ESPIRAL INFORMATIVA
Por J. Antonio Castillo de la Vega
Desde que lo cree, mi Paréntesis ha servido para permitir un alto en el camino y ver las cosas, hechos, personas e ideas, con la mesura del paseante que busca aparentemente distraído aclarar su pensamiento.
Aprendiendo a morir (Presentación)
Historias al vapor 01
Entre olas y patadas
No sé en que momento le perdí el gusto al deporte de las patadas -si hasta lo llegué a jugar durante la escuela primaria y tenía una colección de estampas de los jugadores por países- y peor aún, comencé a considerarlo como un complot extra-terrestre para mantener distraídas a las masas o en el mejor de los casos para controlarlas –porque no vas a negar que el balón-pie controla poco más a la raza que la religión que practican- me resultaba aberrante la manera en que los aficionados permitían que la pasión se adueñara de sus estómagos e hipotálamos y se soltaran a llorar o a gritarle al televisor, cómo salían eufóricos a las calles cuando su equipo ganaba y sin más, detenían el tránsito de la avenida Reforma para juntarse en el Ángel de la Independencia y así promover el auge de las nuevas tradiciones mexicanas, pero algo sí es seguro, de que le perdí el gusto, se lo perdí, en verdad, si hasta evitaba las conversaciones sobre el tema, es más, nunca pude conversar al respecto con nadie, tanto era mi desinterés que ni sabía de estas cosas.
Quesadillas, tostadas de pata y novias con sabor a estadio
¿Mi aprendizaje de todo esto?, Saber que al final de cada partido, seguiré teniendo una novia futbolera pero contenta, barriga llena, ideales rotos y una cita para el próximo encuentro, a la misma hora y por el mismo canal, sólo me queda una duda, ¿quién pagará esta vez las quesadillas?
Historias al vapor
Emiliano alzó la voz entre carcajadas y cerveza –¿no les has contado la historia del vapor?- a uno de sus amigos, en ese instante, la hermosa chaparrita a quien yo acompañaba esa tarde y un servidor, cruzamos las miradas como si a los dos nos hubiese caído un veinte, fue así que nació este concepto de “Historias al vapor”, que muy por el contrario de lo que cochambrosos y mentes non-sanas pudiesen pensar, no son cuentos (aunque podrían serlo) surgidos de un sudoroso baño de vapor comunal, donde al calor (obviamente) del vapor y un buen habano, podrían contarse estas y peores aún vivencias.
“Historias al vapor” es una selección de vivencias cotidianas que después de masticarlas concienzudamente, desmenuzarlas y limpiarlas, se someten a un periodo de cocción estilo olla express, donde se ablandan y amoldan para ser más que un manojo de renglones, un sabroso motivo de entretenimiento pasajero y de vez en cuando, un poco de reflexión.
Vengan pues lectores míos, a disfrutar de esta nueva saga de aventuras que de pronto podrían ser trozos de la vida mía y en ocasiones de algún incauto que se atraviese en mi camino.
Indicios Magazín-e: Año 1, Vol. 1, Núm. 1
Sucede en ocasiones que los primeros indicios no son los más adecuados para establecer las bases de un nuevo proyecto.
Como suele ocurrir a cualquier proyecto vivo, esta revista electrónica ha estado sujeta a mejoras, modificaciones y replanteamientos, todos tendientes a propiciar la conformación de un medio de comunicación eficiente y satisfactorio, tanto para sus hacedores como a los ojos de sus lectores y patrocinadores, ya sean habituales o esporádicos.
Borrón y cuenta nueva
Indicios Magazin-e comenzó a hacerse visible con algunos tímidos coqueteos hacia noviembre de 2006, en otro sitio muy distinto de este. Luego, en marzo de 2007, lanzó lo que denominó su primer número "oficial". Tras varios intentos, análisis y reflexiones, luego de atender a comentarios, opiniones y consejos de propios, ajenos, expertos, neófitos y usuarios, ahora sale en este nuevo formato, atendiendo a razones centradas en la mejor difusión y administración de los contenidos, así como la más eficiente funcionalidad publicitaria y con la aspiración a dejar una huella decidida en el ánimo de los visitantes, seguidores y patrocinantes.
En el afán de hacer de la experiencia el sello distintivo, así, nuestra pretensión es presentar nuestros indicios de manera más amable, fresca, interactiva, pero sin menoscabo de la formalidad editorial. Se trata de una honesta proposición desde nuestra VETA Creativa.
La finalidad es salir de lo usual en la hechura de medios de expresión similares y proveer al internauta algo más que una simple colección de blogs, o diarios personales para el desahogo de las emociones, o espacios para el intercambio y el entretenimiento.
Mapa del sitio y contenido
Cada palabra, imagen y composición, podrá estar seguro el lector, apuntan a la formación de un criterio, al reforzamiento del español como segunda lengua en uso en la Internet, al interés de llenar en lo posible los huecos analíticos en el marasmo informativo de hoy.
Al explorar nuestras VETAS, ya sea a través de las secciones, columnas, colaboraciones y entregas de esta revista, o mediante los servicios de nuestra VETA Creativa y de nuestros patrocinadores, hallará indicios, señas suficientes para la reflexión y el diálogo.
A partir de la publicación actual, el lector encontrará debajo de esta editorial un índice con los textos que conforman al número mostrado. Ahora, por única vez, incluimos los títulos primigenios y quizá el lector no tuvo oportunidad de conocer en su momento. Algunos de estos textos originarios se han reubicado para su mejor localización. Por esto, desde este número, la información estará mejor organizada, será más interactiva; se abre la posibilidad de aceptar colaboraciones y se añaden nuevos elementos y contenidos.
Disfrute pues su estancia y su recorrido; no deje de retroalimentarnos con sus sugerencias, comentarios y colaboraciones. Y a nuestros clientes y anunciantes actuales y potenciales, les agradecemos de antemano su preferencia.
CONTENIDO
RECORDANDO EL GOZO
Del diario a la experiencia
Por J. Antonio Castillo de la Vega
Enseguida comparto con ustedes la carta que le escribí al ilustre escritor Aurelio Asiain, con motivo de la edición de la revista literaria Paréntesis.
Naucalpan, Edo. de Mex., México, 18 de mayo de 1999
AURELIO ASIAIN
REVISTA PARÉNTESIS
P R E S E N T E
Distinguido señor Asiain:
La presente es para felicitarlo por la reciente presentación y publicación de la revista Paréntesis que usted dirige y, asimismo, para congratularme por el significado personal que supone tal aventura literaria.
Esto último que anoto le parecerá excesivo, pero dista de serlo porque hace algunos años abracé, como ahora usted, la idea de crear una revista justamente con el título de “Paréntesis” como extensión de la columna intitulada igualmente y que, entre 1989 y 1994, escribí asiduamente en el diario El Universal bajo el pseudónimo de J. Antonio Castillo de la Vega con la siempre atinada ilustración de caricaturistas como Trizas, Olivier y Paco Baca, y la cual se definía ya en la primera entrega como: “Un apartado pujante repleto de dudas que van de la preocupación más banal a la más honda. Un aglutinamiento de ideas y opiniones diversas que tienen que ver contigo...”.
Hoy que el sueño toma forma en manos experimentadas me pongo a sus órdenes ofreciéndole mis servicios como colaborador del que, estoy seguro, será un importante medio para el mundo de la cultura. Me parece una buena oportunidad para revivir mi columna e infundirle nuevo aliento, perfilarla más adecuadamente dentro de la filosofía que le dio origen e incluso enriquecerla con la filosofía del paréntesis que ahora se abre de manera aún más patente como un medio de reflexión y de expresión.
Por favor, no me niegue la oportunidad de volver a empuñar la pluma para un medio. Si usted me pregunta cuáles son mis aspiraciones, he de responderle con la voz de Rilke en el corazón que escribir, escribir, ¡escribir! está en el centro de mi vida y, colateralmente, fungir como un líder de opinión veraz, polémico, persistente, conocido y reconocido dentro y fuera de México. En su momento, Paréntesis (la columna) fue un proyecto joven, ha llegado el tiempo de ser fruta madura.
De nuevo reciba un saludo afectuoso. Seguro de su atención y de su pronta respuesta, quedo de usted s.s. Adjunto copia de los últimos Paréntesis publicados en El Universal así como resumen de mi Curriculum Vitae y una propuesta.
Atentamente
Lic. José Antonio de la Vega Torres (J. Antonio Castillo de la Vega, pseud.)
Luego de esta misiva, no supe si la colaboración que envié salió publicada. Sólo compré el número 5, vi que fue creada una versión en línea y la cual después dejó de salir (creo). Si alguien sabe algo comenten al respecto. Espero sus palabras puestas entre paréntesis.
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P.D.: Hoy, 24 de agosto de 2011, el distinguido y apreciable señor Asiain y un servidor compartimos contactos gracias a las modernas redes sociales, como Twitter, nos seguimos mutuamente con gran respeto. Donde él ahora se encuentra, en Japón, continúa laborando y elaborando en las letras, ha abrazado con fruición el oficio de fotógrafo, entre otras ocupaciones. Mientras un servidor sigo escribiendo, ya lo ven, estos Paréntesis y otros Indicios.
MI VIEJO PARÉNTESIS
ACTOR AVEJENTADO INVOLUNTARIAMENTE
Una palabra y... ¡ni Matusalén!Por José Antonio de la Vega Torres
En la reciente entrega del premio TVyNovelas, transmitido en vivo el domingo 13 de mayo, distintos errores de redacción por parte de los guionistas en los textos de la narración off abonaron varias perlas lingüísticas dignas de mención. Aquí sólo incluiré dos a modo de muestra.
OJO AL GATO Y AL GARABATO
Por J. Antonio Castillo de la Vega
Foto: Guacamole Project
Criatura del otero, este personaje singular deambula por el mundo escudriñando hasta el más mínimo detalle de las cosas que pueden servir lo mismo para su provecho que para el de otros, y desde su punto de vista cumple una función social, digamos, bien institucionalizada o, por lo menos, reconocida.
La discreción es a veces su disfraz, pero por lo común recurre al cinismo o a una supuesta indiferencia para ocultar las verdaderas intenciones y motivos que lo impulsan a entremeterse en los asuntos que en principio le son ajenos.
Pero me sorprendo de lo que he esbozado hasta aquí; porque he referido veladamente una vocación humana de múltiples facetas, pues todos aspiramos a ser en cierta medida y conocemos alguna clase de "ojeador", o como queramos llamarlo (periodista, científico, político, sacerdote, artista, comadre...).
Quizá el más familiar es el que hallamos representado en los folletines, las comedias clásicas e incluso en las telenovelas con la figura de la vecina metiche; esa mujer de relativa madurez, cabello entubado, aparentemente distraída, por mencionar sólo algunos rasgos del estereotipo, es capaz de colmar la paciencia del más santo con sus ocurrencias impertinentes y sobre todo con sus intervenciones inoportunas.
Examinarla con lupa ya resulta exasperante, pero también enternecedor, porque esta clase de fisgón aprendiz de espía expresa con su supuesto desatino esencial no más sino su ansia de pertenecer al mundo, mejor dicho, su angustia de saberse ese otro al que todos tememos y rehuimos; y por este reconocimiento que en la mayoría de nosotros está aletargado a causa del ajetreo y las preocupaciones cotidianas, pretende insertarse en la existencia asumiendo un yo de identidad forzada.
Los metiches se entremeten en las vidas que consideran paralelas a la suya, no precisamente por un afán insano de observar lo que no les importa, aunque en la superficie así nos lo parece a todos, sino más bien por impulso de un rasgo infantil inherente al ser humano: la curiosidad.
Si especulamos más, podríamos decir que todo metiche es una criatura (en todo sentido) que aprende vicariamente, o sea mediante las conclusiones que obtiene de lo que ve en o acerca de otros, de modo directo o con el rabillo del ojo, para establecer patrones de conducta acordes con diversas situaciones, y quizá no estaríamos alejados de un tipo de verdad; empero, no podemos pasar por alto que el resultado de dicha experiencia la mayoría de las veces cae en lo prejuicioso por carecer de un método capaz de llevar por buen curso la investigación del entorno en la circunstancia particular. No obstante, cuando el ojeador se percata de la necesidad de establecer vínculos entre lo que percibe y la realidad que trata de definir, poco a poco desarrolla un plan de observación; entonces el metiche se vuelve un vigilante sistemático.
Fisgones metódicos o científicos de profesión
La antesala de la ciencia es la observación y eso ni quien lo dude; pero ocurre que en esa antesala muchos (la mayoría de la humanidad) se duermen en sus laureles apenas han repasado lo evidente, ya sea la silueta femenina o la trayectoria de un electrón (no muy obvia, por cierto). Esos atolondrados no han reparado en la importancia que tiene todo sentido (los cinco de nuestra fisiología, el de la calle, el de un vector y, más, el significado de las cosas).
El niño tentón vive exageradamente tratando de hallar el sentido de lo que existe a su alrededor y la posible reciprocidad de eso para con él. Cuando se da un toque (vulgarmente: choque eléctrico) se coloca lo mismo a un paso de los griegos y egipcios admirados de las facultades del ámbar, que en la proximidad de la muerte. Y descubrir esta dualidad lo conduce, o al camino de la templanza, o al de la angustia temeraria. Cuando este mismo niño se droga (es decir, se da toques) el descubrimiento que hace es similar pero atrofiante y sólo lleva a la confusión de las ideas (en sí mismas, a veces, poderosa droga) y a la autodestrucción.
Detrás de toda observación están las insistentes preguntas qué, cómo, para qué, por qué y quién, y lo que en todo caso diferencia a un espectador de otro es el grado de importancia que cada uno da a cada una de estas cuestiones, en peso, orden y significado; pues no es lo mismo que un centinela inquiera "¿quién vive?", a que un fiscal demande "¿cómo se declara, culpable o inocente?"; o que un inspector de salubridad pida cuentas al propietario de un restaurante; o que un mirón paralice el tránsito por interesarse en ver qué pasó en el carril vecino; o que el público en una sala de cine interpele a su "Ello" acerca de las sensaciones que le despierta una escena determinada. O que un periodista equis cace con el lente o la pluma a fulanito para sacarle sus trapitos al sol; o que una maestra o una madre enseñen al infante a observar las reglas de urbanidad y cierto grado de civismo; o que un "colado" en un velorio examine los designios de Dios.
Quizá este examen es el último, más sutil y difuminado de todos los que hace cualquier "ojeador". El niño en medio del juego, el anciano al disponerse a dormir, la beata, el agradecido al despertar.
El científico busca con insistencia a Dios en las leyes del Universo, pero el límite racional que le impone la incertidumbre, es decir la duda, de la misma manera que le revela el cómo y el cuánto de lo que existe, también lo aleja del por qué y el para qué primigenios; pues al dudar de la inmanencia menoscaba la fe pero, igualmente, al precintar con fervor el orden natural de las cosas reduce la posibilidad del azar y la casualidad.
Nuestra sociedad pasa mucho tiempo viendo a través de diversos medios lo que ocurre en la cercanía y en la distancia; las imágenes y las palabras nos asaltan más allá del diario y de la pantalla de televisión, haciendo de nuestra conciencia el crisol justo en que se cuece toda clase de datos para conformar una compota capaz de adherirse a la cotidianidad y despertar en cada uno de nosotros un hambre ansiosa y enfermiza de conocer... sin saber. Y si bien por una parte vuelve más sensible nuestro apetito de noticias y de modas, por otra envisca la imaginación.
Si con Santo Tomás nació la idea de "ver para creer", con Descartes la noción de "dudar para ser", hoy el planteamiento es "ver para dudar".
Entonces, otear sistemáticamente aplica a la ciencia lo mismo que hacerlo con obsesión supone morbosidad. En el primer caso la razón se sobrepone a los deseos, mientras en el segundo se confunde con ellos y así provoca que se desvirtúen el instinto y la imaginación.
Al momento de escribir este ensayo tengo frente a mí una imagen publicada por El Universal el 22 de febrero de 1993 en la que se aprecia un individuo visto de espalda, vestido con una playera en la que puede leerse la leyenda: "observador electoral", y de cuyo hombro pende una cámara fotográfica. Mirar dicha imagen me ocasionó la impresión repentina de estar frente a un espejo peculiar, mágico, en el que uno, al asomarse a la superficie reflejante, como en un acto de redescubrimiento de sí mismo, puede ver la propia nuca.
Ahora que he decidido publicarlo, este ensayo se concentra en las potencialidades inhibitorias del ojo desnudo.
TODOS OPINAN
Anuncio víctima de la programación
¡VIVA EL DESMADRE MEXICANO!
Por José Antonio de la Vega Torres(Texto publicado originalmente en marzo de 2007.)
En el programa noticioso De una a tres conducido para la estación 69 del grupo radiofónico Radio Centro por el eximio periodista Jacobo Zabludovsky, en su emisión del 8 de marzo, Jacobo empleó la palabra "desmadre" para referirse al tránsito de la Ciudad de México. No faltó el radioescucha que, ya sea por ignorancia o por escandaloso pudor mal entendido, se espantó con el hecho; mejor, con lo dicho. Jacobo se dio a la tarea inmediata de consultar el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española para definir el término empleado y así justificar su uso.
Aquí, en la inauguración de esta columna dedicada a hilar disquisiciones en torno al buen o mal empleo del idioma en los medios de comunicación y la gente, quiero rescatar un comentario de Zabludovsky referente a la importancia del compromiso personal, que cada ciudadano, y especialmente cada periodista y escritor, debemos tener para con nuestro idioma y el lenguaje.
Lenguaje, responsabilidad conjunta
Cada persona viene cargada con una colección de palabras que los especialistas llaman gama léxica. Es una carga genética, pero esta se amplía y mejora, o al contrario se reduce y merma, en la medida de la experiencia cultural de la persona. Entendiendo por experiencia cultural la que se obtiene no sólo por medio de la escuela, los libros y demás productos de la inteligencia humana, sino de manera particular la que se adquiere día a día en el trato con los demás, en la comprensión de los objetos y las situaciones, en la construcción de respuestas adaptativas al entorno; o sea, en el uso, desuso o abuso de las palabras.
Escuchar al taxista cuando manda a la chingada al camionero que le avienta la lata de su transporte, poniendo en riesgo la vida del primero y la de su pasaje, en verdad resulta acústicamente molesto por altisonante. Equivale al sonido de un timbal o un silbato en la proximidad del oído. Por ello ubicamos ciertas palabras como altisonantes. Pero si el sonido, o sea la intensión, lo es, la intención o propósito magnifica o aminora el valor moral del concepto incluso hasta el exceso o la nulidad, para bien o para mal. Esto, sin embargo, más que incomodar debe ser visto simplemente como una función del lenguaje.
Las palabras están para usarse
La moralidad o uso cultural, es decir la costumbre de emplear ciertos vocablos para expresar de bote pronto la emoción que suscita un evento o un acontecimiento específicos, establece la norma y determina las acepciones de las palabras. Esto sucede en todos los idiomas. Y pasa así porque el lenguaje es la herramienta y el indicio fundamental para la comprensión y el basamento de las conductas adaptativas de los seres humanos. Por eso su uso, desuso y abuso son responsabilidad conjunta de todos nosotros y según el contexto al que estemos circunscritos.
Es tarea individual y social ampliar, proteger, redefinir, modificar, crear la colección de palabras que nos prestamos diariamente en ejercicio de la libre expresión, cuidando siempre, eso sí y en la medida de lo posible y el sentido común, no herir la susceptibilidad, no provocar con nuestra expresión sentimientos difamantes o calumniosos por implicar dolo, si bien es cierto que este no puede probarse cabalmente y menos cuando en ocasiones no es causa de lo causado, sino efecto de una causa primigenia, como el desamor.
Por ejemplo, una mujer o un hombre despechados, irracionalmente y llevados por la turbación que el desamor les puede provocar, en un momento determinado mientan la madre al individuo causante de la falta del querer y, acto seguido, diseminan entre propios y extraños improperios y calificativos que difaman al agente a los ojos de otros. Entonces, la persona objeto de atención de los vilipendios se ve en la necesidad de probar la falsedad de lo que para ella resultan calumnias y así solicitar la reparación del daño moral. Ella deberá probar la razón que sostiene a sus dichos y, de ser necesario, destacar la fuente que permita la demostración indefectible a la luz de los hechos y no sólo los dichos.
Actitud estética para la libertad de expresión
Ante los embates del ambiente, las emociones experimentadas por cada persona son relativamente incontrolables, pero no lo es así la forma expresiva elegida para canalizarlas y demostrarlas abiertamente. El beso no contiene la emoción, la expresa. Y hay tantas formas de besar como matices emocionales asociados. ¿Quién tiene el instrumento capaz de medir la subjetividad de los actos emotivos?
En la medida que una persona desarrolla una actitud estética, es decir sensible, frente a las cosas y sus semejantes, abre la posibilidad para la ampliación de recursos adaptativos y por ende expresivos. Todas las palabras cumplen con un objetivo adaptativo y por ello no se las debe temer ni hay razón para su repulsa. Al contrario, obligan a su comprensión esmerada si se quieren evitar fallas de interpretación.
En México, los mexicanos (y no sólo el tránsito, como apuntó Zabludovsky) somos un desmadre. No hay autoridad que nos contenga o nos someta al orden y la disciplina. Nuestra democracia incipiente raya en la anarquía. Retamos al que se nos pone enfrente, ponemos en duda las razones de estado, el control lo vemos como represión, y la represión la revestimos de método libertario. Somos una fiesta constante, embriaguez de los sentidos ante la muerte, el amor y la crisis .
Así, la manifestación pública es un desmadre tanto como las finanzas públicas. El cinismo político termina en desmadre. La mezquindad mesiánica desmadra las buenas conciencias. Los golpes de pecho desbordan la intolerancia correligionaria sin importar su signo. El exceso está a la vuelta de la esquina, todos los días, de distintas maneras, con varias facetas: corrupción, inseguridad, cochupos, mentadas, agandalle, mentiras, promesas exageradas, desempleo, desregulación, reformas y parches legislativos, etc. No deja de ser sintomático de la irresponsabilidad implícita en nuestro desmadre mexicano incluso la doble cara de nuestros connacionales emigrantes que, una vez en Europa o EE.UU., se comportan como niños buenos (no todos, claro) en espera de su estrellita verde, mientras cuando regresan (si regresan) momentáneamente a su terruño en Oaxaca, Zacatecas o Michoacán, presumen su nuevo estatus y acentuando su prepotencia, tras la cual radican sus complejos, desacatan normas como liberados y hacen y deshacen impunemente.
AÚN ES TIEMPO
Esta columna y sección tiene esta finalidad: provocar un alto en el camino y proveer algunas ideas, comentarios, reflexiones en torno a cosas, momentos, situaciones, actos, personas o palabras que quedaron en el pasado y que, aun cuando aletargadas, siguen palpitando en la flaca memoria histórica del presente y con posibilidad de seguir influyendo en el porvenir.
Esperamos tener una respuesta nutrida de nuestros lectores, amigos y enemigos, propios y extraños, pues no es difícil que en el afán de construir una visión historicista de ciertos tópicos caigamos en yerros, faltemos a la verdad involuntariamente o exageremos las causas y efectos de lo narrado.
No se trata de una sección anecdótica. No pretende erigirse en especialista histórica. Por esto mismo apela a su buenos menesteres como lectores participativos, para corregir lo corregible, para completar lo justo, para ampliar la visión de los panoramas que se antojan expuestos en tiempo y destiempo.
APRENDER A PERDONAR
Cuando me das una disculpa me restas culpa, por eso te perdono, porque a mí, el ofendido, me eximes de toda culpabilidad en tu acto torpe.
En cambio, de ser yo el culpable de algo en tu perjuicio, cuando te ofrezco disculpas por la afectación en tus bienes o tu persona, te proveo con la actitud noble y benefactora del arrepentimiento sincero y espero, con tu beneplácito, retribución de tu parte, ser exonerado de la culpa y liberado de la carga moral, de la obligación y la responsabilidad sobre lo hecho con torpeza.
Disemina esta explicación y verás que cada vez más gente hablará y escribirá mejor; y de paso comenzará a aprender a perdonar.
Quien profesa la verdad, busca la prueba fehaciente de la existencia de las cosas, es decir que apunta al descubrimiento de la relación entre el ser y el estar de los entes, lo que del Ser hay en ellos, en su estancia espacio-temporal. Por tanto, jura la razón de las cosas.
Quien profesa la fe, en cambio, busca confirmar su percepción, aquella sobre la que descansa su creencia acerca de las potenciales causas (no las actuales) de los entes. De este modo, en la expresión de sus deseos más que de sus pensamientos, abjura la razón de las cosas.
Internautas se buscan... y tal vez se encuentren
Comunicación entre líneas
Tengo tanto por decir, mas no sé cuánto podré decir... Son tantas ideas y tan pocas palabras; tantos los significados y tan pocos los sentidos... La interpretación, pues, se reduce a los límites expresivos.
Entre más ideas, menos expresiones. Entre más expresiones, menos ideas.
Dice el dicho y no sé si dice bien o hasta dónde bendice: "Lo bueno, si breve, dos veces bueno". Veamos y pongamos a examen su certeza.
Léanse los siguientes enunciados:
¡Hola!¡Hola, Carmen!¡Hola, Carmen! ¡Cuánto sin vernos!¡Hola, Carmen! ¡Cuánto tiempo sin vernos!¡Hola, Carmen, amiga! ¡Cuánto tiempo teníamos sin vernos!
Desde la primaria, tal vez.¡Hola, amiga! Desde la primaria no nos veíamos.
No se requiere un examen concienzudo de estos enunciados para percatarse que el problema básico de la expresión no estriba en su brevedad o en la falta de ella, sino en la intencionalidad y la intensionalidad del mensaje; sin olvidar su contexto.
Una sola palabra dice tanto y tan poco...
Y la suma de palabras tampoco es garantía suficiente de claridad y eficiencia comunicativas. Apenas los signos de puntuación ayudan mínimamente a la función del texto. Y es con mucho el contexto lo que provee de dirección y sentido al constructo surgido de la unión de moléculas conceptuales.
Esta misma explicación adolesce de excesos tanto como de omisiones, pues lo que se pone invariablemente a prueba en el fenómeno comunicativo, no es la habilidad de hablar o escribir (de expresar), y cuantimenod la de informar. Lo que en realidad se pone a prueba es la apertura o cerrazón, la flexibilidad del nexo entre expresión e información.
La intuición descansa, juguetea y se esconde entre líneas, entre palabras e incluso entre la insignificancia aparente de cada signo individual. Eso es lo que se pone a prueba cuando se emplea el lenguaje, en cualquiera de sus formas, para decir o callar el pensamiento o el sentir.
Lo probado es la razón...
Lo puesto en entredicho y a examen de conciencia es lo que un Yo indeclinable pretende con o contra un Tú diferenciado; o lo que deja de proponerse. Porque en el acto comunicativo está la decisión o la falta de ella. Se decide amar u odiar, o simplemente ignorar al ser semejante al Uno que toma la iniciativa de emitir su dicho o de atender el de otro.
Lo que se pone a prueba y evidencia y verifica es la humanidad del ser, la existencia de la persona humana, presente o ausente.
Al escribir esta disquisición me hallé presente ante mí. Siendo mismo. Mas, al leerme tú, ahora, me sabes ausente de algún modo corpóreo y sustancial y, sin embargo, estoy presente virtualmente por gracia de mi obra en expresión; por obra y gracia de mi invención.
Porque, al conjuntar estas ideas y las que las anteceden, me invento y creo una imagen esencial aunque vaga (o quizá vaga por esencial) de Mí. Ingreso en el terreno metafísico y me convierto en un fenómeno; el de la comunicación. Pero me vuelvo un fenómeno que se absorbe en sí mismo y se transforma en mí, mutándome, dándome doble valencia; pues al escribir me leo y al leer me describo.
Soy en este instante consumidor de líneas de palabras que, en un comienzo, alguien a quien llamo autor dejó en libertad sobre la superficie que ahora recorren mis ojos.
Lo que leo, no lo escribí yo sino otro y, sin embargo, por mencionarme, encuentro que mi ser está fundido al de otro. Sus palabras son ahora mías.
Ya no leo al autor...
Me escucho siguiendo un tren de ideas como provenientes de mí. Están en mi cabeza y es mi cabeza la que les da el sentido. Escribo con mis ojos y mi mente lo que el autor primario dejó volar hasta mí.
Este texto es ahora mío. La comunicación se ha producido.
La preocupación de otro ahora me pertenece. Puedo hacer con ella lo que me plazca: olvidarla, ampliarla, resolverla, difundirla y comunicarla a otros que, como yo, en su momento y espacio, repasaría mis propias construcciones ideológicas.
Entonces, como en el amor, dejaré de ser yo para ser otro, fundido ni más ni menos que tuyo, en una espiral continua y constante que va del silencio al estruendoso descubrimiento del Ser en mí.
Predicción en la raya
- El 2000 fue para el PAN… El 2006 será para el PAN.
- Desde el final de la presidencia de Zedillo el congreso ha sido repartido casi equitativamente por la población votante, esto continuará en esta ocasión salvo por una variante: la gente dará la mayoría al PRI y colocará como segunda fuerza al PAN casi empatado con el PRD.
- Los partidos pequeños prácticamente desaparecerán, con dificultad sostendrán su registro.
- El país se encaminará a un sistema definitivamente tripartidista que promoverá modificaciones constitucionales para sentar las bases de un sistema político socialdemócrata de corte parlamentario, muy semejante al alemán o al francés.
- La gente dará una segunda oportunidad al PAN, pero será la última. Si no la aprovecha, si falla aunque sea en la perpepción popular, el 2012 será para el PRD.
- El PRI se quedará en la banca por un largo tiempo, pero desempeñando un papel fundamental desde la legislación, especialmente en la cámara de Senadores, mientras el PAN hará lo propio desde la de Diputados.
- El PRD aprenderá de estas elecciones qué busca el pueblo en los políticos y lo aprendido lo pondrá en práctica para el 2012. Deberá abandonar prácticas que lo han dañado seriamente en lo interno y en lo externo.
- Las señales que dará en esta ocasión el electorado mexicano serán de tal fuerza moral que los políticos y sus patrocinadores tendrán que tomar en serio los intereses de la nación por encima de los intereses particulares, de grupo o partido, esto detonará que el nuevo legislativo y el poder judicial trabajen en conjunto para allanar el camino de las reformas que requiere el país, más allá de las vulgares expectativas de unos cuantos.
- Los sindicatos notarán que su situación actual, en el nuevo panorama, será insostenible y se verán en la necesidad de reformarse para ponerse en consonancia con los tiempos.
- Quien quede en la presidencia promoverá un acercamiento más estrecho con China y Latinoamérica, a despecho de Estados Unidos. De esta forma Estados Unidos se verá en la obligación de recurrir más a la unión continental si quiere que prevalezca por más tiempo su hegemonía imperial en franca decadencia.
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