cien familias de escasos recursos, a las que, para evitarles la pena de aceptar caridad les vendía las casas en pagos de cuatro pesos al mes).

Una cantidad interminable de necesitados

Consciente de que la responsabilidad el artista estriba en ser espejo en el que la gente ve reflejadas sus esperanzas, sus desdichas y alegrías, Cantinflas se preocupó siempre por servir de ejemplo y mano amiga. Por eso expresamente montó una oficina para dar entrada a las miles de solicitudes de padres que le pedían apadrinar a sus hijos recién nacidos (en una ocasión fueron contadas 16 mil solicitudes), o que le pedían ayuda económica; por eso procuró estar pendiente, en la medida de sus posibilidades y por ejemplo, del bienestar de los trabajadores migratorios mexicanos tanto como del de los no connacionales. En especial fijaba su atención a los niños, porque quería que —así afirmaba— el futuro de México (y del mundo) fuere promisorio y dichoso.

Y es que Mario, nuestro Mario, nunca perdió contacto con su pueblo y de ese modo justificó su vida que —según dijo con sus propias y postreras palabras al presidente Salinas de Gortari— fue “un constante esfuerzo”.

La filosofía cantinflesca

En fin, al margen de lo que se ha dicho sobre lo que representa el personaje de Cantinflas y su influencia e introducción en la mitología popular del mexicano, el ser pensante y sentimental que era Mario Moreno se ubicaba plenamente en medio de las cuestiones cotidianas. Él entendía muy bien que el quehacer diario engrandece al hombre y de ahí que comprendiera a cabalidad la misión del artista. “El artista puede hacer mucho mal o mucho bien. Mis películas siempre llevaron un mensaje social y humano”, afirmaba con vehemencia y de veras convencido de que la corrupción es una enfermedad que agobia a todos por igual, tanto a los gobernantes como a los gobernados que ven solo lo que su egocentrismo les permite. “Si el mundo se humanizara, sería mejor para nuestros hijos y para los hijos de nuestros hijos”.

Fuera de todo discurso ramplón, el transcurrir de Mario Moreno Reyes Cantinflas fue una lección de amor a la vida, en todos sus sentidos, porque ese era finalmente su destino. “Amo mucho a la vida. Yo no la pedí, me la dieron y me la dieron para vivirla”.

2. El Don del Sinsentido

Un accidente dio pie a la rutina y al nacimiento de uno de los más grandes comediantes del siglo XX. Mario Moreno Reyes Cantinflas se convirtió en personaje de leyenda por capricho del azar, cuando de joven cierta vez en la Carpa Ofelia, al sustituir al anunciador, nervioso, se olvidó de su guión elemental e improvisó diciendo lo que se le ocurría, sin ton ni son, causando hilaridad entre el público asistente que de inmediato aplaudió su carencia de sintaxis y lógica que lo convertiría en la versión maliciosa, cínica, inofensiva y tierna del “pelado” vagabundo que con el tiempo habría de insertarse en los ámbitos más inesperados.

Cantinflas no solo fue un comediante o humorista —como él prefería ser clasificado— excepcional, fue también, parafraseando al compositor Arjona “verbo y sustantivo y adjetivo”.

En efecto, Cantinflas ingresó de lleno a la cultura del idioma español en 1992 cuando, por gestión del afamado publicista Eulalio Ferrer Rodríguez entonces académico de la Real Academia de la Lengua, quedaron incluidos en el diccionario el verbo “cantinflear”, el nominativo “Cantinflas” y los adjetivos derivados “cantinflada” y “cantinflesco” como acepciones para describir y nombrar a la actitud y la persona que “habla mucho y no dice nada”.

El señor Rafael Alvarado Ballester, secretario de la Real Academia en España explicó el hecho de la siguiente manera: “Aceptamos el verbo por una sencilla razón: cantinflear nos ha dado una nueva forma de expresión a los hispanohablantes”.

Del hecho al dicho…

Pero, ¿en qué consiste dicha nueva expresión? Filósofos, lingüistas, escritores y sociólogos lo han explicado de muchas formas. El filósofo Julián Marías, por ejemplo, considera que Cantinflas aportó “la infinita capacidad de hablar sin decir nada ineligible, hasta el punto de crear una mirífica forma de uso del lenguaje. Cantinflas decía lo que quería decir, con una casi total eliminación del elemento significativo”, y sin embargo conseguía en términos generales y metalingüísticos hacerse comprender en lo esencial, mejor que en lo sustancial.

La importancia de este discurso cantinflesco que ha dado pie a una forma de expresión denominada por los intelectuales “cantinflismo”[2] se hace patente en sus implicaciones en la crítica social y política.

Para la mayoría, Cantinflas llenó toda una época de la cultura de México no solo por construir un personaje digno de quedar en la memoria histórica de nuestro pueblo, sino porque ese personaje recreó a cierto tipo de mexicano y, más, a cierto tipo de hombre, uno escurridizo, enraizado en la contradicción misma, en la revoltura que provoca en las cosas que hace, dice y piensa.

Con su manera de hablar sin sentido aparente, “Cantinflas expresa una filosofía del esquivador social”, piensa José de la Colina; expresa el malestar y la rebeldía del que se asume eternamente ninguneado, desposeído hasta de su identidad.

Salvador Novo escribía que la dislogia (deficiencia del lneguaje por desórdenes mentales) y la dislalia (dificultad para hablar) características de este personaje que disparataba todo alcanzaron la consagración porque “ocurre y da la casualidad de que también fuera de México los hombres respiran desde hace algunos años el clima asfixiante de la verborrea, el confusionismo, las promesas sin compromiso, la oratoria, la palabrería ininteligible, malabarística y vana”, en suma, todo lo que conocemos con el nombre de demagogia, que por cierto Cantinflas retrató muy bien, y aún más que en “Si yo fuera diputado” (1951) en las películas de su segundo aire (“El ministro y yo”, “Su Excelencia”, principalmente).

3. Tu et moi (solo tú y yo)

En la década de los cincuenta del siglo XX, cuando Cantinflas andaba por los cuarenta años de edad, la fama de este mexicano había traspasado las fronteras del arte y la imaginación con películas que hacían la delicia de espectadores en Europa, Estados Unidos y Suramérica. Películas como aquella intitulada “El circo” y que fuera una parodia de una que realizara Sir Charles Chaplin años atrás con el mismo nombre. Este, uno de los más grandes actores y directores cinematográficos ingleses, destacadísimo comediante considerado el más genial del cine mudo y quien a la sazón rebasaba los cincuenta años de edad, luego de conocer el trabajo de nuestro gran mimo expresó con la poca modestia que le caracterizaba y en cierta ocasión que tuvo oportunidad de reunirse con Mario Moreno Cantinflas que era, junto con él, el mejor cómico del mundo. Y esta opinión parece compartirla la mayoría de las personas que conocieron al “Chaplin mexicano” a lo largo y ancho del orbe.

Interrogado tiempo después acerca de tal aseveración, Cantinflas, al contrario y con la modestia que lo caracterizaba y sin presunción simplemente dijo: “Charles Chaplin es un hombre muy generoso”, pero después puntualizó la diferencia sustancial, a su juicio, entre el comediante inglés y él: “Yo siempre proyecto optimismo, solamente optimismo. Chaplin a veces lo hace a uno llorar”.

Parias y genios

Tanto Chaplin con su personaje de “Charlot” como Cantinflas personificaron al hombre urbano, mediocre, cuya única y mejor riqueza son sus valores humanos, su sentido de la bondad, su entrega en el amor a la mujer que pocas veces corresponde al cariño y a la devoción, su capacidad para sobrevivir en un mundo siempre adverso.

Sin embargo, mientras Chaplin era el vagabundo contrapuesto a la rigidez social y buscaba por cualquier medio expresar incluso amargamente la ironía de la existencia (salvo en dos cintas: “El Gran Dictador” y “El príncipe y la corista”), Cantinflas reía despreocupado y cínico, pero nunca soez, ante las vicisitudes que suponía la vida diaria de un México en pleno proceso de cambio, posterior a una revolución marcada por una serie de contradicciones. Chaplin recurría a artilugios e histrionismo para enjuiciar la moralidad imperante en su tiempo (y el nuestro, todavía). En cambio, Cantinflas hacía ostentación de su ignorancia y su torpeza de ficción, en los primeros años de su filmografía, para burlarse del orden establecido; luego optó por definir su personalidad con un ánimo más constructivo y solidario, deseoso de reflejar el afán de superación de todo ser humano, un ejemplo claro lo tenemos en el filme “El Analfabeta”.

Si bien surgió de manera fortuita y natural, la genialidad de cada uno por su parte estriba en que semejante conceptualización del hombre no fue por completo un producto de la inconciencia de ellos, sino algo profundamente meditado.

Ahora ninguno de los dos está entre nosotros de cuerpo presente, pero ambos nos han legado un tesoro valioso: la posibilidad de reír sanamente.

Apostillas (abril de 2015).

Los anteriores apuntes alrededor de Cantinflas no probable sino evidentemente se quedan cortos en lo que puede decirse de un personaje tan notable de nuestra cultura mexicana y universal. Sirvan acaso como un mero barrunto de lo que quizá mañana yo mismo pueda atreverme a ahondar en lo que de profundidad tienen, desde un punto de vista analítico, las aportaciones indudables de un personaje que es ya de todos.



[1] Este ensayo conjunta tres artículos originalmente redactados en abril de 1993 para ser incluidos en el número especial de la revista TVyNovelas en la que me desempeñé como corrector de estilo entre 1992 y 1994, así como para mi columna “Paréntesis” que escribía para la sección “Universo Joven” del diario El Universal, pero ninguno fue finalmente publicado. Cabe señalar que el tercer artículo que hace la tercera parte de este ensayo fue escrito al alimón, o mejor dicho a partir de una idea de la entonces novel periodista Bárbara Pineda.
En abril de 2015, con motivo del 22° aniversario luctuoso del humorista, los recojo como una unidad, corregidos y actualizados por mí en lo elemental, en tanto autor y/o coautor, para efecto de su publicación en mi revista unipersonal en formato de blog Indicios Metropolitanos, como parte de su sección “Tiempo y Destiempo”.

[2] Palabra aún no incluida en el diccionario al momento que rescato estos textos, en 2015, y debería serlo.

Mercado de la Información

CON CIERTA FRECUENCIA CONTESTO encuestas, especialmente de esas que dizque dan dinero (pesos que solo, hasta hoy, veo acumulados en una cuenta mientras alcanzan el límite mínimo de cobranza). De cinco en cinco pesitos voy "ahorrando".

El hecho de que se ofrezcan premios, cupones o dinero en efectivo por la contestación de encuestas es un arma de dos filos para los negocios y especialmente para los "investigadores", pues por más candados y trampas que pongan para cerrar la población de su interés, más pronto que tarde, en afán de obtener el premio quienes respondemos terminamos mintiendo.

Esta práctica que se popularizó en el primer lustro del siglo XXI ha traído consigo también la popularización de la mentira como recurso informativo subyacente en una buena cantidad de información que circula en la Internet y no nada más.

La mentira en las encuestas deriva en un sesgo de la información y por lo tanto no abona a la adecuada toma de decisiones, sobre todo de índole mercadológica y administrativa. Entre la mentira y los excesos que pueden encontrarse en datos y contenidos a lo largo y ancho de los medios de comunicación hoy está el deseo como motor. El deseo de aportar lo que uno cree y lo que uno necesita.

Los cuestionarios de las encuestas siguen haciéndose a la vieja usanza y con las mismas creencias metodológicas de antaño, es decir de la segunda mitad del siglo XX, incluyendo preguntas cuya finalidad es descartar probables entrevistados influidos por el conocimiento de causa. Ejemplo, siguen eliminándose a quienes tenemos algo que ver con la publicidad, la comunicación, como si no fuéramos también potenciales clientes de lo que se quiere averiguar. ¿Acaso no consumimos también? Esta es una práctica contra la que, mientras estuve como docente en la academia, siempre me opuse. Si bien entiendo su finalidad original, hoy por hoy me parece una estupidez que ni siquiera se ha afinado.

Otra... Se incluyen preguntas que se espera las personas contesten con franqueza, pero cuando una persona se siente excluida desde la pregunta, más cuando ya ha avanzado lo suficiente en el cuestionario, con tal de terminar y no perder la oportunidad del pago, opta más pronto que tarde por mentir. Ejemplo: yo no tengo hijos, pero eso no significa que no vaya al cine y disfrute películas infantiles. Tengo que inventarme que no tengo 52 años, un hijo o hija de ciertas edades para continuar con el cuestionario. Entonces respondo como si fuera ese niño. Entrego información útil, desde mi perspectiva. A veces resulta y gano el premio, otras redunda en una pérdida de tiempo sin mérito alguno. Teniendo experiencia en la elaboración y medición de este tipo de instrumentos tampoco veo preguntas suficientemente capaces de identificar el grado de honestidad del encuestado.

¿Debe o no debe pagarse por obtener información? ¿Cuál es la tasa de honestidad y su relación con la tasa de sesgo de la información obtenida por este método? ¿Cuánto podemos confiar los consumidores, aún más que los comerciantes, con estas prácticas de metodología publicitaria y mercadológica? ¿Quién manipula a quién?

Tras la teoría de la encuesta se sigue apelando a una separación social en clases. Sí, es verdad que la estratificación social sigue siendo un dato indubitable y tristemente indeclinable dadas las características mismas del ser humano y las sociedades que construye, no obstante la gente evoluciona en lo individual tanto como en las formas de su convivencia, desempeño y desarrollo. Hoy muchas veces resulta ocioso preguntar sobre el material del piso de la casa que se habita, como si no hubiera personas habitando piso de tierra pero con poder adquisitivo suficiente como para tener en el interior del hogar los más actuales avances de la tecnología como un teléfono celular, por ejemplo.

Las categorías de clasificación de los datos deberían ya estar acordes a la actualidad, pero los estadísticos siguen anclados, anquilosados por los protocolos, procedimientos y formulaciones surgidas en los años cincuenta y revisadas en los setentas. La sociedad, repito, ya no es la misma.

Resulta incluso grosero y discriminatorio que, por ejemplo, no se consideren ciertas ocupaciones como si no pudieran establecerse a partir de ellas nichos y sus comportamientos. Nunca he visto que, por ejemplo otra vez, se cuestione si el entrevistado es digamos artista. Se espera por defecto que quien conteste tenga cierto nivel educativo, se halle en ciertas y limitadas ocupaciones que se da por sentado componen el grueso de la población económicamente activa, como si un pintor o un escritor o un artesano no comieran, no cagaran, no tuvieran hijos en edad de usar pañales, no consumieran ropa o contenidos de la Internet.

En este sentido, los avances y propuestas del principal buscador, Google, han, sí, sentado las bases para una revolución en la manera como se segmenta y recaba la información de manera dinámica. Los despachos de investigación, los investigadores son los que están estancados, a pesar de las nuevas aplicaciones y, en el actual mercado de la información se requiere más imaginación metodológica,

Túnel de la Serpiente Emplumada


De monstruos interiores y otras confesiones

Gracias a todos los ausentes y los presentes que, hasta ahora en su vida y la mía, me han dedicado un poco de su tiempo (sobre todo) y paciencia, así como por sus palabras de aliento y las de reconvención, consideraciones y correos. Sé que cuento con más de un@, me lean o no, me toleren o no, me crean o no, se adhieran o no a mis ideas, entiendan o no una forma de ser que, desde siempre y más ahora, me ha distinguido para bien tanto como para mal. Agradezco también la oportunidad que me dan al proveerme de material para la reflexión y la escritura. Porque aun cuando suelo plantear las cosas con suficiente convicción, tengo claro que lo más que puedo tener entre y sobre líneas es razón, o sea, mi palabra, siendo y por ser mía está lejos de pretender encerrar verdades absolutas.

Digo esto con toda seriedad, pero sin tomarlo demasiado en serio (algunos lo ven como una gracejada sin gracia y no faltan los que califican mis ideas y comportamientos como estupideces; el que esté libre de estupidez, que exhiba los primeros calzones, sin miedo al ridículo).

Los golpes de la vida son muy variados y uno debe estar dispuesto a enfrentar los riesgos que conlleva cada decisión y por tanto cada acto, así se relacione con hacerse actor o espectador, víctima o victimario, comparsa o protagonista. Esta filosofía resumida es la que ha conducido mi vida y me tiene donde estoy. (Por algún motivo viene a mi cabeza un librito, en edición única, de un publicista amigo de mi padre intitulado “Filosofía costumbrista” y autografiado por el autor.)

Sí, sé que a ojos de muchos puedo parecer un escritor pusilánime, un aspirante más  a bardo sin ambiciones como el resto de las personas; que no faltan los que tachan mi proceder al amparo de una normas y creencias muy específicas y que, incluso, no faltan los que, creyéndose con toda la experiencia que los años supuestamente dan, pontifican y arrean a quienes, como a mí, ven cuales ovejas descarriadas, y obtusas, desubicadas. Están en su derecho.

Es claro, en los días que vivimos la paranoia está cada vez más diseminada, es la enfermedad más difundida en nuestra sociedad. Todos desconfiamos de todos y de todo. Ya no se puede pedir la hora o decirle qué lindos ojos mi alma a alguien en la calle, porque a la información la sigue una mirada de pistola. Todos nos erigimos en expertos opinadores sobre los temas más variopintos. Es triste constatar la manera como, enquistados en formas de pensamiento y acto, queremos encasillar al otro en función de lo que creemos ser. Todos cojeamos de la misma pata y creyendo comunicarnos, ponemos por delante los principios elementales de lo contrario: la incomunicación.

Para alguien estas palabras serán, seguro, rollo insustancial. Es una forma de expresarme. Y así como cada texto elige sus lectores (no al revés, como se cree), las personas vamos por la vida acomodando a los demás para leer los fragmentos de su existencia que mejor ajusten en nuestro cartabón.  Me dicen que asista a bares, antros, etc., para contactar y "ligar". Nunca he sido de asistir a esos lugares. Me aturden, me engentan. Ahora, consta a varios, he hecho el esfuerzo de adaptarme (¡a estas alturas del partido!), pero sigo sintiéndome incómodo. Otros sitios: museos, la calle, un restaurante, un banco, el súper mercado... Todavía en los años ochenta hasta los velorios daban ocasión para el encuentro de almas. Todos estos ya quedan descartados por la inseguridad. Quedan estas redes sociales, equivalentes en su modernidad a las páginas de Cartas de la Doctora Corazón o las posteriores Agencias para el Romance; o como refugios antinucleares; y tampoco son panacea.

Sí, hay muchas mujeres solas, y muchos hombres solos. El problema no es que estén solos sino por qué y, más importante aún, cómo toman y experimentan su soledad. Divorciados, viudos, padres y madres solteras, aún los casados y juntados en amasiato (amor libre) hoy van por la vida dando tumbos emocionales, esforzándose por jugar roles para los que la naturaleza no da condiciones ni la sociedad instrucción. E, interesante, por más que salen los sabihondos a decir que es un mal endémico, catequizando  o poniendo escandaloso acento en lo que se nos espera; o esos otros que lo justifican viéndolo con gran naturalidad, porque es cosa de siempre y de todos los siglos, la suya, la de los solos y solitarios de ahora es una soledad existencial, una solitud que los lleva a cuestionarse diariamente en qué consiste la felicidad. (Eso me parece bien, pues nos acerca a las inquietudes de Aristóteles y tantos otros.)

Ahora, la ONU ha declarado que a partir del año próximo, todos los países del orbe deberán dedicar un día, el 21 de marzo, para promover el concepto de la felicidad. ¡Tan mal está la humanidad que necesitamos dedicar un día para recordarnos que uno de nuestros motores de existencia es ser dichoso! ¡Necesitamos comunicarnos y hacernos creer que somos felices!
Yo soy feliz pudiendo, entre otras cosas, halagar a diestra y siniestra a quien se me pegue la gana y cuando lo amerita; la ocasión, la circunstancia son lo de menos. Soy una persona que, aun cuando ha vivido encerrada entre sus cuatro paredes, sus fantasías, sus palabras, la poesía, he procurado estar al tanto del mundo y no nada más por las noticias. Es de la gente de quien obtengo la información primordial, entrevistándola, conversando lo mismo con el policía que con la secretaria o el mendigo. Si bien, caso extraordinario el mío, voy saliendo del cascarón a muy tardía edad, los principios con que he sido formado siempre me mantienen al pendiente de lo probo.

Por ahí me dicen que estuve a punto de ser demandado por “afectar” a unas estudiantes mías so pretexto de enseñarles a respirar. Y no falta quien, sin conocimiento de causa, juzga, mejor dicho prejuzga, partiendo del hecho de que, “no es necesario enseñar a respirar cuando todos lo hacemos desde el nacimiento”. Sólo para información de los neófitos en asuntos de actuación y locución, la respiración correcta es fundamental para un buen desempeño en la oratoria, tanto para el mantenimiento de la voz durante discursos prolongados, como para su adecuada proyección en matices, volumen, tonos (esto queda claro al escuchar, por ejemplo, a la candidata Josefina Vázquez Mota quien es obvio en su monotonía que no sabe respirar). El común denominador de las personas, como no tienen necesidad de usar su voz más que para la charla normal no caen en cuenta de esto y no tienen claro qué tipo de respiración practican.

Una adecuada respiración ayuda no nada más a meditar (quién mejor que los yoguis y budistas practicantes del zen para explicar en más detalle esto), es fundamental para el equilibrio energético de nuestro cuerpo y nuestra alma. Hay dos tipos de respiraciones, la profunda o natural y la corta o deportiva.

La estudiante en cuestión, estudiante de leyes, tenía interés en vencer el miedo escénico y adquirir seguridad para hablar ante el público. En la primera sesión, en mi casa, en presencia de la madre, expliqué cuál es el procedimiento que siempre he seguido para enseñar oratoria y actuación. Posteriormente, en las otras dos sesiones (no continuó el curso ni pagó la última), en presencia de la hermana gemela efectué la clase; incluso en la última sesión estuvo presente el novio, y en ambas veces hice aquello en lo que estoy entrenado. Con ayuda del tacto, tocando y llevándola a tocar mi cuerpo y su cuerpo (el vientre, específicamente) mostré el modo adecuado de colocar el aire en los pulmones. Los ejercicios de relajación, por momentos también requieren que se toquen las extremidades (brazos, piernas), hombros del pupilo, para constatar el grado y la correcta forma de relajación, pues algunos ejercicios si se hacen erróneamente pueden hacer que el discípulo se lastime a sí mismo. Ay, pero no faltan, otra vez, los que quizá por telarañas mentales arrastradas por la conciencia colectiva siguen temiendo a descubrir su propio cuerpo. Por ahí, en algún lado de Facebook vi un letrerito con el que comulgo y que dice algo como: “si los seres humanos nos tocáramos sin vergüenza, ejerceríamos menos la culpa”.

Jamás he negado que la tentación llegó a mi casa, ni que no la hube experimentado en el aula más de una vez. Como tampoco he negado que suscitó en mí el afán de tomarla como musa e incluirla en uno de los primeros poemas que publiqué en Facebook “Piel de Tarde”, sin por eso, necesariamente, esperar otra cosa de ella o de la vida. Jamás he negado mi inclinación por muchachas así de hermosas, esculturales, atléticas, y que me encantaría quedar con una de ellas y formar familia (es la edad adecuada para ello), pero no es la primera vez que trabajo con alguna y, si algo sé hacer, aunque me retuerza por dentro, es separar lo personal de lo laboral. No iba a arriesgar mi poco o mucho, bueno o mal prestigio en una tontería tal como ser acusado de andar “toqueteando” a una alumna, por cierto adulta y consciente de sus actos y límites.

El orador y el actor, antes que nada, debe tener clara conciencia de su cuerpo, de cada una de las partes de su cuerpo. Saber respirar es importante para relajar la mente y tener control sobre el cuerpo. El orador y el actor emplean lo que se conoce como respiración profunda o natural (supuestamente la que aprendemos desde el nacimiento, cuando en muchas personas no es así). Esta requiere que se eduque a la persona a llevar el aire hasta el fondo de los pulmones, ocupar la totalidad de la capacidad pulmonar, a diferencia del atleta que ocupa principalmente la mitad, porque requiere efectuar respiraciones más seguidas y contar con la dotación de oxígeno para un consumo más pronto. Así, mientras la primera implica “inflar” el abdomen de manera controlada, teniendo consciencia plena del límite que supone el diafragma y la utilidad de los músculos ventrales para la proyección de la voz, en el deportista basta que el aire quede por arriba del diafragma para poder efectuar con adecuado desempeño su ejercicio.

Está visto que más pronto que tarde el ignorante acaba por imponer su punto de vista. Lo que me recuerda cuando los jueces de la Suprema Corte discurrieron alrededor del tema del aborto. Uno, sólo uno, tuvo el valor de reconocer su ignorancia y su incapacidad por virtud de ella para emitir un juicio en pro o en contra de la manera más objetiva posible. El resto, aun teniendo información científica solicitada a expertos, inclinaron su juicio más hacia lo enfático de sus creencias, cualesquiera que fueran. Así, con individuos que hablan la fe por delante, queda poco por dirimir , dialogar y comprender.

En los párrafos anteriores he discurrido entre varios temas, haciendo una más de mis meditaciones antropológicas. Algún lector notará una aparente falta de orden o un pretexto para justificar procederes perversos, hasta depravados de mi parte. Lo que sé es que todos tenemos un lado oscuro, torcido. La mayoría se avergüenza de esa porción de ser y quiere mantenerla a raya, soterrada, aprisionada para soltarla solamente en los momentos de la más nocturna y lunar intimidad. Otros se ufanan de ella y, como Dorian Grey, son capaces de vender su alma al Diablo para seguir gozando de los “favores” que les da su podredumbre espiritual. Están los que presumen de imagen proba y luego, mediante engañifas  son infieles a sí mismos, a sus cónyuges quienes, aún sospechando, hacen como que no pasa nada, ya sea por miedo o por dejadez. Y están los que abiertamente ostentan la camisa del canalla. Los primeros incluso educan a sus vástagos para ser  “hombres de bien” dispuestos a defender, con los puños si es necesario, una honra mal comprendida sobre la base de una equívoca filosofía del respeto. Los segundos por lo general siempre tienen algún justificante material, al fin, honorable y poderos es el señor don Caballero.
En mí, como en todos, habitan monstruos; varios. Y por muchos años los mantuve en las mazmorras de la conciencia. Ahora, desde que decidí darme oportunidades, esos monstruos esperan la ocasión de, con todo su derecho, manifestarse. Gracias a ellos, guste o no a los otros, he podido conocer cosas que, si bien no desconocía y sabía su importancia para el desarrollo personal, había dejado postergadas. La mayoría de la gente tiene muchas de esas experiencias, por ejemplo las sexuales, a muy tempranas edades y van domando sus monstruos desde entonces hasta que los degradan a la condición de mascotas  para el aburrimiento y la rutina. Eso explica y normaliza que vean ciertos aspectos de la vida con la mesura que dan la madurez pero también el hartazgo y la conformidad.

Desafortunadamente para mí, en mi cuerpo palpitan muchas ansias adolescentes. Afortunadamente para mí y para desgracia de esos otros que, desde la perspectiva apuntada, instalados en el convencionalismo, ya me juzgan y pretenden arrinconarme con su condescendencia a la resignación que debería anclarme a la grosera y contundente  razón que seguiría a la edad, desato no sin temor y prudencia mis degeneraciones, esos impulsos asociados al deseo, esos engendros de mí mismo para ser simplemente quien soy. Pero rara vez pasan de la frontera de lo literario (en papel así como en el trato cotidiano), lo que también, es cierto, para algunos me muestra como un personaje extraño, hecho de palabras y silencios a modo de enmascaramientos de quien soy.

Soy palabra, me entiendo palabra, me vivo siendo palabra. Y es que la palabra es, al fin, el comienzo de todo. El hombre es verbo antes que todo, y por verbo quiero decir acto. En mis palabras puedes ver y escuchar los actos resultantes de mis decisiones, lo que he omitido y por lo que he optado. Mis palabras son el cordel que sostiene las máscaras de la comedia y la tragedia de mi vida. Con cada coma y punto pespunto el traje a la medida del ensayo en turno, del poema ansioso por ver la luz de tus ojos de lector, la fantasía que aguarda narrar mundos parecidos a los nuestros. ¡Qué voy a hacer! Cada palabra en sí misma es Cuasimodo, Bestia, Minutauro que me confronta a mí, en tanto autor, con mis temores más recónditos, y a ti, en tanto lector, con tus inconformidades más  pedestres y superficiales.

¿Cuántos se animan a hacer muchas cosas que me critican? Pues yo me atrevo; y aunque ascender la montaña de la existencia muchas veces me coloca como a Sísifo, nadie puede decirme que no empujo con denuedo la roca en la esperanza de vencer la cima. Y así, con la fuerza de mis monstruos interiores, con la petulancia del reo ferviente, con la humildad propia del que se sabe primero que nada humano, ya subo, ya bajo, para volver a subir. El día menos pensado triunfaré en la tarea consiguiendo los objetivos que me he propuesto o moriré aplastado por el peso de la obsecuencia.

LA VOZ DE UN POETA

Era de la opinión... que algún día, pueblos como el nuestro, el mexicano, el hispanoamericano, independientemente de dónde se ubique en estas fechas cuando el transfronterismo ha tomado carta de costumbre, las voces de nosotros los poetas, los escritores, daría paso al silencio de la sensatez, para permitir que gobernare la razón, mientras nosotros nos dedicamos a rascar las tripas de la belleza. ¡Qué equivocado estaba! En países donde la ignorancia campea y marcha tomada de la mano del dolor, es la voz nuestra, de quienes enarbolamos a diferencia de otros el arma más blanca y contundente que tiene el hombre: la palabra, lo que viene a acentuar la necesidad de justicia, a recordar que el ser humano por encima de todo debe ser una criatura digna.
Como una respuesta ciudadana más en reacción a las atrocidades que la guerra contra el narcotráfico ha traído en México, la multitudinaria Marcha Silenciosa por la Paz con Justicia y Dignidad encabezada por el poeta y escritor mexicano Javier Sicilia, ha puesto en relieve esta contumaz verdad: el escritor es la voz del pueblo. Pero es una voz que peculiarmente se hace escuchar cuando la dicha o el horror son de tal magnitud que el común denominador de una población queda impávido e incapaz de articular sílaba alguna que describa mínimamente el miedo, la indignación a que llevan la impunidad, la corrupción, el juego perverso de los intereses creados.

Lo planteo así, porque en un país donde no es acostumbrado leer y mucho menos a los poetas, no deja de ser sintomático que sea ahora uno, relativamente conocido y cuyo hijo fue asesinado por la inquina de un sistema podrido, el que alce la voz, en paralelo con el lábaro patrio, para decir ¡basta! a tantos hechos de sangre y desgarramientos entre nosotros mismos.

Porque somos nosotros los que nos estamos matando. Es muy fácil acusar a los políticos, al gobierno, al ejército, a las autoridades en general por identificar en ellas la voluntad ciudadana de delegarles el poder de mantenernos en un cierto margen de seguridad en general, de salud, económica, ecológica, social... Pero olvidamos que esos personajes que salen en las páginas de los periódicos, esos a los que señalamos ahora con dedo flamígero, con reconcomio y asco, son tan producto de este México nuestro, como cada cual de nosotros mismos. Tan mexicanos como cualquiera.
Tiene razón Javier Sicilia cuando dice:
Javier Sicilia 7Los claroscuros se entremezclan a lo largo del tiempo para advertirnos que esta casa donde habita el horror no es la de nuestros padres, pero sí lo es; no es el México de nuestros maestros, pero sí lo es; no es el de aquellos que ofrecieron lo mejor de sus vidas para construir un país más justo y democrático, pero sí lo es; esta casa donde habita el horror no es el México de Salvador Nava, de Heberto Castillo, de Manuel Clouthier, de los hombres y mujeres de las montañas del sur –de esos pueblos mayas que engarzan su palabra a la nación– y de tantos otros que nos han recordado la dignidad, pero sí lo es; no es el de los hombres y mujeres que cada amanecer se levantan para ir a trabajar y con honestidad sostenerse y sostener a sus familias, pero sí lo es; no es el de los poetas, de los músicos, de los pintores, de los bailarines, de todos los artistas que nos revelan el corazón del ser humano y nos conmueven y nos unen, pero sí lo es. Nuestro México, nuestra casa, está rodeada de grandezas, pero también de grietas y de abismos que al expandirse por descuido, complacencia y complicidad nos han conducido a esta espantosa desolación.
Si estamos viendo que es el mismo México, de los mismos mexicanos, entonces el llamado debe ser más elevado y profundo. La revolución que debe avecinarse no es la de unas élites contra otras, sino la de la conciencia de cada individuo. Y dicho así, es claro que el propósito debe apuntar más allá, pues lo que ahora ocurre en México y en el norte de África y en el Medio Oriente y tantos tantos lugares del orbe da mucho más que para solamente pensar.
Percepción magnificada por los medios
En México y en el mundo, cada día más, los medios de comunicación (incluido este espacio) juegan un papel fundamental. Porque todos tenemos ocasión de emitir lo que pensamos, sentimos sobre tal o cual tópico. Pero en esta Era de la opinión... el ruido modifica la manera como percibimos las cosas y los hechos.
Siendo verdad que hay una situación excepcional en México y otros lados, también no deja de ser cierto que esos acontecimientos terribles, horrendos de los que tenemos noticias a diario, aún siendo de interés público y periodístico, no son toda la realidad de México o Libia o Yemen o España. Pero, convertidos en voraces, glotones y comodinos consumidores de contenidos, terminamos por sentirnos satisfechos con el regular bocado fragmentario de la vida ajena que nos ofrecen las pantallas, las páginas de los periódicos y, nutridos de semejante modo, eructamos el juicio fatal. Así, gobiernos advierten y recomiendan, "no viaje a tal o cual lado pues su vida puede estar en riesgo", como si no hubiera el dato estadístico incuestionable de que en el mundo hay más muertes por accidentes caseros que en guerras o por otras causas.
Y no quiero con esto hacer apología de la violencia ni minimizar la preocupación legítima de quienes, como Javier Sicilia, hemos puesto los pies (cada cual a su manera) en el sendero sin retorno del compromiso con la sociedad de la cual provenimos. En todo caso, señalo que el mundo y el ser humano seguimos siendo como siempre hemos sido y que hoy por hoy, una actitud estética (entiéndase sensible a lo que ocurre dentro y en torno de cada quien) puede ser, si no la salvación, sí al menos el primer paso para darnos oportunidad de ser mejores, más dignos de tener lo que tenemos, de vivir lo que vivimos, de amar lo que amamos, de soñar lo que soñamos.
Ni México ni Libia ni Nepal ni tú ni yo podemos ni debemos ser rehenes del egoísmo propio y ajeno. Todos dependemos de todos. Por más que nos creamos libres, no lo somos en realidad. Actuar omitiendo esta cruda verdad, es mentirnos a nosotros mismos, pecar de ilusos y soberbios que, en el engreimiento de creernos todopoderosos por la simple y equívoca razón de "estar hechos a semejanza de Dios", ensuciamos cada rincón a nuestro paso, groseramente, ya sea diseminando indiferencia o sembrando iniquidad.
La voz de un poeta Era de la opinión...
Octavio Paz, poeta y ensayista
mexicano.
La Revolución Mexicana nos hizo salir de nosotros mismos y nos puso frente a la Historia, planteándonos la necesidad de inventar nuestro futuro y nuestras instituciones... Fue una tentativa por recuperar nuestro pasado y por elaborar al fin un proyecto nacional que no fuese la negación de lo que habíamos sido.
Hoy nos retorcemos dentro de nosotros mismos, no acertamos a imaginar nuestro futuro y reconocemos nuestras instituciones anquilosadas en su obesa y corporativa inutilidad al punto de que cualquier vuelo de moscardón puede rebasarlas y desestabilizarlas con sencillez y cinismo supinos. Creo, entonces, que ha llegado el momento de negarnos por nosotros mismos lo que creíamos haber sido y desechar totalmente toda etiqueta étnica o de clase para asumirnos y definirnos sólo como mexicanos, sin graduación clasificatoria a la usanza mercadológica, y decir Era de la opinión...