Anomalía estelar o ¿quién se llevó mi estrella?

octubre 29, 2015 Santoñito Anacoreta 0 Comments

TENEMOS TANTAS GANAS de no estar solos en el universo, y sin embargo damos más pie al escepticismo que a la esperanza.

Semanas atrás, el 15 de octubre, en algunos medios, incluida la cadena CNN en español, circuló la noticia del descubrimiento de lo que los colegas periodistas más llevados por el sensacionalismo bautizaron como “estructura alienígena en el espacio”.

La nota refería una investigación hecha por astrónomos de la NASA mediante el telescopio Kepler y como parte del programa de “Cazadores deplanetas”, en el curso de la cual los científicos, como en una película de misterio, cuestionaron ¿dónde quedó la estrella? cuando de pronto notaron su desaparición.

La manera como se ha descrito el caso lleva a rememorar aquellas historias legendarias sobre islas, montañas, ciudades, oasis mágicos que aparecen y desaparecen ante el asombro de los viajeros.

Me gusta ir al fondo de las cosas y no me quedo solo con lo que muestran los encabezados o los primeros párrafos de un reportaje y mucho menos con los comentarios o lectura que puede hacer algún locutor radiofónico, bloguero o televisivo en el afán de atraer a la audiencia y los lectores. Por lo mismo, me dirigí cual debe ser a las fuentes originales de la información, para descubrir que muchas veces, ya los colegas, ya los aficionados, ya los trasnochados, ya los crédulos o los oportunistas acaban tergiversando todo en especial cuando de información científica se trata, a veces por ignorancia o poca comprensión de lo expuesto en un reporte de investigación o a veces por tomar solo aquello que puede servir de “carnita sabrosa” para dar rienda suelta a la imaginación.

Con lo que voy diciendo pudiera creer el amable lector que soy reacio a la idea de la existencia de otras formas de vida en el universo, pero no, todo lo contrario. Sería necio de mi parte alegar tal cuando ya se han obtenido evidencias —faltan pruebas, que no es lo mismo— sobre el particular, especialmente tras las recientes investigaciones en cometas y en el planeta Marte, sin mencionar los descubrimientos de cuerpos celestes con características similares a la Tierra y que los astrónomos estiman pueden tener condiciones apropiadas para la vida, al menos como la conocemos.

Pero el caso al que me refiero en los medios ha saltado con singular alegría, porque lleva a pensar y recordar un sinnúmero de obras de ciencia ficción y de ficción científica —ambos géneros literarios son distintos en el fondo— en los que los autores han planteado la construcción de estructuras gigantescas alrededor de astros.

La nota, en resumen, plantea que alrededor de la estrella KIC 8462852 existe una “estructura alienígena”. Y la elección de la segunda palabra es lo que detona la suspicacia y el entusiasmo de los adeptos a los temas sobre vida extraterrestre. Pues en la amplia y al mismo tiempo reducida imaginación de muchos de ellos, la frase lleva a una sola idea: una construcción hecha por seres inteligentes de otro planeta.

Para citar a un clásico: “¡Un mundo nos vigila!”, diría Pedro Ferriz Santacruz; y eso lo exclamarían esos extraterrestres de percatarse que somos nosotros quienes oteamos su supuesto campo de acción alrededor de la mentada estrella en los linderos de nuestra galaxia con ayuda del telescopio Kepler.


Una rápida visita al sitio de la misión Kepler de la NASA puede resultar frustrante, porque no hay nada todavía publicado al respecto; o la actualización editorial es muy lenta o los criterios de publicación determinaron no dar a conocer el reporte científico. Por fortuna, varios de los astrónomos implicados en la investigación, interesados en divulgar su trabajo han hecho públicos sus hallazgos montando el documento en el archivo abierto en línea de la Universidad de Cornell mismo que ya he integrado a mi hemeroteca virtual.

Los científicos explican en dicho reporte que lo descubierto se trata de una anomalía en el flujo lumínico de la estrella. La anomalía consiste, para ponerlo en términos muy pedestres, en que la luz de la estrella por momentos se ve “eclipsada”. El misterio radica en que esos momentos pueden ser tan breves como durar ochenta días.

Los estudios espectrográficos han dado algunas pistas a los investigadores como para trazar unas primeras hipótesis, siendo la principal de ellas la que apunta a la existencia probable de alguna o algunas formas de “estructuras” —no usan la palabra alienígena— que pueden estar surcando el espacio a distintas distancias de la estrella. Los científicos no están pensando en naves espaciales o bases interestelares o cosas semejantes. Más prudentes prefieren explorar la idea de que puedan tratarse dichas estructuras de exocometas o fragmentos de cometas que rondan en “enjambre” la estrella en cuestión. Esto no significa de primera intención cerrarse a otras posibilidades. Pero ya se sabe, en ciencia primero se explora lo probable y, agotada la vena lógica, se incursiona en lo posible aunque difícil de probar.

Una de las conclusiones a las que llevan los investigadores encabezados por el astrónomo T.S. Boyajian del Departamento de Astronomía de la Universidad de Yale es, aparte de lo anotado arriba y por ello mismo, la necesidad de estudiar más a fondo la anomalía para determinar sus causas y sus efectos en el entorno de la estrella observada. Cualesquiera que sean las respuestas ulteriores no dejarán de ser fascinantes como todo lo que sucede alrededor de estos temas que, en medio de estas meditaciones antropológicas, son una invitación a pensarnos los humanos desde lo mismo que nos hace lo que somos: polvo de estrellas.

(Foto: Transbordador Atlantis atracando en la Estación Espacial, 10 de mayo de 2010, 13:28 hrs GMT, Thierry Legault)

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