Muros de aquí y allá

diciembre 17, 2014 Santoñito Anacoreta 0 Comments

LOS DOS #TEMASDELDIA SIN DUDA, son el anuncio de la próxima normalización de relaciones entre EE.UU. y Cuba, y las rencillas caciquiles entre Hipólito Mora y "El Americano" que condujeron, por motivos de diferencias familiares, casi diríase de mafia siciliana, a la muerte de más michoacanos. Toda proporción guardada, en su momento pronostiqué que algo así podría suceder comparando con la Revolución Mexicana, la creación de las "fuerzas rurales" en el porfiriato, su absorción como parte del sistema de seguridad nacional en el gobierno de Huerta y su derivación en la guerra de facciones. ¿Este caso de Michoacán será el comienzo del descontrol social con la venia del gobierno en turno? ¿Se extenderá a otras policías rurales, otros estados?

De pronto, en México, parece quererse realizar la pesadilla de vernos, los ciudadanos que no la debemos pero ya la tememos, no nada más en medio de los muros de una lucha intestina entre las fuerzas del orden y el crimen organizado, sino además entre las confrontaciones de facciones normadas por causas caudillistas. Ahora sí que ¡agáchese el que pueda!

En cambio, la esperanza que significa el anuncio del probable restablecimiento de relaciones entre la primera potencia del mundo y la isla de la utopía ha de pasar antes por la aprobación de los senadores de Estados Unidos, los que ahora son una férrea oposición al presidente Obama por mucho más que solo el color del partido que representan. Aun con la intermediación del Papa Francisco, el muro del embargo económico y el aislamiento político, social e ideológico se resiste a caer ya por prejuicios, ya por obcecación de los actores involucrados. Yo no echaría a volar las campanas todavía. El valor de los cubanos isleños, aun contra el valor de los emigrantes exiliados, es casi de la misma dimensión. Los primeros, a querer o no, varados en el sueño de una independencia y una autonomía que terminó atascada en los pantanos de la intolerancia y encalló en los arrecifes del imaginario social. Los segundos, anclados con o sin fortuna en el sueño americano que ya ha probado no ser más que una ilusión para la mayoría que, sentados en su frustración o en su sonoro triunfo, hacen del reconcomio la razón que los sustenta.

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