La campana no va a misa...
Aquí en México, sí, se hicieron reformas estructurales largamente esperadas, con todo y sus "asegunes", pero no pasa casi nada constructivo a pesar de la larga frontera con Estados Unidos y lo que esto significa. En cambio en la isla, ese estratégico enclave caribeño sometido por decenios a un bloqueo económico y político que, no obstante, le hizo en muchos aspectos lo que el viento a Juárez, ya empieza la rebatinga de franceses, chinos, españoles, estadounidenses, noruegos, ingleses y japoneses para invertir. Empresas como Carrefur, por mencionar una de larga lista, hacen fila para apuntalar el turismo, la exploración petrolera, el comercio, la producción fabril y agrícola cubanas. Mientras aquí todo lo bonito está en el discurso, milagrito prendido de una advertencia: la bonanza, de haberla, se empezará a notar a partir del 2017.
Entre tanto, visto entre paréntesis, quizá nos valiera hacer como Raúl Castro en su encuentro con el Papa Francisco el pasado 9 de mayo en el Vaticano que, como la campana, si bien no va a misa, a ella avisa. Por lo que coincido con Jacobo Zabludovsky en su parecer de que a Cuba le está pasando lo que cuenta el tango "Malevaje":
Decí, por Dios, ¿qué me has dao,
que estoy tan cambiao,
no sé más quien soy?
El malevaje extrañao,
me mira sin comprender...
Me ve perdiendo el cartel
de guapo que ayer
brillaba en la acción...
[...]
¡Ya no me falta pa' completar
más que ir a misa e hincarme a rezar!
Tal vez todavía para muchos Fidel Castro no tenga madera de santo aunque el Diablo era hermoso cuando era mozo y los reclamos de disidentes del régimen castrista dentro y fuera de la isla ya parecían insistente repicar y gritos al cielo.
No cabe duda, para seguir con los refranes, que el Diablo sabiéndose viejo se hace hombre de bien. Y ninguna transición es sencilla. En México lo sabemos tras experimentar la transición democrática que puso fin a más de 60 años de gobiernos emanados del PRI. Cuba no podía ser excepcional. Ahora sí que, Dios mediante, allá como acá no nos queda más que ir a Dios rogando y con palo dando para que los objetivos planteados empaten con las necesidades de cada una de estas naciones. En Cuba no nada más hay que desarrollar la economía, hay que sentar las bases de la transparencia, de la democracia responsable y libre. En México, acomodar las piezas del rompecabezas que hagan del nuestro un sólido estado de derecho que dé garantías no nada más a la población sino a los inversionistas. ¿O qué? ¿No dicen que el dinero Dios lo da y los indios lo trabajan?
Faltará ver, en la extensión que también ha venido experimentando el mal representado por el narcotráfico, el fundamentalismo y el terrorismo, si no también estos, rogando al Santo Valverde y a San Dimas, verán en la isla el puente ideal para cerrar la pinza del mercado del miedo y aplicar aquello de la ley de Caifás: al fregado, fregarlo más, ley canónica, junto con la de Herodes, en las que nuestros políticos son doctos.
Si aquí el mesianismo está a la orden del día en personajes como Andrés Manuel López Obrador que solo sabe rezar para su santo, que no es otro sino él mismo, y se ora casi a diario a San Andrés según el cual, cuando se refiere a Peña Nieto, quien parece bruto, bruto es, en Cuba por otra parte el patriarcado de Fidel lo empata con Abraham. Seguro no verá la tierra prometida y gestionada más bien por su hermano Aarón, hombre de ¿fe?, pero por lo pronto e históricamente queda en las líneas del viejo testamento revolucionario como el cañero orientador del son y el habano.
En fin, al cabo de todo, el monaguillo y el Papa, el vasallo y el monarca, todos irán a la Parca. Por ahora, en México, nos queda concentrarnos en las elecciones intermedias que, con toda su nueva complejidad nos lleva a los mexicanos a ya no saber con cuál mano persignarnos. Yo no sé tú, amable lector, pero dicho entre paréntesis, yo por ahora exclamo ¡válgame San Juan Bautista y San Judas Macabeo!, pues no sé qué en la vista tengo que entre la manada de candidatos puros cabrones veo.
Faltará ver, en la extensión que también ha venido experimentando el mal representado por el narcotráfico, el fundamentalismo y el terrorismo, si no también estos, rogando al Santo Valverde y a San Dimas, verán en la isla el puente ideal para cerrar la pinza del mercado del miedo y aplicar aquello de la ley de Caifás: al fregado, fregarlo más, ley canónica, junto con la de Herodes, en las que nuestros políticos son doctos.
Si aquí el mesianismo está a la orden del día en personajes como Andrés Manuel López Obrador que solo sabe rezar para su santo, que no es otro sino él mismo, y se ora casi a diario a San Andrés según el cual, cuando se refiere a Peña Nieto, quien parece bruto, bruto es, en Cuba por otra parte el patriarcado de Fidel lo empata con Abraham. Seguro no verá la tierra prometida y gestionada más bien por su hermano Aarón, hombre de ¿fe?, pero por lo pronto e históricamente queda en las líneas del viejo testamento revolucionario como el cañero orientador del son y el habano.
En fin, al cabo de todo, el monaguillo y el Papa, el vasallo y el monarca, todos irán a la Parca. Por ahora, en México, nos queda concentrarnos en las elecciones intermedias que, con toda su nueva complejidad nos lleva a los mexicanos a ya no saber con cuál mano persignarnos. Yo no sé tú, amable lector, pero dicho entre paréntesis, yo por ahora exclamo ¡válgame San Juan Bautista y San Judas Macabeo!, pues no sé qué en la vista tengo que entre la manada de candidatos puros cabrones veo.
0 comentarios:
Gracias por sus comentarios con "L" de Lector.