Vamos aterrizando
LAS COLUMNAS DE LA POLÍTICA de obras públicas en que Enrique Peña Nieto fundara parte de su gobierno desde que fuera gobernador del Estado de México y ahora en la Presidencia de la República están resquebrajándose peligrosamente, por lo que el techo del edificio de sus estrategias de desarrollo se tambalea. Y quizá el titiritero detrás de este endeble tinglado sea ni más ni menos que el actual y ambicioso gobernador Eruviel Ávila, antes presidente municipal de Ecatepec. Y todo ¿por qué?
A los súper cuestionados inmuebles personales de la primera dama y colaboradores del gabinete se suman ya el presumible fraude copartita con el grupo empresarial OHL involucrado en la construcción del Viaducto Bicentenario, el último tramo del Segundo Piso del Periférico en el Distrito Federal, entre otros proyectos de infraestructura hasta en la Riviera Maya, supuesto fraude que, por lo que se ha informado en España, toca de refilón incluso a la Casa Real, siendo esta una de las resonadas causas de la debacle financiera que enfrenta el grupo empresarial que ha visto desmoronarse sus valores accionarios, aun cuando las auditorias efectuadas por la “prestigiada” firma Ernest & Young han “limpiado” la mesa.
Caso aparte pero en la misma canasta de problemas por resolver es el del nuevo aeropuerto internacional que ha volado de aquí para allá, entre las localidades de Atenco y Texcoco y el Estado de Hidalgo. Y esto sin considerar los que por razones presupuestales el gobierno federal ha elegido mantener pendientes, como los que tienen por objeto retomar la infraestructura ferrocarrilera, esa que desmantelara Ernesto Zedillo tras descabellar al sindicato.
En estos días de álgidas y agotadoras campañas —así para candidatos como para ciudadanía— noticias como la de OHL cobran importancia reveladora de los hilos que se mueven tras los bastidores del teatro político.
Es sabido —al menos por trascendidos— que Eruviel Ávila llegó al gobierno del Estado de México por las negociaciones internas en el partido, al que puso contra la pared tras amenazar contender por la gubernatura desde otra filiación política llevando consigo un abultado costal de intereses encabezados por los sindicatos —aquí la pieza clave del ajedrez es el caballo negro de David Parra Sánchez, candidato priyista a la presidencia municipal de la “joya de la corona”, Naucalpan de Juárez— y las fuerzas vivas sin descontar a la Iglesia de municipios como Ecatepec.
Aceptado el trato Atlacomulco-Ecatepec y llegado Peña al más alto cargo se imponía poner entre paréntesis, acotar a Eruviel y aquellos municipios “impíos” ya por apoyar a Eruviel o por volverse un nido de vividores o focos de conflicto. Así, no fue gratuita una de las primeras decisiones presidenciales por voz del Secretario de Hacienda Eduardo Videgaray: recorte presupuestal (nacionalmente, para que no se creyera que llevaba jiribilla) a los municipios endeudados entre los que se contaban, qué casualidad, Naucalpan de Juárez, Tlalnepantla, Ecatepec, Nezahualcóyotl. El primero —más de mi personal incumbencia— gobernado por una presidenta, Azucena Olivares —de infausta memoria— cuyo esposo deja bastante que desear y en muchos aspectos se comportó como el verdadero poder tras el trono, haciendo y deshaciendo arreglos a modo hasta el punto de provocar una pésima administración pública que llevó al gobierno municipal casi a la quiebra. Pesa aún una demanda de corte penal sobre la exedil por malversación de fondos promovida por el sindicato de los empleados del municipio —comandados ni más ni menos que por David Parra Sánchez.
Ahora bien, estas —como dije— álgidas campañas han servido más que para posicionar propuestas de solución a problemas locales, estatales y nacionales, más bien para el golpeteo por arriba y por abajo, desde, entre y dentro de los partidos y los grupos que los conforman.
Ejemplo, Naucalpan de Juárez. Siendo Peña Nieto gobernador, Azucena Olivares cerró filas con él en la esperanza de resultar favorecida política y económicamente. Cobijó entonces como su sucesor a David Sánchez Guevara para despecho de David Parra Sánchez quien, aun contando con el respaldo del munícipe Eruviel Ávila y el conjunto de las fuerzas vivas y sindicatos del Edomex, quedó “desactivado”. Ahora, un gobernador Eruviel fortalecido orilló al debilitado munícipe David Sánchez Guevara a allanar el terreno en las negociaciones y relaciones con las comunidades afectadas por la construcción del Viaducto Bicentenario desde los tiempos de la gubernatura de Enrique Peña Nieto, pero eso además implicaba que solicitara licencia anticipada al puesto de presidente municipal. De tal modo, Naucalpan de Juárez quedó descabezado meses antes de las elecciones intermedias. Por su parte, se “resarció” el daño a David Parra enfilándolo como candidato a ese mismo puesto. El premio de consolación para David Sánchez Guevara fue hacerlo candidato a diputado federal.
Con semejantes decisiones se explica también que, para frenar a Eruviel Ávila, los más altos círculos en Toluca ligados con el legendario grupo Atlacomulco optaran por proponer al Partido Acción Nacional un trato bajo la mesa: recuperar el llamado corredor azul, que incluye la “joya de la corona” que es Naucalpan de Juárez. Tres regímenes municipales pasados de corte panista administraron relativamente bien la riqueza para beneplácito de casi la mayoría, esa memoria más el hartazgo por las corrupciones y desmanes de los priyistas conducen a un corolario que se antoja suicida. En todo este entramado, las voces que hacen eco en los pasillos de Toluca —ya lo expuse aquí en otros artículos: (1) y (2)— insisten en murmurar que la elección en Naucalpan está arreglada para que quede el candidato panista, Edgar Olvera. Eso explicaría que en el box de sombras de las campañas sucias actuales personajes como el mismo hermano del candidato priyista, Gustavo Parra Sánchez, esté en el ojo del descrédito señalado como orquestador de compras de apoyos de representantes vecinales o agresiones a manifestantes opositores.
De ser lo anterior cierto, el papel de David Parra vendría a ser la del fiel de la balanza, la del vigilante que, aun teniendo el enorme aparato atrás que lo sostiene, estaría dispuesto a sacrificar su candidatura para fungir más como un elemento de presión precisamente por los intereses creados que lo respaldan aún más que por rencor o revancha.
He tenido oportunidad de entrevistar a ambos candidatos, Olvera y Parra, en más de una ocasión y me parece que, para que ocurriera lo descrito tendría que ser necesario que una mayúscula parte del voto duro priyista se orientara hacia Olvera; solo así, engrosando al voto duro panista con los indecisos (que ahora se han multiplicado por la confusión y el descontento) más los priyistas desencantados, sucedería tal cosa incluso contracorriente de lo que por ahora muestran las encuestas y sondeos de opinión.
Ahora, cambiando sin cambiar del todo el tema, pongo entre corchetes el título de este Paréntesis, porque tal vez debería intitularlo "Crónica de una novela anunciada" y enseguida explico por qué.
Crónica de una novela anunciada
Vale traer a la memoria que, en 2010, los ciudadanos que conformamos la Comisión Técnica de Vecinos de La Florida y que revisamos el proyecto de Viaducto Bicentenario, deteniéndolo por 6 meses en los que sostuvimos pláticas diversas con OHL, SAASCAEM (dirigida entonces por el Ing. Manuel Ortiz García hoy Secretario de Agua y Obras Públicas), y el gobierno estatal representado por un negociador indicado por el mismo Enrique Peña Nieto cuando era gobernador del Estado de México, tuvimos conocimiento pleno de los planos y el proyecto originales de la obra y nos consta: 1) era elevado, 2) se tenía una solución alterna que era aterrizar (no como finalmente conseguimos que se hiciera, sino peor) para pasar de forma subterránea por debajo de Las Torres de Satélite. 3) Esto último se borró de un plumazo por razón de costos, no obstante estos se mantuvieron inflados para justificar lo que ahora ya se va ventilando en el escándalo de OHL que ya costó un par de cabezas, si bien las menos relevantes. 4) Los vecinos de La Florida hicimos los señalamientos pertinentes en su momento en representación de un conglomerado de colonias, fraccionamientos y comunidades afectadas por la obra, las que nos colocaron —con gran responsabilidad y gratitud de nuestra parte— como punta de lanza en las negociaciones, lo que a ojos del hoy presidente de la República, Azucena Olivares ex presidenta del Gobierno Municipal de Naucalpan de Juárez y el mismo Gerardo Ruiz Esparza tan Secretario de Comunicaciones entonces y ahora, como una "minoría" por convenir a sus intereses.
Es más, personalmente, en la inauguración que fui a cubrir de uno de los tramos y al entrevistar a José Andrés de Oteyza sobre su parecer respecto de las solicitudes de los vecinos, se limitó a recalcar lo que ya entonces era el pretexto discursivo para ningunear a la población: “son un grupúsculo”.
Pues tan no lo hemos sido, que en buena medida lo que ahora experimenta OHL nos coloca de nuevo en el ojo del tornado.
Recuerdo, entre paréntesis, haber cruzado palabras ese día con Ruiz Esparza que ya se retiraba en su auto. Ubicado como me tenía (y tienen) me dijo: "¿Cómo ves? Esto es para escribir un libro, ¿no?" Y sí, apenas vamos por el segundo capítulo.
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