El sismo que viene

abril 19, 2016 Santoñito Anacoreta 0 Comments

TRAS EL SISMO EN ECUADOR, país con poca experiencia en este tema a diferencia de México, Turquía o Japón, no faltan los agoreros que, ante la "rareza" del suceso olvidan las condiciones geológicas y topográficas que caracterizan a Mesoamérica por su relación con una de las fallas geológicas principales del planeta, la de San Andrés, y sus derivaciones.

No está de más traer a colación ciertos indicios sobre este asunto por lo que atañe a los amables lectores de este espacio.

En ciertas condiciones geológicas y topográficas es posible pronosticar sismos.

Está demostrado el comportamiento cíclico a partir especialmente de los estudios históricos de terremotos en la península turca, que confirmaron la teoría sobre el comportamiento de espejo que pueden presentar algunos sismos entre hemisferios o en el conjunto de intersecciones de fallas geológicas; así como a partir de las erupciones de cierto tipo de volcanes. Por supuesto, la topografía de allá no es igual que la de acá y aquí mismo tenemos varios tipos de volcanes.

El principal problema que enfrentan los sismólogos es que el comportamiento de la Tierra no es específico en su frecuencia ni constante. Esto es, como establecieron los investigadores que estudiaron los sismos en Turquía, si bien puede pronosticarse un probable sitio de ocurrencia de rompimiento de placas siguiendo determinado patrón, aun no es posible definir el plazo o momento (fecha y hora), magnitud (profundidad) del evento aparentemente estocástico, sin ser "cuántico". Puede trazarse la hipótesis, como han hecho en México investigadores de la UNAM, para pronosticar por ejemplo, el riesgo de un próximo sismo (sin aclarar cuán próximo) que afectará a municipios mexiquenses como Naucalpan de Juárez, Tlalnepantla de Baz y Atizapán de Zaragoza a consecuencia de los movimientos telúricos en las ramificaciones de fallas del Eje Volcánico relacionadas con el volcán Xitle (de tipo monogenético), por lo que se les conoce como "sismos tipo Acambay".

Vulcanólogos de la UNAM no ven remota la posibilidad del "despertar" de algunos volcanes monogenéticos; no en sí mismos, pues ya habiendo hecho erupción se autodestruyen, pero su matriz continúa activa pudiendo desarrollar nuevos volcanes o fallas.

Recordemos que el Estado de México no está atravesado por una rama de la Falla de San Andrés como piensan algunos, sino por un complejo de fallas derivadas del Eje Volcánico central, si bien hay una conexión geológica con aquella, su dinámica es distinta.

Al respecto quiero recordar que hacia 2008-2010 hubo diversos reportes de campesinos en Guerrero, Veracruz, Michoacán, Colima, Puebla informando: rompimientos de tierra, zanjas producidas de la noche a la mañana, aparición de geisers mínimos u ojos de agua termal, calentamiento focalizado de suelos de sembradío, la más reciente "desaparición" del río Atoyac, en Veracruz, "tragado" por una falla volviéndose subterráneo a partir de cierto tramo.

Y para finalizar, quiero recordar que, tan es posible pronosticar los sismos, que México fue el primer país en desarrollar una Alerta Sísmica, pues aun cuando la diferencia en tiempo entre el evento (rompimiento o choque entre placas en específicos puntos medidos sobre la Placa de Cocos perteneciente, esa sí, a la Falla de San Andrés: Guerrero, Oaxaca, Michoacán) y el suceso (alcance y proyección de las ondas sobre zonas habitadas) es corto no deja de ser estadísticamente un pronóstico que, hoy por hoy, ha sido útil para la prevención de riesgos mayores y la protección civil. La tarea está en conseguir que dichos pronósticos tengan una visión de futuro a más mediano y largo plazo. Eso es lo que todavía no alcanza a cuajar al 100%, pero se está en el camino correcto.

¿Viene un sismo? Sí, sin duda. ¿Cuándo sucederá? ¡Hagan sus apuestas!

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