La sombra de la independencia. Candidato, y tú, ¿quién eres?

abril 09, 2016 Santoñito Anacoreta 0 Comments

Selfie de un candidato independiente
Foto: VETA Creativa
POR AHÍ, EN TWITTER, LEO una publicación que sugiere, aparentemente citando a Jorge G. Castañeda (CASTAÑEDA, 2016), que “para ser candidato independiente basta decirlo, no es requisito ser independiente”. Si así fuera y solo eso bastara...

Pero la realidad es distinta, como apunto en mi artículo “Carta a un candidato independiente” que ha sido, podemos decir, un nuevo intento de mi parte para levantar la mano rumbo a ser candidato al Gobierno del Estado de México o Presidencia de la República. La legislación meritocrática al respecto orilla a formar, mediante firmas, una organización de simpatizantes, asociación, equivalente a una institución política o partido.

El natural anonimato del ciudadano común hace difícil un acopio tal de firmas para el efecto. De ahí que incluso medios como Reforma levanten sondeos como el que este publicará en próximos días para determinar las estadísticas, el retrato momentáneo de cómo serían las votaciones presidenciales si se efectuaran ahora; pero solo considera los nombres de los más renombrados.

Aunque personalmente a la encuestadora que tuvo asignado sondear mi opinión le dicté mi nombre como opción a una de sus preguntas del cuestionario y lo anotó, es claro que no basta decir #YoQuiero. Tanto es así que un bobo experimento que realicé luego de leer el tuit comentado, publiqué en esa misma red (interconectada con otras): “Veamos si para ser candidato independiente basta con decir #YoQuiero. A ver cuántos RT experimenta mi aspiración”.



La indefensión natural del hombre común junto con los huecos legales en torno al tema de la participación ciudadana son los escalones que faltan construir para dar forma un poco más acabada a nuestra democracia ya no tan incipiente.

Por lo mismo te invito a dar una vuelta por mis textos, pensados para reflexionar sobre esto e ir sentando la base de una plataforma ideológica personal rumbo a mi determinación para ser candidato independiente.

Yo, Candidato... ¿uno más?
Toda proporción guardada, con muchos de los candidatos independientes ocurre lo que con varios de los que han salido a hacer declaraciones en los medios en el caso de “El Chapo”, que en su casa los conocen. Ese es el talón de Aquiles del concepto mismo de candidatura independiente. No obstante, el magnetismo que conlleva ha hecho que ahora los mismos diputados hayan tomado cartas en el asunto para crear la figura de “candidaturas comunes”, nuevo esperpento cuya finalidad es disfrazar la monstruosidad mayor de las intrínsecamente contradictorias coaliciones entre partidos. ¿Por qué lo hacen? Para ofrecer a modo de pretexto la plataforma establecida de partidos coaligados para apuntalar candidaturas independientes capaces de conjuntar en su programa e ideograma promesas, proyectos y bases ideológicas coincidentes, todo bajo la “frescura” de una imagen más allegada a la expectativa de la ciudadanía harta de las formas establecidas. ¡Si no dan paso sin huarache!

Hoy, más que nunca, la fama y la infamia se consideran un factor determinante en la decisión de los electores. El conjunto de los políticos está, a querer o no, con justicia o no (justos pagan por pecadores), investido de infamia. Los garbanzos de a libra que quedan entre las filas de la intelectualidad, la empresa, la academia, el vecindario cobran a ojos del ciudadano común una dimensión “salvadora” o, por lo menos, de significar “lo menos pior” que se ofrece frente a lo ya conocido. Ello no implica que todos los candidatos independientes no tengan también cola que les pisen, unos más larga que otra; al fin son (somos) humanos, ¿qué no?, con defectos, virtudes, fortalezas y sobre todo debilidades. Esas que a la hora de las campañas sucias invariablemente son explotadas para desacreditar, difamar, deslegitimar frente a la opinión pública el probable peso que determinado candidato, independiente o no, pudiere tener para el electorado.



Lo que yo puedo adelantar, de lanzarme como candidato independiente —entre broma y en serio—, es que yo solo prometo no prometer nada, pues ya está visto que del plato a la boca se cae la sopa. Y a ver si con esta promesa de ahora no voy ya, torpemente, metiendo al revés la cuchara en el plato de la política.

¿Figurarán mis ignotos nombre y rostro entre los de la pléyade que ya van conformando los intereses creados y los medios tradicionales? ¿Votarías por un ilustre desconocido o seguirías la máxima: “más vale malo por conocido que bueno por conocer”?

Parafraseando a Castañeda, solo así, conociendo tu parecer y tu deferencia puedo comprender si de veras estoy no nada más en edad sino en condición de merecer un derecho asentado en nuestra Carta Magna como es el de ser votado.

Yo creo que los líderes no se dan en maceta; que el liderazgo se da a notar naturalmente sin necesidad de alzar la mano; aunque también reconozco que esto último a veces es necesario por lo menos para no terminar atropellado por la animadversión de la turba que ignora quién es uno o la dictadura de quien, teniendo el poder en la mano, decide si uno es hábil y capaz de pasar al frente para resolver el problema expuesto en la pizarra. Es así, bajo la luz, fuerte o tenue, de la exposición, como puede, mejor que diluirse, cobrar cuerpo la sombra del candidato independiente, concepto que, ya lo trataré en otra parte, me parece que ya no es operante dadas las circunstancias nacionales.

Por lo pronto y en el ínterin, quizá aplica para acceder al cargo de cronista municipal en mi demarcación, el que seguro desempeñaría siendo un cronista incómodo dada la crítica objetividad con que procuro escribir. ¿Premio de consolación?  No, una manera adicional de decir #YoQuiero, #AquíEstoy.



Referencias

CASTAÑEDA, J. (2016). Solo así: por una agenda ciudadana independiente. México: Debate.




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