Ay qué tiempos, señor Don Simón
ESTE ARTÍCULO: ¿Por qué demonios quieren ser periodistas? me remontó en el tiempo, me hizo recordar mis primeros pretextos. Yo no tenía intención de ser periodista o de hacer periodismo. Yo estudié Área Físico-Matemática, ingresé a Ingeniería en Sistemas Electrónicos en el Tec de Monterrey donde practiqué como algo más que un hobby el teatro. Un buen día me "cayó el veinte" cuando me vi en la biblioteca, entre libros dispersos, un volumen de metafísica, otro de teatro, un diccionario de filosofía, otro de poesía, los apuntes para mis artículos del periódico universitario, un libro de circuitos eléctricos, mi tarea de lógica computacional y mi vocación entró en crisis. Entonces hube de reexaminarme a fondo. Nuevos exámenes vocacionales. Decidí cambiar de carrera: Ciencias de la Comunicación. De acuerdo con la psicóloga yo podía estudiar lo que quisiera, todos mis resultados psicométricos eran altos para todas las áreas. ¡Ah chingá! Y me clavé en lo que soy, con una visión sistémica heredada de la ingeniería, humanista y dramática por herencia materna y gusto por las tablas y los libros y las ideas. Y aquí me tienen.
Yo no quise ser periodista ni hacer periodismo. Como no quería hacer radio. Un día se dio la oportunidad de tomar un curso de producción, guionismo y locución radiofónicos en la XEW y lo consideré la puerta abierta para entrar en el gigante de Televisa y extraer conocimiento y experiencia. Me quedé un rato haciendo radio. Y me enamoré del medio. Luego mi querido amigo y colega Enrique Bustamante me invitó a colaborar con él en El Universal, escribiendo una columna en una sección nueva no solo del diario sino en el periodismo mexicano, una sección pensada para los estudiantes universitarios. Y así nació mi "Paréntesis". Olfateé la tinta, el papel, escuché y sentí las vibraciones de la rotativa... Y me enamoré... Y entonces mi condiscípula Verónica Pimstein me invitó a hacer análisis literario en la producción de su padre, y así, como en circo de varias pistas, simultáneamente desarrollé las habilidades para varios medios, radio, tv, prensa escrita, de la mano de la academia, como profesor universitario. Y yo quería hacer cine y teatro y escribir escribir escribir...
Hoy, miro atrás con orgullo y satisfacción. Miro al frente y veo mi plato vacío o en todo caso servido de frijoles o arvejas, mis gatos (los que yo no quería ni tenía planeados) reclamando menos racionamiento en su comida. Miro adentro de mí y me siento pleno, seguro de estar actuando con rectitud, honestidad, siendo auténtico. Miro mis libros que no se venden por falta de difusión o interés de los lectores o qué se yo, y mis palabras me consuelan: "no sufras, el silencio entre líneas también es buena compañía". Quizá un mañana...
Hoy repaso mi blog, mis videos y me pregunto quién está detrás de esas líneas, de esas imágenes. Creo desconocerme y no es por causa del paso de los años. Miro la manera como me miran los políticos y funcionarios públicos a quienes me acerco, sobre los que escribo y veo en ellos duda, inquietud, ¿respeto?, distancia, ¿temor?; tal vez displicencia o ¿condescendencia?
Soy de largos aires en el análisis y la redacción. Ya se ve aquí. Porque tengo sueños largos, aspiraciones de largo alcance. No me conformo con el verbo sucinto aun cuando pragmático. Siempre veo más allá del solo signo, indicios de lo que es, de lo que puedo ser.
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