La sombra de la independencia. Candidato, y tú, ¿quién eres?
Selfie de un candidato independiente Foto: VETA Creativa |
Pero la realidad es distinta, como apunto en mi artículo “Carta
a un candidato independiente” que ha sido, podemos decir, un nuevo intento de mi
parte para levantar la mano rumbo a ser candidato al Gobierno del Estado de
México o Presidencia de la República. La legislación meritocrática al respecto
orilla a formar, mediante firmas, una organización de simpatizantes,
asociación, equivalente a una institución política o partido.
El natural anonimato del ciudadano común hace difícil un
acopio tal de firmas para el efecto. De ahí que incluso medios como Reforma
levanten sondeos como el que este publicará en próximos días para determinar
las estadísticas, el retrato momentáneo de cómo serían las votaciones
presidenciales si se efectuaran ahora; pero solo considera los nombres de los
más renombrados.
Aunque personalmente a la encuestadora que tuvo asignado sondear mi opinión le dicté mi nombre
como opción a una de sus preguntas del cuestionario y lo anotó, es claro que no basta decir #YoQuiero. Tanto es así que un bobo experimento que
realicé luego de leer el tuit comentado, publiqué en esa misma red
(interconectada con otras): “Veamos si para ser candidato independiente basta
con decir #YoQuiero. A ver cuántos RT experimenta mi aspiración”.
La indefensión natural del hombre común junto con los huecos
legales en torno al tema
de la participación ciudadana son los escalones que faltan construir para
dar forma un poco más acabada a nuestra democracia ya no tan incipiente.
Por lo mismo te invito a dar una vuelta por mis textos,
pensados para reflexionar sobre esto e ir sentando la base de una plataforma
ideológica personal rumbo a mi determinación para ser candidato independiente.
Yo, Candidato... ¿uno más? |
Toda proporción guardada, con muchos de los candidatos
independientes ocurre lo que con varios de los que han salido a hacer
declaraciones en los medios en el caso de “El Chapo”, que en su casa los conocen.
Ese es el talón de Aquiles del concepto mismo de candidatura independiente. No
obstante, el magnetismo que conlleva ha hecho que ahora los mismos diputados
hayan tomado cartas en el asunto para crear la figura de “candidaturas comunes”,
nuevo esperpento cuya finalidad es disfrazar la monstruosidad mayor de las
intrínsecamente contradictorias coaliciones entre partidos. ¿Por qué lo hacen?
Para ofrecer a modo de pretexto la plataforma establecida de partidos
coaligados para apuntalar candidaturas independientes capaces de conjuntar en
su programa e ideograma promesas, proyectos y bases ideológicas coincidentes,
todo bajo la “frescura” de una imagen más allegada a la expectativa de la
ciudadanía harta de las formas establecidas. ¡Si no dan paso sin huarache!
Hoy,
más que nunca, la fama y la infamia se consideran un factor determinante en la
decisión de los electores. El conjunto de los políticos está, a querer o no,
con justicia o no (justos pagan por pecadores), investido de infamia. Los
garbanzos de a libra que quedan entre las filas de la intelectualidad, la
empresa, la academia, el vecindario cobran a ojos del ciudadano común una
dimensión “salvadora” o, por lo menos, de significar “lo menos pior” que se
ofrece frente a lo ya conocido. Ello no implica que todos los candidatos
independientes no tengan también cola que les pisen, unos más larga que otra;
al fin son (somos) humanos, ¿qué no?, con defectos, virtudes, fortalezas y
sobre todo debilidades. Esas que a la hora de las campañas sucias
invariablemente son explotadas para desacreditar, difamar, deslegitimar frente
a la opinión pública el probable peso que determinado candidato, independiente
o no, pudiere tener para el electorado.
Lo que yo puedo adelantar, de lanzarme como candidato
independiente —entre broma y en serio—, es que yo solo prometo no prometer
nada, pues ya está visto que del plato a la boca se cae la sopa. Y a ver si con
esta promesa de ahora no voy ya, torpemente, metiendo al revés la cuchara en el
plato de la política.
¿Figurarán mis ignotos nombre y rostro entre los de la
pléyade que ya van conformando los intereses creados y los medios
tradicionales? ¿Votarías por un ilustre desconocido o seguirías la máxima: “más
vale malo por conocido que bueno por conocer”?
Parafraseando a Castañeda, solo así, conociendo tu parecer y
tu deferencia puedo comprender si de veras estoy no nada más en edad sino en
condición de merecer un derecho asentado en nuestra Carta Magna como es el de
ser votado.
Yo creo que los líderes no se dan en maceta; que el
liderazgo se da a notar naturalmente sin necesidad de alzar la mano; aunque
también reconozco que esto último a veces es necesario por lo menos para no
terminar atropellado por la animadversión de la turba que ignora quién es uno o
la dictadura de quien, teniendo el poder en la mano, decide si uno es hábil y
capaz de pasar al frente para resolver el problema expuesto en la pizarra. Es
así, bajo la luz, fuerte o tenue, de la exposición, como puede, mejor que
diluirse, cobrar cuerpo la sombra del candidato independiente, concepto que, ya
lo trataré en otra parte, me parece que ya no es operante dadas las
circunstancias nacionales.
Por lo pronto y en el ínterin, quizá aplica para acceder al cargo de cronista municipal en mi demarcación, el que seguro desempeñaría siendo un cronista incómodo dada la crítica objetividad con que procuro escribir. ¿Premio de consolación? No, una manera adicional de decir #YoQuiero, #AquíEstoy.
Por lo pronto y en el ínterin, quizá aplica para acceder al cargo de cronista municipal en mi demarcación, el que seguro desempeñaría siendo un cronista incómodo dada la crítica objetividad con que procuro escribir. ¿Premio de consolación? No, una manera adicional de decir #YoQuiero, #AquíEstoy.
Referencias
CASTAÑEDA, J. (2016). Solo así: por una agenda
ciudadana independiente. México: Debate.
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