Deshojando margaritas
ERA DE LA OPINIÓN…
de que los enamorados perdían un poco el tiempo, tratando de ajustar su suerte
en el amor, arrancando pétalos de las margaritas; empero, la declinación
reciente de Margarita Zavala a su candidatura a la presidencia de la República
parece confirmar que algo hay en la estructura de una flor que permite
vislumbrar y comprender lo que hay detrás de los afectos, al menos en política.
La imagen de un
debate sin un quinto elemento —como en la película de ciencia ficción, femenino—,
nos pone delante de dos cuestiones. ¿México está listo para ser gobernado por
una mujer? ¿Las mujeres de México están listas para contender por el poder
federal?
Más allá de las faldas
Sin duda la mujer
en México ha conquistado y logrado muchas cosas, muchos avances en distintas
materias relacionadas con sus derechos y sus ambiciones legítimas en tanto ser
humano. Sin embargo, también es cierto que en muchos casos parece más
entrampada en sus propios discursos igualitarios y reivindicatorios que en pulir
las puntas de sus aguzadas flechas.
También es cierto
que la imagen de un debate sin un quinto elemento, mucho más allá del valor
estético (no me refiero solo a la belleza sino, como he planteado desde hace
años tras mi tesis de licenciatura, en un sentido de sensibilidad y apertura de
los sentidos, de una actitud estética); mucho más allá de ese valor, decía, nos
pone ante otros cuestionamientos que pasan desde quién detenta más el poder de
la corrupción hasta quién está más libre de pecado; quién tiene más experiencia
o quién está más rancio en sus afanes.
Mientras el primer
debate nos presentó más de lo mismo comparativamente con años anteriores, lo
destacable del segundo debate presidencial, efectuado en la Universidad Autónoma
de Baja California, en la ciudad de Tijuana, y que pudimos presenciar este domingo20
de mayo fue, sin duda, el formato.
Por primera vez en la historia electoral de México, un debate entre candidatos a la presidencia incluyó la participación de ciudadanos. Foto: Archivo Indicios Metropolitanos |
Parece que ¡al fin
le dieron al clavo! el INE y los partidos políticos y los media en armar una
estructura de contenido no solo ágil y más atractivo, sino además con la
posibilidad de dar flexibilidad, soltura tanto a preguntas como a respuestas de
los candidatos. La intervención de un público —nada fácil de seleccionar, no
cualquiera tuvo acceso al foro— introdujo un conjunto de elementos “novedoso”,
relativa frescura y una imagen de mayor integración con las expectativas de los
gobernados. Sin embargo, sigue siendo una asignatura pendiente la distribución
del tiempo que, ante la ausencia de la ex candidata Margarita Zavala, de pronto
pareció más de lo necesario para los conductores, León Krauze y Yuriria Sierra —cuyo
desempeño inquisitivo a ratos rayó en lo contestatario— y menos de lo justo
para los candidatos restantes.
Los peridiodistas León Krauze y Yuriria Sierra condujeron el segundo debate presidencial Foto: Archivo Indicios Metropolitanos |
Entrenando para gobernar
Un “Bronco” anclado
en la imagen de su madre heroína, ave Fénix surgida de las cenizas, llenó de
algún modo el hueco de Margarita por intermedio de la metáfora.
José Antonio Meade
se presentó más plantado y más seguro, contundente en sus argumentos, tanto
como en sus réplicas. ¿Convenció?
Ricardo Anaya, dio pauta
anticipada para saber cómo sería su actuar desde el momento cuando difundió a
través de las redes sociales un video ejercitándose con la pera. Así, llegó con
los guantes puestos a confrontar a derecha e izquierda, soltando jabbings, ganchos y mostrándose nada
dispuesto a cabecear; empero, eso sí, a desplazarse con rápidos pies, cada vez
un paso más adelante hacia la proximidad del público, abarcándolo con una
comunicación corporal indiscutiblemente acertada, salvo por mínimos yerros en
su capacidad oratoria.
Andrés Manuel López
Obrador… repetitivo, lento en el cabeceo, sin protector de boca sufrió dos que
tres mordidas de lengua a consecuencia de los embates de los contrincantes. Más
le valdría a AMLO descontinuar su botarga porque no tardará en fabricar algún
oportunista una punching bag “inflable”
con su efigie.
En cuanto a las
propuestas de los candidatos, creo que es la primera vez, en muchos años, que
de verdad se ponen al descubierto argumentos más propositivos que solo demagógicos;
aun cuando, es cierto, la misma limitación del tiempo y la complejidad de los
temas elegidos no permitió, para no variar, que pudieran presentarse de manera
sintética los cómos por sobre los qués.
Llamó mi atención
que predominara el color azul en la producción y transmisión en vivo del debate:
colores de trajes, de corbatas, de fondos de escenografía. Hay un justificante
técnico para ello que quienes hemos hecho televisión comprendemos. No obstante,
eso es un factor que tendría que revisarse pues, desde la perspectiva de la
influencia de los colores en este tipo de comunicación política, la inclinación
hacia el partido o candidato ligado a un determinado color puede derivar en una
planeada o una involuntaria influencia e inclinación hacia tal o cual candidato,
en este caso, Ricardo Anaya quien, al final del debate se declaró ganador, un
poco haciendo eco a las primeras encuestas elaboradas por distintas agencias y
dadas a conocer por medios como la revista
Forbes o Quadratín. ¿Qué tanto influyó esta minucia en el ánimo de los
encuestados? ¿Qué tanto la actuación y cuánto más el contenido por sí mismo?
Espuma… que revienta
El repunte aparente
de Ricardo Anaya de cerca de 18% para colocarse casi 3% por sobre Andrés
Manuel López Obrador, en contraste con la abrumadora diferencia de 16% que
tenía en desventaja antes de este segundo debate, sin embargo, no significa un
cambio de tendencia como tal con miras a los resultados de las elecciones por venir.
En tanto retrato del instante, el hecho de que Anaya resultara beneficiado por el
debate más bien puso en evidencia que la estrategia de AMLO no está siendo la
adecuada para los tiempos de medios, aun cuando sigue siendo efectiva para el
público simpatizante del tabasqueño.
La clave, como
siempre, siguen siendo los indecisos, los que hasta la fecha se estima sean
alrededor del 30% de los electores encuestados. Esto es lo que podrá hacer
subir la espuma o reventar las burbujas en la misma.
Como bien recordé
en un artículo anterior, ya había algunas manos estrechadas bajo la mesa desde
2014 entre Peña Nieto y Anaya. Este segundo debate dejó entrever una suerte de
función de lucha libre donde, para no variar, los rudos atacaron en banda a los
presumibles luchadores técnicos, comenzando por debilitar no al puntero, sino al
favorito —que no es lo mismo—. Y esto es, sin duda, un arma de dos filos; pues,
desde la perspectiva del público muy dado a apoyar a quien considera
injustamente vapuleado, el golpeteo puede erigir a la víctima de los ataques,
AMLO, en sujeto de compasión y mayor simpatía. En el imaginario colectivo,
puede pasar de “mesías” a “mártir de Tijuana”, en una versión lite del otro mártir de Tijuana que
fuera Luis Donaldo Colosio, toda proporción guardada, y en una suerte de
sinécdoque por la que puede asociarse el drama de un luchador fallecido entre
las cuerdas del ring con la de un “luchador social” arrinconado por su
incapacidad de resolver la esgrima mental y verbal sobre la marcha y ello opere
en su contra, enredándolo entre las cuerdas de la opinión pública.
La declinación de
Margarita se veía venir desde mucho tiempo atrás y tanto así que a mediados del
año pasado hubo intentos de aproximación entre el grupo calderonista afín al ex
presidente Felipe Calderón y quienes apoyan a Anaya, para que Margarita pudiera
ser la “candidata de unión” frente a la ya marcada división interna del PAN que
se agravó gracias al gobernador incómodo de Puebla, Rafael Moreno Valle, entre
otras razones.
Ricardo Anaya, Margarita Zavala y Felipe Calderón. Foto: Revista Proceso |
Es obvio que la declinación se traducirá en la derivación de los votos que podría haber captado Margarita para alguien más. Dadas las diferencias entre Calderón y Anaya lo lógico es pensar que estos votos de simpatizantes de la ex primera dama inclinarán la balanza en favor de cualquiera o de todos, redistribuyéndose entre los restantes candidatos o que, incluso (esa es mi apuesta), para despistados y rencorosos, su retrato en las boletas electorales ya impresas servirá como una forma adicional de protesta y expresión, abultando el porcentaje absoluto del voto nulo, el que en la más reciente elección federal lo hizo elevarse hasta casi el 5% tal como predije en un artículo previo.
De suceder esto, el
porcentaje de anulación en estas elecciones venideras podría levantarse por
solo este hecho a cerca del 7%, cifra nada despreciable, si consideramos que la
mayor parte de los casos de anulación obedece a razones de intención y no solo
yerro (a razón de 65-35 % respectivamente de acuerdo con los
estudios realizados por el INE en 2015). Quienes omitan o evadan ese espacio
con la efigie de Margarita Zavala, o votarán en blanco o se abstendrán o
votarán por el más próximo a sus “afectos”. Esto quiere decir que, sí, puede
servir al PRI y a Meade; pero, también puede inclinar la balanza en favor de
Anaya en tanto forma de unificación reaccionaria de parte de las “fuerzas vivas
panistas”, el llamado “voto útil” —por cierto, nada fútil—; o incluso, por lo
mismo, podrían salir volando los votos para favorecer a “El Bronco” o al mismo
AMLO, cuyas cifras, por ahora, sí parecen apuntar a que “la tercera será la
vencida” (como también he venido pronosticando: cualquiera de los de ahora
representa alguna forma de “izquierda”).
Las boletas ya impresas para las elecciones próximas. Foto: Archivo Indicios Metropolitanos |
Algunos se ofenden
porque toman los hechos o las especulaciones alrededor de las causas de la
¿defección? de Margarita Zavala como si ataques personales contra una mujer
particular, como si el análisis tuviera un tufo misógino, cuando en realidad
esos mismos olvidan que Margarita es no solo una mujer y muy sagaz, sino,
principalmente, una mujer política y que conoce muy bien su oficio. No podemos
olvidar que buena parte de las razones y gestiones que llevaron a su marido a
la presidencia en 2006, y aun contra la preferencia del entonces presidente
Vicente Fox, fueron sus hábiles manejos desde el Congreso. Felipe y Margarita son
como la canción de Cri-Cri, pero no blancos palomos. Y es que, hablando de
esponsales, la coalición “Por México al Frente” formada entre el PAN, PRD y
Movimiento Ciudadano, y lo que estamos viendo en estas elecciones más me
recuerda la canción de “El Piojo y la
Pulga”, sólo falta saber quién es el gorgojo, aunque no es difícil
imaginar.
En conclusión, aun ganando AMLO las elecciones, el mal
llamado “peligro para México” quedaría acotado por la apuesta de los
contrincantes para obtener un congreso con mayoría opositora. Ahora bien, aquí
está la otra clave. Si a mí me preguntan hoy, como ayer, por quién votaré, digo
que haré lo mismo de otras ocasiones: votaré en blanco anotando mi nombre
completo “José Antonio de la Vega Torres”, como candidato no registrado. Y no
trato de influir sobre nadie, no creo tener esa fuerza. Lo cierto es que, si yo
votara por AMLO, votaría a mi vez por cualquier otro para el congreso. Es tan
clara la apuesta de los otros partidos en este sentido de tomar la mayoría en
el congreso por sobre la presidencia, que uno de los ataques más recurrentes
contra MORENA han sido precisamente los señalamientos sobre los candidatos a
diputados plurinominales Napoleón Gómez Urrutia y Nestora Salgado de fama entredicha.
Es sabido, aun cuando hay excepciones, que la mejor manera
de llegar al centro de un intrincado laberinto, es tomar los caminos de la
izquierda, mientras que, para salir, es necesario virar cada vez hacia la
derecha. Mientras Margarita, como Felipe —el de Mafalda— clamó parar el mundo
para poderse bajar ante la inevitable caída a causa de la inercia, los otros
candidatos parecen desplazarse en deslizador sin más rumbo que, de nuevo, a la
izquierda, con tal de llegar al centro del poder. Seguramente, realizado el
cometido que los lleva en este vaivén pendular del sistema político mexicano, atestiguaremos,
para el 2024, el afianzamiento de la izquierda gobernando, como diría mi
abuela, “con verijas para nadar”.
0 comentarios:
Gracias por sus comentarios con "L" de Lector.