Como diría aquel

agosto 13, 2015 Santoñito Anacoreta 0 Comments

Foto: Teotihuacán en Línea
ERA DE LA OPINIÓN… de que acceder a niveles superiores educativos era la panacea para el desarrollo. Pero la vida, como diría mi padre, se encarga de poner todo en su justo lugar, más pronto o más tarde.

Leo en el diario Hoy Estado de México una nota de hace unos días escrita por la colega periodista Veneranda Mendoza y en la que hace una relación de los diputados locales con licenciatura que ocuparán curules en el congreso estatal, esta vez tras las elecciones realizadas el 7 de junio. Como diría Jacobo Zabludovsky y si ahora sacáramos de su dicho una “almohadilla de tendencia” o hashtag: ahora resulta que #TodosSomosLicenciados.

Ya podremos respirar entonces en paz los mexiquenses. Y como las elecciones también fueron para votar diputados federales, ¡ya podemos estar tranquilos los mexicanos todos! Ahora que las filas de legisladores sumarán una mayoría de diputados con grado académico de licenciatura (o por lo menos contarán con licencia de conductor, supongo), ¡el país tendrá asegurado que no cometan más estupideces, latrocinios, corrupción al momento de legislar, de tomar decisiones, hacer acuerdos!; en una palabra, ¡estaremos bien representados! Allá los campesinos, indígenas, esos desheredados que apenas llegan a la mitad de la primaria o quizá terminan la secundaria. Con qué cara sus representantes podrán mirarse de tú a tú con los flamantes licenciados con charola de legislador al momento de redactar el corpus de la lex con la que se fundamenten la justicia y el contrato social que nos une como miembros del Estado.

La pompa y la circunstancia del favorecido por la Revolución al fin comienzan a dar frutos camarales. Ya no más leyes al vapor. Ya no más leyes arregladas por debajo de la mesa en las antesalas. Ya no más bolsillos cargados de ligas que hubieran estado amarradas a fajos de billetes repartidos para el sostén de la dieta… familiar. Ya no más protestantes máscaras de cerdo. Ya no más agarrones de verduleras ni invasiones de estrados. Ya no más discursos anodinos ni ofensivos; desde ya solo puros decires de doctos Tribunos. Ya no más parches a la constitución. Sí, estos legisladores con licenciatura garantizarán, por el solo hecho de ostentar un título, que la estulticia será deportada a su nación de origen. ¡Bravo! ¡Viva el gobierno del conocimiento! Como diría Pedro Ferriz Santacruz, ya no sé si reír o llorar. Un nuevo mundo nos vigila.

Y como diría yo en un artículo de tiempo atrás intitulado “El desempleo del título”:
Las ganas de ser alguien en la vida las tenemos todos; y vemos la manera de lograrlo, claro, de acuerdo a la circunstancia en que nos encontramos: quien puede (y quiere) sigue una carrera universitaria o técnica; quien no, se dedica a trabajar con ahínco. Pero uno y otro, el que puede y el que no, tarde o temprano se ven en la disyuntiva de ostentar un título o perderse en la inmensidad del anonimato. 
[…] La educación es deseable, sí. Ayuda en el desarrollo personal y profesional, pero no es la panacea ni nos hace más o menos inteligentes cognitiva y emocionalmente. ¡Como si el título fuera garantía suficiente de que no se cometerán estupideces al momento de tomar decisiones de gobierno o profesionales! Aquí, pues, la muestra de que, como decía el poeta León Felipe, donde quiera que volteemos encontramos los mismos hombres, las mismas guerras, etcétera.

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