Ojalá "se hicieran de palabras"

septiembre 28, 2016 Santoñito Anacoreta 0 Comments


ERA DE LA OPINIÓN... de que hablando se entiende la gente. Y sigo pensando que el diálogo es la mejor manera de mejorar la convivencia entre los hombres.

Muy al margen de la causa del incidente retratado (la cual nunca queda clara), el siguiente video es una gran perla de muestra, una más de las muchas que ahora encontramos difundidas hasta el hartazgo en las redes sociales. De acuerdo con lo informado por la Revista TMX, se trata del caso de un joven motociclista que se enfrentó a elementos de la Comisión Estatal de Seguridad Ciudadana (#CESC) adscritos al área de Recuperación de Vehículos del Estado de México trás incidente vial.


Está probado que hay una relación directa entre la gama léxica (cantidad de palabras en el acervo de una persona) y la capacidad argumentativa y discursiva. A mayor número de palabras en el vocabulario, hay mayor posibilidad de conformar enunciados completos, complejos, lógicos y razonables. La comunicación no verbal se vuelve más sutil, menos tosca. Las intenciones o propósitos pueden expresarse con mejor y mayor soltura u ocultarse con mejor discreción. La franqueza es más contundente que un golpe. La violencia queda sustituida por la persuasión. En cambio, lo que observamos aquí es todo lo contrario hasta alcanzar la cancelación de todo posible diálogo.

Basta medir en tiempo y unidades léxicas el contenido de este video para corroborar los estudios hechos en distintas partes del mundo empleando la Teoría de la Información, en tanto su base matemática, como medida entrópica del diálogo.

La limitación verbal y argumentativa de la autoridad policiaca, confrontada con la propia limitación en los mismos términos del ciudadano o el grupo de ciudadanos en conflicto, más pronto que tarde deriva en la violencia física, igual que sucede con otras especies animales carentes de la palabra. Al cabo de pocos segundos o minutos de intercambios de miradas, posturas, gestos amenazadores, retadores, el zarpazo no se hace esperar, ni la mordida, y al igual que, por ejemplo, entre los chimpancés, una vez que se desata la trifulca, el resto de la manada hace escándalo, azuza, compele, vitorea o vilipendia a una u otra partes, en condiciones similares.

Entre más se prolonga la discusión o el pleito franco, más se exacerban los ánimos cancelando toda posibilidad comunicativa que no se base en la fuerza física como manera de expresión, sea entre los actores protagonistas o incluso entre los espectadores que, animados, pueden sumarse al zafarrancho, arremetiendo contra una de las partes o contra quien consideren que toma partido contrario y notan vulnerable.

De ahí al linchamiento falta un paso.

Por esto son importantes la educación, la lectura, la ciencia, pues dan armas más efectivas para el entendimiento y el diálogo. Esta muestra, por ciertos factores socioculturales como sonsonete, vestimenta, fisionomía, podría prestarse también para una crítica discriminadora, incluso segregacionista (cosa más grave) mediante la cual se proponga el supuesto de que "en ciertas clases sociales" o "en ciertos grupos culturales" o "en ciertas zonas o localidades" o "en ciertos niveles educativos" es más frecuente observar semejante comportamiento. La experiencia cotidiana demuestra que esa es una visión parcial y maniquea.

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