Ser yo aun muriendo en el intento 2
Una amistad en Facebook publica la siguiente cita sin referir la autoría. La misma me provocó la meditación que ahora escribo.
La vida es un examen difícil, muchos pierden porque tratan de copiar a otros; no se dan cuenta de que cada quien tiene preguntas diferentes.
No concuerdo con la metáfora, aunque entiendo su trasfondo.
Para mí la vida no es ningún examen, porque no se trata sino de transcurrir.
Ninguno sabemos a ciencia cierta lo que hay adelante de cada paso dado, por más que los que se digan más sabedores (incluso los ancianos) quieran hacernos creer que es la expresión máxima de la meritocracia, a la que personalmente execro por fundarse en un conjunto de falacias convencionales y por tanto socialmente aceptadas.
La vida tampoco es una competición (ahí si voy con la metáfora). Así que no hay nada que ganar o perder. Se trata de vivir, bien o mal, pero vivir y en el transcurso gozar, sufrir, aprender, crecer y repito aprender muriendo.
¿Y qué si copiamos a otros? La vida no es una asignatura pendiente. A algunos les sirve muy bien tomar el modelo de otros para comprender y construir su camino mediante el ejemplo ya del error o del acierto. De hecho la mayoría lo hacemos de un modo u otro al aplicar teorías, prácticas, ideologías, creencias establecidas y consideradas como normas morales para la conducta, leyes naturales, patrones sociales, moda. Lo que funciona para uno, puede funcionar para otro; quizá con mínimas modificaciones.
Creemos que cada quien tiene preguntas diferentes, pero somos tantos y lo hemos sido a lo largo de siglos que más bien en nuestra soberbia creemos que nuestras preguntas son tan únicas como nuestra identidad. Las preguntas son siempre las mismas. Lo que cambian son los matices, los enfoques, los puntos de vista, la manera de aproximarse a ellas, la forma y el momento de plantearlas.
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